Me llamo Sephy Hallow y en diciembre de 2013 me convertí en la primera vicepresidente del PPUK. Soy una licenciada de 25 en Literatura por la universidad de York, soy una de las personas más jóvenes en un puesto de liderazgo político en el país y muchas veces me pregunto por qué me ha llegado esta oportunidad. ¿Por qué es diferente mi voz respecto a los grandes discursos de los políticos de masas? ¿Qué puedo decir yo que sea más válido o mejor? ¿Y por qué merezco yo una tribuna para lanzar mis opiniones?El síndrome del impostor es un sentimiento de no pertenecer, el sentimiento de que por algún motivo tus logros o méritos, no importa cuántos, se han obtenido a pesar de una falta de competencia para ello. Tuve una gran competencia para el puesto de Vicepresidente, y en los foros se puede observar lo mucho que luché para obtener el cargo, y sin embargo, parte de mí todavía se pregunta hasta qué punto merezco estar allí.
Quién soy políticamente
Siempre he tenido inquietudes políticas, pero estoy desencantada con la política de masas desde muy joven. La invasión de Irak fue para mí el umbral que marca el momento en el que el gobierno trascendió las fronteras del poder legítimo y cometió el primer acto de guerra contra nuestra democracia, ignoraron la voluntad del pueblo y la autoridad de la ley. Diez años más tarde, la única diferencia es que la política es más sórdida. La fundación de nuestro sistema gubernamental ya no se basa en la democracia, sino en una sórdida combinación de mentiras flagrantes, mala interpretación de los hechos y la racionalización de políticas falsas que perjudican a nuestra nación socialmente, económicamente y en el ámbito político más amplio, al igual que un hombre que construye un castillo de arena, tarde o temprano esta estructura colapsará.
Por qué soy pirata
Para mí el partido pirata es el único que ofrece una visión racional de la política. Basamos todo lo que representamos en hechos, lo que nos permite ver más allá de nuestros propios sesgos, sesgos que calientan los debates sociales y estancan el progreso de la política, un enfoque básico de proporcionar democracia, libertad y justicia social para todos. Sin embargo, antes de centrarnos en estos nobles objetivos, es hora de que tú, el partido y yo, su vicepresidenta, nos juntemos a discutir cómo vamos a enfrentarnos a nuestros casos respectivos de síndrome del impostor.
Como partido tenemos algunas ideas geniales sobre cómo cambiar el país y hacerlo un mejor lugar. Lo que no tenemos es el coraje para hacerlo, y el motivo no tiene nada que ver con nuestros recursos limitados de tiempo, talento y capital: se trata del síndrome del impostor.
Cada vez que explico a alguien qué es el partido pirata, me encuentro ante una combinación confusa de orgullo y vergüenza: orgullo porque considero que este partido es la encarnación de una política progresiva, una democracia más justa, y vergüenza porque nadie ha oído hablar de nosotros. Este sentimiento, acompañado por el grito ocasional de “por las barbas de Neptuno!”, es lo que quiero cambiar en el partido durante los dos primeros años, y vamos a necesitar a todos para conseguirlo.
La próxima vez que sientas vergüenza por formar parte de un partido político desconocido, pregúntate lo siguiente: ¿Qué ha hecho el gobierno de coalición para merecer la legitimidad que le ha concedido la gente? ¿Qué tienen que decir que sea más valido o mejor de lo que nosotros decimos? ¿Y por qué ellos merecen una tribuna para lanzar sus opiniones?
El partido pirata no es un impostor político, y no deberíamos sentirnos así. Ofrecemos un altavoz para la gente, una plataforma basada en fundamentos sólidos que se extenderá en las próximas décadas. No somos impostores, pero debemos demostrar a un país de personas desilusionadas que están cansadas de estafadores disfrazados de políticos, pero para convencerles primero tenemos que creer en nosotros mismos: Nuestras capacidades, habilidades, y sobretodo, nuestros ideales políticos.
La política está rota y somos el único partido que ofrece las herramientas para repararla. Deberíamos estar orgullosos de quiénes somos y qué representamos: la igualdad, imparcialidad y una era de políticas progresistas basadas en los hechos y el debate racional.
Así arrancan mis dos próximos años de lucha por la causa.
Porque ser pirata es revolucionario, ser una mujer pirata es excepcional. Artículo original aquí
Me llamo Sephy Hallow y en diciembre de 2013 me convertí en la primera vicepresidente del PPUK. Soy una licenciada de 25 en Literatura por la universidad de York, soy una de las personas más jóvenes en un puesto de liderazgo político en el país y muchas veces me pregunto por qué me ha llegado esta oportunidad. ¿Por qué es diferente mi voz respecto a los grandes discursos de los políticos de masas? ¿Qué puedo decir yo que sea más válido o mejor? ¿Y por qué merezco yo una tribuna para lanzar mis opiniones?El síndrome del impostor es un sentimiento de no pertenecer, el sentimiento de que por algún motivo tus logros o méritos, no importa cuántos, se han obtenido a pesar de una falta de competencia para ello. Tuve una gran competencia para el puesto de Vicepresidente, y en los foros se puede observar lo mucho que luché para obtener el cargo, y sin embargo, parte de mí todavía se pregunta hasta qué punto merezco estar allí.
Quién soy políticamente
Siempre he tenido inquietudes políticas, pero estoy desencantada con la política de masas desde muy joven. La invasión de Irak fue para mí el umbral que marca el momento en el que el gobierno trascendió las fronteras del poder legítimo y cometió el primer acto de guerra contra nuestra democracia, ignoraron la voluntad del pueblo y la autoridad de la ley. Diez años más tarde, la única diferencia es que la política es más sórdida. La fundación de nuestro sistema gubernamental ya no se basa en la democracia, sino en una sórdida combinación de mentiras flagrantes, mala interpretación de los hechos y la racionalización de políticas falsas que perjudican a nuestra nación socialmente, económicamente y en el ámbito político más amplio, al igual que un hombre que construye un castillo de arena, tarde o temprano esta estructura colapsará.
Por qué soy pirata
Para mí el partido pirata es el único que ofrece una visión racional de la política. Basamos todo lo que representamos en hechos, lo que nos permite ver más allá de nuestros propios sesgos, sesgos que calientan los debates sociales y estancan el progreso de la política, un enfoque básico de proporcionar democracia, libertad y justicia social para todos. Sin embargo, antes de centrarnos en estos nobles objetivos, es hora de que tú, el partido y yo, su vicepresidenta, nos juntemos a discutir cómo vamos a enfrentarnos a nuestros casos respectivos de síndrome del impostor.
Como partido tenemos algunas ideas geniales sobre cómo cambiar el país y hacerlo un mejor lugar. Lo que no tenemos es el coraje para hacerlo, y el motivo no tiene nada que ver con nuestros recursos limitados de tiempo, talento y capital: se trata del síndrome del impostor.
Cada vez que explico a alguien qué es el partido pirata, me encuentro ante una combinación confusa de orgullo y vergüenza: orgullo porque considero que este partido es la encarnación de una política progresiva, una democracia más justa, y vergüenza porque nadie ha oído hablar de nosotros. Este sentimiento, acompañado por el grito ocasional de “por las barbas de Neptuno!”, es lo que quiero cambiar en el partido durante los dos primeros años, y vamos a necesitar a todos para conseguirlo.
La próxima vez que sientas vergüenza por formar parte de un partido político desconocido, pregúntate lo siguiente: ¿Qué ha hecho el gobierno de coalición para merecer la legitimidad que le ha concedido la gente? ¿Qué tienen que decir que sea más valido o mejor de lo que nosotros decimos? ¿Y por qué ellos merecen una tribuna para lanzar sus opiniones?
El partido pirata no es un impostor político, y no deberíamos sentirnos así. Ofrecemos un altavoz para la gente, una plataforma basada en fundamentos sólidos que se extenderá en las próximas décadas. No somos impostores, pero debemos demostrar a un país de personas desilusionadas que están cansadas de estafadores disfrazados de políticos, pero para convencerles primero tenemos que creer en nosotros mismos: Nuestras capacidades, habilidades, y sobretodo, nuestros ideales políticos.
La política está rota y somos el único partido que ofrece las herramientas para repararla. Deberíamos estar orgullosos de quiénes somos y qué representamos: la igualdad, imparcialidad y una era de políticas progresistas basadas en los hechos y el debate racional.
Así arrancan mis dos próximos años de lucha por la causa.
Porque ser pirata es revolucionario, ser una mujer pirata es excepcional. Artículo original aquí
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