“Hemos vuelto a la era de la colonización. Debemos pensar en los estadounidenses como en nuestros dueños. El dominio absoluto de EE.UU. en Internet le da una influencia desproporcionadamente amplia en otros países”, insistió Mikko Hypponen, el jefe del Departamento de Investigaciones de la compañía finlandesa de seguridad informática F-Secure, durante la conferencia tecnológica LinuxCon.
La base técnica de Internet -las conexiones troncales- hoy en día se encuentran físicamente en EE.UU., con lo cual el 75% del tráfico mundial pasa a través de su territorio. Si sumamos a esta cifra las líneas de comunicación suministradas por el socio estratégico de EE.UU., el Reino Unido, el índice aumentará hasta un 95%. Hay que tener en cuenta también el dominio total de los gigantes estadounidenses de tecnologías informativas como Google, Facebook y Microsoft que colaboran activamente con la NSA y otros servicios de inteligencia del país.
Además, ICANN, IANA, ISOC y otras organizaciones que se encargan de administrar la Red están relacionadas directa o indirectamente con el Gobierno estadounidense. El control internacional sobre estas empresas es muy limitado. “EE.UU. no tiene ni la menor intención de renunciar a los beneficios exclusivos unilaterales que estuvo desarrollando metódicamente a lo largo de los últimos 30 años. Aún más: seguir controlando Internet es un objetivo estratégico de Washington a largo plazo”, opina el analista ruso Borís Kazántsev.
Argumenta que no es casualidad que todos los intentos de obligar a la ICANN a entregar sus funciones –asignación de las direcciones del protocolo IP y gestión de los sistemas de dominio y de servidores raíz- a la Unión Internacional de Telecomunicaciones o a cualquier otro organismo internacional de la ONU se enfrenten a una resistencia feroz. La ICANN solo simula que está buscando un compromiso, asegura Kazántsev. “La propuesta de crear, partiendo de la organización, un consorcio gerente que incluirá a representantes tanto de la propia compañía, como de empresas de tecnología informática, diferentes ONG y personas individuales, no cambiará el hecho de que EE.UU. está controlando Internet. La declaración del presidente de la ICANN, Fadi Chehade, que el pasado 30 de octubre anunció que el organismo reconsiderará sus relaciones con el Gobierno de EE.UU. en respuesta a las revelaciones de Snowden, tampoco parece creíble”, insiste en analista.
La comunidad internacional busca acabar con el dominio de EE.UU.
Sin embargo, los materiales proporcionados por Snowden a la comunidad internacional sí han dado inicio a unos cambios radicales y no solo en las relaciones diplomáticas entre Washington y el resto del mundo. Países tanto de Europa como de América Latina han anunciado que están tomando medidas para asegurar su soberanía digital. El 30 de octubre una delegación de eurodiputados visitó la Casa Blanca y demandó que Washington firmara una ley antiespionaje, comprometiéndose a no volver a repetir tales actividades. El encuentro terminó sin ningún resultado concreto, pero el 1 de noviembre Alemania y Brasil presentaron ante la Asamblea General de la ONU un proyecto conjunto de resolución sobre el derecho a la inviolabilidad personal en la era digital. El documento demanda reformar la legislación internacional acerca de la interceptación de las actividades en la Red.
El consorcio alemán Deutsche Telekom ya anunció que tiene la intención de lanzar el proyecto del ‘encaminamiento nacional’, es decir, de prohibir que el tráfico pase por nudos ubicados fuera del país. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aprobó un decreto que estipula que la administración pública federal usará a partir de marzo redes y servicios de información propios con el fin de limitar el efecto del espionaje extranjero. Los países miembros del bloque BRICS declararon que habían decidido crear un banco de datos para intercambiarlos entre sí. Tarde o temprano el concepto de una comunidad digital se reformará como tal para cumplir con los requerimientos actuales de seguridad, asegura Kazántsev, aunque detalla que por el momento es imposible predecir cómo será el nuevo modelo
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“Hemos vuelto a la era de la colonización. Debemos pensar en los estadounidenses como en nuestros dueños. El dominio absoluto de EE.UU. en Internet le da una influencia desproporcionadamente amplia en otros países”, insistió Mikko Hypponen, el jefe del Departamento de Investigaciones de la compañía finlandesa de seguridad informática F-Secure, durante la conferencia tecnológica LinuxCon.
La base técnica de Internet -las conexiones troncales- hoy en día se encuentran físicamente en EE.UU., con lo cual el 75% del tráfico mundial pasa a través de su territorio. Si sumamos a esta cifra las líneas de comunicación suministradas por el socio estratégico de EE.UU., el Reino Unido, el índice aumentará hasta un 95%. Hay que tener en cuenta también el dominio total de los gigantes estadounidenses de tecnologías informativas como Google, Facebook y Microsoft que colaboran activamente con la NSA y otros servicios de inteligencia del país.
Además, ICANN, IANA, ISOC y otras organizaciones que se encargan de administrar la Red están relacionadas directa o indirectamente con el Gobierno estadounidense. El control internacional sobre estas empresas es muy limitado. “EE.UU. no tiene ni la menor intención de renunciar a los beneficios exclusivos unilaterales que estuvo desarrollando metódicamente a lo largo de los últimos 30 años. Aún más: seguir controlando Internet es un objetivo estratégico de Washington a largo plazo”, opina el analista ruso Borís Kazántsev.
Argumenta que no es casualidad que todos los intentos de obligar a la ICANN a entregar sus funciones –asignación de las direcciones del protocolo IP y gestión de los sistemas de dominio y de servidores raíz- a la Unión Internacional de Telecomunicaciones o a cualquier otro organismo internacional de la ONU se enfrenten a una resistencia feroz. La ICANN solo simula que está buscando un compromiso, asegura Kazántsev. “La propuesta de crear, partiendo de la organización, un consorcio gerente que incluirá a representantes tanto de la propia compañía, como de empresas de tecnología informática, diferentes ONG y personas individuales, no cambiará el hecho de que EE.UU. está controlando Internet. La declaración del presidente de la ICANN, Fadi Chehade, que el pasado 30 de octubre anunció que el organismo reconsiderará sus relaciones con el Gobierno de EE.UU. en respuesta a las revelaciones de Snowden, tampoco parece creíble”, insiste en analista.
La comunidad internacional busca acabar con el dominio de EE.UU.
Sin embargo, los materiales proporcionados por Snowden a la comunidad internacional sí han dado inicio a unos cambios radicales y no solo en las relaciones diplomáticas entre Washington y el resto del mundo. Países tanto de Europa como de América Latina han anunciado que están tomando medidas para asegurar su soberanía digital. El 30 de octubre una delegación de eurodiputados visitó la Casa Blanca y demandó que Washington firmara una ley antiespionaje, comprometiéndose a no volver a repetir tales actividades. El encuentro terminó sin ningún resultado concreto, pero el 1 de noviembre Alemania y Brasil presentaron ante la Asamblea General de la ONU un proyecto conjunto de resolución sobre el derecho a la inviolabilidad personal en la era digital. El documento demanda reformar la legislación internacional acerca de la interceptación de las actividades en la Red.
El consorcio alemán Deutsche Telekom ya anunció que tiene la intención de lanzar el proyecto del ‘encaminamiento nacional’, es decir, de prohibir que el tráfico pase por nudos ubicados fuera del país. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aprobó un decreto que estipula que la administración pública federal usará a partir de marzo redes y servicios de información propios con el fin de limitar el efecto del espionaje extranjero. Los países miembros del bloque BRICS declararon que habían decidido crear un banco de datos para intercambiarlos entre sí. Tarde o temprano el concepto de una comunidad digital se reformará como tal para cumplir con los requerimientos actuales de seguridad, asegura Kazántsev, aunque detalla que por el momento es imposible predecir cómo será el nuevo modelo
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