Casi la mitad de la población del planeta tiene ahora acceso a Internet, y aproximadamente una de cada tres participa regularmente en las redes sociales. Pero esta mayor oportunidad de socializar y comunicarse en un entorno virtual ha ofrecido nuevas vías para el comportamiento antisocial, el comportamiento troll. Ya sabemos que Internet no es un lugar seguro para debatir. Una idea para explicarlo es que el estatus de anonimato detrás de las pantallas convierten a algunos usuarios en molestones. Sin embargo, este argumento no es cierto, según varias investigaciones.
Internet no convierte a las personas en su peor versión, sino que actúa como un altavoz masivo para los existentes. Es decir, quien es un cretino online, probablemente también lo sea en persona.
El estudio. Para quien no lo sepa, el troleo en Internet se define como un comportamiento malicioso online, caracterizado por la provocación agresiva y deliberada de otros. Buscar molestar y dañar a través de mensajes y publicaciones. Un estudio de la Universidad de Aarhus indica que Internet no es responsable de hacer que las personas se vuelvan más agresivas cuando participan en discusiones virtuales, sino que hace que el comportamiento de las personas más agresivas sea más visible.
Para explicar el hecho de que troll se nace y no se hace, más de 8.000 estadounidenses y daneses fueron encuestados sobre sus experiencias y comportamiento en discusiones online y offline. A pesar de las diferencias en las instituciones políticas y los niveles de polarización política, los que más querían llamar la atención en ambos países fueron los principales culpables de la hostilidad troll.
¿Por qué? Igual de complicado es establecer la razón por la que las personas perciben el entorno online como más hostil que la interacción en el exterior. El equipo consideró la hipótesis del desajuste, que se refiere a la teoría de que existe un conflicto entre la adaptación humana para la interacción interpersonal cara a cara y el entorno digital impersonal. Algo así como la idea de que los que serían más amables en persona podrían sentirse más inclinados a ser desagradables con otros usuarios de Internet bajo seudónimos. Pero hay poca evidencia de ello.
“Hay muchas razones psicológicas por las que podríamos tener más dificultades para controlar nuestro temperamento online. No vemos los rostros de aquellos con quienes discutimos y la forma de comunicación escrita de ritmo rápido puede conducir fácilmente a malentendidos. Sin embargo, también sabemos por la investigación psicológica que no todo el mundo tiene una personalidad que esté igualmente predispuesta a la agresión”, explicaba Alexander Bor, autor del estudio.
El anonimato sigue siendo un reflejo. En cambio, los datos apuntaban a interacciones online que simplemente reflejaban en gran medida el comportamiento del exterior, con personas predispuestas a comportamientos agresivos tan maliciosos en persona como detrás de un velo de anonimato, y eligiendo ser estúpidos como parte de una estrategia deliberada, en lugar de como una consecuencia del formato.
Los investigadores concluían que “no nace de la ignorancia” y las personas agresivas son plenamente conscientes de lo perjudiciales que son sus acciones. Internet no es responsable de hacer que las personas sean agresivas: utilizan las características de Internet para sus propios fines. Además, el hecho de que estas discusiones ocurren en grandes plataformas hace que el comportamiento troll sea mucho más visible que el comportamiento de esa misma persona en su vida diaria.
Toxicidad en la red. El hallazgo de que las personas no son más o menos propensas a comportamientos tóxicos en Internet encaja con algunos estudios previos que enfatizan que las discusiones virtuales son impulsadas de manera desproporcionada por personas con malas intenciones que aprovechan el altavoz ofrecido. Un estudio sugería que los trolls más agresivos pueden tender a tener una alta empatía cognitiva, lo que les permite identificar cuándo están apretando los botones de otra persona, pero una baja empatía afectiva, lo que les permite evitar sentirse mal o internalizar el sufrimiento que provocan.
¿Quiénes son y por qué lo hacen? En ese mismo estudio se mostraba que el género, la psicopatía y el sadismo eran todos factores predictivos independientes del troleo. Es decir, si eres hombre, tienes mucha psicopatía o mucho sadismo, es más probable que seas trol. El más importante es el sadismo. Cuanto más disfruta alguien lastimando a otros, más probabilidades hay de que se convierta en un troll.
La importancia de la psicopatía en los resultados también indica que los trolls tienen un déficit de empatía, particularmente cuando se trata de su capacidad para interiorizar las emociones de otras personas. Además de eso, la interacción entre alto sadismo y alta autoestima sugiere que los trolls no están trolleando porque tienen baja autoestima. Todo lo contrario. Cuanto más disfruta alguien haciendo daño a los demás y cuanto mejor se siente consigo mismo, más probabilidades hay de que sea un trol.
Don’t feed the troll. Desafortunadamente, el perfil psicológico de un troll de Internet significa que no llegarás mucho a apelar a su sentido de humanidad. Su carácter es mucho más complejo, lo que hace que controlar el comportamiento sea aún más desafiante. Algunas investigaciones han descubierto que mostrarle al troll que te ha molestado solo puede reforzar su comportamiento. Parece que el refrán popular es correcto: no alimentes a los trolls y no les des lo que están buscando.
Casi la mitad de la población del planeta tiene ahora acceso a Internet, y aproximadamente una de cada tres participa regularmente en las redes sociales. Pero esta mayor oportunidad de socializar y comunicarse en un entorno virtual ha ofrecido nuevas vías para el comportamiento antisocial, el comportamiento troll. Ya sabemos que Internet no es un lugar seguro para debatir. Una idea para explicarlo es que el estatus de anonimato detrás de las pantallas convierten a algunos usuarios en molestones. Sin embargo, este argumento no es cierto, según varias investigaciones.
Internet no convierte a las personas en su peor versión, sino que actúa como un altavoz masivo para los existentes. Es decir, quien es un cretino online, probablemente también lo sea en persona.
El estudio. Para quien no lo sepa, el troleo en Internet se define como un comportamiento malicioso online, caracterizado por la provocación agresiva y deliberada de otros. Buscar molestar y dañar a través de mensajes y publicaciones. Un estudio de la Universidad de Aarhus indica que Internet no es responsable de hacer que las personas se vuelvan más agresivas cuando participan en discusiones virtuales, sino que hace que el comportamiento de las personas más agresivas sea más visible.
Para explicar el hecho de que troll se nace y no se hace, más de 8.000 estadounidenses y daneses fueron encuestados sobre sus experiencias y comportamiento en discusiones online y offline. A pesar de las diferencias en las instituciones políticas y los niveles de polarización política, los que más querían llamar la atención en ambos países fueron los principales culpables de la hostilidad troll.
¿Por qué? Igual de complicado es establecer la razón por la que las personas perciben el entorno online como más hostil que la interacción en el exterior. El equipo consideró la hipótesis del desajuste, que se refiere a la teoría de que existe un conflicto entre la adaptación humana para la interacción interpersonal cara a cara y el entorno digital impersonal. Algo así como la idea de que los que serían más amables en persona podrían sentirse más inclinados a ser desagradables con otros usuarios de Internet bajo seudónimos. Pero hay poca evidencia de ello.
“Hay muchas razones psicológicas por las que podríamos tener más dificultades para controlar nuestro temperamento online. No vemos los rostros de aquellos con quienes discutimos y la forma de comunicación escrita de ritmo rápido puede conducir fácilmente a malentendidos. Sin embargo, también sabemos por la investigación psicológica que no todo el mundo tiene una personalidad que esté igualmente predispuesta a la agresión”, explicaba Alexander Bor, autor del estudio.
El anonimato sigue siendo un reflejo. En cambio, los datos apuntaban a interacciones online que simplemente reflejaban en gran medida el comportamiento del exterior, con personas predispuestas a comportamientos agresivos tan maliciosos en persona como detrás de un velo de anonimato, y eligiendo ser estúpidos como parte de una estrategia deliberada, en lugar de como una consecuencia del formato.
Los investigadores concluían que “no nace de la ignorancia” y las personas agresivas son plenamente conscientes de lo perjudiciales que son sus acciones. Internet no es responsable de hacer que las personas sean agresivas: utilizan las características de Internet para sus propios fines. Además, el hecho de que estas discusiones ocurren en grandes plataformas hace que el comportamiento troll sea mucho más visible que el comportamiento de esa misma persona en su vida diaria.
Toxicidad en la red. El hallazgo de que las personas no son más o menos propensas a comportamientos tóxicos en Internet encaja con algunos estudios previos que enfatizan que las discusiones virtuales son impulsadas de manera desproporcionada por personas con malas intenciones que aprovechan el altavoz ofrecido. Un estudio sugería que los trolls más agresivos pueden tender a tener una alta empatía cognitiva, lo que les permite identificar cuándo están apretando los botones de otra persona, pero una baja empatía afectiva, lo que les permite evitar sentirse mal o internalizar el sufrimiento que provocan.
¿Quiénes son y por qué lo hacen? En ese mismo estudio se mostraba que el género, la psicopatía y el sadismo eran todos factores predictivos independientes del troleo. Es decir, si eres hombre, tienes mucha psicopatía o mucho sadismo, es más probable que seas trol. El más importante es el sadismo. Cuanto más disfruta alguien lastimando a otros, más probabilidades hay de que se convierta en un troll.
La importancia de la psicopatía en los resultados también indica que los trolls tienen un déficit de empatía, particularmente cuando se trata de su capacidad para interiorizar las emociones de otras personas. Además de eso, la interacción entre alto sadismo y alta autoestima sugiere que los trolls no están trolleando porque tienen baja autoestima. Todo lo contrario. Cuanto más disfruta alguien haciendo daño a los demás y cuanto mejor se siente consigo mismo, más probabilidades hay de que sea un trol.
Don’t feed the troll. Desafortunadamente, el perfil psicológico de un troll de Internet significa que no llegarás mucho a apelar a su sentido de humanidad. Su carácter es mucho más complejo, lo que hace que controlar el comportamiento sea aún más desafiante. Algunas investigaciones han descubierto que mostrarle al troll que te ha molestado solo puede reforzar su comportamiento. Parece que el refrán popular es correcto: no alimentes a los trolls y no les des lo que están buscando.
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