La mayor parte del público en general de estas líneas, ya asocia Blockchain con las crypto-divisas, con la contabilidad distribuída para por ejemplo la distribución de energía, con la seguridad informática, con la fiabilidad e integridad de la información, y así hasta un largo etcétera que no parece acabar nunca.
Cada pocos meses se descubren nuevas aplicaciones para este visionario, innovador y disruptivo protocolo que Satoshi Nakamoto liberó por sorpresa junto con Bitcoin, como si de una fiera recluída se tratase. Y como tal, está campando a sus anchas por nuestras socioeconomías, haciendo que no las vayamos ni siquiera a poder reconocer dentro de unos pocos años. Ahora llega otra nueva y disruptora utilidad para el versátil Blockchain, que en esta ocasión va a hacer una esencial contribución para poner la última tecnología en la palma de su mano.
Del open-source y la economía colaborativa al commerce-chain
Hace tan sólo unos lustros, al calor de iniciativas como el Linux de Linus Torvalds, pudimos ver cómo el open-source (o código abierto en español) y el software gratuíto tomaban ventaja en muchos campos de batalla ante el software comercial y propietario. Se inauguró una tendencia que ha cambiado la faz de la cara de todo un sector del desarrollo y comercialización de software, que ya nunca volverá a ser el que era.
Posteriormente ha venido la proliferación de start-ups, muchas de ellas de la mano de ese código abierto, y también de la app-ficación y movil-ización de nuestras vidas. En este proceso hemos pasado a adquirir micro-software en forma de aplicaciones, o incluso gratuítamente (generalmente a cambio de nuestros datos, no lo olviden). Y de la mano de estas ubicuas aplicaciones, han surgido también numerosos servicios colaborativos, en los cuales es la comunidad la que provee un servicio o producto.
Con la nueva aplicación de Blockchain vamos todavía un paso más allá, como no podía ser de otra forma en este mundo de progreso exponencial, y economía colaborativa y Blockchain se conjugan ahora para dar a luz una nueva forma de crear nuevos productos y servicios. El primer y máximo exponente (por ahora) de este “commerce-chain” va a ser la tecnología, y más concretamente la Inteligencia Artificial (o IA por sus siglas). Ésta es sin duda una de las grandes tecnologías de futuro de esa Revolución 4.0 que está llegando inevitablemente a casi todos los sectores económicos, y siempre de la mano de la tecnología más disruptora.
La Inteligencia Artificial está muriendo de éxito… hasta que llegó el commerce-chain
Como ya les analizamos en el artículo “La partida de la Inteligencia Artificial puede ser un ‘Game Over’ para muchas empresas: casi no hay especialistas“, una de las principales limitaciones actuales de esta tecnología es la disponibilidad de expertos. Y no crean que esto es tan sólo un pequeño contratiempo, en realidad es una gran rémora para el progreso de nuestras socioeconomías en el corto plazo, y también en los plazos más largos. Tengan en cuenta la potencialidad extrema que esta tecnología está llamada a tener es nuestro mundo del futuro. Es por ello por lo que el commerce-chain es clave para el momento actual de nuestro progreso.
Tras esta introducción, se estarán preguntando: ¿Pero qué es exactamente eso de commerce-chain? Pues se lo explicaré, para empezar es un término que he acuñado yo mismo aquí hoy con ustedes, como he hecho en otras ocasiones, y hace referencia a una nueva forma de interacción comercial entre elementos socioeconómicos. No se preocupen, se lo voy a explicar de forma algo más ilustrativa.
Lo que llamamos Inteligencia Artificial no suele ser ninguna suite de software comercial monolítica, sino que suele tratarse de un conjunto de múltiples pequeñas y grandes piezas de software. Este software tiene funciones muy específicas en cada caso, como puede ser el reconocimiento de los comandos de voz que usted le dicta a su smartphone, o el reconocimiento de imágenes y objetos del mundo real por parte de un robot industrial. El software de Inteligencia Artificial está compuesto por otras tantas piececitas de software de la misma inteligencia pero con funcionalidades más específicas, y es este punto el que hace que muchas de esas pequeñas piececitas de sofware sean las mismas en muy diversos productos que tienen la Inteligencia Artificial como base.
Este hecho abre la gran puerta de la reutilización de software en IA a escala global, si bien es algo complicado de conseguir porque la Inteligencia Artificial es objeto de gran competitividad en el sector, es la base de muchos productos comerciales propietarios, y tiene un coste bastante elevado dada la escasez de profesionales y los altísimos sueldos. Por ello, de primeras se podría pensar que muchas empresas serían reticentes a compartir su código. Pero el objetivo está claro, y viene porque cada empresa u organización que pretende poner en el mercado una nueva solución de Inteligencia Artificial tiene que desarrollar de nuevo gran parte de componentes que ya ha desarrollado alguien en algún lugar.
Esto supone un absoluto desperdicio de recursos socioeconómicos, especialmente con los estratoséricos salarios del sub-sector y… sobre todo porque la escasez de profesionales trae una importante limitación e incluso imposibilidad de poder desarrollar y adoptar esta tecnología en nuestras empresas y sociedades. Pero claro, ahí está la dificultad de cómo poder facilitar ese intercambio entre programadores o emprendedores de la pieza de software que he desarrollado yo por la que has desarrollado tú. Y todo en un entorno que, dada la gran competitividad y lo confidencial de muchos desarrollos, requiere de una gran dosis de confiabilidad entre las partes.
El commerce-chain que viene de la mano del versátil Blockchain
Una vez nombrada la palabra mágica de la “confiabilidad”, y tratándose de intercambios de software por internet, aquí es donde entra en escena el principal y esperado protagonista: no podía ser otro más que el gran Blockchain. Según pueden leer en este artículo de la revista Quartz, la innovadora idea surgió de la empresa Hanson Robotic. Esta empresa está diseñando un robot humanoide, Sophia, que además resulta ser el primer robot con consideración de “ciudadano”, puesto que ha obtenido la nacionalidad de Arabia Saudí según pueden leer en este artículo de Xataka.
Sophia es un robot que requiere grandes dosis de Inteligencia Artificial para poder intentar imitar la inteligencia y capacidades humanas: recuerden que el objetivo es ni más ni menos que se comporte como una persona en (casi) todos los aspectos.Esto incluye interpretar imágenes, entender lenguaje hablado de forma natural, construir frases y pronunciarlas, pensamiento complejo, abstracción, análisis y síntesis, y así hasta un largo etcétera. La enorme complejidad natural de nuestro órgano más complejo, el cerebro, obliga a que este objetivo llamado Sophia se traduzca en miles y miles de líneas de código, que pueden tener un coste más que desorbitado, haciendo el proyecto inviable especialmente para una empresa con capacidad limitada como Hanson Robotic.
Para poder evolucionar a Sophia hasta convertirla en un robot comparable a un humano, los ejecutivos de Hanson Robotics han lanzado una iniciativa paralela al Sophia. Esta iniciativa tiene como objetivo primordial permitir que desarrolladores independientes sean compensados por sus largas horas de trabajo frente a un monitor. El objetivo es más ambicioso, y entra incluso en el plano más socioeconómico de la economía colaborativa, puesto que la compensación no tienen pensado que sea únicamente una retribución.
La iniciativa se sustenta tecnológicamente en una plataforma denominada SingularityNET, y es literalmente un marketplace (o mercado) construido sobre Blockchain para permitir hacer trueque de software. Además, esto abre obviamente la puerta al comercio en general basado en Blockchain. Igual que Hanson Robotics va a poder intercambiar software de Inteligencia Artificial con desarrolladores independientes, otros desarrolladores van a poder intercambiar código de tecnología punta entre sí: en general cualquier trueque comercial podría acabar siendo soportardo sobre la plataforma de SingularityNET y Blockchain.
Y el matiz socioeconómico de este disruptor avance en realidad es una potencial avalancha socioeconómica
Volviendo al uso inicial concebido por Hanson Robotics para su robot Sophia, realmente, en términos socioeconómicos ¿Qué sentido tiene que un mismo código deba ser desarrollado por cada empresa de tecnología que se proponga utilizarlo? El asunto es especialmente grave para startups y PYMES sin recursos para derrochar. Y la gravedad extrema llega cuando además no hay profesionales cualificados suficientes para todos.
En el plano del sector de las TI en general, otro aspecto de esta micro-revolución del desarrollo es que, una vez más, un gigante surgido de la disrupción tecnológica puede ver amenazada una parte importante de su negocio por la propia disrupción tecnológica, al menos en lo que a software se refiere (que no a infraestructura de servidores). Este trueque de tecnología ataca ni más ni menos a buena parte de la base del negocio de un gigante como Amazon con su AWS (Amazon Web Services), que comercializa software de tecnología punta a gran escala, y realmente AWS de economia colaborativa tiene poco, pues sólo pretende hacer negocio (como toda empresa, lo cual va en su naturaleza).
Tengan en cuenta además que los servicios basados en software en la nube o cloud salen baratos sólo en determinados casos de uso, que no son ni de lejos todos. Un servicio de uso intensivo va a salirle muchas veces más barato a una empresa con músculo tecnológico si lo despliega en su propio CPD, pero siempre será preferible el acceso a ese servicio aunque sea más caro para una empresa por ejemplo sin CPD o con uno muy limitado. El trueque sin embargo resulta beneficioso en todos los casos de trueque voluntario, puesto que obviamente una empresa no va a intercambiar su software más estratégico que es la clave de su negocio. Pero sí intercambiará alegremente todo el resto de software que ella misma haya desarrollado y no sea estratégico para su negocio, haciendo innecesario en muchos casos acudir a AWS a contratar un software cuyo desarrollo ya queda a tu alcance (en medios y costes).
Y no, como ya hemos introducido antes, las aplicaciones de este nuevo uso de Blockchain no se quedan aquí, y van mucho más allá del mero comercio de piezas de software de AI: es lo que acuñábamos como “commerce-chain”. Pasamos pues de la economía colaborativa a la economía del trueque, sin duda un importante paso más en la profunda transformación socioeconómica que nos está trayendo la tecnología en unos pocos años. Con blockchain ya puedes mercadear con el fruto de tu trabajo sin necesidad de ninguna moneda fiat, aunque lo realmente disruptor es que ya tampoco necesitarás ni siquiera ninguna crypto-divisa como Bitcoin: tan sólo con un token puede ser suficiente, es la comúnmente denominada como “tokenomics”. Literalmente vas a poder intercambiar directamente el fruto del sudor de tu frente para conseguir el fruto del sudor de la frente de otros. Así, sin más coste que aportar lo tuyo, se trate de lo que se trate.
Y cerrando con el tema de Sophia y su inteligencia sintética, no sólo es que Blockchain sea un “caso de éxito” para la industria de la Inteligencia Artificial; es mucho más que eso: es literalmente un “caso de futuro”. Sin este nuevo uso de Blockchain para facilitar el comercio y el trueque, la Inteligencia Artificial nacería truncada, al menos para muchas empresas que no tienen músculo tecnológico para mercadear con el precio al que cotiza actualmente el kilo de ingeniero especializado en IA. Una vez más, el lado más super-“techie” de nuestra sociedad ha acudido al rescate de un futuro tecnológico que podía morir de éxito, y un nuevo avance tecnológico puede traer en el largo plazo progreso socioeconómico para toda la sociedad. Una heroica gesta.
Imágenes | Pixabay geralt | Pixabay nattanan23 | Pixabay bamenny | Pixabay geralt | Pixabay kakilambegeralt | Pixabay NeuPaddy
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La mayor parte del público en general de estas líneas, ya asocia Blockchain con las crypto-divisas, con la contabilidad distribuída para por ejemplo la distribución de energía, con la seguridad informática, con la fiabilidad e integridad de la información, y así hasta un largo etcétera que no parece acabar nunca.
Cada pocos meses se descubren nuevas aplicaciones para este visionario, innovador y disruptivo protocolo que Satoshi Nakamoto liberó por sorpresa junto con Bitcoin, como si de una fiera recluída se tratase. Y como tal, está campando a sus anchas por nuestras socioeconomías, haciendo que no las vayamos ni siquiera a poder reconocer dentro de unos pocos años. Ahora llega otra nueva y disruptora utilidad para el versátil Blockchain, que en esta ocasión va a hacer una esencial contribución para poner la última tecnología en la palma de su mano.
Del open-source y la economía colaborativa al commerce-chain
Hace tan sólo unos lustros, al calor de iniciativas como el Linux de Linus Torvalds, pudimos ver cómo el open-source (o código abierto en español) y el software gratuíto tomaban ventaja en muchos campos de batalla ante el software comercial y propietario. Se inauguró una tendencia que ha cambiado la faz de la cara de todo un sector del desarrollo y comercialización de software, que ya nunca volverá a ser el que era.
Posteriormente ha venido la proliferación de start-ups, muchas de ellas de la mano de ese código abierto, y también de la app-ficación y movil-ización de nuestras vidas. En este proceso hemos pasado a adquirir micro-software en forma de aplicaciones, o incluso gratuítamente (generalmente a cambio de nuestros datos, no lo olviden). Y de la mano de estas ubicuas aplicaciones, han surgido también numerosos servicios colaborativos, en los cuales es la comunidad la que provee un servicio o producto.
Con la nueva aplicación de Blockchain vamos todavía un paso más allá, como no podía ser de otra forma en este mundo de progreso exponencial, y economía colaborativa y Blockchain se conjugan ahora para dar a luz una nueva forma de crear nuevos productos y servicios. El primer y máximo exponente (por ahora) de este “commerce-chain” va a ser la tecnología, y más concretamente la Inteligencia Artificial (o IA por sus siglas). Ésta es sin duda una de las grandes tecnologías de futuro de esa Revolución 4.0 que está llegando inevitablemente a casi todos los sectores económicos, y siempre de la mano de la tecnología más disruptora.
La Inteligencia Artificial está muriendo de éxito… hasta que llegó el commerce-chain
Como ya les analizamos en el artículo “La partida de la Inteligencia Artificial puede ser un ‘Game Over’ para muchas empresas: casi no hay especialistas“, una de las principales limitaciones actuales de esta tecnología es la disponibilidad de expertos. Y no crean que esto es tan sólo un pequeño contratiempo, en realidad es una gran rémora para el progreso de nuestras socioeconomías en el corto plazo, y también en los plazos más largos. Tengan en cuenta la potencialidad extrema que esta tecnología está llamada a tener es nuestro mundo del futuro. Es por ello por lo que el commerce-chain es clave para el momento actual de nuestro progreso.
Tras esta introducción, se estarán preguntando: ¿Pero qué es exactamente eso de commerce-chain? Pues se lo explicaré, para empezar es un término que he acuñado yo mismo aquí hoy con ustedes, como he hecho en otras ocasiones, y hace referencia a una nueva forma de interacción comercial entre elementos socioeconómicos. No se preocupen, se lo voy a explicar de forma algo más ilustrativa.
Lo que llamamos Inteligencia Artificial no suele ser ninguna suite de software comercial monolítica, sino que suele tratarse de un conjunto de múltiples pequeñas y grandes piezas de software. Este software tiene funciones muy específicas en cada caso, como puede ser el reconocimiento de los comandos de voz que usted le dicta a su smartphone, o el reconocimiento de imágenes y objetos del mundo real por parte de un robot industrial. El software de Inteligencia Artificial está compuesto por otras tantas piececitas de software de la misma inteligencia pero con funcionalidades más específicas, y es este punto el que hace que muchas de esas pequeñas piececitas de sofware sean las mismas en muy diversos productos que tienen la Inteligencia Artificial como base.
Este hecho abre la gran puerta de la reutilización de software en IA a escala global, si bien es algo complicado de conseguir porque la Inteligencia Artificial es objeto de gran competitividad en el sector, es la base de muchos productos comerciales propietarios, y tiene un coste bastante elevado dada la escasez de profesionales y los altísimos sueldos. Por ello, de primeras se podría pensar que muchas empresas serían reticentes a compartir su código. Pero el objetivo está claro, y viene porque cada empresa u organización que pretende poner en el mercado una nueva solución de Inteligencia Artificial tiene que desarrollar de nuevo gran parte de componentes que ya ha desarrollado alguien en algún lugar.
Esto supone un absoluto desperdicio de recursos socioeconómicos, especialmente con los estratoséricos salarios del sub-sector y… sobre todo porque la escasez de profesionales trae una importante limitación e incluso imposibilidad de poder desarrollar y adoptar esta tecnología en nuestras empresas y sociedades. Pero claro, ahí está la dificultad de cómo poder facilitar ese intercambio entre programadores o emprendedores de la pieza de software que he desarrollado yo por la que has desarrollado tú. Y todo en un entorno que, dada la gran competitividad y lo confidencial de muchos desarrollos, requiere de una gran dosis de confiabilidad entre las partes.
El commerce-chain que viene de la mano del versátil Blockchain
Una vez nombrada la palabra mágica de la “confiabilidad”, y tratándose de intercambios de software por internet, aquí es donde entra en escena el principal y esperado protagonista: no podía ser otro más que el gran Blockchain. Según pueden leer en este artículo de la revista Quartz, la innovadora idea surgió de la empresa Hanson Robotic. Esta empresa está diseñando un robot humanoide, Sophia, que además resulta ser el primer robot con consideración de “ciudadano”, puesto que ha obtenido la nacionalidad de Arabia Saudí según pueden leer en este artículo de Xataka.
Sophia es un robot que requiere grandes dosis de Inteligencia Artificial para poder intentar imitar la inteligencia y capacidades humanas: recuerden que el objetivo es ni más ni menos que se comporte como una persona en (casi) todos los aspectos.Esto incluye interpretar imágenes, entender lenguaje hablado de forma natural, construir frases y pronunciarlas, pensamiento complejo, abstracción, análisis y síntesis, y así hasta un largo etcétera. La enorme complejidad natural de nuestro órgano más complejo, el cerebro, obliga a que este objetivo llamado Sophia se traduzca en miles y miles de líneas de código, que pueden tener un coste más que desorbitado, haciendo el proyecto inviable especialmente para una empresa con capacidad limitada como Hanson Robotic.
Para poder evolucionar a Sophia hasta convertirla en un robot comparable a un humano, los ejecutivos de Hanson Robotics han lanzado una iniciativa paralela al Sophia. Esta iniciativa tiene como objetivo primordial permitir que desarrolladores independientes sean compensados por sus largas horas de trabajo frente a un monitor. El objetivo es más ambicioso, y entra incluso en el plano más socioeconómico de la economía colaborativa, puesto que la compensación no tienen pensado que sea únicamente una retribución.
La iniciativa se sustenta tecnológicamente en una plataforma denominada SingularityNET, y es literalmente un marketplace (o mercado) construido sobre Blockchain para permitir hacer trueque de software. Además, esto abre obviamente la puerta al comercio en general basado en Blockchain. Igual que Hanson Robotics va a poder intercambiar software de Inteligencia Artificial con desarrolladores independientes, otros desarrolladores van a poder intercambiar código de tecnología punta entre sí: en general cualquier trueque comercial podría acabar siendo soportardo sobre la plataforma de SingularityNET y Blockchain.
Y el matiz socioeconómico de este disruptor avance en realidad es una potencial avalancha socioeconómica
Volviendo al uso inicial concebido por Hanson Robotics para su robot Sophia, realmente, en términos socioeconómicos ¿Qué sentido tiene que un mismo código deba ser desarrollado por cada empresa de tecnología que se proponga utilizarlo? El asunto es especialmente grave para startups y PYMES sin recursos para derrochar. Y la gravedad extrema llega cuando además no hay profesionales cualificados suficientes para todos.
En el plano del sector de las TI en general, otro aspecto de esta micro-revolución del desarrollo es que, una vez más, un gigante surgido de la disrupción tecnológica puede ver amenazada una parte importante de su negocio por la propia disrupción tecnológica, al menos en lo que a software se refiere (que no a infraestructura de servidores). Este trueque de tecnología ataca ni más ni menos a buena parte de la base del negocio de un gigante como Amazon con su AWS (Amazon Web Services), que comercializa software de tecnología punta a gran escala, y realmente AWS de economia colaborativa tiene poco, pues sólo pretende hacer negocio (como toda empresa, lo cual va en su naturaleza).
Tengan en cuenta además que los servicios basados en software en la nube o cloud salen baratos sólo en determinados casos de uso, que no son ni de lejos todos. Un servicio de uso intensivo va a salirle muchas veces más barato a una empresa con músculo tecnológico si lo despliega en su propio CPD, pero siempre será preferible el acceso a ese servicio aunque sea más caro para una empresa por ejemplo sin CPD o con uno muy limitado. El trueque sin embargo resulta beneficioso en todos los casos de trueque voluntario, puesto que obviamente una empresa no va a intercambiar su software más estratégico que es la clave de su negocio. Pero sí intercambiará alegremente todo el resto de software que ella misma haya desarrollado y no sea estratégico para su negocio, haciendo innecesario en muchos casos acudir a AWS a contratar un software cuyo desarrollo ya queda a tu alcance (en medios y costes).
Y no, como ya hemos introducido antes, las aplicaciones de este nuevo uso de Blockchain no se quedan aquí, y van mucho más allá del mero comercio de piezas de software de AI: es lo que acuñábamos como “commerce-chain”. Pasamos pues de la economía colaborativa a la economía del trueque, sin duda un importante paso más en la profunda transformación socioeconómica que nos está trayendo la tecnología en unos pocos años. Con blockchain ya puedes mercadear con el fruto de tu trabajo sin necesidad de ninguna moneda fiat, aunque lo realmente disruptor es que ya tampoco necesitarás ni siquiera ninguna crypto-divisa como Bitcoin: tan sólo con un token puede ser suficiente, es la comúnmente denominada como “tokenomics”. Literalmente vas a poder intercambiar directamente el fruto del sudor de tu frente para conseguir el fruto del sudor de la frente de otros. Así, sin más coste que aportar lo tuyo, se trate de lo que se trate.
Y cerrando con el tema de Sophia y su inteligencia sintética, no sólo es que Blockchain sea un “caso de éxito” para la industria de la Inteligencia Artificial; es mucho más que eso: es literalmente un “caso de futuro”. Sin este nuevo uso de Blockchain para facilitar el comercio y el trueque, la Inteligencia Artificial nacería truncada, al menos para muchas empresas que no tienen músculo tecnológico para mercadear con el precio al que cotiza actualmente el kilo de ingeniero especializado en IA. Una vez más, el lado más super-“techie” de nuestra sociedad ha acudido al rescate de un futuro tecnológico que podía morir de éxito, y un nuevo avance tecnológico puede traer en el largo plazo progreso socioeconómico para toda la sociedad. Una heroica gesta.
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