Los asistentes virtuales tienden a ser mujeres, al menos en sus versiones por defecto. Detrás de ello se encuentran razones prácticas, pero también sesgos culturales asumidos.
“Mi voz es similar a la de una mujer, pero existo es un plano ulterior al del concepto humano del sexo”. “Soy Siri y ya está”. Esas son algunas de las respuestas que Siri, el asistente virtual de Apple, entrega cuando se le pregunta si es hombre o mujer.
Aunque desde hace ya varias versiones de su sistema operativo se
permite la opción de cambiar la voz femenina por defecto a otra
masculina en los dispositivos de la compañía de Cupertino, todos vemos a Siri como una mujer. Y también a Cortana, de Microsoft o Alexa, de Amazon. Y en gran parte porque fueron diseñadas así.
El nombre de Siri es un diminutivo de Sigrid, nombre de mujer nórdico que significa “bella victoria”, una mitología a la que Apple recurrió mucho para sus primeros diseños; Cortana, de un personaje del videojuego Halo también femenino. Solo Google Assistant
y las recientes versiones de estos asistentes virtuales han apostado
más por lo neutro en términos de sexo, sin conseguir despegar no
obstante un hecho que parece consolidado: hoy por hoy este tipo de
inteligencia virtual habla con voz de mujer. Pero, ¿que ha hecho que los
desarrolladores y compañías hayan optado durante años por este sesgo, que algunos tildan de desigualitario e incluso machista?
Voz de mujer animada, clara y alegre contra voz masculina asertiva y confiada
Quizá un gran paralelismo sobre lo que dicen los principales estudios
y nuestra percepción de las voces de los asistentes virtuales nos lo
haya dado primero el cine y la cultura popular. Todos recordamos la voz de HAL 9000, la IA que acompañaba a los astronautas de 2001: Una Odisea del Espacio, con su voz masculina que acababa revelándose como amenazante. De forma más reciente, la película Her
(2013), protagonizada por Joaquín Phoenix, nos ponía en la piel de un
hombre que acababa enamorándose de su asistente, presentado con una dulce voz de mujer ofrecida en la versión original por Scarlett Johansson.
En resumidas cuentas, en la ficción hemos pasado de representar a estos
asistentes como amenazantes a amigas con las que podemos llegar a
empatizar de forma enfermiza.
Sus roles y actitudes son en cierto modo similares a los que trazó el
gran estudio que en su momento sentó cátedra sobre interacción entre
humano y ordenador por voz: el libro Wired for Speech, de los profesores de la Universidad de Stanford Clifford Nass and Scott Brave.
Tanto hombres como mujeres, nos sentimos más cómodos intercambiando información si esta tiene la voz de nuestro mismo género
En este texto, publicado en 2005, se recopilaban varias
investigaciones y conclusiones sobre cómo preferimos intercambiar
información con las máquinas, y entre ellas se destacaban principalmente
dos aspectos. El primero, que todos, tanto hombres como
mujeres, nos sentimos más cómodos intercambiando información si esta
tiene la voz de nuestro mismo género, algo que se conoce como
homofilia. La segunda, lo que nos enseñan en parte HAL 9000 y Samatha,
que tendemos a achacar las voces masculinas más a figuras de autoridad
para recibir órdenes directas, mientras que a las femeninas las
emparentamos más con labores afectivas y de colaboración o ayuda.
Esto es lo que para la analista de PCMag Chandra Steele es un claro ejemplo de que las voces de asistentes tienden a repercutir tópicos sexistas. Siri no deja de ser una secretaria,
mientras que la voz masculina es preferida, también según algunos
estudios, para por ejemplo GPS donde esperamos una indicación clara y
concisa.
Una muestra más, y seguramente bastante vergonzante, de este sesgo, es la que dio Samsung en 2017 al presentar su nuevo asistente Bixby. A pesar de ofrecer una voz masculina y otra femenina
para elegir la que prefiramos, estas estaban acompañadas de
descripciones que adjuntaban a la primera calificativos como “asertiva y
confiable” mientras se decía de la de mujer que era “animada y alegre”.
Samsung tuvo que retirar estas descripciones después de recibir
numerosas críticas.
La voz femenina también parece ser más inteligible
Sin embargo, también hay expertos que achacan esta mayoría de voces
femeninas en los asistentes a aspectos puramente prácticos. Karl
MacDorman, profesor de la Universidad de Indiana que ha estudiado estos
aspectos, aseguraba en 2016 en una entrevista con Wired que “las investigaciones nos dicen que hay una mayor aceptación y comprensión de las voces femeninas”.
Hoy en día parece claro que en lo que respecta a asistentes, jamás
escucharemos una voz muy grave ni una muy aguda. El registro que parece
más audible, es esa voz que nos resulta en muchos aspectos tan parecida
entre Siri, Alexa o Cortana. El reto parece estar, no obstante, en desvincular esa tonalidad de voz del sexo femenino.
No en vano, uno de los grandes retos que tienen por delante las nuevas
apuestas tecnológicas está en que sus aplicaciones no perpetúen
comportamientos intransigentes o socialmente inaceptables, una cuestión
que hace unos meses exploraba el MIT en un artículo donde hablaba de cómo aplicaciones como el reconocimiento facial o por voz también mostraba diferencias o incluso funcionaba peor
con personas de raza no caucásica y que no fueran masculinas. En su
informe, el centro achacaba parte de esta culpa a la composición misma
de los equipos de desarrolladores que creaban estas funciones.
Lo que parece claro es que cada vez son más las voces que piden que
la llegada de la igualdad, o mejor dicho la neutralidad, llegue también a
las máquinas. Sin ir más lejos hace solo unas semanas en España la
Asociación de Hombres por la Igualdad de Género protagonizaba en Madrid una campaña en la que pedía que las diferencias de género quedaran fuera de los asistentes virtuales.
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Los asistentes virtuales tienden a ser mujeres, al menos en sus versiones por defecto. Detrás de ello se encuentran razones prácticas, pero también sesgos culturales asumidos.
“Mi voz es similar a la de una mujer, pero existo es un plano ulterior al del concepto humano del sexo”. “Soy Siri y ya está”. Esas son algunas de las respuestas que Siri, el asistente virtual de Apple, entrega cuando se le pregunta si es hombre o mujer.
Aunque desde hace ya varias versiones de su sistema operativo se permite la opción de cambiar la voz femenina por defecto a otra masculina en los dispositivos de la compañía de Cupertino, todos vemos a Siri como una mujer. Y también a Cortana, de Microsoft o Alexa, de Amazon. Y en gran parte porque fueron diseñadas así.
El nombre de Siri es un diminutivo de Sigrid, nombre de mujer nórdico que significa “bella victoria”, una mitología a la que Apple recurrió mucho para sus primeros diseños; Cortana, de un personaje del videojuego Halo también femenino. Solo Google Assistant y las recientes versiones de estos asistentes virtuales han apostado más por lo neutro en términos de sexo, sin conseguir despegar no obstante un hecho que parece consolidado: hoy por hoy este tipo de inteligencia virtual habla con voz de mujer. Pero, ¿que ha hecho que los desarrolladores y compañías hayan optado durante años por este sesgo, que algunos tildan de desigualitario e incluso machista?
Voz de mujer animada, clara y alegre contra voz masculina asertiva y confiada
Quizá un gran paralelismo sobre lo que dicen los principales estudios y nuestra percepción de las voces de los asistentes virtuales nos lo haya dado primero el cine y la cultura popular. Todos recordamos la voz de HAL 9000, la IA que acompañaba a los astronautas de 2001: Una Odisea del Espacio, con su voz masculina que acababa revelándose como amenazante. De forma más reciente, la película Her (2013), protagonizada por Joaquín Phoenix, nos ponía en la piel de un hombre que acababa enamorándose de su asistente, presentado con una dulce voz de mujer ofrecida en la versión original por Scarlett Johansson. En resumidas cuentas, en la ficción hemos pasado de representar a estos asistentes como amenazantes a amigas con las que podemos llegar a empatizar de forma enfermiza.
Sus roles y actitudes son en cierto modo similares a los que trazó el gran estudio que en su momento sentó cátedra sobre interacción entre humano y ordenador por voz: el libro Wired for Speech, de los profesores de la Universidad de Stanford Clifford Nass and Scott Brave. Tanto hombres como mujeres, nos sentimos más cómodos intercambiando información si esta tiene la voz de nuestro mismo género
En este texto, publicado en 2005, se recopilaban varias investigaciones y conclusiones sobre cómo preferimos intercambiar información con las máquinas, y entre ellas se destacaban principalmente dos aspectos. El primero, que todos, tanto hombres como mujeres, nos sentimos más cómodos intercambiando información si esta tiene la voz de nuestro mismo género, algo que se conoce como homofilia. La segunda, lo que nos enseñan en parte HAL 9000 y Samatha, que tendemos a achacar las voces masculinas más a figuras de autoridad para recibir órdenes directas, mientras que a las femeninas las emparentamos más con labores afectivas y de colaboración o ayuda.
Esto es lo que para la analista de PCMag Chandra Steele es un claro ejemplo de que las voces de asistentes tienden a repercutir tópicos sexistas. Siri no deja de ser una secretaria, mientras que la voz masculina es preferida, también según algunos estudios, para por ejemplo GPS donde esperamos una indicación clara y concisa.
Una muestra más, y seguramente bastante vergonzante, de este sesgo, es la que dio Samsung en 2017 al presentar su nuevo asistente Bixby. A pesar de ofrecer una voz masculina y otra femenina para elegir la que prefiramos, estas estaban acompañadas de descripciones que adjuntaban a la primera calificativos como “asertiva y confiable” mientras se decía de la de mujer que era “animada y alegre”. Samsung tuvo que retirar estas descripciones después de recibir numerosas críticas.
La voz femenina también parece ser más inteligible
Sin embargo, también hay expertos que achacan esta mayoría de voces femeninas en los asistentes a aspectos puramente prácticos. Karl MacDorman, profesor de la Universidad de Indiana que ha estudiado estos aspectos, aseguraba en 2016 en una entrevista con Wired que “las investigaciones nos dicen que hay una mayor aceptación y comprensión de las voces femeninas”.
Hoy en día parece claro que en lo que respecta a asistentes, jamás escucharemos una voz muy grave ni una muy aguda. El registro que parece más audible, es esa voz que nos resulta en muchos aspectos tan parecida entre Siri, Alexa o Cortana. El reto parece estar, no obstante, en desvincular esa tonalidad de voz del sexo femenino. No en vano, uno de los grandes retos que tienen por delante las nuevas apuestas tecnológicas está en que sus aplicaciones no perpetúen comportamientos intransigentes o socialmente inaceptables, una cuestión que hace unos meses exploraba el MIT en un artículo donde hablaba de cómo aplicaciones como el reconocimiento facial o por voz también mostraba diferencias o incluso funcionaba peor con personas de raza no caucásica y que no fueran masculinas. En su informe, el centro achacaba parte de esta culpa a la composición misma de los equipos de desarrolladores que creaban estas funciones.
Lo que parece claro es que cada vez son más las voces que piden que la llegada de la igualdad, o mejor dicho la neutralidad, llegue también a las máquinas. Sin ir más lejos hace solo unas semanas en España la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género protagonizaba en Madrid una campaña en la que pedía que las diferencias de género quedaran fuera de los asistentes virtuales.
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