Imagina lo siguiente. Estás inconforme con tu gobierno. Sales a la calle a mostrar tu descontento. No sólo eres tú: son decenas de miles. En ese momento, vibra tu celular. Te asomas. Has recibido un mensaje:
“Querido suscriptor, usted está registrado como partícipe en un disturbio masivo”.
Esto está sucediendo en Ucrania.
Ucrania está bajo una severa crisis civil, después de que los ciudadanos tomaran las calles para protestar contra la negativa de su presidente para cerrar un acuerdo con la Unión Europea. En el clima de tensión, el Parlamento presenta una ley antiprotestas. Como parte de este intento por frenar las manifestaciones, el gobierno recurre a la tecnología de una manera particular:enviar un SMS para desalentar a la gente.
Históricamente, la tecnología ha servido para que los ciudadanos se organicen y logren sobreponerse a regímenes autoritarios. En tiempos recientes, laPrimavera Árabe es quizá el ejemplo más significativo. Pero con el ajuste adecuado, los gobiernos autoritarios pueden convertir esas herramientas en armas. El mensaje de texto que mandó el gobierno ucraniano es una muestra significativa.
Para enviarlo, las autoridades ucranianas recurrieron a algo muy sencillo en términos tecnológicos: tomaron todas las líneas telefónicas móviles en una zona determinada y enviaron un SMS masivo. Pero detrás hay mucho más. Por ejemplo, con la cooperación de los proveedores de telefonía móvil, podríanidentificar a cualquier participante asociándolo con su número (¿en dónde he oído algo similar?). Así, el anonimato desaparece y cualquier protestante es susceptible de arresto -no sólo en ese momento, sino después-.
Ahora, imagina que no participas en la protesta, pero estás en ese lugar en ese preciso momento. Quizá tu casa quede por donde pasa el contingente o sólo eres curioso y pasas por ahí. A lo mejor eres un periodista haciendo su labor o le has prestado el móvil a un amigo que está en la manifestación. Da igual: de todos modos recibirás el mensaje. De todos modos quedarás registrado y fichado.
“¡Pero eso sólo ocurre en un régimen autoritario!”, dirán algunos, viendo (muy) a la distancia lo que acontece en Ucrania. En realidad, la tecnología que lo hace posible está al alcance de cualquier gobierno y la tentación de regular (bonito eufemismo para disuadir) la protesta está, en mayor o medida, presente para cualquier autoridad. Ucrania da una lección poderosa: la misma tecnología que ayuda a emancipar, también puede oprimir.
Porque, ¿quién se siente seguro de expresar su descontento cuando basta un mensaje de texto para sembrar el desconcierto y el miedo?
Imagina lo siguiente. Estás inconforme con tu gobierno. Sales a la calle a mostrar tu descontento. No sólo eres tú: son decenas de miles. En ese momento, vibra tu celular. Te asomas. Has recibido un mensaje:
Esto está sucediendo en Ucrania.
Ucrania está bajo una severa crisis civil, después de que los ciudadanos tomaran las calles para protestar contra la negativa de su presidente para cerrar un acuerdo con la Unión Europea. En el clima de tensión, el Parlamento presenta una ley antiprotestas. Como parte de este intento por frenar las manifestaciones, el gobierno recurre a la tecnología de una manera particular:enviar un SMS para desalentar a la gente.
Históricamente, la tecnología ha servido para que los ciudadanos se organicen y logren sobreponerse a regímenes autoritarios. En tiempos recientes, laPrimavera Árabe es quizá el ejemplo más significativo. Pero con el ajuste adecuado, los gobiernos autoritarios pueden convertir esas herramientas en armas. El mensaje de texto que mandó el gobierno ucraniano es una muestra significativa.
Para enviarlo, las autoridades ucranianas recurrieron a algo muy sencillo en términos tecnológicos: tomaron todas las líneas telefónicas móviles en una zona determinada y enviaron un SMS masivo. Pero detrás hay mucho más. Por ejemplo, con la cooperación de los proveedores de telefonía móvil, podríanidentificar a cualquier participante asociándolo con su número (¿en dónde he oído algo similar?). Así, el anonimato desaparece y cualquier protestante es susceptible de arresto -no sólo en ese momento, sino después-.
Ahora, imagina que no participas en la protesta, pero estás en ese lugar en ese preciso momento. Quizá tu casa quede por donde pasa el contingente o sólo eres curioso y pasas por ahí. A lo mejor eres un periodista haciendo su labor o le has prestado el móvil a un amigo que está en la manifestación. Da igual: de todos modos recibirás el mensaje. De todos modos quedarás registrado y fichado.
“¡Pero eso sólo ocurre en un régimen autoritario!”, dirán algunos, viendo (muy) a la distancia lo que acontece en Ucrania. En realidad, la tecnología que lo hace posible está al alcance de cualquier gobierno y la tentación de regular (bonito eufemismo para disuadir) la protesta está, en mayor o medida, presente para cualquier autoridad. Ucrania da una lección poderosa: la misma tecnología que ayuda a emancipar, también puede oprimir.
Porque, ¿quién se siente seguro de expresar su descontento cuando basta un mensaje de texto para sembrar el desconcierto y el miedo?
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