Gran parte del dinero acumulado en distintos paraísos fiscales y otras zonas con un régimen tributario especial es fruto de la evasión fiscal, sostiene una reciente publicación del periódico ‘The Atlantic’. En especial destacan los gigantes tecnológicos y las compañías de salud, que gozan de unos sistemas sofisticados de filiales y dependencias enramadas para canalizar las ganancias de las zonas con impuestos altos a otras, que gozan de impuestos relativamente bajos.
Así, recuerda el periodista Matthew O’Brien, Apple inventó un método formalmente legal de cómo evadir por completo el impuesto corporativo sobre la renta. La multinacional fundó en Irlanda una compañía caparazón, Schrödinger, que de conformidad con las leyes locales no debía pagar impuestos por ser administrada y operada desde EE.UU. y en el propio país norteamericano estaba exonerada del tributo por ser una filial incorporada en el extranjero.
Las autoridades estadounidenses gravan la diferencia entre lo que las empresas pagan en el extranjero a título de impuesto sobre la renta y lo que habrían pagado en territorio nacional. De esta manera, razona el analista, no debería haber ninguna ventaja en evadir impuestos transfiriendo parte del negocio o registrándolo íntegramente en un país extranjero.
Acumular recursos tributables en el extranjero solo tiene sentido en caso de que los más ricos estén esperando otras “vacaciones fiscales” que les permitirían repatriar sus capitales sin penalizaciones, tal y como ya ocurrió entre los años 2004 y 2005. La lógica de esa medida, declarada por el presidente George W. Bush, era la siguiente: en vez de pagar la diferencia entre lo que se cobraría en territorio de EE.UU. y en el respectivo paraíso fiscal, las compañías volverían a casa las ganancias acumuladas en el extranjero y sólo pagarían una tasa nominal.
En teoría todo el capital de entrada se convertiría en inversión y empleos, pero en realidad esto no funcionó, dice el periodista. El intento de 2004 fue fallido, según lo revela la estadística del recaudo y los gastos. Entonces, se pregunta ‘The Atlantic’, ¿qué es lo que esperan los más ricos que están detrás de la lista S&P 500, si no una nueva edición de aquellas “vacaciones”, que los expertos tachan como “la peor solución de la política económica”?
Otro importante índice numérico que destaca el periódico: el 70% de aquel montante de 1,9 billones de ingresos retirados de EE.UU. está siendo controlado por 45 compañías de la lista S&P 500.
Gran parte del dinero acumulado en distintos paraísos fiscales y otras zonas con un régimen tributario especial es fruto de la evasión fiscal, sostiene una reciente publicación del periódico ‘The Atlantic’. En especial destacan los gigantes tecnológicos y las compañías de salud, que gozan de unos sistemas sofisticados de filiales y dependencias enramadas para canalizar las ganancias de las zonas con impuestos altos a otras, que gozan de impuestos relativamente bajos.
Así, recuerda el periodista Matthew O’Brien, Apple inventó un método formalmente legal de cómo evadir por completo el impuesto corporativo sobre la renta. La multinacional fundó en Irlanda una compañía caparazón, Schrödinger, que de conformidad con las leyes locales no debía pagar impuestos por ser administrada y operada desde EE.UU. y en el propio país norteamericano estaba exonerada del tributo por ser una filial incorporada en el extranjero.
Las autoridades estadounidenses gravan la diferencia entre lo que las empresas pagan en el extranjero a título de impuesto sobre la renta y lo que habrían pagado en territorio nacional. De esta manera, razona el analista, no debería haber ninguna ventaja en evadir impuestos transfiriendo parte del negocio o registrándolo íntegramente en un país extranjero.
Acumular recursos tributables en el extranjero solo tiene sentido en caso de que los más ricos estén esperando otras “vacaciones fiscales” que les permitirían repatriar sus capitales sin penalizaciones, tal y como ya ocurrió entre los años 2004 y 2005. La lógica de esa medida, declarada por el presidente George W. Bush, era la siguiente: en vez de pagar la diferencia entre lo que se cobraría en territorio de EE.UU. y en el respectivo paraíso fiscal, las compañías volverían a casa las ganancias acumuladas en el extranjero y sólo pagarían una tasa nominal.
En teoría todo el capital de entrada se convertiría en inversión y empleos, pero en realidad esto no funcionó, dice el periodista. El intento de 2004 fue fallido, según lo revela la estadística del recaudo y los gastos. Entonces, se pregunta ‘The Atlantic’, ¿qué es lo que esperan los más ricos que están detrás de la lista S&P 500, si no una nueva edición de aquellas “vacaciones”, que los expertos tachan como “la peor solución de la política económica”?
Otro importante índice numérico que destaca el periódico: el 70% de aquel montante de 1,9 billones de ingresos retirados de EE.UU. está siendo controlado por 45 compañías de la lista S&P 500.
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