Sí, has leído bien: cuatro meses después de los atentados perpetrados en París y tras múltiples investigaciones, el gobierno bretón ha dado a conocer nuevos detalles sobre la masacre. Unos datos que revelan detalles sobre los métodos que emplearon los terroristas para comunicarse y que ha sido revelado por el diario The New York Times.
La información, que se refleja en un detallado documento de 55 páginas, sirve para hacerse una idea del modus operandi de los atacantes; un conocimiento tremendamente útil para prevenir próximos casos y establecer protocolos de actuación. Pero veamos en qué consiste exactamente.
El informe
Así, el informe apunta, principalmente, a que el DAESH no habría usado cifrado alguno en sus comunicaciones y que se habría decantado por teléfonos desechables para establecer contacto con los miembros implicados. Unos móviles que, al parecer, activaron con una hora de antelación a los ataques y que desecharon, a posteriori, en distintas zonas de la ciudad.
“Dentro de las ruinas, la policía encontró varias docenas de cajas de teléfonos móviles no utilizados todavía en sus envolturas. Los teléfonos se encontraron entre los escombros, incluso en las habitaciones y el hueco de la escalera. Otros habían sido expulsados durante la explosión y cayeron a la calle de abajo”, añade TNT.
El texto indica que, incluso, se hallaron varios terminales belgas en otros puntos de la urbe, en su correspondiente envoltorio y que finalmente no fueron empleados por los terroristas. Una combinación que, en parte, les permitió evadir los sistemas de vigilancia.
De hecho y conscientes de sus vulnerabilidades, los terroristas llegaron a descartar algunos de sus sistemas más comunes de interacción: el correo electrónico, las aplicaciones de mensajería instantánea y similares. Llama la atención, por desgracia, que estos criminales consiguieran eludir los distintos sistemas de vigilancia sin siquiera utilizar método de encriptación alguno.
El informe también aporta detalles sobre la vestimenta de Ibrahim Abdeslam, el joven que se inmoló frente al restaurante en el Boulevard Voltaire; una indumentaria voluminosa, compuesta por un anorak y un chaleco que incluso era excesiva para la fría noche de noviembre; y recoge algunos testimonios.
“Uno de los terroristas sacó un ordenador portátil […] Cuando lo encendió, observé una línea de galimatías través de la pantalla”, comenta una testigo que también asegura que los terroristas usaron su móvil. “Fue extraño, eran como líneas de código. No había ninguna imagen, no era Internet”, dice. Su descripción, de hecho, coincide con el aspecto de un determinado software de cifrado, que ISIS afirma haber utilizado durante los ataques de París. Un hecho que algunos usuarios de Twitter no han tardado en cuestionar.
Las informaciones acerca del explosivo –que ya constituye una suerte de macabra firma- también han trascendido. En concreto se trataría de una bomba fabricada a base de triacetona triperóxido (TATP), que puede originarse con productos de uso doméstico como el ácido sulfúrico, el agua oxigenada y acetona; entre otros.
Otras consideraciones
Al margen de lo dicho y hace tan solo unas horas, la policía belga ha identificado a uno de los presuntos cómplices de los atentados, Najim Laachraoui, de 24 años y que actualmente sigue a la fuga. El sospechoso, en concreto, habría alquilado una casa que sirvió de guarida a los atacantes en la localidad de Auvelais.
También sería suyo el ADN encontrado en un piso del barrio de Schaerbeek, donde se prepararon los explosivos del atentado de París. Por otra parte, la reciente detención de Salah Abdeslam ofrece una oportunidad crucial para hacer frente a los cientos de preguntas que todavía quedan por resolver al respecto.
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Sí, has leído bien: cuatro meses después de los atentados perpetrados en París y tras múltiples investigaciones, el gobierno bretón ha dado a conocer nuevos detalles sobre la masacre. Unos datos que revelan detalles sobre los métodos que emplearon los terroristas para comunicarse y que ha sido revelado por el diario The New York Times.
La información, que se refleja en un detallado documento de 55 páginas, sirve para hacerse una idea del modus operandi de los atacantes; un conocimiento tremendamente útil para prevenir próximos casos y establecer protocolos de actuación. Pero veamos en qué consiste exactamente.
El informe
Así, el informe apunta, principalmente, a que el DAESH no habría usado cifrado alguno en sus comunicaciones y que se habría decantado por teléfonos desechables para establecer contacto con los miembros implicados. Unos móviles que, al parecer, activaron con una hora de antelación a los ataques y que desecharon, a posteriori, en distintas zonas de la ciudad.
“Dentro de las ruinas, la policía encontró varias docenas de cajas de teléfonos móviles no utilizados todavía en sus envolturas. Los teléfonos se encontraron entre los escombros, incluso en las habitaciones y el hueco de la escalera. Otros habían sido expulsados durante la explosión y cayeron a la calle de abajo”, añade TNT.
El texto indica que, incluso, se hallaron varios terminales belgas en otros puntos de la urbe, en su correspondiente envoltorio y que finalmente no fueron empleados por los terroristas. Una combinación que, en parte, les permitió evadir los sistemas de vigilancia.
De hecho y conscientes de sus vulnerabilidades, los terroristas llegaron a descartar algunos de sus sistemas más comunes de interacción: el correo electrónico, las aplicaciones de mensajería instantánea y similares. Llama la atención, por desgracia, que estos criminales consiguieran eludir los distintos sistemas de vigilancia sin siquiera utilizar método de encriptación alguno.
El informe también aporta detalles sobre la vestimenta de Ibrahim Abdeslam, el joven que se inmoló frente al restaurante en el Boulevard Voltaire; una indumentaria voluminosa, compuesta por un anorak y un chaleco que incluso era excesiva para la fría noche de noviembre; y recoge algunos testimonios.
“Uno de los terroristas sacó un ordenador portátil […] Cuando lo encendió, observé una línea de galimatías través de la pantalla”, comenta una testigo que también asegura que los terroristas usaron su móvil. “Fue extraño, eran como líneas de código. No había ninguna imagen, no era Internet”, dice. Su descripción, de hecho, coincide con el aspecto de un determinado software de cifrado, que ISIS afirma haber utilizado durante los ataques de París. Un hecho que algunos usuarios de Twitter no han tardado en cuestionar.
Las informaciones acerca del explosivo –que ya constituye una suerte de macabra firma- también han trascendido. En concreto se trataría de una bomba fabricada a base de triacetona triperóxido (TATP), que puede originarse con productos de uso doméstico como el ácido sulfúrico, el agua oxigenada y acetona; entre otros.
Otras consideraciones
Al margen de lo dicho y hace tan solo unas horas, la policía belga ha identificado a uno de los presuntos cómplices de los atentados, Najim Laachraoui, de 24 años y que actualmente sigue a la fuga. El sospechoso, en concreto, habría alquilado una casa que sirvió de guarida a los atacantes en la localidad de Auvelais.
También sería suyo el ADN encontrado en un piso del barrio de Schaerbeek, donde se prepararon los explosivos del atentado de París. Por otra parte, la reciente detención de Salah Abdeslam ofrece una oportunidad crucial para hacer frente a los cientos de preguntas que todavía quedan por resolver al respecto.
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