El filósofo Bertrand Russell escribió en 1933: “El problema fundamental del mundo es que los estúpidos están seguros de sí mismos y los inteligentes, llenos de dudas”. La cita sale de un ensayo titulado El triunfo de la estupidez y se sigue usando para ilustrar un fenómeno que han documentado más de cien estudios.Se conoce como el efecto Dunning-Kruger, y es un sesgo cognitivo que lleva a los individuos con escasa habilidad a sentirse superiores a otras personas más preparadas (algo de lo que quizá ya te habías dado cuenta, pero que no tuvo nombre hasta que en 1999 los psicólogos David Dunning y Justin Kruger demostraron que tendemos a sobreestimar nuestras propias capacidades).
Un ejemplo clásico es una encuesta de 1981 en la que el 93% de los conductores estadounidenses declaró que sus habilidades de conducción estaban por encima de la media. En 1977, el 90% de los profesores de la Universidad de Nebraska dijo en una encuesta similar que sus clases eran mejores que la media, y un sorprendente 68% se puso a sí mismo dentro del top 25% del profesorado.
En habilidades sociales, más de lo mismo. Una de las primeras encuestas que se toparon con el fenómeno de superioridad ilusoria se llevó a cabo en 1976 como parte del examen SAT que realizan un millón de estudiantes estadounidenses al año para su admisión en la universidad. En las respuestas, el 70% se consideró mejor líder que la media, un 85% dijo llevarse mejor con los demás que el promedio de la gente, y un 25% se calificó a sí mismo en el top 1%.
Son hallazgos que desafían toda lógica: es imposible que la mayoría de las personas estén por encima de la media. En nada. Y sin embargo, se repiten estos patrones en disciplinas tan variadas como el razonamiento lógico, la gramática, el conocimiento financiero, las matemáticas, la inteligencia emocional e incluso la ética. Pero ¿qué nos lleva a calificarnos tan favorablemente, tan a menudo?
El efecto Dunning-Kruger señala que las personas somos más propensas a sobrevalorar nuestras habilidades cuando rendimos, precisamente, por debajo de la media. Es decir, cuanto más incompetente es una persona en un área en particular, menos cualificada está para evaluar la habilidad de otras personas en esa área y, del mismo modo, para evaluar su propia habilidad.
Las personas que carecen de la experiencia necesaria cometen más errores y toman peores decisiones, pero además las lagunas de su propio conocimiento les impiden detectar sus errores. En otras palabras: cuando alguien no reconoce que no tiene el bagaje necesario para desempeñar alguna función, muy probablemente pensará que ha tenido un buen desempeño. Como resultado, tenderá a sobreestimar de manera absurda sus habilidades y se creerá, por ejemplo, mejor conductor, mejor profesor o mejor amigo que la media.
Pero el efecto Dunning-Kruger no es una cuestión de ego que nos ciegue y nos impida afrontar nuestras debilidades. Al contrario: la gente suele admitir sus ineptitudes una vez que aprende a detectarlas. Simplemente no tiene capacidad para detectarlas. Justo eso fue lo que demostraron David Dunning y Justin Kruger mientras investigaban para la Universidad de Cornell, en Nueva York.
Como explica la pareja de psicólogos en un artículo publicado por el Journal of Personality and Social Psychology, Dunning y Kruger comenzaron su estudio planteando cuatro predicciones relacionadas con el fenómeno de superioridad ilusoria que había quedado recogido en tantas encuestas:
Los individuos incompetentes tienden a sobrestimar su propia habilidad.
Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer la habilidad de otros.
Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer su extrema insuficiencia.
Si pueden ser entrenados para mejorar sustancialmente su propio nivel de habilidad, estos individuos pueden reconocer y aceptar su falta de habilidad previa.
A continuación, probaron esas cuatro hipótesis con varios estudiantes de psicología de su misma universidad. En primer lugar, pidieron a los participantes que realizaran varios ejercicios de razonamiento lógico, gramática y humor. Después, les mostraron sus calificaciones y les pidieron una estimación de la posición que obtendrían en una clasificación general.
¿Qué ocurrió? Los estudiantes que habían tenido las peores notas sobrestimaron de manera escandalosa su desempeño y habilidad. A pesar de que las puntuaciones de sus pruebas los colocaban en el 12% inferior, ellos se habían visto a sí mismos entre el 62% superior. El estudio de Dunning y Kruger confirmó que esta mala predicción se debía a un déficit de su habilidad metacognitiva (la capacidad de reconocer su propia ineptitud).
Para la segunda parte del estudio, los estudiantes que inicialmente habían hecho mal la prueba de lógica tomaron un pequeño curso de la materia. Entonces ocurrió, una vez más, lo que Dunning y Kruger habían predicho: esos mismos estudiantes empezaron a sentir vergüenza de su rendimiento original. Esa es la razón por la cual las personas con una cantidad moderada de experiencia o conocimientos tienen menos confianza en sus propias capacidades.
Sí, el efecto Dunning-Kruger también funciona a la inversa: las personas medianamente informadas saben lo suficiente como para entender que hay muchas cosas que no saben, mientras que los que son expertos saben tanto de una materia que tienden a ser conscientes de lo bien informados que están, pero cometen el error de suponer que todos los demás están igual de informados. ¿Te suena ese profesor que llena la pizarra de funciones y ecuaciones y toda su clase te suena a chino?
Por desgracia, el efecto Dunning-Kruger es invisible para quienes lo experimentan, y es un sesgo que nos afecta a todos. Al fin y al cabo, todos somos incompetentes en muchas áreas. Pero es algo que puedes evitar siguiendo ciertas pautas. En primer lugar, toma menos decisiones en base a una autoevaluación de tus capacidades. Pide a otras personas su opinión y escucha lo que piensasn sin que te entre por un oído y te salga por el otro.
Pero, sobre todo, no dejes de aprender. No es una frase motivacional sin más: cuanto más sepas sobre un tema, menos probable será que sobreestimes tus propios conocimientos. Como dice el propio David Dunning en su lección para TED-Ed: “Al discutir con un tonto, primero asegúrate de que la otra persona no esté haciendo lo mismo”.
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El filósofo Bertrand Russell escribió en 1933: “El problema fundamental del mundo es que los estúpidos están seguros de sí mismos y los inteligentes, llenos de dudas”. La cita sale de un ensayo titulado El triunfo de la estupidez y se sigue usando para ilustrar un fenómeno que han documentado más de cien estudios.Se conoce como el efecto Dunning-Kruger, y es un sesgo cognitivo que lleva a los individuos con escasa habilidad a sentirse superiores a otras personas más preparadas (algo de lo que quizá ya te habías dado cuenta, pero que no tuvo nombre hasta que en 1999 los psicólogos David Dunning y Justin Kruger demostraron que tendemos a sobreestimar nuestras propias capacidades).
Un ejemplo clásico es una encuesta de 1981 en la que el 93% de los conductores estadounidenses declaró que sus habilidades de conducción estaban por encima de la media. En 1977, el 90% de los profesores de la Universidad de Nebraska dijo en una encuesta similar que sus clases eran mejores que la media, y un sorprendente 68% se puso a sí mismo dentro del top 25% del profesorado.
En habilidades sociales, más de lo mismo. Una de las primeras encuestas que se toparon con el fenómeno de superioridad ilusoria se llevó a cabo en 1976 como parte del examen SAT que realizan un millón de estudiantes estadounidenses al año para su admisión en la universidad. En las respuestas, el 70% se consideró mejor líder que la media, un 85% dijo llevarse mejor con los demás que el promedio de la gente, y un 25% se calificó a sí mismo en el top 1%.
Son hallazgos que desafían toda lógica: es imposible que la mayoría de las personas estén por encima de la media. En nada. Y sin embargo, se repiten estos patrones en disciplinas tan variadas como el razonamiento lógico, la gramática, el conocimiento financiero, las matemáticas, la inteligencia emocional e incluso la ética. Pero ¿qué nos lleva a calificarnos tan favorablemente, tan a menudo?
El efecto Dunning-Kruger señala que las personas somos más propensas a sobrevalorar nuestras habilidades cuando rendimos, precisamente, por debajo de la media. Es decir, cuanto más incompetente es una persona en un área en particular, menos cualificada está para evaluar la habilidad de otras personas en esa área y, del mismo modo, para evaluar su propia habilidad.
Las personas que carecen de la experiencia necesaria cometen más errores y toman peores decisiones, pero además las lagunas de su propio conocimiento les impiden detectar sus errores. En otras palabras: cuando alguien no reconoce que no tiene el bagaje necesario para desempeñar alguna función, muy probablemente pensará que ha tenido un buen desempeño. Como resultado, tenderá a sobreestimar de manera absurda sus habilidades y se creerá, por ejemplo, mejor conductor, mejor profesor o mejor amigo que la media.
Pero el efecto Dunning-Kruger no es una cuestión de ego que nos ciegue y nos impida afrontar nuestras debilidades. Al contrario: la gente suele admitir sus ineptitudes una vez que aprende a detectarlas. Simplemente no tiene capacidad para detectarlas. Justo eso fue lo que demostraron David Dunning y Justin Kruger mientras investigaban para la Universidad de Cornell, en Nueva York.
Como explica la pareja de psicólogos en un artículo publicado por el Journal of Personality and Social Psychology, Dunning y Kruger comenzaron su estudio planteando cuatro predicciones relacionadas con el fenómeno de superioridad ilusoria que había quedado recogido en tantas encuestas:
A continuación, probaron esas cuatro hipótesis con varios estudiantes de psicología de su misma universidad. En primer lugar, pidieron a los participantes que realizaran varios ejercicios de razonamiento lógico, gramática y humor. Después, les mostraron sus calificaciones y les pidieron una estimación de la posición que obtendrían en una clasificación general.
¿Qué ocurrió? Los estudiantes que habían tenido las peores notas sobrestimaron de manera escandalosa su desempeño y habilidad. A pesar de que las puntuaciones de sus pruebas los colocaban en el 12% inferior, ellos se habían visto a sí mismos entre el 62% superior. El estudio de Dunning y Kruger confirmó que esta mala predicción se debía a un déficit de su habilidad metacognitiva (la capacidad de reconocer su propia ineptitud).
Para la segunda parte del estudio, los estudiantes que inicialmente habían hecho mal la prueba de lógica tomaron un pequeño curso de la materia. Entonces ocurrió, una vez más, lo que Dunning y Kruger habían predicho: esos mismos estudiantes empezaron a sentir vergüenza de su rendimiento original. Esa es la razón por la cual las personas con una cantidad moderada de experiencia o conocimientos tienen menos confianza en sus propias capacidades.
Sí, el efecto Dunning-Kruger también funciona a la inversa: las personas medianamente informadas saben lo suficiente como para entender que hay muchas cosas que no saben, mientras que los que son expertos saben tanto de una materia que tienden a ser conscientes de lo bien informados que están, pero cometen el error de suponer que todos los demás están igual de informados. ¿Te suena ese profesor que llena la pizarra de funciones y ecuaciones y toda su clase te suena a chino?
Por desgracia, el efecto Dunning-Kruger es invisible para quienes lo experimentan, y es un sesgo que nos afecta a todos. Al fin y al cabo, todos somos incompetentes en muchas áreas. Pero es algo que puedes evitar siguiendo ciertas pautas. En primer lugar, toma menos decisiones en base a una autoevaluación de tus capacidades. Pide a otras personas su opinión y escucha lo que piensasn sin que te entre por un oído y te salga por el otro.
Pero, sobre todo, no dejes de aprender. No es una frase motivacional sin más: cuanto más sepas sobre un tema, menos probable será que sobreestimes tus propios conocimientos. Como dice el propio David Dunning en su lección para TED-Ed: “Al discutir con un tonto, primero asegúrate de que la otra persona no esté haciendo lo mismo”.
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