Imagina que eres el director de una empresa TIC, de un empleo de gestión administrativa o el dueño de un grupo de comunicación. Tal vez tengas miedo de permitir que tus empleados trabajen en casa, sin vigilancia, pero según recientes estudios ya no es una elección si lo que buscas es la eficiencia laboral: desde 2008 la pérdida de concentración en las oficinas ha aumentado un 16%, y hasta un 13% de los trabajadores dicen que no cuentan con espacios de trabajo que les permita concentrarse en las instalaciones de su empresa. Al parecer, muchos millennials ponen ahora como primera necesidad de su oficina que haya silencio.
La eterna batalla del presencialismo vs teletrabajo: cada vez más claramente gana la segunda en detrimento de la primera, aunque por supuesto, para esos trabajos que obliguen a un esfuerzo intelectual autónomo por parte del trabajador. ¿Cuánto más trabaja un oficinista en su casa que en el curro? Es una respuesta difícil, ya que depende desde el sector laboral hasta los roles asignados al empleado, pero según el INE los teletrabajadores aumentan su productividad entre un 5% y un 25% respecto a los presenciales. No calientan la silla, sino que buscan completar el volumen de trabajo. El 91% de los trabajadores siente que estaría más productivo en su casa que en la oficina.
Las oficinas divertidas no funcionan: pese a lo mucho que se prodigan los diseños de los espacios de trabajo al estilo de Google o Facebook, no valen para todo el mundo. Oficinas abiertas, con mesas de ping pong y neveritas con cerveza, pueden funcionar para empleos que requieran de un desarrollo creativo en equipo, pero para todos los que no se pasen tres cuartas partes de la jornada trabajando con sus compañeros estos escenarios suponen una trampa mortal para la concentración.
Las diáfanas, tampoco: aunque no haya toboganes, las oficinas abiertas y sin cubículos (que suponen en Estados Unidos más del 70% del modelo arquitectónico laboral y aquí también están por todas partes) tampoco son mucho mejores: los que trabajan en “grandes praderas“ se distraen cada tres minutos por las personas que los rodean y pierden hasta 86 minutos de trabajo al día.
Más eficientes, más estresados: como empleador, y como hemos visto, puede que el teletrabajo sea la mejor opción para muchos modelos de negocio. Sin embargo, el trabajo por objetivos en lugar de por horas regladas tiene importantes contras para los trabajadores: según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo, un 33% de los empleados que trabajan a distancia superan las 40 horas a la semana mientras que los que lo hacen en oficinas son un 19%. Reportan más estrés y trastornos del sueño. Sufren por sentir que están siempre conectados y es más habitual que trabajen estando enfermos que sus compañeros de oficina presencial. Nada de lo que un empresario ambicioso vaya a quejarse.
Imagen: RecondOil
Fuente
Imagina que eres el director de una empresa TIC, de un empleo de gestión administrativa o el dueño de un grupo de comunicación. Tal vez tengas miedo de permitir que tus empleados trabajen en casa, sin vigilancia, pero según recientes estudios ya no es una elección si lo que buscas es la eficiencia laboral: desde 2008 la pérdida de concentración en las oficinas ha aumentado un 16%, y hasta un 13% de los trabajadores dicen que no cuentan con espacios de trabajo que les permita concentrarse en las instalaciones de su empresa. Al parecer, muchos millennials ponen ahora como primera necesidad de su oficina que haya silencio.
La eterna batalla del presencialismo vs teletrabajo: cada vez más claramente gana la segunda en detrimento de la primera, aunque por supuesto, para esos trabajos que obliguen a un esfuerzo intelectual autónomo por parte del trabajador. ¿Cuánto más trabaja un oficinista en su casa que en el curro? Es una respuesta difícil, ya que depende desde el sector laboral hasta los roles asignados al empleado, pero según el INE los teletrabajadores aumentan su productividad entre un 5% y un 25% respecto a los presenciales. No calientan la silla, sino que buscan completar el volumen de trabajo. El 91% de los trabajadores siente que estaría más productivo en su casa que en la oficina.
Las oficinas divertidas no funcionan: pese a lo mucho que se prodigan los diseños de los espacios de trabajo al estilo de Google o Facebook, no valen para todo el mundo. Oficinas abiertas, con mesas de ping pong y neveritas con cerveza, pueden funcionar para empleos que requieran de un desarrollo creativo en equipo, pero para todos los que no se pasen tres cuartas partes de la jornada trabajando con sus compañeros estos escenarios suponen una trampa mortal para la concentración.
Las diáfanas, tampoco: aunque no haya toboganes, las oficinas abiertas y sin cubículos (que suponen en Estados Unidos más del 70% del modelo arquitectónico laboral y aquí también están por todas partes) tampoco son mucho mejores: los que trabajan en “grandes praderas“ se distraen cada tres minutos por las personas que los rodean y pierden hasta 86 minutos de trabajo al día.
Más eficientes, más estresados: como empleador, y como hemos visto, puede que el teletrabajo sea la mejor opción para muchos modelos de negocio. Sin embargo, el trabajo por objetivos en lugar de por horas regladas tiene importantes contras para los trabajadores: según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo, un 33% de los empleados que trabajan a distancia superan las 40 horas a la semana mientras que los que lo hacen en oficinas son un 19%. Reportan más estrés y trastornos del sueño. Sufren por sentir que están siempre conectados y es más habitual que trabajen estando enfermos que sus compañeros de oficina presencial. Nada de lo que un empresario ambicioso vaya a quejarse.
Imagen: RecondOil
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