El Tribunal de Justicia de la Unión Europea determinó que las bibliotecastienen el derecho a digitalizar libros y distribuirlos internamente a puntos de lectura electrónica sin la necesidad de solicitarle permiso alguno a las editoriales.
La decisión está basada en las excepciones de la Directiva de la Unión Europeasobre derecho de autor, la que señala que las bibliotecas de acceso público pueden ofrecer su material en “terminales dedicados (…) para el propósito de investigación o estudios privados“.
Esto no significa que las bibliotecas de Europa podrán digitalizar libros sin límite alguno, pues la ley aún impide que las bibliotecas le permitan a los usuarios que estas copias digitalizadas se puedan almacenar en memorias USB o sean impresas en papel, aunque las leyes del Viejo continente señalan que en caso de que ésto ocurra, la responsabilidad por violar la ley recaería en el individuo que realiza la copia, y no en la biblioteca.
Sin duda es un muy buen precedente, pues las editoriales llevan bastante tiempo intentado extraer hasta el último rastro de dinero que pueden de las bibliotecas que ‘prestan’ libros electrónicos, donde incluso son capaces de oponerse a la digitalización de libros que realiza Google, pese a que uno no puede descargar el libro desde el buscador, sino más que nada leer extractos en una página que incluye enlaces para comprar el libro legalmente en alguna tienda cercana.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea determinó que las bibliotecastienen el derecho a digitalizar libros y distribuirlos internamente a puntos de lectura electrónica sin la necesidad de solicitarle permiso alguno a las editoriales.
La decisión está basada en las excepciones de la Directiva de la Unión Europeasobre derecho de autor, la que señala que las bibliotecas de acceso público pueden ofrecer su material en “terminales dedicados (…) para el propósito de investigación o estudios privados“.
Esto no significa que las bibliotecas de Europa podrán digitalizar libros sin límite alguno, pues la ley aún impide que las bibliotecas le permitan a los usuarios que estas copias digitalizadas se puedan almacenar en memorias USB o sean impresas en papel, aunque las leyes del Viejo continente señalan que en caso de que ésto ocurra, la responsabilidad por violar la ley recaería en el individuo que realiza la copia, y no en la biblioteca.
Sin duda es un muy buen precedente, pues las editoriales llevan bastante tiempo intentado extraer hasta el último rastro de dinero que pueden de las bibliotecas que ‘prestan’ libros electrónicos, donde incluso son capaces de oponerse a la digitalización de libros que realiza Google, pese a que uno no puede descargar el libro desde el buscador, sino más que nada leer extractos en una página que incluye enlaces para comprar el libro legalmente en alguna tienda cercana.
Compartir esto: