La expresión “nómada digital” hace referencia al colectivo de los millennials que escapan de la rutina para viajar por el mundo y trabajar en playas remotas desde sus portátiles. Cada cierto tiempo, las estadísticas se repiten al alza: “En 2035 habrá mil millones de nómadas digitales”, anuncian los titulares.
Como antropólogo, comencé a investigar sobre el nomadismo digital en 2015. Tardé tres años desarrollar una interpretación de lo que podía estar pasando tras ese concepto. Por ahora, no hay estadísticas fiables. Y hasta que despeguen nuevos sistemas de medición, como el visado nómada digital de Estonia (una vía fácil para que las personas vivan y trabajen en Estonia durante un año), nadie puede ofrecerlas. Pero he conocido a cientos de personas que se consideran nómadas digitales y muchas más que han soñado con serlo.
Lo primero que aprendí durante la investigación es que la sensación que las personas tienen con respecto a la etiqueta “nómada digital” va cambiando con el tiempo. Los que comienzan suelen creer que es un estilo de vida permanente, pero rara vez es así. Un participante en mi investigación me dijo: “Fui a una conferencia, abracé esta filosofía y me fui a Tailandia. Pero no voy por ahí diciendo que ahora soy nómada digital, es un poco hortera”.
De hecho, todavía existe el debate sobre si es un término de moda o un fenómeno real. Algunas personas incluso han tratado de definir cuán auténticos son los nómadas digitales, dependiendo de cuánto se desplacen de un lugar a otro. Los foros, como Reddit, acogen debates acalorados sobre quién es un auténtico nómada digital y quién no es más que un “pesado dándose bombo”.
Escapar de la rutina
La mayoría de los nómadas digitales con los que hablé, que alguna vez tuvieron trabajos estáticos, me dijeron que estaban escapando de los problemas asociados al trabajo occidental contemporáneo. Un desencadenante común es el económico: uno de mis encuestados, Zeb, tenía tres empleos en distintos restaurantes para pagarse el alquiler en San Francisco. La ciudad absorbía su tiempo y su dinero, lo que le impedía llevar a cabo a sus planes de vender productos reciclados por Internet. Pero al cambiar la carísima vida en California por el asequible Sudeste Asiático pudo lanzar su propio negocio.
Aún más común es el rechazo a las culturas laborales tóxicas. Lissette, una traductora profesional de Hamburgo (Alemania), es capaz de sacar adelante un trabajo de gran calidad con rapidez. Pero se cansó de la cultura del acoso sutil y del presentismo en el puesto de trabajo. Según me explicó: «Soy eficiente, me gusta hacer mi trabajo y salir a mi hora. Evidentemente, otros empleados tenían miedo de irse los primeros, así que se quedaban sentados en sus mesas mirando Facebook».
El activista y antropólogo David Graeber acuñó la expresión “trabajo basura” para referirse a los trabajos inútiles: parece que acertó con esa denominación, porque que cerca del 40 % de los adultos británicos cree que su trabajo no tiene sentido. El concepto podría ampliarse para incluir los alojamientos basura (de poca calidad y muy caros), o los empleos basura, aquellos que no proporcionan a los jóvenes salarios con los que mantenerse. Frente a estos desafíos, no sorprende que los recién llegados al mundo laboral ya estén desesperados por escapar de él.
Jefe de mí mismo S.A
Sin embargo, vivir como ciudadano del mundo genera ciertas complicaciones. Como me explicó Lissette: “Los nómadas digitales suelen volverse solitarios o irresponsables”.
Los nómadas digitales deben asumir que la responsabilidad sobre casi todos los aspectos de la vida moderna es suya: la salud mental, la rutina, los ingresos, la seguridad y la vivienda. La mayoría de los nómadas digitales viajan con visados de turista, lo que les obliga a levar anclas y mudarse con frecuencia, una experiencia que los participantes en mi investigación han descrito como desorientadora.
Además de todo esto, muchos nómadas digitales dirigen su propia empresa y se enfrentan a la necesidad de crear marcas personales distintivas. Muchas veces no pueden acudir de forma presencial a reuniones o presentaciones, por lo que necesitan una estrategia de marketing digital que les haga destacar y ganar clientes.
Los trabajadores se ven obligados a considerarse “Jefe de mí mismo S.A.”: convertirse en una marca exclusiva, tener una estrategia de marketing y habilidades comerciales. Muchas veces tienen que hacer su propio diseño gráfico, la redacción y el diseño de su web. La antropóloga Iliana Gershon estudió las marcas personales en Silicon Valley y descubrió que muchos trabajadores se veían obligados a desarrollar estas habilidades simplemente para conseguir un trabajo en una oficina de corte tradicional. Por tanto, los nómadas digitales están llevando esta imposición a un nuevo ámbito.
¿Son felices?
Para esos nómadas digitales vender su estilo de vida también forma parte del trabajo. Y muchos acaban dedicando buena parte de su esfuerzo laboral a proyectar en Internet una imagen estable y feliz. Lissette lo explicaba así:
“Tengo la necesidad de que, cuando mi tía mire Instagram, vea que aquí, en la playa, todo es muy feliz. Obviamente, mi identidad digital siempre parece más feliz que mi vida”.
La mayoría de los participantes de la investigación han lamentado en algún momento haber perdido algunas de las características del sedentarismo laboral: las charlas junto a la máquina de café, los horarios estables, las fiestas al salir del trabajo. Extrañan algunas de las cosas de las que están escapando.
No es de extrañar que los blogs y los artículos dirigidos a los nómadas digitales se obsesionen con temas recurrentes como la productividad, la resiliencia, el pensamiento positivo, la focalización y el mindfulness. Pero la otra faceta de esta incesante necesidad de positividad es el agotamiento. Como me dijo un participante en mi investigación, “es muy fácil perderse en un mar de alternativas”.
Como explica el empresario Sam Applebee, el agotamiento llega sigilosamente, mientras que la conciencia de uno mismo y la capacidad de superación se deterioran. Muchos nómadas que entrevisté acabaron haciendo las maletas y volviendo a casa sin decírselo a nadie. Otros se vuelven a casa con intención de volver a la carretera, pero no lo hacen.
El nomadismo digital puede ser gratificante y ofrecer una vía alternativa a la monótona vida sedentaria de la oficina. Pero es importante que los aspirantes a nómadas digitales reflexionen sobre la importancia del entorno, de las redes familiares y sociales, y de su salud mental. La libertad no significa lo mismo para todo el mundo.
Algunos nombres propios citados en este artículo se han cambiado para proteger su anonimato.
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La expresión “nómada digital” hace referencia al colectivo de los millennials que escapan de la rutina para viajar por el mundo y trabajar en playas remotas desde sus portátiles. Cada cierto tiempo, las estadísticas se repiten al alza: “En 2035 habrá mil millones de nómadas digitales”, anuncian los titulares.
Como antropólogo, comencé a investigar sobre el nomadismo digital en 2015. Tardé tres años desarrollar una interpretación de lo que podía estar pasando tras ese concepto. Por ahora, no hay estadísticas fiables. Y hasta que despeguen nuevos sistemas de medición, como el visado nómada digital de Estonia (una vía fácil para que las personas vivan y trabajen en Estonia durante un año), nadie puede ofrecerlas. Pero he conocido a cientos de personas que se consideran nómadas digitales y muchas más que han soñado con serlo.
Lo primero que aprendí durante la investigación es que la sensación que las personas tienen con respecto a la etiqueta “nómada digital” va cambiando con el tiempo. Los que comienzan suelen creer que es un estilo de vida permanente, pero rara vez es así. Un participante en mi investigación me dijo: “Fui a una conferencia, abracé esta filosofía y me fui a Tailandia. Pero no voy por ahí diciendo que ahora soy nómada digital, es un poco hortera”.
De hecho, todavía existe el debate sobre si es un término de moda o un fenómeno real. Algunas personas incluso han tratado de definir cuán auténticos son los nómadas digitales, dependiendo de cuánto se desplacen de un lugar a otro. Los foros, como Reddit, acogen debates acalorados sobre quién es un auténtico nómada digital y quién no es más que un “pesado dándose bombo”.
Escapar de la rutina
La mayoría de los nómadas digitales con los que hablé, que alguna vez tuvieron trabajos estáticos, me dijeron que estaban escapando de los problemas asociados al trabajo occidental contemporáneo. Un desencadenante común es el económico: uno de mis encuestados, Zeb, tenía tres empleos en distintos restaurantes para pagarse el alquiler en San Francisco. La ciudad absorbía su tiempo y su dinero, lo que le impedía llevar a cabo a sus planes de vender productos reciclados por Internet. Pero al cambiar la carísima vida en California por el asequible Sudeste Asiático pudo lanzar su propio negocio.
Aún más común es el rechazo a las culturas laborales tóxicas. Lissette, una traductora profesional de Hamburgo (Alemania), es capaz de sacar adelante un trabajo de gran calidad con rapidez. Pero se cansó de la cultura del acoso sutil y del presentismo en el puesto de trabajo. Según me explicó: «Soy eficiente, me gusta hacer mi trabajo y salir a mi hora. Evidentemente, otros empleados tenían miedo de irse los primeros, así que se quedaban sentados en sus mesas mirando Facebook».
El activista y antropólogo David Graeber acuñó la expresión “trabajo basura” para referirse a los trabajos inútiles: parece que acertó con esa denominación, porque que cerca del 40 % de los adultos británicos cree que su trabajo no tiene sentido. El concepto podría ampliarse para incluir los alojamientos basura (de poca calidad y muy caros), o los empleos basura, aquellos que no proporcionan a los jóvenes salarios con los que mantenerse. Frente a estos desafíos, no sorprende que los recién llegados al mundo laboral ya estén desesperados por escapar de él.
Jefe de mí mismo S.A
Sin embargo, vivir como ciudadano del mundo genera ciertas complicaciones. Como me explicó Lissette: “Los nómadas digitales suelen volverse solitarios o irresponsables”.
Los nómadas digitales deben asumir que la responsabilidad sobre casi todos los aspectos de la vida moderna es suya: la salud mental, la rutina, los ingresos, la seguridad y la vivienda. La mayoría de los nómadas digitales viajan con visados de turista, lo que les obliga a levar anclas y mudarse con frecuencia, una experiencia que los participantes en mi investigación han descrito como desorientadora.
Además de todo esto, muchos nómadas digitales dirigen su propia empresa y se enfrentan a la necesidad de crear marcas personales distintivas. Muchas veces no pueden acudir de forma presencial a reuniones o presentaciones, por lo que necesitan una estrategia de marketing digital que les haga destacar y ganar clientes.
Los trabajadores se ven obligados a considerarse “Jefe de mí mismo S.A.”: convertirse en una marca exclusiva, tener una estrategia de marketing y habilidades comerciales. Muchas veces tienen que hacer su propio diseño gráfico, la redacción y el diseño de su web. La antropóloga Iliana Gershon estudió las marcas personales en Silicon Valley y descubrió que muchos trabajadores se veían obligados a desarrollar estas habilidades simplemente para conseguir un trabajo en una oficina de corte tradicional. Por tanto, los nómadas digitales están llevando esta imposición a un nuevo ámbito.
¿Son felices?
Para esos nómadas digitales vender su estilo de vida también forma parte del trabajo. Y muchos acaban dedicando buena parte de su esfuerzo laboral a proyectar en Internet una imagen estable y feliz. Lissette lo explicaba así:
La mayoría de los participantes de la investigación han lamentado en algún momento haber perdido algunas de las características del sedentarismo laboral: las charlas junto a la máquina de café, los horarios estables, las fiestas al salir del trabajo. Extrañan algunas de las cosas de las que están escapando.
No es de extrañar que los blogs y los artículos dirigidos a los nómadas digitales se obsesionen con temas recurrentes como la productividad, la resiliencia, el pensamiento positivo, la focalización y el mindfulness. Pero la otra faceta de esta incesante necesidad de positividad es el agotamiento. Como me dijo un participante en mi investigación, “es muy fácil perderse en un mar de alternativas”.
Como explica el empresario Sam Applebee, el agotamiento llega sigilosamente, mientras que la conciencia de uno mismo y la capacidad de superación se deterioran. Muchos nómadas que entrevisté acabaron haciendo las maletas y volviendo a casa sin decírselo a nadie. Otros se vuelven a casa con intención de volver a la carretera, pero no lo hacen.
El nomadismo digital puede ser gratificante y ofrecer una vía alternativa a la monótona vida sedentaria de la oficina. Pero es importante que los aspirantes a nómadas digitales reflexionen sobre la importancia del entorno, de las redes familiares y sociales, y de su salud mental. La libertad no significa lo mismo para todo el mundo.
Algunos nombres propios citados en este artículo se han cambiado para proteger su anonimato.
This article was originally published in English
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