El cierre de plataformas como The Pirate Bay y, más recientemente, Kickass Torrents, ha hecho temblar los cimientos de las redes de distribución ilícita de contenidos. Según Peter Sunde, cofundador de la primera, la causa del declive está en sustentar todo el sistema en grandes webs y almacenes virtuales donde se concentran la mayoría de ficheros. Mientras que algunos relacionan el estancamiento de la piratería con el auge de servicios como Netflix, otros señalan su propia incapacidad para innovar.
En su afán por actualizar la legislación sobre propiedad intelectual, la Comisión Europea (CE) propone aplicar nuevas medidas para regular los derechos de autor y erradicar la piratería en internet, en el marco del Mercado Único Digital. Sus responsables informaban la semana pasada de sus intenciones: las plataformas que alojan contenidos audiovisuales, incluida YouTube, deberán aplicar filtros tecnológicos más estrictos para detectar las obras exhibidas sin permiso de los autores y colaborar con estos para proteger su trabajo.
El anuncio de la CE, y las concreciones que están todavía por llegar, son solo algunos pasos más en la lucha de las autoridades contra la distribución ilegal de contenidos. Los resultados de la batalla, sin embargo, no están muy claros. Mientras que el último estudio ‘ Observatorio de la piratería y hábitos de consumo de contenidos 2015′ concluye que “la piratería no remite” −el año pasado se accedió ilegalmente a 4.307 millones de contenidos digitales−, elMinisterio de Educación, Cultura y Deporte ve una ligera disminución.
Pero, más allá de las barreras institucionales y sus controvertidos frutos, hay otros factores que repercuten en la situación global de la piratería. Para Peter Sunde, cofundador de la clausurada The Pirate Bay, la comunidad de las descargas necesita más innovación para seguir viva. Así lo ha asegurado después de que la policía arrestara este verano al propietario de la página Kickass Torrents(KAT) en Polonia.
Con el bloqueo de esta web, un punto de referencia para el intercambio de archivos ‘torrent’ que incluso superaba en tráfico a la web de Sunde, la estructura ha perdido uno de sus pilares fundamentales. En opinión del estadounidense, el golpe contra KAT prueba la vulnerabilidad del ecosistema debido a que “la mayoría de usuarios dependen de un pequeño número de ‘sites’, que son los principales objetivos de los agentes judiciales”.
“La centralización siempre va a ser problemática, pero no creo que sea posible cambiarlo”, indica a HojaDeRouter.com Tamas Kocsis, fundador de ZeroNet, una plataforma de transferencia de archivos ‘peer to peer’ (P2P) basada en BitTorrent. Modificar esta tendencia es complicado “porque Google prefiere las páginas populares y los usuarios buscan los repositorios de contenido más completos”.
Sin embargo, el uso masivo del protocolo BitTorrent en las redes P2P ha sido solo la última de las etapas en la evolución tecnológica de la piratería en internet. Uno de los primeros servicios a gran escala de este tipo fue Napster, un sistema de distribución de archivos musicales a través de una red de usuarios nacido allá por el 2000 y clausurado por la justicia un año más tarde.
Los aficionados a descargar contenido protegido por derechos de autor no quedaron huérfanos por mucho tiempo: en el 2001, el sueco Niklas Zennstrom y el danés Janus Friis compraban el programa Kazaa y el protocolo FastTrack en el que se basaba a un grupo de programadores estonios. Como su antecesor, el programa permitía compartir ficheros entre usuarios.
Poco después, Hedrik Breitkeruz lanzó el famoso eMule. Este ‘software’ libre facilitaba también el tráfico de archivos entre usuarios de la red P2P eDonkey2000. A diferencia de lo que ocurría en Napster, los internautas podían obtener pedazos de un mismo fichero desde varias fuentes hasta completarlo, aumentando así la velocidad del intercambio de datos.
LAS COMPLICACIONES, UN MOTOR PARA EL DESARROLLO
“Las nuevas tecnologías de distribución de ficheros, como la mayoría de tecnologías, responden a problemas y necesidades variables”, explica Joe Karaganis, director del proyecto educativo Open Syllabus y experto en producción cultural y piratería de la Universidad de Columbia (Estados Unidos). Mientras que en el pasado las novedades en el sector parecían sucederse, actualmente el avance se ha ralentizado debido, según Karaganis, a la falta de estímulos externos: “No hemos visto ningún problema dramático ni necesidad que lleve a un cambio importante”, dice.
No obstante “hay innovación, también en áreas más pequeñas que no estaban cubiertas anteriormente”, advierte el investigador estadounidense. Pone como ejemplo la plataforma Sci-Hub(una biblioteca abierta de artículos científicos fundada en 2011 por la kazaja Alexandra Elbakya) y se refiere a la web Popcorn Timecomo “una forma de mejorar la experiencia de usuario para la visualización de películas y series piratas”.
Paradójicamente, las represalias y acciones legales constituyen otro de los motores que impulsan la renovación. “A medida que se hizo más peligroso ser un intermediario activo en servicios como Napster, las redes para compartir archivos se deslocalizaron”, argumenta Karaganis. A pesar de basarse en la estrategia P2P, las listas de los nodos conectados y los ficheros intercambiados a través de Napster se mantenían en servidores centrales.
El riesgo para los usuarios también ha aumentado, según el experto, además del número de maniobras judiciales destinadas a cerrar webs. Por eso, “los sistemas de distribución de contenidos P2P han empezado a contribuir al desarrollo deherramientas de privacidad y anonimato ‘online’, como las redes privadas virtuales y las ‘seedboxes’ [servidores remotos para subir y descargar archivos]”, prosigue el investigador de la Universidad de Columbia.
En opinión de Karaganis, el actual reto es garantizar el anonimato en la Red, un área que interesa tanto a los que comparten contenido pirata como a los agentes que velan por los derechos de autor. “Creo que va a ser un campo en el que se va a invertir e innovar por ambas partes”, dice el experto. “Los mecanismos para proteger la propiedad intelectual convergen aquí con cuestiones de seguridad de la información, por lo que las medidas resultantes constituyen una de las mayores amenazas para la piratería y para la privacidad”.
En sus declaraciones, Sunde criticaba que las grandes webs de descargas no se molestan en utilizar nuevas tecnologías para proteger la privacidad de los usuarios ni garantizar la descentralización de las redes. Sin embargo, existen proyectos como ZeroNet que, ajenos al sector de la distribución de contenidos ilícitos, sirven de modelo para ilustrar las últimas estrategias para compartir archivos.
“ZeroNet es un sistema totalmente P2P, no hay servidores centrales”, describe su creador. Todos los visitantes de una web almacenan la información en sus propios ordenadores, de forma que ayudan a distribuirla aunque la fuente original no esté disponible. Además, el ‘software’ es compatible con la red Tor, “que puede ocultar tu dirección IP y hacerte totalmente anónimo”, indica Kocsis.
El proyecto incluye Namecoin, “un sistema alternativo de registro de dominios que no depende de ninguna autoridad central, lo que lo hace resistente a la censura”, detalla el húngaro. Funciona de manera similar a Bitcoin y su tecnología de ‘blockchain’ o cadena de bloques, una especie de entramado en el que se engarzan los ordenadores de una red y donde quedan registrados los flujos de información.
Tanto la criptomoneda como BitTorrent han servido también de inspiración a Juan Benet, creador del InterPlanetary File System (IPFS), un protocolo hipermedia de transmisión de datos P2P. “Hubo mucha experimentación en las redes P2P entre 1998 y 2004, luego un parón, y después arrancó de nuevo tras el éxito de Bitcoin, en 2012”, señala Benet. El sistema que ha desarrollado, al igual que ZeroNet, evita que los usuarios tengan que conectarse obligatoriamente a un servidor principal para mostrar una página web, ya que su contenido se almacena en varios equipos. Así, aumentan la deslocalización y la eficiencia en la transferencia de datos al provenir de una fuente más cercana o viajar por una línea con más capacidad.
LA LLEGADA DE LOS GIGANTES
Según el último informe de la Intellectual Property Office (IPO) británica, el número de usuarios que recurren a redes P2P para descargar contenidos ‘pirata’ ha descendido en un 2 % (aunque unos 7 millones siguen recurriendo a ‘sites’ de distribución ilícita). Por su parte, la proporción de personas que acuden únicamente a medios legales alcanzó el 44 %. La cifra supone un ligero aumento con respecto al año anterior, que se ha producido, según los promotores del estudio, gracias al auge de grandes plataformas de ‘streaming’ como Netflix.
Aunque los datos del ‘Observatorio de la piratería y hábitos de consumo de contenidos 2015’ reflejan que el porcentaje de consumidores españoles que accedió a contenidos digitales creció un 5 % desde 2014, “diferentes investigaciones han establecido la relación entre el crecimiento de los servicios asequibles de contenido ‘online’ y el estancamiento o declive de la piratería”, asegura Karaganis. El fenómeno se da principalmente en Estados Unidos y la Unión Europea, “donde las tasas de uso de los sistemas que vulneran los derechos de propiedad intelectual se han estabilizado o descendido en los últimos cinco años”, dice el experto.
“Las cosas eran muy distintas en el 2011”, advierten fuentes del sector en España. Por entonces, “no existía un solo videoclub ‘online’ en nuestro país, ni una sola web aparte de YouTube donde encontrar contenidos”. Una situación que ha cambiado enormemente con el auge de plataformas como Netflix, Yomvi, Wuaki o Filmin, que ofrecen su catálogo a un precio cada vez más asequible. “Esto a la larga desincentiva el consumo por medios ilícitos”, opinan.
Ponen el ejemplo de la música, donde Spotify ha ganado adeptos hasta convertirse en un servicio masivo a coste cero en su versión gratuita: “Hoy en día sigue habiendo gente que descarga canciones, pero ya es una minoría comparado con lo que ocurría hace años porque el acceso a se ha facilitado muchísimo”.
Sin embargo, el año pasado los usuarios todavía encontraban pegas. Según el informe español, el 62 % de quienes visualizaron contenidos ilegales argumentaban que “los originales son muy caros” y el 55 % que eligieron las webs pirata por la “rapidez y facilidad de acceso”.
Uno de los impedimentos para el triunfo definitivo de los servicios que ofertan películas y series es la falta de un catálogo verdaderamente completo. Para conseguirlo, “tienes que pagar varias suscripciones, y esto sí sale caro”, apuntan fuentes del sector español.
Karaganis no prevé que la piratería vaya a desaparecer, sino que se reducirá a ciertas áreas “que nos interesan como sociedad”, como la cultura, donde “el problema no es la escasez, sino una abundancia arrolladora de expresión” en todas sus manifestaciones (libros, películas, series, música, etc.). Un material que “gran parte del mundo ha disfrutado y participado principalmente a través de los canales de la piratería”, indica. Por eso, aunque la necesidad de recurrir a ellos descienda, los almacenes y webs de enlaces de distribución de archivos protegidos por ‘copyright’ sobreviven, sea en la reencarnación tecnológica que sea.
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El cierre de plataformas como The Pirate Bay y, más recientemente, Kickass Torrents, ha hecho temblar los cimientos de las redes de distribución ilícita de contenidos. Según Peter Sunde, cofundador de la primera, la causa del declive está en sustentar todo el sistema en grandes webs y almacenes virtuales donde se concentran la mayoría de ficheros. Mientras que algunos relacionan el estancamiento de la piratería con el auge de servicios como Netflix, otros señalan su propia incapacidad para innovar.
En su afán por actualizar la legislación sobre propiedad intelectual, la Comisión Europea (CE) propone aplicar nuevas medidas para regular los derechos de autor y erradicar la piratería en internet, en el marco del Mercado Único Digital. Sus responsables informaban la semana pasada de sus intenciones: las plataformas que alojan contenidos audiovisuales, incluida YouTube, deberán aplicar filtros tecnológicos más estrictos para detectar las obras exhibidas sin permiso de los autores y colaborar con estos para proteger su trabajo.
El anuncio de la CE, y las concreciones que están todavía por llegar, son solo algunos pasos más en la lucha de las autoridades contra la distribución ilegal de contenidos. Los resultados de la batalla, sin embargo, no están muy claros. Mientras que el último estudio ‘ Observatorio de la piratería y hábitos de consumo de contenidos 2015′ concluye que “la piratería no remite” −el año pasado se accedió ilegalmente a 4.307 millones de contenidos digitales−, elMinisterio de Educación, Cultura y Deporte ve una ligera disminución.
Pero, más allá de las barreras institucionales y sus controvertidos frutos, hay otros factores que repercuten en la situación global de la piratería. Para Peter Sunde, cofundador de la clausurada The Pirate Bay, la comunidad de las descargas necesita más innovación para seguir viva. Así lo ha asegurado después de que la policía arrestara este verano al propietario de la página Kickass Torrents(KAT) en Polonia.
Con el bloqueo de esta web, un punto de referencia para el intercambio de archivos ‘torrent’ que incluso superaba en tráfico a la web de Sunde, la estructura ha perdido uno de sus pilares fundamentales. En opinión del estadounidense, el golpe contra KAT prueba la vulnerabilidad del ecosistema debido a que “la mayoría de usuarios dependen de un pequeño número de ‘sites’, que son los principales objetivos de los agentes judiciales”.
“La centralización siempre va a ser problemática, pero no creo que sea posible cambiarlo”, indica a HojaDeRouter.com Tamas Kocsis, fundador de ZeroNet, una plataforma de transferencia de archivos ‘peer to peer’ (P2P) basada en BitTorrent. Modificar esta tendencia es complicado “porque Google prefiere las páginas populares y los usuarios buscan los repositorios de contenido más completos”.
Sin embargo, el uso masivo del protocolo BitTorrent en las redes P2P ha sido solo la última de las etapas en la evolución tecnológica de la piratería en internet. Uno de los primeros servicios a gran escala de este tipo fue Napster, un sistema de distribución de archivos musicales a través de una red de usuarios nacido allá por el 2000 y clausurado por la justicia un año más tarde.
Los aficionados a descargar contenido protegido por derechos de autor no quedaron huérfanos por mucho tiempo: en el 2001, el sueco Niklas Zennstrom y el danés Janus Friis compraban el programa Kazaa y el protocolo FastTrack en el que se basaba a un grupo de programadores estonios. Como su antecesor, el programa permitía compartir ficheros entre usuarios.
Poco después, Hedrik Breitkeruz lanzó el famoso eMule. Este ‘software’ libre facilitaba también el tráfico de archivos entre usuarios de la red P2P eDonkey2000. A diferencia de lo que ocurría en Napster, los internautas podían obtener pedazos de un mismo fichero desde varias fuentes hasta completarlo, aumentando así la velocidad del intercambio de datos.
LAS COMPLICACIONES, UN MOTOR PARA EL DESARROLLO
“Las nuevas tecnologías de distribución de ficheros, como la mayoría de tecnologías, responden a problemas y necesidades variables”, explica Joe Karaganis, director del proyecto educativo Open Syllabus y experto en producción cultural y piratería de la Universidad de Columbia (Estados Unidos). Mientras que en el pasado las novedades en el sector parecían sucederse, actualmente el avance se ha ralentizado debido, según Karaganis, a la falta de estímulos externos: “No hemos visto ningún problema dramático ni necesidad que lleve a un cambio importante”, dice.
No obstante “hay innovación, también en áreas más pequeñas que no estaban cubiertas anteriormente”, advierte el investigador estadounidense. Pone como ejemplo la plataforma Sci-Hub(una biblioteca abierta de artículos científicos fundada en 2011 por la kazaja Alexandra Elbakya) y se refiere a la web Popcorn Timecomo “una forma de mejorar la experiencia de usuario para la visualización de películas y series piratas”.
Paradójicamente, las represalias y acciones legales constituyen otro de los motores que impulsan la renovación. “A medida que se hizo más peligroso ser un intermediario activo en servicios como Napster, las redes para compartir archivos se deslocalizaron”, argumenta Karaganis. A pesar de basarse en la estrategia P2P, las listas de los nodos conectados y los ficheros intercambiados a través de Napster se mantenían en servidores centrales.
El riesgo para los usuarios también ha aumentado, según el experto, además del número de maniobras judiciales destinadas a cerrar webs. Por eso, “los sistemas de distribución de contenidos P2P han empezado a contribuir al desarrollo deherramientas de privacidad y anonimato ‘online’, como las redes privadas virtuales y las ‘seedboxes’ [servidores remotos para subir y descargar archivos]”, prosigue el investigador de la Universidad de Columbia.
En opinión de Karaganis, el actual reto es garantizar el anonimato en la Red, un área que interesa tanto a los que comparten contenido pirata como a los agentes que velan por los derechos de autor. “Creo que va a ser un campo en el que se va a invertir e innovar por ambas partes”, dice el experto. “Los mecanismos para proteger la propiedad intelectual convergen aquí con cuestiones de seguridad de la información, por lo que las medidas resultantes constituyen una de las mayores amenazas para la piratería y para la privacidad”.
En sus declaraciones, Sunde criticaba que las grandes webs de descargas no se molestan en utilizar nuevas tecnologías para proteger la privacidad de los usuarios ni garantizar la descentralización de las redes. Sin embargo, existen proyectos como ZeroNet que, ajenos al sector de la distribución de contenidos ilícitos, sirven de modelo para ilustrar las últimas estrategias para compartir archivos.
“ZeroNet es un sistema totalmente P2P, no hay servidores centrales”, describe su creador. Todos los visitantes de una web almacenan la información en sus propios ordenadores, de forma que ayudan a distribuirla aunque la fuente original no esté disponible. Además, el ‘software’ es compatible con la red Tor, “que puede ocultar tu dirección IP y hacerte totalmente anónimo”, indica Kocsis.
El proyecto incluye Namecoin, “un sistema alternativo de registro de dominios que no depende de ninguna autoridad central, lo que lo hace resistente a la censura”, detalla el húngaro. Funciona de manera similar a Bitcoin y su tecnología de ‘blockchain’ o cadena de bloques, una especie de entramado en el que se engarzan los ordenadores de una red y donde quedan registrados los flujos de información.
Tanto la criptomoneda como BitTorrent han servido también de inspiración a Juan Benet, creador del InterPlanetary File System (IPFS), un protocolo hipermedia de transmisión de datos P2P. “Hubo mucha experimentación en las redes P2P entre 1998 y 2004, luego un parón, y después arrancó de nuevo tras el éxito de Bitcoin, en 2012”, señala Benet. El sistema que ha desarrollado, al igual que ZeroNet, evita que los usuarios tengan que conectarse obligatoriamente a un servidor principal para mostrar una página web, ya que su contenido se almacena en varios equipos. Así, aumentan la deslocalización y la eficiencia en la transferencia de datos al provenir de una fuente más cercana o viajar por una línea con más capacidad.
LA LLEGADA DE LOS GIGANTES
Según el último informe de la Intellectual Property Office (IPO) británica, el número de usuarios que recurren a redes P2P para descargar contenidos ‘pirata’ ha descendido en un 2 % (aunque unos 7 millones siguen recurriendo a ‘sites’ de distribución ilícita). Por su parte, la proporción de personas que acuden únicamente a medios legales alcanzó el 44 %. La cifra supone un ligero aumento con respecto al año anterior, que se ha producido, según los promotores del estudio, gracias al auge de grandes plataformas de ‘streaming’ como Netflix.
Aunque los datos del ‘Observatorio de la piratería y hábitos de consumo de contenidos 2015’ reflejan que el porcentaje de consumidores españoles que accedió a contenidos digitales creció un 5 % desde 2014, “diferentes investigaciones han establecido la relación entre el crecimiento de los servicios asequibles de contenido ‘online’ y el estancamiento o declive de la piratería”, asegura Karaganis. El fenómeno se da principalmente en Estados Unidos y la Unión Europea, “donde las tasas de uso de los sistemas que vulneran los derechos de propiedad intelectual se han estabilizado o descendido en los últimos cinco años”, dice el experto.
“Las cosas eran muy distintas en el 2011”, advierten fuentes del sector en España. Por entonces, “no existía un solo videoclub ‘online’ en nuestro país, ni una sola web aparte de YouTube donde encontrar contenidos”. Una situación que ha cambiado enormemente con el auge de plataformas como Netflix, Yomvi, Wuaki o Filmin, que ofrecen su catálogo a un precio cada vez más asequible. “Esto a la larga desincentiva el consumo por medios ilícitos”, opinan.
Ponen el ejemplo de la música, donde Spotify ha ganado adeptos hasta convertirse en un servicio masivo a coste cero en su versión gratuita: “Hoy en día sigue habiendo gente que descarga canciones, pero ya es una minoría comparado con lo que ocurría hace años porque el acceso a se ha facilitado muchísimo”.
Sin embargo, el año pasado los usuarios todavía encontraban pegas. Según el informe español, el 62 % de quienes visualizaron contenidos ilegales argumentaban que “los originales son muy caros” y el 55 % que eligieron las webs pirata por la “rapidez y facilidad de acceso”.
Uno de los impedimentos para el triunfo definitivo de los servicios que ofertan películas y series es la falta de un catálogo verdaderamente completo. Para conseguirlo, “tienes que pagar varias suscripciones, y esto sí sale caro”, apuntan fuentes del sector español.
Karaganis no prevé que la piratería vaya a desaparecer, sino que se reducirá a ciertas áreas “que nos interesan como sociedad”, como la cultura, donde “el problema no es la escasez, sino una abundancia arrolladora de expresión” en todas sus manifestaciones (libros, películas, series, música, etc.). Un material que “gran parte del mundo ha disfrutado y participado principalmente a través de los canales de la piratería”, indica. Por eso, aunque la necesidad de recurrir a ellos descienda, los almacenes y webs de enlaces de distribución de archivos protegidos por ‘copyright’ sobreviven, sea en la reencarnación tecnológica que sea.
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