En el siglo XV, Gutenberg dio a conocer la imprenta en Europa, con la cual se imprimieron y masificaron muchas obras, hasta ese momento sólo disponibles a través de los copistas de los monasterios. El primer libro impreso por la imprenta de Gutenberg fue la Biblia.
500 años después aquel invento y el papel aún se utilizan, pero cada vez más documentos sólo son publicados de forma digital, careciendo de soporte físico. La revolución digital convirtió a cualquier usuario de computadoras en un potencial escritor, fotógrafo o cineasta, acercando así el derecho a la libertad de expresión a las masas.
Cada día lidiamos con las computadoras de forma creativa, no recuerdo haber escrito documentos a mano hace un buen tiempo, salvo algunas notas. La difusión de contenidos a través de la Web, se ha vuelto algo fundamental en el mundo de hoy día. Ya sea contenido escrito o multimedia, todo circula por Internet.
Es por eso que es importante recalcar el papel que la persona tiene sobre la creación y difusión de los contenidos digitales. Internet y el software libre tienen una relación extraña, entrañable. Por un lado aquel potenció la creación de comunidades como la que creó el Kernel Linux o el proyecto Debian, por otro lado, el mismo Internet hoy día tiene en su base programas de software libre.
La red de redes no es sólo una plataforma donde los usuarios crean contenidos, sino que también la plataforma y el espacio de difusión pueden ser creados por los mismos usuarios. Como consecuencia de ello, la inmediatez y la facilidad de uso, los usuarios son captados por páginas como Facebook, Twitter y Google; empresas privadas con fines de lucro.
Estos negocios se reconfiguran como un medio de comunicación centralizado para difundir contenido, que si bien han tenido mucho auge y utilidad en movimientos de cambio social como los de la primavera árabe o las comunidades Gnu/linux, también ejercen un control de la información mediante la centralización, la configuración de contenidos, publicidad a la medida del usuario, y algunas veces la censura.
Es por esto que para la creación y difusión de contenidos, que se configuren de manera responsable, descentralizada y resistente a la censura y apropiación, es necesario contar con herramientas que sean accesibles a todas y todos. Además de abiertas y no susceptibles de una apropiación empresarial o centralizada. Esto sólo puede ser asegurado por el software libre y la participación de los usuarios de Internet en el mantenimiento y el uso responsable de estas tecnologías.
Estos temas hoy día rozan derechos civiles como la libertad de expresión y privacidad, que ya están siendo discutidos en países como Estados Unidos, pero que nosotros como ciudadanos debemos empezar a discutir y repensar en nuestros propios países y espacios, y no dejar que las decisiones las tomen otros.
La creación de un internet realmente abierto toca muchos temas, pero definitivamente uno de ellos es su implementación sobre un software no susceptible de apropiación empresarial o gubernamental. Si queremos seguir produciendo contenidos, lo mejor es ser dueños de nuestra propia “imprenta” y del hecho de saber cómo funciona.
www.calleslibres.org
En el siglo XV, Gutenberg dio a conocer la imprenta en Europa, con la cual se imprimieron y masificaron muchas obras, hasta ese momento sólo disponibles a través de los copistas de los monasterios. El primer libro impreso por la imprenta de Gutenberg fue la Biblia.
500 años después aquel invento y el papel aún se utilizan, pero cada vez más documentos sólo son publicados de forma digital, careciendo de soporte físico. La revolución digital convirtió a cualquier usuario de computadoras en un potencial escritor, fotógrafo o cineasta, acercando así el derecho a la libertad de expresión a las masas.
Cada día lidiamos con las computadoras de forma creativa, no recuerdo haber escrito documentos a mano hace un buen tiempo, salvo algunas notas. La difusión de contenidos a través de la Web, se ha vuelto algo fundamental en el mundo de hoy día. Ya sea contenido escrito o multimedia, todo circula por Internet.
Es por eso que es importante recalcar el papel que la persona tiene sobre la creación y difusión de los contenidos digitales. Internet y el software libre tienen una relación extraña, entrañable. Por un lado aquel potenció la creación de comunidades como la que creó el Kernel Linux o el proyecto Debian, por otro lado, el mismo Internet hoy día tiene en su base programas de software libre.
La red de redes no es sólo una plataforma donde los usuarios crean contenidos, sino que también la plataforma y el espacio de difusión pueden ser creados por los mismos usuarios. Como consecuencia de ello, la inmediatez y la facilidad de uso, los usuarios son captados por páginas como Facebook, Twitter y Google; empresas privadas con fines de lucro.
Estos negocios se reconfiguran como un medio de comunicación centralizado para difundir contenido, que si bien han tenido mucho auge y utilidad en movimientos de cambio social como los de la primavera árabe o las comunidades Gnu/linux, también ejercen un control de la información mediante la centralización, la configuración de contenidos, publicidad a la medida del usuario, y algunas veces la censura.
Es por esto que para la creación y difusión de contenidos, que se configuren de manera responsable, descentralizada y resistente a la censura y apropiación, es necesario contar con herramientas que sean accesibles a todas y todos. Además de abiertas y no susceptibles de una apropiación empresarial o centralizada. Esto sólo puede ser asegurado por el software libre y la participación de los usuarios de Internet en el mantenimiento y el uso responsable de estas tecnologías.
Estos temas hoy día rozan derechos civiles como la libertad de expresión y privacidad, que ya están siendo discutidos en países como Estados Unidos, pero que nosotros como ciudadanos debemos empezar a discutir y repensar en nuestros propios países y espacios, y no dejar que las decisiones las tomen otros.
La creación de un internet realmente abierto toca muchos temas, pero definitivamente uno de ellos es su implementación sobre un software no susceptible de apropiación empresarial o gubernamental. Si queremos seguir produciendo contenidos, lo mejor es ser dueños de nuestra propia “imprenta” y del hecho de saber cómo funciona.
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