Finalmente, se impuso la voluntad y el interés de los ciudadanos: ayer, laFederal Communications Commission (FCC) aprobóel paso de los servicios de telecomunicaciones de banda ancha a través de internet como servicios de telecomunicaciones o public utilities, lo que conlleva que sus proveedores tendrán la consideración de common carriers. En la práctica, esto implica que las empresas de telecomunicaciones tendrán completamente prohibido el bloqueo o ralentización de determinados servicios para dar prioridad a otros a cambio de un pago, la principal cuestión en debate – que no la única – que provocó la discusión en torno a la neutralidad de la red.
La dimensión de la decisión tomada ayer es histórica. He escrito en infinidad de ocasiones sobre la neutralidad de la red e incluso colaboré en la presentación de una moción para tratar de garantizarla por ley en el Senado español, y el escenario que comenzó a definirse con la decisión de la FCC de ayer es el mejor que se podía esperar. Es claro, rotundo, inequívoco, y realmente pone las cosas en su sitio con respecto a lo que los proveedores de telecomunicaciones podrán llevar a cabo tanto en redes fijas como móviles. Para entender la magnitud de la decisión de ayer, lo mejor es leer las reacciones de los actores implicados hoy, incluido el análisis de Tim Wu, inventor del propio término “network neutrality”.
El resultado de la votación de ayer supone un enorme triunfo del activismo y la participación ciudadana frente a la presión del lobby de las empresas de telecomunicaciones. La neutralidad de la red fue una de las primeras promesas de Barack Obama en la primera de sus campañas en 2008, pero a lo largo de la primera y segunda legislatura, la presión de los lobbies y el fracaso del primer intento de consagrarla por ley llevado a cabo por Julius Genachowski desde la FCC llevó primero a una inacción en este sentido, y después al nombramiento de un ex-lobbista de la industria del cable y las telecomunicaciones, Tom Wheeler, como responsable de la FCC, lo que llevaba a presagiar lo peor. De hecho, los primeros movimientos de Wheeler en este sentido representaban auténticamente el mejor escenario para las empresas de telecomunicaciones. Ha sido el activismo popular, expresado a través de infinidad de campañas, publicaciones, llamadas, cartas, manifestaciones y presión en todos los sentidos lo que llevó a Obama a reforzar su postura en defensa de la neutralidad de la red y, finalmente, a esta votación. La FCC es una agencia independiente, pero contrariamente a lo que ocurre en “democracias simuladas” como España en las que los supuestos representantes de los ciudadanos pueden hacer lo que les dé la gana, la toma de decisiones frontalmente en contra del criterio de los ciudadanos supone un verdadero problema en los Estados Unidos. Sobrepasado un umbral determinado, la FCC no podía dejar de escuchar la voz de los ciudadanos y de los académicos expertos. Y sencillamente, ha hecho eso: escuchar la voz de los ciudadanos.
La mejor prueba de lo positivo de la decisión es la furiosa reacción de una empresa de telecomunicaciones como Verizon, que amenaza con demandar a la FCC y comunicó una respuesta en código Morse. No, Verizon, no se trata de regulaciones anticuadas: se trata de defender a los ciudadanos de la infinita codicia de empresas como la vuestra, que pretenden convertir internet en una nueva versión de la televisión por cable, donde solo pueden emitir aquellos que llegan con vosotros a un acuerdo económico para evitar que ralenticéis su tráfico. Las amenazas de la industria de detener sus inversiones en banda ancha me preocupan más bien poco: si los actuales competidores se enrocan y se niegan a invertir en fibra, ya llegarán otros y lo harán en su lugar, sencillamente porque en este entorno, el dinero no permanece mucho tiempo encima de la mesa sin que alguien llegue y haga una oferta para llevárselo. De hecho, en otra de las decisiones importantes tomadas ayer por la FCC, los ayuntamientos obtienen la posibilidad de llevar a cabo sus propias inversiones para dotar de banda ancha a sus ciudadanos, lo que supone la derogación de las leyes que anteriormente protegían a los proveedores de acceso. La tendencia en los Estados Unidos es clara: en un número creciente de ciudades, la mejor oferta de banda ancha no llega a través de una empresa de telecomunicaciones tradicional, sino mediante empresas como Google y similares. Si las empresas de telecomunicaciones no quieren moverse, otros lo harán.
No todo está conseguido. En Estados Unidos, falta la votación en el Congreso, donde muchos de los congresistas republicanos untados por los lobbies correspondientes aún tienen el atrevimiento de prometer dura lucha, de nuevo en contra de los intereses de aquellos que les votaron. El activismo norteamericano deberá seguir encima de los ataques que esos estómagos agradecidos pretendan hacer en el Congreso, y vigilando los agujeros que puedan surgir en las provisiones de la FCC. Es momento de pensar en los próximos pasos. Pero más que nunca, ahora es el momento de trasladar las garantías de protección de la neutralidad de la red al resto del mundo: en Europa, la propuesta de legislación del mercado único de las telecomunicaciones puede representar un paso importante, pero aún requiere de la debida vigilancia sobre los políticos que pretenden suavizar – o mejor, desnaturalizar – las reglas. Y en el resto del mundo, otros países están luchando sus propias batallas en este sentido: el triunfo en los Estados Unidos va a suponer, sin duda, un fuerte estímulo en la dirección correcta. Pero hay que seguir ahí: escribiendo, hablando, reclamando y poniendo las cosas en su sitio.
Por otro lado, la protección por ley de la neutralidad de la red no terminará con el abuso de algunas empresas de telecomunicaciones: zombie cookies para registrar tus hábitos de navegación (comprueba si tu operador las utiliza accediendo a esta página desde tu móvil con la WiFi apagada y cuando estés en red 3G o 4G, es posible que te sorprendas) y otras jugadas contra las que habrá que seguir posicionándose. Internet se ha convertido en algo demasiado importante como para dejarlo en manos de unas empresas de telecomunicaciones que han probado ya en demasiadas ocasiones su codicia e irresponsabilidad. Internet es la nueva política.
Finalmente, se impuso la voluntad y el interés de los ciudadanos: ayer, laFederal Communications Commission (FCC) aprobóel paso de los servicios de telecomunicaciones de banda ancha a través de internet como servicios de telecomunicaciones o public utilities, lo que conlleva que sus proveedores tendrán la consideración de common carriers. En la práctica, esto implica que las empresas de telecomunicaciones tendrán completamente prohibido el bloqueo o ralentización de determinados servicios para dar prioridad a otros a cambio de un pago, la principal cuestión en debate – que no la única – que provocó la discusión en torno a la neutralidad de la red.
La dimensión de la decisión tomada ayer es histórica. He escrito en infinidad de ocasiones sobre la neutralidad de la red e incluso colaboré en la presentación de una moción para tratar de garantizarla por ley en el Senado español, y el escenario que comenzó a definirse con la decisión de la FCC de ayer es el mejor que se podía esperar. Es claro, rotundo, inequívoco, y realmente pone las cosas en su sitio con respecto a lo que los proveedores de telecomunicaciones podrán llevar a cabo tanto en redes fijas como móviles. Para entender la magnitud de la decisión de ayer, lo mejor es leer las reacciones de los actores implicados hoy, incluido el análisis de Tim Wu, inventor del propio término “network neutrality”.
El resultado de la votación de ayer supone un enorme triunfo del activismo y la participación ciudadana frente a la presión del lobby de las empresas de telecomunicaciones. La neutralidad de la red fue una de las primeras promesas de Barack Obama en la primera de sus campañas en 2008, pero a lo largo de la primera y segunda legislatura, la presión de los lobbies y el fracaso del primer intento de consagrarla por ley llevado a cabo por Julius Genachowski desde la FCC llevó primero a una inacción en este sentido, y después al nombramiento de un ex-lobbista de la industria del cable y las telecomunicaciones, Tom Wheeler, como responsable de la FCC, lo que llevaba a presagiar lo peor. De hecho, los primeros movimientos de Wheeler en este sentido representaban auténticamente el mejor escenario para las empresas de telecomunicaciones. Ha sido el activismo popular, expresado a través de infinidad de campañas, publicaciones, llamadas, cartas, manifestaciones y presión en todos los sentidos lo que llevó a Obama a reforzar su postura en defensa de la neutralidad de la red y, finalmente, a esta votación. La FCC es una agencia independiente, pero contrariamente a lo que ocurre en “democracias simuladas” como España en las que los supuestos representantes de los ciudadanos pueden hacer lo que les dé la gana, la toma de decisiones frontalmente en contra del criterio de los ciudadanos supone un verdadero problema en los Estados Unidos. Sobrepasado un umbral determinado, la FCC no podía dejar de escuchar la voz de los ciudadanos y de los académicos expertos. Y sencillamente, ha hecho eso: escuchar la voz de los ciudadanos.
La mejor prueba de lo positivo de la decisión es la furiosa reacción de una empresa de telecomunicaciones como Verizon, que amenaza con demandar a la FCC y comunicó una respuesta en código Morse. No, Verizon, no se trata de regulaciones anticuadas: se trata de defender a los ciudadanos de la infinita codicia de empresas como la vuestra, que pretenden convertir internet en una nueva versión de la televisión por cable, donde solo pueden emitir aquellos que llegan con vosotros a un acuerdo económico para evitar que ralenticéis su tráfico. Las amenazas de la industria de detener sus inversiones en banda ancha me preocupan más bien poco: si los actuales competidores se enrocan y se niegan a invertir en fibra, ya llegarán otros y lo harán en su lugar, sencillamente porque en este entorno, el dinero no permanece mucho tiempo encima de la mesa sin que alguien llegue y haga una oferta para llevárselo. De hecho, en otra de las decisiones importantes tomadas ayer por la FCC, los ayuntamientos obtienen la posibilidad de llevar a cabo sus propias inversiones para dotar de banda ancha a sus ciudadanos, lo que supone la derogación de las leyes que anteriormente protegían a los proveedores de acceso. La tendencia en los Estados Unidos es clara: en un número creciente de ciudades, la mejor oferta de banda ancha no llega a través de una empresa de telecomunicaciones tradicional, sino mediante empresas como Google y similares. Si las empresas de telecomunicaciones no quieren moverse, otros lo harán.
No todo está conseguido. En Estados Unidos, falta la votación en el Congreso, donde muchos de los congresistas republicanos untados por los lobbies correspondientes aún tienen el atrevimiento de prometer dura lucha, de nuevo en contra de los intereses de aquellos que les votaron. El activismo norteamericano deberá seguir encima de los ataques que esos estómagos agradecidos pretendan hacer en el Congreso, y vigilando los agujeros que puedan surgir en las provisiones de la FCC. Es momento de pensar en los próximos pasos. Pero más que nunca, ahora es el momento de trasladar las garantías de protección de la neutralidad de la red al resto del mundo: en Europa, la propuesta de legislación del mercado único de las telecomunicaciones puede representar un paso importante, pero aún requiere de la debida vigilancia sobre los políticos que pretenden suavizar – o mejor, desnaturalizar – las reglas. Y en el resto del mundo, otros países están luchando sus propias batallas en este sentido: el triunfo en los Estados Unidos va a suponer, sin duda, un fuerte estímulo en la dirección correcta. Pero hay que seguir ahí: escribiendo, hablando, reclamando y poniendo las cosas en su sitio.
Por otro lado, la protección por ley de la neutralidad de la red no terminará con el abuso de algunas empresas de telecomunicaciones: zombie cookies para registrar tus hábitos de navegación (comprueba si tu operador las utiliza accediendo a esta página desde tu móvil con la WiFi apagada y cuando estés en red 3G o 4G, es posible que te sorprendas) y otras jugadas contra las que habrá que seguir posicionándose. Internet se ha convertido en algo demasiado importante como para dejarlo en manos de unas empresas de telecomunicaciones que han probado ya en demasiadas ocasiones su codicia e irresponsabilidad. Internet es la nueva política.
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