La fiebre de la impresión 3D, que ha revolucionado áreas como la alimentación, salud y la industria en general, no faltó en el Campus Party 2014. Varios campuseros aprovecharon la coyuntura del evento tecnológico para ofrecer este tipo particular de impresión.
Sin embargo, Paúl Mosquera fue más allá. En un puesto improvisado cerca del área de los gamers exhibía figuras en colores azul o naranja: un conejo, una réplica en miniatura de la Casa de Justicia de EE.UU., una snitch dorada de los juegos de quidditch…y junto a las piezas una impresora 3D elaborada con sus propias manos.
“Esta es una de las primeras ensambladas completamente en el país”, este hecho según expresa el joven recién graduado del colegio reduce los costos significativamente. Así, en lugar de pagar USD 1 100 o USD 1 200 que es lo que cuesta un equipo de este tipo en el mercado se pagaría cerca de USD 600.
La idea surgió de una necesidad que tenía Mosquera. Al construir prototipos de robots lo hacía con madera, un material difícil de moldear, por lo que optó por crear sus propias piezas de plástico.
La información- planos, instrucciones, software y hardware– lo obtuvo en internet. Todo el conocimiento requerido para construir el prototipo lo obtuvo de la web y las piezas las trajo del extranjero.
Además de su hechura 100% nacional la impresora es modificable. Es decir que si una persona quisiera imprimir algún objeto de un metro por un metro, por ejemplo, se reemplazan un par de piezas (los ejes) por unas más grandes o más largas y listo. En este sentido, tanto los productos impresos como la misma máquina son personalizables.
La impresora de Mosquera además sigue la línea ambiental y es amigable con el ecosistema ya que utiliza como materia prima de sus objetos rollos de plástico biodegradable que trae eventualmente del extranjero.
El equipo puede imprimir prácticamente cualquier diseño generado en un programa que exporta archivos en 3D. Mientras explica el funcionamiento de su creación llega un cliente al que le entrega dos anillos azules con nombres grabados.
El proceso inicia con un archivo en 3D que lee y traduce el software de la impresora. En cuestión de segundos, uno de los componentes de la misma- que funciona como una pistola de silicona caliente- le da forma al objeto capa por capa (de 0.01 mm). Cuando esto sucede la base de la máquina alcanza los 210 °C
Otro aspecto que distingue lo que hace el joven de 19 años del resto de impresoras 3D distribuidas en el Campus Party es la textura de los objetos resultantes. Éstos tienen acabados con forma de panal para ahorrar material sin escatimar en resistencia.
Asimismo, es autosustentable. Esta es una característica que Mosquera descubrió con el tiempo. Cuando se rompió una pieza por accidente fue muy fácil reemplazarla con una que imprimió en cuestión de minutos en plástico biodegradable.
Gracias a este invento, específicamente un modelo Parusa I3, cortesía del hardware y software libre que abarrota la red, Mosquera tiene una oferta para trabajar en este proyecto en Yachay. De no concretarse esta propuesta tiene planes para estudiar Mecatrónica en la Universidad de Harvard, en MIT o en la Universidad de Toronto.
Diario EL COMERCIO:
http://www.elcomercio.com/tendencias/campusero-primera-impresora3d-ensamblada-ecuador.html
La fiebre de la impresión 3D, que ha revolucionado áreas como la alimentación, salud y la industria en general, no faltó en el Campus Party 2014. Varios campuseros aprovecharon la coyuntura del evento tecnológico para ofrecer este tipo particular de impresión.
Sin embargo, Paúl Mosquera fue más allá. En un puesto improvisado cerca del área de los gamers exhibía figuras en colores azul o naranja: un conejo, una réplica en miniatura de la Casa de Justicia de EE.UU., una snitch dorada de los juegos de quidditch…y junto a las piezas una impresora 3D elaborada con sus propias manos.
“Esta es una de las primeras ensambladas completamente en el país”, este hecho según expresa el joven recién graduado del colegio reduce los costos significativamente. Así, en lugar de pagar USD 1 100 o USD 1 200 que es lo que cuesta un equipo de este tipo en el mercado se pagaría cerca de USD 600.
La idea surgió de una necesidad que tenía Mosquera. Al construir prototipos de robots lo hacía con madera, un material difícil de moldear, por lo que optó por crear sus propias piezas de plástico.
La información- planos, instrucciones, software y hardware– lo obtuvo en internet. Todo el conocimiento requerido para construir el prototipo lo obtuvo de la web y las piezas las trajo del extranjero.
Además de su hechura 100% nacional la impresora es modificable. Es decir que si una persona quisiera imprimir algún objeto de un metro por un metro, por ejemplo, se reemplazan un par de piezas (los ejes) por unas más grandes o más largas y listo. En este sentido, tanto los productos impresos como la misma máquina son personalizables.
La impresora de Mosquera además sigue la línea ambiental y es amigable con el ecosistema ya que utiliza como materia prima de sus objetos rollos de plástico biodegradable que trae eventualmente del extranjero.
El equipo puede imprimir prácticamente cualquier diseño generado en un programa que exporta archivos en 3D. Mientras explica el funcionamiento de su creación llega un cliente al que le entrega dos anillos azules con nombres grabados.
El proceso inicia con un archivo en 3D que lee y traduce el software de la impresora. En cuestión de segundos, uno de los componentes de la misma- que funciona como una pistola de silicona caliente- le da forma al objeto capa por capa (de 0.01 mm). Cuando esto sucede la base de la máquina alcanza los 210 °C
Otro aspecto que distingue lo que hace el joven de 19 años del resto de impresoras 3D distribuidas en el Campus Party es la textura de los objetos resultantes. Éstos tienen acabados con forma de panal para ahorrar material sin escatimar en resistencia.
Asimismo, es autosustentable. Esta es una característica que Mosquera descubrió con el tiempo. Cuando se rompió una pieza por accidente fue muy fácil reemplazarla con una que imprimió en cuestión de minutos en plástico biodegradable.
Gracias a este invento, específicamente un modelo Parusa I3, cortesía del hardware y software libre que abarrota la red, Mosquera tiene una oferta para trabajar en este proyecto en Yachay. De no concretarse esta propuesta tiene planes para estudiar Mecatrónica en la Universidad de Harvard, en MIT o en la Universidad de Toronto.
Diario EL COMERCIO:
http://www.elcomercio.com/tendencias/campusero-primera-impresora3d-ensamblada-ecuador.html
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