por Enrique Dans
La nube de Google sufrió ayer domingo una caída que duró aproximadamente seis horas y afectó a varios servicios de la propia compañía como Gmail, G Suite, Nest o YouTube, y de algunas otras compañías como Shopify, Snap o Discord. Tras la recuperación de los servicios,
a la compañía le tocará llevar a cabo los análisis adecuados para
identificar las posibles causas del problema, tratar de compensar a los
afectados e intentar evitar que vuelva a suceder.
Mi reflexión sobre el tema, obviamente, no trata de informar sobre el hecho, ya abundantemente reportado en todas partes, sino de plantear hasta qué punto pueden resultar críticos determinados servicios cuya continuidad tendemos a dar por sentada, pero que como todo, puede fallar. Este tipo de caídas en el servicio son buenas precisamente para evaluar nuestro nivel de dependencia, pero más aún, para poder darnos cuenta de su criticidad, de las cosas que son accesorias frente a las que son importantes.
Una caída de servicios de Google, algo que afortunadamente es muy poco frecuente que tenga lugar de manera generalizada o significativa, puede afectar a muchas compañías que utilizan su servicio de correo electrónico o sus aplicaciones de tratamiento de documentos de todo tipo sufran complicaciones. Estas complicaciones, que en el caso de Google nunca se han prolongado más allá de unas pocas horas, pueden ser serias si la caída se produce en un día laborable, y dar lugar a problemas o a impactos significativos en la operativa del negocio. Otras complicaciones generalmente menores pueden ser problemas con servicios como Nest, que gestionan termostatos en hogares, cuyo impacto en un caso de interrupción de pocas horas es escaso y que, por lo general, podrán ser accionados manualmente, o con otros aparatos conectados de diversos tipos. Una caída de servicios de Google tiene un impacto sin duda potencialmente importante: muchas personas, confrontadas con la idea de no poder realizar algo tan habitual y cotidiano como una búsqueda o experimentar interrupciones en la funcionalidad de su correo electrónico o de sus documentos, se daría cuenta de hasta qué punto Google se ha convertido en crítico en nuestra vida diaria. Sin embargo, la reflexión inmediata seguramente no debería ser «voy a reducir mi nivel de dependencia creando un sistema en paralelo», porque parece claro que prácticamente ninguna compañía es capaz de alcanzar las estadísticas de fiabilidad de Google.
¿Qué pasa si hacemos esta misma reflexión con otras compañías? Si se cae Facebook, por ejemplo, las complicaciones son indiscutiblemente menores. ¿No poder actualizar redes sociales como la propia Facebook o Instagram? Seguramente habría quien entrase en pánico, pero eso solo indicaría algún tipo de disfuncionalidad en su asignación de prioridades. ¿No poder comunicarte mediante WhatsApp? Molesto, sin duda… pero existen muchas alternativas, incluyendo, si es urgente, la de llamar por teléfono.
¿Si quien cae es Amazon? Ante una interrupción de servicios de Amazon, dada la importancia y la penetración de su nube, las consecuencias podrían ser de todo tipo, y afectar a prácticamente cualquier compañía que utilice sus servicios. Los servicios de la propia Amazon, en caso de interrupción, podrían suponer problemas en cuanto al indudablemente elevado impacto en facturación por cada minuto de caída, y extenderse no solo a Amazon sino a sus muchos socios que utilizan sus servicios.
En su muy recomendable libro «Utopía para realistas«, el historiador holandés Rutger Bregman compara el impacto que tuvo la huelga de empleados de banca en Irlanda en 1970 con la de los trabajadores de recogida de basuras en Nueva York en 1968: mientras en el primer caso, que se prolongó por espacio de seis meses, la economía irlandesa fue capaz de seguir funcionando – y hasta creciendo – simplemente haciendo frente a algunas molestias menores, como incrementar el uso de cheques como sustituto del dinero en efectivo, en el segundo, las autoridades de la ciudad, en estado de emergencia ahogada por cien mil toneladas de basura acumulada, se vieron obligadas a negociar y a ceder ante la mayoría de las reivindicaciones de los trabajadores a los nueve días.
¿Qué servicios y qué compañías en la red han conseguido situarse, en relativamente pocos años, en una posición tan crítica como esa? ¿Cuáles, en cambio, son perfectamente prescindibles, y su efecto sobre nuestras vidas, en caso de disrupción de sus servicios, sería simplemente de pequeñas molestias, o prácticamente nulo? Creo que, a todos los niveles, puede ser una reflexión muy interesante.
por Enrique Dans
La nube de Google sufrió ayer domingo una caída que duró aproximadamente seis horas y afectó a varios servicios de la propia compañía como Gmail, G Suite, Nest o YouTube, y de algunas otras compañías como Shopify, Snap o Discord. Tras la recuperación de los servicios, a la compañía le tocará llevar a cabo los análisis adecuados para identificar las posibles causas del problema, tratar de compensar a los afectados e intentar evitar que vuelva a suceder.
Mi reflexión sobre el tema, obviamente, no trata de informar sobre el hecho, ya abundantemente reportado en todas partes, sino de plantear hasta qué punto pueden resultar críticos determinados servicios cuya continuidad tendemos a dar por sentada, pero que como todo, puede fallar. Este tipo de caídas en el servicio son buenas precisamente para evaluar nuestro nivel de dependencia, pero más aún, para poder darnos cuenta de su criticidad, de las cosas que son accesorias frente a las que son importantes.
Una caída de servicios de Google, algo que afortunadamente es muy poco frecuente que tenga lugar de manera generalizada o significativa, puede afectar a muchas compañías que utilizan su servicio de correo electrónico o sus aplicaciones de tratamiento de documentos de todo tipo sufran complicaciones. Estas complicaciones, que en el caso de Google nunca se han prolongado más allá de unas pocas horas, pueden ser serias si la caída se produce en un día laborable, y dar lugar a problemas o a impactos significativos en la operativa del negocio. Otras complicaciones generalmente menores pueden ser problemas con servicios como Nest, que gestionan termostatos en hogares, cuyo impacto en un caso de interrupción de pocas horas es escaso y que, por lo general, podrán ser accionados manualmente, o con otros aparatos conectados de diversos tipos. Una caída de servicios de Google tiene un impacto sin duda potencialmente importante: muchas personas, confrontadas con la idea de no poder realizar algo tan habitual y cotidiano como una búsqueda o experimentar interrupciones en la funcionalidad de su correo electrónico o de sus documentos, se daría cuenta de hasta qué punto Google se ha convertido en crítico en nuestra vida diaria. Sin embargo, la reflexión inmediata seguramente no debería ser «voy a reducir mi nivel de dependencia creando un sistema en paralelo», porque parece claro que prácticamente ninguna compañía es capaz de alcanzar las estadísticas de fiabilidad de Google.
¿Qué pasa si hacemos esta misma reflexión con otras compañías? Si se cae Facebook, por ejemplo, las complicaciones son indiscutiblemente menores. ¿No poder actualizar redes sociales como la propia Facebook o Instagram? Seguramente habría quien entrase en pánico, pero eso solo indicaría algún tipo de disfuncionalidad en su asignación de prioridades. ¿No poder comunicarte mediante WhatsApp? Molesto, sin duda… pero existen muchas alternativas, incluyendo, si es urgente, la de llamar por teléfono.
¿Si quien cae es Amazon? Ante una interrupción de servicios de Amazon, dada la importancia y la penetración de su nube, las consecuencias podrían ser de todo tipo, y afectar a prácticamente cualquier compañía que utilice sus servicios. Los servicios de la propia Amazon, en caso de interrupción, podrían suponer problemas en cuanto al indudablemente elevado impacto en facturación por cada minuto de caída, y extenderse no solo a Amazon sino a sus muchos socios que utilizan sus servicios.
En su muy recomendable libro «Utopía para realistas«, el historiador holandés Rutger Bregman compara el impacto que tuvo la huelga de empleados de banca en Irlanda en 1970 con la de los trabajadores de recogida de basuras en Nueva York en 1968: mientras en el primer caso, que se prolongó por espacio de seis meses, la economía irlandesa fue capaz de seguir funcionando – y hasta creciendo – simplemente haciendo frente a algunas molestias menores, como incrementar el uso de cheques como sustituto del dinero en efectivo, en el segundo, las autoridades de la ciudad, en estado de emergencia ahogada por cien mil toneladas de basura acumulada, se vieron obligadas a negociar y a ceder ante la mayoría de las reivindicaciones de los trabajadores a los nueve días.
¿Qué servicios y qué compañías en la red han conseguido situarse, en relativamente pocos años, en una posición tan crítica como esa? ¿Cuáles, en cambio, son perfectamente prescindibles, y su efecto sobre nuestras vidas, en caso de disrupción de sus servicios, sería simplemente de pequeñas molestias, o prácticamente nulo? Creo que, a todos los niveles, puede ser una reflexión muy interesante.
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