El desafío de dar acceso de calidad a Internet, subir el consumo de datos per cápita y no dejar a nadie atrás debe ser parte de los objetivos de cualquier gobierno que pretenda modernizar nuestro país.
En nuestro país hemos alcanzado una penetración del 99,9% en el servicio de agua potable para hogares. En alcantarillado dicha proporción llega al 95,3%, mientras que el acceso a la red eléctrica bordea el 99,6%. En otras palabras, en los últimos años el país ha sido capaz de proveer estos servicios básicos a casi la totalidad de la población. Sin lugar a duda, este éxito ha contribuido a mejorar la calidad de vida y la salud de las familias chilenas superando la brecha existente en el siglo anterior.
Últimamente, acostumbramos escuchar que Chile es el país latinoamericano líder en acceso a Internet. Esta postura complaciente acomoda tanto a las autoridades del sector, como a las empresas proveedoras. Sin embargo, en este servicio clave en la sociedad del siglo XXI, el país está considerablemente atrasado, y ya tampoco somos los líderes de la región. En efecto, menos del 50% de los hogares chilenos posee un acceso fijo a internet en sus viviendas.
Tal como el país se propuso y logró vencer las brechas de acceso al agua potable y a la electricidad, hoy corresponde plantearnos un desafío similar con el acceso a internet. No podemos desentendernos de esta necesidad básica para las familias chilenas.
Según la Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD), en junio del 2016 Chile posee una penetración de 2,8 millones de conexiones fijas a internet, de las cuales, alrededor de 2,5 millones eran residenciales; es decir, la mitad de los chilenos no cuenta con el servicio aún. Si nos comparamos con el resto de los países de la OECD, ajustando por ingreso per cápita, resulta que tenemos un déficit mínimo de un millón de conexiones. Numerosos países han alcanzado penetraciones superiores al 90% de los hogares.
Se podría argumentar que nuestras cifras de acceso a internet móvil no son malas y compensarían el déficit anterior. Sin embargo, esto no es así: sólo dos de cada tres personas poseen algún acceso móvil, pero se estima que la mitad de éstos es prepago. Desgraciadamente Subtel no provee esta estadística. Además, gran parte de quienes poseen algún plan móvil, también cuentan con acceso domiciliario, por lo que estas cifras no son sumables. Tampoco el acceso móvil es un sustituto del fijo, ni en precio ni en prestaciones. Mucho menos en modalidad prepago.
El precio en Chile es de los más altos de la OECD. Además, existe una gran diferencia en el valor del servicio móvil. Un megabyte de prepago puede costar 10 o 15 veces más que uno de un plan.
Según el índice VNI (Visual Networking Index) de Cisco, el consumo mensual de datos per cápita de Chile durante el año 2015 llegó a 14 Gigabytes. En Norteamérica, fue 69 y en Europa Occidental 27. Es decir, estamos lejos en términos de consumo, del de los países desarrollados.
En términos de la distribución de este consumo entre los diferentes segmentos socioeconómicos, seguramente nos encontraremos con amplias desigualdades en función de los antecedentes aportados previamente. Subtel no provee estas estadísticas tampoco. Probablemente nuestro índice de Gini de consumo de datos sea muchísimo peor que el del ingreso familiar.
En atención a estas cifras y a la importancia que tiene este servicio para la población y el desarrollo económico y social de Chile, urge revisar las políticas regulatorias y de desarrollo del sector para revertir estos resultados. Por de pronto, Subtel podría revisar y definir métricas relevantes para medir nuestro progreso; de lo contrario, seguiremos en la autocomplacencia que se infiere de las actuales.
El desafío de dar acceso de calidad a Internet, subir el consumo de datos per cápita y no dejar a nadie atrás debe ser parte de los objetivos de cualquier gobierno que pretenda modernizar nuestro país.
Alberto Mordojovich
Director Chiletec
Asociación de Empesas Chilenas de Tecnología
El desafío de dar acceso de calidad a Internet, subir el consumo de datos per cápita y no dejar a nadie atrás debe ser parte de los objetivos de cualquier gobierno que pretenda modernizar nuestro país.
En nuestro país hemos alcanzado una penetración del 99,9% en el servicio de agua potable para hogares. En alcantarillado dicha proporción llega al 95,3%, mientras que el acceso a la red eléctrica bordea el 99,6%. En otras palabras, en los últimos años el país ha sido capaz de proveer estos servicios básicos a casi la totalidad de la población. Sin lugar a duda, este éxito ha contribuido a mejorar la calidad de vida y la salud de las familias chilenas superando la brecha existente en el siglo anterior.
Últimamente, acostumbramos escuchar que Chile es el país latinoamericano líder en acceso a Internet. Esta postura complaciente acomoda tanto a las autoridades del sector, como a las empresas proveedoras. Sin embargo, en este servicio clave en la sociedad del siglo XXI, el país está considerablemente atrasado, y ya tampoco somos los líderes de la región. En efecto, menos del 50% de los hogares chilenos posee un acceso fijo a internet en sus viviendas.
Tal como el país se propuso y logró vencer las brechas de acceso al agua potable y a la electricidad, hoy corresponde plantearnos un desafío similar con el acceso a internet. No podemos desentendernos de esta necesidad básica para las familias chilenas.
Según la Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD), en junio del 2016 Chile posee una penetración de 2,8 millones de conexiones fijas a internet, de las cuales, alrededor de 2,5 millones eran residenciales; es decir, la mitad de los chilenos no cuenta con el servicio aún. Si nos comparamos con el resto de los países de la OECD, ajustando por ingreso per cápita, resulta que tenemos un déficit mínimo de un millón de conexiones. Numerosos países han alcanzado penetraciones superiores al 90% de los hogares.
Se podría argumentar que nuestras cifras de acceso a internet móvil no son malas y compensarían el déficit anterior. Sin embargo, esto no es así: sólo dos de cada tres personas poseen algún acceso móvil, pero se estima que la mitad de éstos es prepago. Desgraciadamente Subtel no provee esta estadística. Además, gran parte de quienes poseen algún plan móvil, también cuentan con acceso domiciliario, por lo que estas cifras no son sumables. Tampoco el acceso móvil es un sustituto del fijo, ni en precio ni en prestaciones. Mucho menos en modalidad prepago.
El precio en Chile es de los más altos de la OECD. Además, existe una gran diferencia en el valor del servicio móvil. Un megabyte de prepago puede costar 10 o 15 veces más que uno de un plan.
Según el índice VNI (Visual Networking Index) de Cisco, el consumo mensual de datos per cápita de Chile durante el año 2015 llegó a 14 Gigabytes. En Norteamérica, fue 69 y en Europa Occidental 27. Es decir, estamos lejos en términos de consumo, del de los países desarrollados.
En términos de la distribución de este consumo entre los diferentes segmentos socioeconómicos, seguramente nos encontraremos con amplias desigualdades en función de los antecedentes aportados previamente. Subtel no provee estas estadísticas tampoco. Probablemente nuestro índice de Gini de consumo de datos sea muchísimo peor que el del ingreso familiar.
En atención a estas cifras y a la importancia que tiene este servicio para la población y el desarrollo económico y social de Chile, urge revisar las políticas regulatorias y de desarrollo del sector para revertir estos resultados. Por de pronto, Subtel podría revisar y definir métricas relevantes para medir nuestro progreso; de lo contrario, seguiremos en la autocomplacencia que se infiere de las actuales.
El desafío de dar acceso de calidad a Internet, subir el consumo de datos per cápita y no dejar a nadie atrás debe ser parte de los objetivos de cualquier gobierno que pretenda modernizar nuestro país.
Alberto Mordojovich
Director Chiletec
Asociación de Empesas Chilenas de Tecnología
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