Este periodista ha conseguido crear su propio juego, Flappy Ryan, usando el código con licencia proporcionado por los autores del famoso juego Flappy Crocodile por solamente 100 dólares en el sitio web Chupamobile. El paquete comprado contenía todo lo necesario, incluso los plugins y un vale para un curso en línea para saber cómo crear su primera aplicación. La licencia no supone ninguna restricción para el propietario y creador.
Luego Rigney cambió la música del juego por la canción ‘Type of Way’ de Rich Homie Quan y el héroe principal, un cocodrilo, por su propia cabeza, cortada de un ‘selfie’ con Photoshop.
El periodista de ‘Wired‘ asegura que esta estrategia permite crear aplicaciones complejas, utilizando los recursos del sitio para programadores Unity.
“Se necesita mucho más esfuerzo para crear un juego de alta calidad en Unity en comparación con un clon de Flappy Bird, pero estamos llegando al punto en que los que no sean programadores serán capaces de crear juegos cada vez más complejos y ofrecer al mercado características elegantes por el mismo precio que una pizza extra grande con pepperoni”, afirma Rigney.
Este periodista ha conseguido crear su propio juego, Flappy Ryan, usando el código con licencia proporcionado por los autores del famoso juego Flappy Crocodile por solamente 100 dólares en el sitio web Chupamobile. El paquete comprado contenía todo lo necesario, incluso los plugins y un vale para un curso en línea para saber cómo crear su primera aplicación. La licencia no supone ninguna restricción para el propietario y creador.
Luego Rigney cambió la música del juego por la canción ‘Type of Way’ de Rich Homie Quan y el héroe principal, un cocodrilo, por su propia cabeza, cortada de un ‘selfie’ con Photoshop.
El periodista de ‘Wired‘ asegura que esta estrategia permite crear aplicaciones complejas, utilizando los recursos del sitio para programadores Unity.
“Se necesita mucho más esfuerzo para crear un juego de alta calidad en Unity en comparación con un clon de Flappy Bird, pero estamos llegando al punto en que los que no sean programadores serán capaces de crear juegos cada vez más complejos y ofrecer al mercado características elegantes por el mismo precio que una pizza extra grande con pepperoni”, afirma Rigney.
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