Es comprensible que muchos de nosotros o de nuestros conocidos acabemos de tanto en cuanto renegando de las redes sociales, de la influencia que ejercen sobre nuestras vidas y del limitado margen de maniobra que tenemos si queremos comunicarnos los unos con los otros a distancia fuera de los cuatro gigantes que lo manejan todo. Lo que nos cuesta un poco más es presenciar a los mismísimos creadores de estos entornos despreciando a su criatura, hablando como conversos o herejes de aquello que no existiría de no ser por ellos.
Estos días ha circulado el fragmento de una charla que ofreció Chamath Palihapitiya. Este ex ejecutivo de Facebook que ayudó a cimentar la masa crítica de usuarios de la red social entre 2007 y 2011 decía sentirse muy culpable. Sus palabras son duras, casi tanto que podemos imaginar el impacto que habrá tenido en las oficinas de Menlo Park en las que ya no trabaja.
Creo que hemos creado herramientas que están destruyendo la forma en la que funciona la sociedad… Los circuitos de retroalimentación a corto plazo empujados por dopamina que hemos creado están destruyendo la forma en la que funciona la sociedad. […] Creo que no os dais cuenta pero estáis siendo programados. […] Mis hijos no tienen permitido usar esa mierda.
Como han cubierto algunos medios especializados en tecnología, esta crítica es el botón de muestra de una corriente mucho más amplia a la que se van sumando voces relevantes de Silicon Valley. Un ludismo que no esperaríamos de los que han dedicado su vida a la tecnología… o justamente, sí. En casa del herrero cuchillo de palo.
Un conocido colegio californiano Walford al que los empleados de Apple, Google y demás llevan a sus hijos y que reniega radicalmente de Internet, prohibiéndolo en todo el recinto y educando a los niños de la élite en un entorno screen-free, pródigo en tradicionales pizarras y libros de texto.
También parece ser una práctica que se aplicaba a muchos equipos de trabajo del valle: sin la mera presencia de los smartphones en el trabajo (no simplemente guardándolos en el bolso) ayudan a mejorar la eficiencia y a liberar la mente de unos furtivos escapes digitales que son, en el fondo, adicción a sus propias plataformas.
Estos son los expertos y gurús del mundo tech que se ha desbancado de su propia obra. Esto es lo que opinan muchos de ahí arriba sobre lo que las redes sociales están haciendo en nosotros mismos.
Sean Parker.
Sean Parker, el primer presidente de Facebook que estuvo al mando del grupo entre 2003 y 2005 (y al que echaron de la compañía), se refirió el mes pasado a la plataforma en términos muy similares a los de Palihapitiya ahora, como un laboratorio de pruebas sobre cómo explotar las vulnerabilidades de la psicología humana:
El principal objetivo de Facebook es retener la atención de las personas. El proceso mental que se ha empleado para la creación de estas aplicaciones, siendo Facebook la primera de ellas, es: “¿cómo podemos consumir la mayor porción de atención y tiempo posible de la gente?”. Sólo Dios sabe lo que le estará haciendo al cerebro de nuestros hijos.
Hizo The Guardian hace un par de meses el mejor reportaje hasta la fecha sobre este tema. Justin Rosenstein capitaneaba el escuadrón de desarrolladores arrepentidos que recopilaban los británicos. Este ex empleado de Facebook de 34 años dirige actualmente una compañía en pos de mejorar la productividad en la sociedad, de espaldas a lo que se ha dado en llamar “economía de la atención” y a la que le dio uno de sus mejores instrumentos: él fue uno de los creadores del “like”. Según él mismo:
Es habitual que los humanos creen cosas con la mejor de las intenciones y que éstas acaben teniendo, sin querer, consecuencias negativas. Ahora todo el mundo está distraído. Todo el tiempo.
Leah Pearlman, también responsable del “like” de Facebook:
A veces la gente no piensa “bueno, esto es lo que hace la gente con la plataforma, nosotros no tenemos control sobre ello”. Eso no es cierto, la forma en la que diseñas las acciones del entorno tienen un impacto en los resultados, pequeños matices pueden causar diferencias enormes. ¿Has visto ese episodio de Black Mirror? Lo vi el mes pasado y sigo pensando en él cada día porque estamos muy cerca de eso. Estaba tan atrapada en los mecanismos externos de validación de mi vida que no me daba cuenta de lo que estaba pasando.
Un año después de la entrevista dejó su trabajo en la industria tecnológica.
Justin Rosenstein.
Tristan Harris, empleado de Google de 33 años y una de las voces más fatalistas del valle:
Estamos todos enganchados a este sistema. Secuestran nuestras mentes. Nuestras decisiones son mucho menos libres de lo que creemos. No conozco problema más urgente que este. Está cambiando nuestra democracia, nuestra habilidad para conversar y de entablar relaciones con los demás.
Los grandes objetivos de las compañías también han quedado bastante claros y se ve bien con un ejemplo reciente. Estados Unidos ha vivido una nueva ola de concienciación sobre nuestra vida digital a raíz del escándalo de los bots rusos que han podido favorecer el cambio político que se ha vivido con Trump. Rusia habría creado granjas de trolls, decenas de perfiles falsos en Twitter y Facebook azuzaban a los usuarios de derechas para pelear contra Hillary.
Sobre este tema, el ingeniero de Twitter Leslie Miley contó para Bloomberg cómo había señalado tiempo atrás a sus superiores esta brecha de seguridad para ver cómo le ordenaban que desistiese en involucrarse en el tema”.
Estaban más preocupados por el crecimiento numérico de cuentas que en que estas fuesen falsas.
Katy Levinson, ingeniera de software de Google, digo en Business Insider poco después:
Cualquier mejora consistente en métrica dura no era un empleo del tiempo respetado.
Chamath Palihapitiya.
Loren Brichter, el creador del “refresh” de Twitter, piensa en la misma senda que los demás:
Estoy de acuerdo al 100%. Ahora tengo dos niños y me arrepiento de cada minuto que no les presto atención porque estoy pegado al móvil. He estado horas y semanas y meses y años pensando si algo de lo que haya hecho ha tenido algún impacto positivo en la sociedad o en la humanidad. Podrían quitar el botón muy fácilmente, pero la gente simplemente adora usarlo.
Roger McNamee, uno de los inversores detrás de Facebook y Google durante mucho tiempo, comenta:
Ambas compañías triunfan vendiendo el mensaje de que le están dando a los usuarios lo que ellos necesitan. Es lo mismo que podría decirse de las tabacaleras y los vendedores de droga.
James Williams, uno de los ex desarrolladores del apartado publicitario de Google, también dejó la empresa para embarcarse en unos estudios sobre el diseño persuasivo ético.
Tuve un momento de brillante, individual realización existencial por la que me dije: ¿qué está pasando? ¿No se supone que la tecnología debería hacer hecho lo contrario de todo esto? Me di cuenta de que hemos empujado o persuadido a literalmente millones de personas para que hagan cosas que de otro modo no harían.
Fuente
Es comprensible que muchos de nosotros o de nuestros conocidos acabemos de tanto en cuanto renegando de las redes sociales, de la influencia que ejercen sobre nuestras vidas y del limitado margen de maniobra que tenemos si queremos comunicarnos los unos con los otros a distancia fuera de los cuatro gigantes que lo manejan todo. Lo que nos cuesta un poco más es presenciar a los mismísimos creadores de estos entornos despreciando a su criatura, hablando como conversos o herejes de aquello que no existiría de no ser por ellos.
Estos días ha circulado el fragmento de una charla que ofreció Chamath Palihapitiya. Este ex ejecutivo de Facebook que ayudó a cimentar la masa crítica de usuarios de la red social entre 2007 y 2011 decía sentirse muy culpable. Sus palabras son duras, casi tanto que podemos imaginar el impacto que habrá tenido en las oficinas de Menlo Park en las que ya no trabaja.
Como han cubierto algunos medios especializados en tecnología, esta crítica es el botón de muestra de una corriente mucho más amplia a la que se van sumando voces relevantes de Silicon Valley. Un ludismo que no esperaríamos de los que han dedicado su vida a la tecnología… o justamente, sí. En casa del herrero cuchillo de palo.
Un conocido colegio californiano Walford al que los empleados de Apple, Google y demás llevan a sus hijos y que reniega radicalmente de Internet, prohibiéndolo en todo el recinto y educando a los niños de la élite en un entorno screen-free, pródigo en tradicionales pizarras y libros de texto.
También parece ser una práctica que se aplicaba a muchos equipos de trabajo del valle: sin la mera presencia de los smartphones en el trabajo (no simplemente guardándolos en el bolso) ayudan a mejorar la eficiencia y a liberar la mente de unos furtivos escapes digitales que son, en el fondo, adicción a sus propias plataformas.
Estos son los expertos y gurús del mundo tech que se ha desbancado de su propia obra. Esto es lo que opinan muchos de ahí arriba sobre lo que las redes sociales están haciendo en nosotros mismos.
Sean Parker, el primer presidente de Facebook que estuvo al mando del grupo entre 2003 y 2005 (y al que echaron de la compañía), se refirió el mes pasado a la plataforma en términos muy similares a los de Palihapitiya ahora, como un laboratorio de pruebas sobre cómo explotar las vulnerabilidades de la psicología humana:
Hizo The Guardian hace un par de meses el mejor reportaje hasta la fecha sobre este tema. Justin Rosenstein capitaneaba el escuadrón de desarrolladores arrepentidos que recopilaban los británicos. Este ex empleado de Facebook de 34 años dirige actualmente una compañía en pos de mejorar la productividad en la sociedad, de espaldas a lo que se ha dado en llamar “economía de la atención” y a la que le dio uno de sus mejores instrumentos: él fue uno de los creadores del “like”. Según él mismo:
Leah Pearlman, también responsable del “like” de Facebook:
Un año después de la entrevista dejó su trabajo en la industria tecnológica.
Tristan Harris, empleado de Google de 33 años y una de las voces más fatalistas del valle:
Los grandes objetivos de las compañías también han quedado bastante claros y se ve bien con un ejemplo reciente. Estados Unidos ha vivido una nueva ola de concienciación sobre nuestra vida digital a raíz del escándalo de los bots rusos que han podido favorecer el cambio político que se ha vivido con Trump. Rusia habría creado granjas de trolls, decenas de perfiles falsos en Twitter y Facebook azuzaban a los usuarios de derechas para pelear contra Hillary.
Sobre este tema, el ingeniero de Twitter Leslie Miley contó para Bloomberg cómo había señalado tiempo atrás a sus superiores esta brecha de seguridad para ver cómo le ordenaban que desistiese en involucrarse en el tema”.
Katy Levinson, ingeniera de software de Google, digo en Business Insider poco después:
Loren Brichter, el creador del “refresh” de Twitter, piensa en la misma senda que los demás:
Roger McNamee, uno de los inversores detrás de Facebook y Google durante mucho tiempo, comenta:
James Williams, uno de los ex desarrolladores del apartado publicitario de Google, también dejó la empresa para embarcarse en unos estudios sobre el diseño persuasivo ético.
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