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Todos somos Snowden

Integrante del Directorio, Fundación Casa de la Paz y Miembro del Panel de Acceso a la Información del Banco Interamericano de Desarrollo – BID 

Cuando hoy se habla de Acceso a la Información como un asunto de transparencia, creo que no se comprende la profunda transformación que ha experimentado la sociedad. Más bien me parece una opción de sentido común.

A principios de los 90, Casa de la Paz salió a recorrer el país con la buena nueva: estaba por promulgarse la Ley Ambiental y, en ella, la participación ciudadana era un instrumento indispensable de gestión. Para una sociedad que se relacionaba con lo público con suspicacia, y los que levantaban la voz en una asamblea eran percibidos como una amenaza, el cambio fue radical. Pronto la comunidad se acostumbró a que profesionales de la Conama, acompañados de proponentes de proyectos de inversión, invitaran a reuniones en las que señalaban sus derechos, les explicaban lo que se pretendía construir y les invitaban a formular sus observaciones, las que eran formalmente respondidas. Primero hubo sorpresa, luego gratitud de que se tomaran la molestia de incluirlos y escucharlos.

Todo aquello quedó en el pasado cuando las comunidades constataron que su posibilidad de realmente incidir en decisiones que les afectaban era altamente improbable. Para que ello sea factible, requieren conocer anticipadamente la información, recibir capacitación y asesoría independiente, y que sus diferentes visiones del desarrollo sean efectivamente incorporadas en la decisión final de la autoridad correspondiente… o bien por parte de las cortes de Justicia. Y, en caso de materializarse el proyecto, tienen derecho a compartir los beneficios, no sólo los inevitables impactos negativos en su calidad de vida.

Ya han transcurrido más de dos décadas desde que nuestro país suscribió la Declaración de Río, incluyendo el Principio 10, sobre el derecho al Acceso a la Información, a la Participación y a Justicia Ambiental. De ahí que, en el Marco de la Iniciativa de Acceso, Casa de la Paz junto a otras organizaciones de la sociedad civil, estamos llamando a los gobiernos de Latinoamérica y el Caribe a adoptar un convenio vinculante que establezca estándares ambiciosos para la cabal aplicación de los derechos de acceso en temas ambientales en la región.

En materia de Acceso a la Información, se pone especial énfasis en la necesidad de que se acceda fácilmente a la información, con un lenguaje comprensible, de manera gratuita y que se aborden los asuntos relevantes. Con respecto a la participación, ésta no debe ser concebida como un “trámite” para contar con un determinado permiso. Más bien requiere estar incorporada a lo largo de todo el ciclo de vida del proyecto, respetando e incluyendo la diversidad cultural; las distintas responsabilidades de las partes; la inclusión de los intereses potencialmente afectados; y, muy especialmente, el poder de incidencia en la decisión final, comprendiendo que el “no” también es legítimo. En cuanto al Acceso a la Justicia, en caso de sentirse vulnerada en las instancias anteriores, la comunidad aspira a un proceso con tiempos razonables, costos asumidos por el Estado, apoyo técnico y, sobre todo, con un enfoque preventivo. En caso de que esto último no se logre, se espera contar con mecanismos alternativos de solución de las controversias y medidas efectivas de remediación del daño.

Dado que el Acceso a la Información y la Participación Ciudadana tienen como un resultado esperado la construcción de confianza entre los distintos actores que conviven en un determinado territorio, la identificación conjunta de la información faltante, el seguimiento de los acuerdos y la disposición a compartir poder son clave. Todo ello, representa un gran desafío para nuestra cultura. Sin embargo, mientras antes se asuma que la sociedad cambió y que los seres humanos estamos a dos “clics” de convertirnos en protagonistas de la historia (uno para tomar la fotografía desde un celular; otro para difundirla por las redes sociales), más rápido nos convenceremos de que, en un mar lleno de turbulencias, no queda mejor opción que remar juntos hacia la orilla.