La policía de Cleveland (Ohio, EE.UU.) está buscando al sospechoso del asesinato de un hombre de 74 años que retransmitió el asesinato a través de Facebook. No en Facebook Live en directo como se indicó inicialmente, sino que se subió a la cuenta de Facebook del sospechoso tras haber ocurrido.
El vídeo ha sido eliminado de la plataforma tres horas después del suceso, y en él Stephens indicaba que había “encontrado a alguien a quien voy a matar, este tío de aquí, este viejo”. El crimen ha levantado una nueva polémica sobre esa dificultad para censurar ciertos contenidos en redes sociales y hacerlo además a tiempo.
No es el primer asesinato retransmitido en internet (y lamentablemente puede que no sea el último)
El problema no es nuevo: en agosto de 2015 vivíamos un suceso similar tras el asesinato de dos periodistas estadounidenses en Virginia. El presunto asesino compartía vídeos de los disparos en Twitter y Facebook y esos clips se convirtieron en virales. Ahí se demostraba que internet no tiene botón de borrar, y que parar la difusión de contenidos en redes sociales es prácticamente imposible.
Los responsables de Facebook han tenido que
lidiar de nuevo con esa situación hoy, y en un comunicado oficial indican que “
no permitimos este tipo de contenido en Facebook. Trabajamos duro para tener un entorno seguro en Facebook, y colaboramos con los cuerpos de seguridad en emergencias en las que hay amenazas directas a la seguridad física“.
No hay causa clara para el asesinato, pero en el vídeo Stephens aparecía
diciéndole a la víctima “ella es la razón por la que esto te va a pasar”. Según los investigadores “ella” es Joy Lane, que fue pareja de Stephens y que en una declaración ha ofrecido sus condolencias a la familia de la víctima y ha explicado que el sospechoso “fue amable conmigo y con mis hijos” mientras estuvo con ella.
Internet es una herramienta, para bien y para mal
Los sucesos ocurridos ayer demuestran una vez más que las redes sociales e internet son una poderosa herramienta que ofrece enormes ventajas, pero que también tienen su lado oscuro.
Las plataformas de retransmisión de vídeo en directo son el último ejemplo de esa revolución mediática. Vimos como ISIS hizo uso de redes sociales para la horrenda decapitación de un periodista norteamericano sin que la censura pudiera contrarrestar el efecto viral del suceso.
En este caso ha ocurrido básicamente lo mismo: los controles impuestos por las redes sociales ni siquiera han logrado combatir el efecto de las polémicas noticias falsas en los pasados meses, y no parece que controlar estas emisiones en directo e incluso en diferido sea factible para Facebook, YouTube y otras empresas que proporcionan dicha capacidad.
Tampoco ayuda a aliviar el problema, como comentaba mi compañera María González, el hecho de que ahora muchos de esos vídeos se reproduzcan automáticamente en nuestros navegadores. Los algoritmos de inteligencia artificial que tratan de evitar la propagación de noticias falsas y la aparición de contenidos inapropiados —desnudos de famosas incluidos— siguen sin ser del todo efectivos, y queda por ver si lo serán algún día.
De momento tendremos que lidiar con esa realidad que deja claro que internet es una maravillosa herramienta que lo es, entre otras cosas, por lo difícil que es controlarla.
La policía de Cleveland (Ohio, EE.UU.) está buscando al sospechoso del asesinato de un hombre de 74 años que retransmitió el asesinato a través de Facebook. No en Facebook Live en directo como se indicó inicialmente, sino que se subió a la cuenta de Facebook del sospechoso tras haber ocurrido.
El vídeo ha sido eliminado de la plataforma tres horas después del suceso, y en él Stephens indicaba que había “encontrado a alguien a quien voy a matar, este tío de aquí, este viejo”. El crimen ha levantado una nueva polémica sobre esa dificultad para censurar ciertos contenidos en redes sociales y hacerlo además a tiempo.
No es el primer asesinato retransmitido en internet (y lamentablemente puede que no sea el último)
El problema no es nuevo: en agosto de 2015 vivíamos un suceso similar tras el asesinato de dos periodistas estadounidenses en Virginia. El presunto asesino compartía vídeos de los disparos en Twitter y Facebook y esos clips se convirtieron en virales. Ahí se demostraba que internet no tiene botón de borrar, y que parar la difusión de contenidos en redes sociales es prácticamente imposible.
Internet es una herramienta, para bien y para mal
Los sucesos ocurridos ayer demuestran una vez más que las redes sociales e internet son una poderosa herramienta que ofrece enormes ventajas, pero que también tienen su lado oscuro.
Las plataformas de retransmisión de vídeo en directo son el último ejemplo de esa revolución mediática. Vimos como ISIS hizo uso de redes sociales para la horrenda decapitación de un periodista norteamericano sin que la censura pudiera contrarrestar el efecto viral del suceso.
En este caso ha ocurrido básicamente lo mismo: los controles impuestos por las redes sociales ni siquiera han logrado combatir el efecto de las polémicas noticias falsas en los pasados meses, y no parece que controlar estas emisiones en directo e incluso en diferido sea factible para Facebook, YouTube y otras empresas que proporcionan dicha capacidad.
Tampoco ayuda a aliviar el problema, como comentaba mi compañera María González, el hecho de que ahora muchos de esos vídeos se reproduzcan automáticamente en nuestros navegadores. Los algoritmos de inteligencia artificial que tratan de evitar la propagación de noticias falsas y la aparición de contenidos inapropiados —desnudos de famosas incluidos— siguen sin ser del todo efectivos, y queda por ver si lo serán algún día.
De momento tendremos que lidiar con esa realidad que deja claro que internet es una maravillosa herramienta que lo es, entre otras cosas, por lo difícil que es controlarla.
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