“Soy poeta / (…) “hackeo” en las raíces de este sistema que se desmorona”. Así empieza uno de los últimos poemas de Birgitta Jónsdóttir, la líder del Partido Pirata en Islandia, que en abril logró una intención del voto del 43% tras la dimisión del primer ministro, Sigmundur David Gunnlaugsson. Tres meses después, las encuestas situaban a esta formación en cabeza de cara a las próximas elecciones, en octubre, con una intención de voto del 29,9%, seguida por el Partido de la Independencia, con un 22,7%.
“La gente tiene una memoria muy corta. Parecen no importar las revelaciones de losPapeles de Panamá“; se lamenta Jónsdóttir, en referencia a la investigación periodística que reveló que Gunnlaugsson y su esposa poseían una sociedad “offshore” en las Islas Vírgenes Británicas. “Tienen una enorme máquina de propaganda, así que será un desafío lograr que la gente vote con esperanza en el futuro en vez de con miedo y por el “statu quo” que está perjudicando a la sociedad”, continúa Jónsdóttir, que no se ve como futura primera ministra.
“Somos una organización horizontal. Si conseguimos el suficiente apoyo, puede que simplemente preguntemos al pueblo quién quiere que lo sea”, escribe en su blog personal. “Mucha gente cree que ése es el objetivo, pero tenemos que desplazar el poder al Parlamento, el verdadero enchufe con la ciudadanía”, explica en conversación telefónica Jónsdóttir, que intervino en junio en Madrid en un encuentro sobre ciudades democráticas. “El portavoz del Parlamento es el cargo más poderoso para asegurarse de que la voluntad del pueblo será satisfecha”, defiende.
Jónsdóttir escribió su primer poema con un lápiz de ojos sobre una bolsa de papel, cuando era adolescente, tras visitar una sede de Coca-Cola. Lo tituló Rosas Negras y trataba sobre la amenaza de una guerra nuclear. Esta hija de una cantante de folk, que leía libros de anarquía y trabajaba como diseñadora -y, durante una temporada, como vendedora de aspiradoras en New Jersey- fundó el Partido Pirata en 2012 y, en las elecciones de un año después, obtuvo un 5,1% de votos, traducidos en tres escaños. Los ejes de su programa sonla libertad de información y expresión, la defensa de la privacidad en Internet, lademocracia directa y la transparencia.
“Puede que tengamos mucho más en común con Podemos que con otros Partidos Pirata”, asegura Jónsdóttir, que se ve reflejada en las formaciones que, como la suya, “quieren derribar la corrupción y defienden más compromiso civil”. “El Partido Pirata en Islandia,Podemos en España, Syriza en Grecia, La Alternativa en Dinamarca… Todos están tratando de ser Robin Hood, para darle el poder a la gente. Se puede decir lo mismo deBernie Sanders. Jónsdottir cree, además, que los “piratas” islandeses lo han tenido más fácil en lograr una “comprensión pública” de que “no hay diferencia entre los derechos digitales y los demás derechos humanos”. Además, el país apenas cuenta con 330.000 habitantes, por lo que “crear una masa crítica es más rápido”.
“Hay tanta pobreza en Islandia”
Jónsdóttir es crítica con la “revolución de las cacerolas” que, en 2008, hizo caer al Ejecutivo de Geir H. Haarde y juzgó a los banqueros responsables de la debacle del país. En 2009, se convocó una Asamblea Nacional a la que asistieron más de mil personas con propuestas para cambiar el país. Un año después, 25 ciudadanos empezaron a redactar una constitución que iba a sustituir a la de 1944. Pero, aunque el texto superó el trámite del referéndum, nunca se aprobó en el Parlamento. No sólo eso. Haarde, que fue juzgado (pero no condenado) como responsable de la quiebra de Islandia, hoy está al frente de la embajada más importante, la de Estados Unidos; y el partido de la Independencia al que los ciudadanos expulsaron del poder hace seis años, volvió al Gobierno en 2013.
“Me rompe el corazón que la gente no haya comprendido que no se puede hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados distintos“; se lamenta Jónsdottir . “Todavía hay tanta pobreza. El viento del cambio es muy rápido. Yo habría puesto el foco en unificar a la población alrededor del proyecto constitucional más que hacer campaña por la pertenencia a la Unión Europea, que dividió a la gente. Necesitamos ir a cada granja islandesa, a cada pueblo. Si la gente no se involucra es porque no existen las herramientas, nosotros estamos intentando cambiar eso”, explica.
Jónsdottir es escéptica respecto a la nueva gran fuente de ingresos del país: el turismo. “Ahora está trayendo más dinero al país que la industria energética. Pero esa inversión no llega a la gente”, denuncia. Islandia espera este año la llegada de 1,6 millones de turistas, un récord absoluto, en parte por el “efecto Juego de Tronos”, ya que cientos de miles de seguidores de la serie quieren visitar uno de sus más importantes escenarios. “Ni siquiera cobramos un impuesto turístico como se hace en casi todas las ciudades europeas”, critica la líder del Partido Pirata, que explica que “muchos jóvenes no pueden permitirse pagar un alquiler” en el centro de Reikiavik porque los precios se han disparado, especialmente desde el incremento del mercado de AirBnB, un 124% en un año. “Lo que ocurrió en Barcelona con el turismo a lo largo de décadas ha pasado aquí en un solo año. Es como una carrera por el oro“.
“Somos responsables de nuestros datos”
Pero la reivindicación más importante del Partido Pirata tiene que ver con sus orígenes: Internet. Jónsdottir critica que los legisladores, a nivel mundial, están siendo demasiado lentos en defender a sus ciudadanos de las amenazas de la red. “Es como la metáfora del cinturón de seguridad”, explica. “Hubo que regularlo, ahora la gente se siente desnuda sin él. Por supuesto, tiene que ver con nuestra conciencia, pero también con la regulación. Hay que protegerse”, advierte, y eso incluye “crear contraseñas lo suficientemente fuertes” o “poner pegatinas en las cámaras web que no utilicemos”, pero, sobre todo “leyes”.
La líder de los “piratas” islandeses fue una de las impulsoras de la resolución La democracia en la era digital y la amenaza a la privacidad y las libertades individuales, aprobada por la Unión Interparlamentaria (a la que pertenecen 166 países), en octubre de 2015. Esta declaración pide a los parlamentos del mundo que implementen una estrategia global que permita a la población gozar de los beneficios de Internet, pero también urge a esos gobiernos a que “alienten al sector privado de las tecnologías a cumplir sus obligaciones de respetar los derechos humanos“. Aquí, Jónsdottir es crítica: “Los gobiernos han estado colaborando en la recoleción de datos y han permitido al sector privado entrar en nuestra casa por la puerta de atrás”, critica.
“Somos responsables de nuestros datos. Hay que mirar los datos como algo físico y no abstracto. Son tu sombra, te siguen allá donde vayas. Todo lo que hagas con tu móvil o tu ordenador queda grabado y se está vendiendo. Nada es gratuito. Google tiene un precio. Facebook tiene un precio. Estás pagando con tus datos”, explica, al tiempo que espera que la “perspectiva del partido pirata como un colectivo que entiende y defiende estos derechos digitales” se incorpore en otros programas políticos.
El texto antes citado también pide que “las tentativas de restricción a través del encarcelamiento, el acoso, la censura o el bloqueo de las voces de la democracia en línea” (voces como las de los periodistas o las de los defensores de derechos humanos) “seanestrictamente prohibidas por las leyes nacionales conforme al derecho internacional de los derechos humanos”. Algo que remite, por ejemplo, al caso del fundador de Wikileaks,Julian Assange, encerrado en la embajada de Ecuador en Londres desde junio de 2012. El pasado febrero, el Comité de Detenciones Arbitrarias de la ONU se pronunció a su favor yconsideró que su detención era, efectivamente, arbitraria. “Tanto Suecia como Reino Unido se burlaron de un comité de la ONU y eso es muy serio. Si los países que se suponen que lideran en el mundo en cuestión de gobernanza se comportan así, es un puñetazo al sistema de Naciones Unidas“, zanja Jónsdóttir.
“Soy poeta / (…) “hackeo” en las raíces de este sistema que se desmorona”. Así empieza uno de los últimos poemas de Birgitta Jónsdóttir, la líder del Partido Pirata en Islandia, que en abril logró una intención del voto del 43% tras la dimisión del primer ministro, Sigmundur David Gunnlaugsson. Tres meses después, las encuestas situaban a esta formación en cabeza de cara a las próximas elecciones, en octubre, con una intención de voto del 29,9%, seguida por el Partido de la Independencia, con un 22,7%.
“La gente tiene una memoria muy corta. Parecen no importar las revelaciones de losPapeles de Panamá“; se lamenta Jónsdóttir, en referencia a la investigación periodística que reveló que Gunnlaugsson y su esposa poseían una sociedad “offshore” en las Islas Vírgenes Británicas. “Tienen una enorme máquina de propaganda, así que será un desafío lograr que la gente vote con esperanza en el futuro en vez de con miedo y por el “statu quo” que está perjudicando a la sociedad”, continúa Jónsdóttir, que no se ve como futura primera ministra.
“Somos una organización horizontal. Si conseguimos el suficiente apoyo, puede que simplemente preguntemos al pueblo quién quiere que lo sea”, escribe en su blog personal. “Mucha gente cree que ése es el objetivo, pero tenemos que desplazar el poder al Parlamento, el verdadero enchufe con la ciudadanía”, explica en conversación telefónica Jónsdóttir, que intervino en junio en Madrid en un encuentro sobre ciudades democráticas. “El portavoz del Parlamento es el cargo más poderoso para asegurarse de que la voluntad del pueblo será satisfecha”, defiende.
Jónsdóttir escribió su primer poema con un lápiz de ojos sobre una bolsa de papel, cuando era adolescente, tras visitar una sede de Coca-Cola. Lo tituló Rosas Negras y trataba sobre la amenaza de una guerra nuclear. Esta hija de una cantante de folk, que leía libros de anarquía y trabajaba como diseñadora -y, durante una temporada, como vendedora de aspiradoras en New Jersey- fundó el Partido Pirata en 2012 y, en las elecciones de un año después, obtuvo un 5,1% de votos, traducidos en tres escaños. Los ejes de su programa sonla libertad de información y expresión, la defensa de la privacidad en Internet, lademocracia directa y la transparencia.
“Puede que tengamos mucho más en común con Podemos que con otros Partidos Pirata”, asegura Jónsdóttir, que se ve reflejada en las formaciones que, como la suya, “quieren derribar la corrupción y defienden más compromiso civil”. “El Partido Pirata en Islandia,Podemos en España, Syriza en Grecia, La Alternativa en Dinamarca… Todos están tratando de ser Robin Hood, para darle el poder a la gente. Se puede decir lo mismo deBernie Sanders. Jónsdottir cree, además, que los “piratas” islandeses lo han tenido más fácil en lograr una “comprensión pública” de que “no hay diferencia entre los derechos digitales y los demás derechos humanos”. Además, el país apenas cuenta con 330.000 habitantes, por lo que “crear una masa crítica es más rápido”.
“Hay tanta pobreza en Islandia”
Jónsdóttir es crítica con la “revolución de las cacerolas” que, en 2008, hizo caer al Ejecutivo de Geir H. Haarde y juzgó a los banqueros responsables de la debacle del país. En 2009, se convocó una Asamblea Nacional a la que asistieron más de mil personas con propuestas para cambiar el país. Un año después, 25 ciudadanos empezaron a redactar una constitución que iba a sustituir a la de 1944. Pero, aunque el texto superó el trámite del referéndum, nunca se aprobó en el Parlamento. No sólo eso. Haarde, que fue juzgado (pero no condenado) como responsable de la quiebra de Islandia, hoy está al frente de la embajada más importante, la de Estados Unidos; y el partido de la Independencia al que los ciudadanos expulsaron del poder hace seis años, volvió al Gobierno en 2013.
“Me rompe el corazón que la gente no haya comprendido que no se puede hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados distintos“; se lamenta Jónsdottir . “Todavía hay tanta pobreza. El viento del cambio es muy rápido. Yo habría puesto el foco en unificar a la población alrededor del proyecto constitucional más que hacer campaña por la pertenencia a la Unión Europea, que dividió a la gente. Necesitamos ir a cada granja islandesa, a cada pueblo. Si la gente no se involucra es porque no existen las herramientas, nosotros estamos intentando cambiar eso”, explica.
Jónsdottir es escéptica respecto a la nueva gran fuente de ingresos del país: el turismo. “Ahora está trayendo más dinero al país que la industria energética. Pero esa inversión no llega a la gente”, denuncia. Islandia espera este año la llegada de 1,6 millones de turistas, un récord absoluto, en parte por el “efecto Juego de Tronos”, ya que cientos de miles de seguidores de la serie quieren visitar uno de sus más importantes escenarios. “Ni siquiera cobramos un impuesto turístico como se hace en casi todas las ciudades europeas”, critica la líder del Partido Pirata, que explica que “muchos jóvenes no pueden permitirse pagar un alquiler” en el centro de Reikiavik porque los precios se han disparado, especialmente desde el incremento del mercado de AirBnB, un 124% en un año. “Lo que ocurrió en Barcelona con el turismo a lo largo de décadas ha pasado aquí en un solo año. Es como una carrera por el oro“.
“Somos responsables de nuestros datos”
Pero la reivindicación más importante del Partido Pirata tiene que ver con sus orígenes: Internet. Jónsdottir critica que los legisladores, a nivel mundial, están siendo demasiado lentos en defender a sus ciudadanos de las amenazas de la red. “Es como la metáfora del cinturón de seguridad”, explica. “Hubo que regularlo, ahora la gente se siente desnuda sin él. Por supuesto, tiene que ver con nuestra conciencia, pero también con la regulación. Hay que protegerse”, advierte, y eso incluye “crear contraseñas lo suficientemente fuertes” o “poner pegatinas en las cámaras web que no utilicemos”, pero, sobre todo “leyes”.
La líder de los “piratas” islandeses fue una de las impulsoras de la resolución La democracia en la era digital y la amenaza a la privacidad y las libertades individuales, aprobada por la Unión Interparlamentaria (a la que pertenecen 166 países), en octubre de 2015. Esta declaración pide a los parlamentos del mundo que implementen una estrategia global que permita a la población gozar de los beneficios de Internet, pero también urge a esos gobiernos a que “alienten al sector privado de las tecnologías a cumplir sus obligaciones de respetar los derechos humanos“. Aquí, Jónsdottir es crítica: “Los gobiernos han estado colaborando en la recoleción de datos y han permitido al sector privado entrar en nuestra casa por la puerta de atrás”, critica.
“Somos responsables de nuestros datos. Hay que mirar los datos como algo físico y no abstracto. Son tu sombra, te siguen allá donde vayas. Todo lo que hagas con tu móvil o tu ordenador queda grabado y se está vendiendo. Nada es gratuito. Google tiene un precio. Facebook tiene un precio. Estás pagando con tus datos”, explica, al tiempo que espera que la “perspectiva del partido pirata como un colectivo que entiende y defiende estos derechos digitales” se incorpore en otros programas políticos.
El texto antes citado también pide que “las tentativas de restricción a través del encarcelamiento, el acoso, la censura o el bloqueo de las voces de la democracia en línea” (voces como las de los periodistas o las de los defensores de derechos humanos) “seanestrictamente prohibidas por las leyes nacionales conforme al derecho internacional de los derechos humanos”. Algo que remite, por ejemplo, al caso del fundador de Wikileaks,Julian Assange, encerrado en la embajada de Ecuador en Londres desde junio de 2012. El pasado febrero, el Comité de Detenciones Arbitrarias de la ONU se pronunció a su favor yconsideró que su detención era, efectivamente, arbitraria. “Tanto Suecia como Reino Unido se burlaron de un comité de la ONU y eso es muy serio. Si los países que se suponen que lideran en el mundo en cuestión de gobernanza se comportan así, es un puñetazo al sistema de Naciones Unidas“, zanja Jónsdóttir.
Compartir esto: