Casi tanto como en cualquier otra área, como la ciencia o la educación, el desarrollo de las herramientas de la tecnología de la información y de la comunicación (TIC) tiene la capacidad de impactar en la democracia. Los efectos del mundo digital sobre la política y la sociedad siguen siendo difíciles de calibrar, y la velocidad con la que estos nuevos instrumentos tecnológicos evolucionan es, a menudo, más rápida que la capacidad que pueda tener un académico para evaluarlos, o la capacidad que un responsable de formular políticas tenga para integrarlos en los diseños institucionales existentes.
Desde sus inicios, las herramientas digitales, y el acceso generalizado a Internet, han venido transformando los medios tradicionales de participación en la política, haciéndolos más efectivos. En distintos países, los procesos electorales se han vuelto más transparentes y eficaces, y la papeleta de votación ha sido sustituida por máquinas de votación electrónica. La firma de peticiones se convirtió en una herramienta generalizada y poderosa, ya que los ciudadanos individuales ya no necesitan ser molestados en las calles para que estampen su firma en una hoja de papel, sino que pueden ser contactados simultáneamente por millones de otros ciudadanos a través del correo electrónico, y sus nombres añadidos a peticiones virtuales, que pueden estar listas en pocos segundos. Las protestas y las manifestaciones también han sido revitalizadas sustancialmente en la era de Internet. En los últimos años, las redes sociales como Facebook y WhatsApp han demostrado ser un motor de las revueltas democráticas, movilizando a las masas, convocando grandes aglomeraciones y concienciando a la población, como fue el caso de la Primavera Árabe.
Si bien, al reducir los costos de participación, los medios tradicionales de participación política pueden ser más eficaces con el uso de herramientas TIC, no se puede asegurar que estén menos sujetos a distorsiones y manipulación. Durante las recientes elecciones en Estados Unidos, los ingenieros informáticos afirmaron que las máquinas electrónicas de votación podrían haber sido hackeadas, alterando los resultados en los condados que dependían de ellas. Las campañas electrónicas también pueden manipularse fácilmente si no se ponen en práctica procedimientos de identificación seguros. Y en estos tiempos de post-hechos y post-verdades, las protestas y las manifestaciones pueden ser el resultado de una estratégica manipulación partidista de los medios de comunicación social, lo que puede acabar llevando a la inestabilidad democrática, como ha ocurrido recientemente en Brasil. Sin embargo, la distorsión y la manipulación de estas formas tradicionales de participación también estuvieron presentes antes del surgimiento de las herramientas TIC, e independientemente de que éstas no resuelvan por sí solas estos problemas precedentes, es posible que puedan hacer que los procesos políticos sean más efectivos.
Sin embargo, lo que supone un escenario rompedor para la democracia no es tanto el impacto de las TIC en la revitalización de los medios tradicionales de participación política como son las elecciones, la firma de peticiones y las protestas a través de herramientas digitales, sino el cambio real sobre el funcionamiento de la democracia, del Estado, de los gobiernos y del modo en que la representación se materializa. Este cambio proviene de los nuevos medios de participación electrónica, o de las llamadas innovaciones digitales democráticas. Mientras que Internet puede impulsar las formas tradicionales de participación política mediante el aumento de la cantidad de ciudadanos comprometidos, las innovaciones democráticas que se basan en herramientas TIC pueden cambiar la calidad misma de la participación, cambiando de esta manera la naturaleza de la democracia y sus instituciones a largo plazo.
En primer lugar, las innovaciones digitales pueden cambiar la manera en que funciona la democracia, al hacerla más inclusiva y más deliberativa. La inclusión democrática real ocurre cuando se entiende, no en términos del número de ciudadanos y volumen de participación, sino en función de los grupos de destinatarios y las políticas abordadas por los nuevos medios de participación electrónica. Se han creado varias innovaciones democráticas digitales dirigidas específicamente hacia las mujeres, a los jóvenes y a otros grupos vulnerables, que normalmente no tienen solo una menor participación en la política electoral, sino que ven también sus intereses marginados por los políticos electos. Hemos asistido a la evolución de mecanismos de control digital que han permitido específicamente a las mujeres levantar sus voces contra las múltiples formas de violencia de género, y en muchos casos ayudar a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley a identificar a los agresores y a aumentar la vigilancia. Diversas políticas nuevas, dirigidas a los jóvenes, se han redactado en plataformas interactivas de formulación de políticas, utilizando los insumos provistos directamente por los ciudadanos jóvenes, que tienden a preferir el teclado de sus computadoras a las urnas. Estos nuevos espacios de participación política han venido enseñando a las nuevas generaciones, no simplemente a entender sus preferencias políticas como manifestaciones estáticas de elección, agregadas a través de mecanismos de votación cada dos o cuatro años, sino a expresar colectivamente sus demandas y construir sus opiniones políticas a través de la deliberación continua. Los grupos históricamente excluidos pueden ahora participar en nuevos espacios institucionales, diseñados para abordar temas que les conciernen específicamente, consiguiendo que sus propias voces (digitales) sean tenidas en cuenta en la elaboración y aplicación de políticas.
En segundo lugar, las innovaciones democráticas digitales pueden cambiar la manera en que los gobiernos gobiernan, haciendo que sean más fiables y eficaces. En poco tiempo, el gobierno electrónico y los datos abiertos se han convertido en herramientas tan generalizadas para mejorar la transparencia, que uno apenas puede seguir denominándolas innovaciones. Los diseños institucionales más innovadores y más democráticos pueden encontrarse hoy en día entre aquellos que dependen de las herramientas informáticas para permitir a los ciudadanos colaborar con su gobierno mediante la interacción con la administración pública. Algunas formas de administración interactiva han evolucionado tanto hacia sitios de Internet como hacia aplicaciones móviles (apps), donde los ciudadanos pueden identificar problemas en sus ciudades y proponer soluciones para remediarlos. Han aumentado rápidamente los mecanismos de mapeo colaborativo, permitiendo a los ciudadanos utilizar herramientas de geo-localización para hacer cosas tan variadas como denunciar delitos, detectar de focos de enfermedades, señalar áreas de deforestación o denunciar la corrupción. Tanto la administración interactiva como el mapeo colaborativo son dos tipos de innovaciones digitales que han sido diseñados para incluir a los ciudadanos en el proceso de aplicación de políticas, permitiéndoles desempeñar un papel en la implementación y evaluación de políticas al mismo tiempo que mejoran la prestación de servicios públicos, imponen el imperio de la ley y responsabilizan a los gobiernos.
En tercer lugar, las innovaciones digitales pueden cambiar la manera en que la representación se realiza, haciéndola más sensible. Considerando que, a veces, millones de votos no son suficientes para asegurar que los políticos elegidos tengan en cuenta las preferencias de sus electorados, en algunos casos la participación electrónica de unos pocos miles de ciudadanos ha demostrado ser más eficaz para hacer que esas preferencias sean escuchadas. Los procesos de legislación crowdsourcing representan quizás el cambio más innovador que haya tenido lugar en los parlamentos en los últimos siglos, permitiendo a los ciudadanos colaborar en la redacción de nueva legislación y, por lo tanto, participar en la elaboración de leyes. En algunos casos, esta forma de participación ciudadana en línea no sólo se limita al establecimiento de la agenda, sino también es útil para la etapa de formulación del ciclo de la política mediante la adición, la modificación o la eliminación de partes de nuevas leyes que serán luego adoptadas por los representantes. Un número cada vez mayor de partidos políticos también ha venido utilizando plataformas de código abierto para permitir que los ciudadanos contribuyan con sugerencias a sus agendas políticas, se opongan a políticas que adoptaron, y voten en línea sobre los temas sobre los que estos partidos deben votar en los parlamentos. El uso de tales herramientas permite a los partidos y a sus afiliados y simpatizantes fortalecer las relaciones entre ellos y, posiblemente, ganar nuevos partidarios. Curiosamente, las innovaciones digitales han hecho que la representación por medios virtuales sea, a la vez, menos virtual.
Estos nuevos diseños institucionales digitales no sólo mejoran la participación, sino que también mejoran la democracia, aumentando la inclusión política, generando rendición de cuentas, imponiendo el imperio de la ley y aumentando la capacidad de respuesta. También pueden promover la igualdad social, ya que incluyen grupos tradicionalmente desfavorecidos y proporcionan canales para expresar esas demandas que están insuficientemente representadas. Hace tan sólo unos años una podía argumentar que la brecha digital excluye a los ciudadanos con bajos ingresos, pero hoy en día el uso generalizado de los teléfonos inteligentes casi está convirtiendo en obsoletas a las computadoras como dispositivos necesarios para acceder a Internet. No es por casualidad que en algunos de los países más pobres se encuentre el mayor número de smartphones per cápita, y que tales dispositivos de Internet móvil hayan demostrado ser una herramienta eficaz para incluir a los ciudadanos que viven en sociedades muy desiguales. Al corregir algunos de los déficits de los gobiernos representativos, y proporcionar nuevas formas de lidiar con la desigualdad social, las nuevas formas de participación electrónica quizás no puedan cambiar la democracia tan rápidamente como evolucionan y se expanden, pero ciertamente han hecho que, a través de la innovación digital de las instituciones, la democracia sea más diversa e inclusiva.
Casi tanto como en cualquier otra área, como la ciencia o la educación, el desarrollo de las herramientas de la tecnología de la información y de la comunicación (TIC) tiene la capacidad de impactar en la democracia. Los efectos del mundo digital sobre la política y la sociedad siguen siendo difíciles de calibrar, y la velocidad con la que estos nuevos instrumentos tecnológicos evolucionan es, a menudo, más rápida que la capacidad que pueda tener un académico para evaluarlos, o la capacidad que un responsable de formular políticas tenga para integrarlos en los diseños institucionales existentes.
Desde sus inicios, las herramientas digitales, y el acceso generalizado a Internet, han venido transformando los medios tradicionales de participación en la política, haciéndolos más efectivos. En distintos países, los procesos electorales se han vuelto más transparentes y eficaces, y la papeleta de votación ha sido sustituida por máquinas de votación electrónica. La firma de peticiones se convirtió en una herramienta generalizada y poderosa, ya que los ciudadanos individuales ya no necesitan ser molestados en las calles para que estampen su firma en una hoja de papel, sino que pueden ser contactados simultáneamente por millones de otros ciudadanos a través del correo electrónico, y sus nombres añadidos a peticiones virtuales, que pueden estar listas en pocos segundos. Las protestas y las manifestaciones también han sido revitalizadas sustancialmente en la era de Internet. En los últimos años, las redes sociales como Facebook y WhatsApp han demostrado ser un motor de las revueltas democráticas, movilizando a las masas, convocando grandes aglomeraciones y concienciando a la población, como fue el caso de la Primavera Árabe.
Si bien, al reducir los costos de participación, los medios tradicionales de participación política pueden ser más eficaces con el uso de herramientas TIC, no se puede asegurar que estén menos sujetos a distorsiones y manipulación. Durante las recientes elecciones en Estados Unidos, los ingenieros informáticos afirmaron que las máquinas electrónicas de votación podrían haber sido hackeadas, alterando los resultados en los condados que dependían de ellas. Las campañas electrónicas también pueden manipularse fácilmente si no se ponen en práctica procedimientos de identificación seguros. Y en estos tiempos de post-hechos y post-verdades, las protestas y las manifestaciones pueden ser el resultado de una estratégica manipulación partidista de los medios de comunicación social, lo que puede acabar llevando a la inestabilidad democrática, como ha ocurrido recientemente en Brasil. Sin embargo, la distorsión y la manipulación de estas formas tradicionales de participación también estuvieron presentes antes del surgimiento de las herramientas TIC, e independientemente de que éstas no resuelvan por sí solas estos problemas precedentes, es posible que puedan hacer que los procesos políticos sean más efectivos.
Sin embargo, lo que supone un escenario rompedor para la democracia no es tanto el impacto de las TIC en la revitalización de los medios tradicionales de participación política como son las elecciones, la firma de peticiones y las protestas a través de herramientas digitales, sino el cambio real sobre el funcionamiento de la democracia, del Estado, de los gobiernos y del modo en que la representación se materializa. Este cambio proviene de los nuevos medios de participación electrónica, o de las llamadas innovaciones digitales democráticas. Mientras que Internet puede impulsar las formas tradicionales de participación política mediante el aumento de la cantidad de ciudadanos comprometidos, las innovaciones democráticas que se basan en herramientas TIC pueden cambiar la calidad misma de la participación, cambiando de esta manera la naturaleza de la democracia y sus instituciones a largo plazo.
En primer lugar, las innovaciones digitales pueden cambiar la manera en que funciona la democracia, al hacerla más inclusiva y más deliberativa. La inclusión democrática real ocurre cuando se entiende, no en términos del número de ciudadanos y volumen de participación, sino en función de los grupos de destinatarios y las políticas abordadas por los nuevos medios de participación electrónica. Se han creado varias innovaciones democráticas digitales dirigidas específicamente hacia las mujeres, a los jóvenes y a otros grupos vulnerables, que normalmente no tienen solo una menor participación en la política electoral, sino que ven también sus intereses marginados por los políticos electos. Hemos asistido a la evolución de mecanismos de control digital que han permitido específicamente a las mujeres levantar sus voces contra las múltiples formas de violencia de género, y en muchos casos ayudar a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley a identificar a los agresores y a aumentar la vigilancia. Diversas políticas nuevas, dirigidas a los jóvenes, se han redactado en plataformas interactivas de formulación de políticas, utilizando los insumos provistos directamente por los ciudadanos jóvenes, que tienden a preferir el teclado de sus computadoras a las urnas. Estos nuevos espacios de participación política han venido enseñando a las nuevas generaciones, no simplemente a entender sus preferencias políticas como manifestaciones estáticas de elección, agregadas a través de mecanismos de votación cada dos o cuatro años, sino a expresar colectivamente sus demandas y construir sus opiniones políticas a través de la deliberación continua. Los grupos históricamente excluidos pueden ahora participar en nuevos espacios institucionales, diseñados para abordar temas que les conciernen específicamente, consiguiendo que sus propias voces (digitales) sean tenidas en cuenta en la elaboración y aplicación de políticas.
En segundo lugar, las innovaciones democráticas digitales pueden cambiar la manera en que los gobiernos gobiernan, haciendo que sean más fiables y eficaces. En poco tiempo, el gobierno electrónico y los datos abiertos se han convertido en herramientas tan generalizadas para mejorar la transparencia, que uno apenas puede seguir denominándolas innovaciones. Los diseños institucionales más innovadores y más democráticos pueden encontrarse hoy en día entre aquellos que dependen de las herramientas informáticas para permitir a los ciudadanos colaborar con su gobierno mediante la interacción con la administración pública. Algunas formas de administración interactiva han evolucionado tanto hacia sitios de Internet como hacia aplicaciones móviles (apps), donde los ciudadanos pueden identificar problemas en sus ciudades y proponer soluciones para remediarlos. Han aumentado rápidamente los mecanismos de mapeo colaborativo, permitiendo a los ciudadanos utilizar herramientas de geo-localización para hacer cosas tan variadas como denunciar delitos, detectar de focos de enfermedades, señalar áreas de deforestación o denunciar la corrupción. Tanto la administración interactiva como el mapeo colaborativo son dos tipos de innovaciones digitales que han sido diseñados para incluir a los ciudadanos en el proceso de aplicación de políticas, permitiéndoles desempeñar un papel en la implementación y evaluación de políticas al mismo tiempo que mejoran la prestación de servicios públicos, imponen el imperio de la ley y responsabilizan a los gobiernos.
En tercer lugar, las innovaciones digitales pueden cambiar la manera en que la representación se realiza, haciéndola más sensible. Considerando que, a veces, millones de votos no son suficientes para asegurar que los políticos elegidos tengan en cuenta las preferencias de sus electorados, en algunos casos la participación electrónica de unos pocos miles de ciudadanos ha demostrado ser más eficaz para hacer que esas preferencias sean escuchadas. Los procesos de legislación crowdsourcing representan quizás el cambio más innovador que haya tenido lugar en los parlamentos en los últimos siglos, permitiendo a los ciudadanos colaborar en la redacción de nueva legislación y, por lo tanto, participar en la elaboración de leyes. En algunos casos, esta forma de participación ciudadana en línea no sólo se limita al establecimiento de la agenda, sino también es útil para la etapa de formulación del ciclo de la política mediante la adición, la modificación o la eliminación de partes de nuevas leyes que serán luego adoptadas por los representantes. Un número cada vez mayor de partidos políticos también ha venido utilizando plataformas de código abierto para permitir que los ciudadanos contribuyan con sugerencias a sus agendas políticas, se opongan a políticas que adoptaron, y voten en línea sobre los temas sobre los que estos partidos deben votar en los parlamentos. El uso de tales herramientas permite a los partidos y a sus afiliados y simpatizantes fortalecer las relaciones entre ellos y, posiblemente, ganar nuevos partidarios. Curiosamente, las innovaciones digitales han hecho que la representación por medios virtuales sea, a la vez, menos virtual.
Estos nuevos diseños institucionales digitales no sólo mejoran la participación, sino que también mejoran la democracia, aumentando la inclusión política, generando rendición de cuentas, imponiendo el imperio de la ley y aumentando la capacidad de respuesta. También pueden promover la igualdad social, ya que incluyen grupos tradicionalmente desfavorecidos y proporcionan canales para expresar esas demandas que están insuficientemente representadas. Hace tan sólo unos años una podía argumentar que la brecha digital excluye a los ciudadanos con bajos ingresos, pero hoy en día el uso generalizado de los teléfonos inteligentes casi está convirtiendo en obsoletas a las computadoras como dispositivos necesarios para acceder a Internet. No es por casualidad que en algunos de los países más pobres se encuentre el mayor número de smartphones per cápita, y que tales dispositivos de Internet móvil hayan demostrado ser una herramienta eficaz para incluir a los ciudadanos que viven en sociedades muy desiguales. Al corregir algunos de los déficits de los gobiernos representativos, y proporcionar nuevas formas de lidiar con la desigualdad social, las nuevas formas de participación electrónica quizás no puedan cambiar la democracia tan rápidamente como evolucionan y se expanden, pero ciertamente han hecho que, a través de la innovación digital de las instituciones, la democracia sea más diversa e inclusiva.
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