Cuando los niños y niñas empiezan a hacer el trayecto hacia la
escuela solos, los adultos a cargo les entregan consejos y les advierten
sobre precauciones e inquietudes. Además de pasarle las llaves de la
casa, les sugieren cuidados para que nada malo les pase, teniendo en
cuenta la infinidad de cosas que ocurren en el lugar que habitan: desde
personas desconocidas y lugares atiborrados de gente, hasta espacios más
peligrosos que otros.
En cambio, cuando les entregan un teléfono celular con conexión a
Internet, el proceso no siempre va acompañado de consejos para
resguardarse utilizando una herramienta que les permite recorrer
otros lugares, interactuar con personas desconocidas, visitar foros con
miles de usuarios activos e ingresar a sitios web que poseen un
contenido amplio y diverso.
Internet es más que un lugar en donde se intercambia información al
instante: es una puerta que permite descubrir de manera virtual el mundo
así como las opiniones de los demás y por ello, es un lugar en donde es
posible relacionarse con un montón de gente que puede resguardarse en
el anonimato.
Con el aporte de las nuevas Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TIC’s) han surgido múltiples formas de mantener vínculos
en Internet, permitiendo que las acciones en la virtualidad crucen la
pantalla y se manifiesten en el cotidiano y viceversa. Es por esto que
no resulta una coincidencia que el acoso y hostigamiento que
experimentan algunas personas en su cotidiano real se despliegue también
en la red.
Las agresiones on-line son una extensión de los actos violentos de la
vida real, pero la justicia no siempre lo entiende así. Actualmente no
hay una ley que cumpla con las perspectivas necesarias para abordar este
tipo de ataques y tampoco hay programas gubernamentales que insistan
con la protección de víctimas que viven algún episodio de violencia
digital.
Esto es un problema si tenemos en consideración el nivel de
exposición y uso frecuente al que están expuestos jóvenes, niños y niñas
en Internet. Los adolescentes entre 15 y 16 años afirman haber
comenzado a usar dispositivos digitales por primera vez a los 7 años
(73% según la prueba PISA 2015) y según la encuesta SIMCE 2015, un 92%
tiene Internet en su hogar.
Según un estudio de Ipsos publicado en mayo de 2018 (con una muestra
de 214 personas con hijos menores de 18 años), 4 de cada 10 chilenos
tiene un hijo o conoce a un niño o niña que ha vivido alguna situación
de violencia cibernética. De estos casos, un 34% de las ocasiones el
agresor resultó ser un compañero de curso del afectado.
Del total de agresiones, un 84% se realizan por redes sociales,
seguido de un 59% vía teléfonos celulares, 52% por mensajería
instantánea on-line, 50% sala de chat on-line, 31% email, 35% por otros
sitios web y un 28% mediante otras formas de tecnología.
El surgimiento de nuevas plataformas y redes sociales, el anonimato
que entrega la virtualidad, la falta de comunicación por el
ensimismamiento tecnológico y los nuevos dispositivos tecnológicos que
permiten tener un acceso a Internet en cualquier momento han dado lugar
para el desarrollo de otro tipo de violencia: el ciberacoso.
Desde la experiencia real a las acciones por lo virtual
Hoy en día, el ciberacoso es una problemática que está asociada a
consecuencias sociales, físicas y mentales en la vida de los jóvenes,
niños y niñas que son violentados mediante alguna plataforma virtual. Es
igual de grave que una agresión física o psicológica presencial.
Múltiples estudios afirman que su ocurrencia puede implicar un desajuste
social y psicológico, baja autoestima, aislamiento, depresión,
ansiedad, bajo rendimiento académico y suicidio, entre otras
complicaciones.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS),
aproximadamente un millón de personas se suicidan en el mundo cada año, y
en muchos países, el suicidio es una de las cinco primeras causas de
mortalidad en la franja de edad entre 15 a 19 años. En Chile, el suicidio es la segunda causa de muerte en población adolescente. Según
datos del Ministerio de Salud, el 2015 en la Región
Metropolitana fallecieron cerca de 700 personas por lesiones
autoinflingidas, con 47 casos correspondientes a niños o jóvenes entre
10 a 19 años.
Durante el 2018 se registraron 13 suicidios por ciberacoso sólo en la
Región Metropolitana. Uno de ellos fue el de la joven Katherine Winter
(16) estudiante del colegio Nido de Águilas, quien se suicidó luego de
sufrir constante hostigamiento por parte de sus compañeros vía redes
sociales. “En el colegio en que pusimos a Katy no estaban las
herramientas suficientes para que el colegio y los compañeros
entendieran los efectos del bullying. Conversando con
fundaciones nos dimos cuenta que había muy poca sensibilidad en la
comunidad con respecto a los efectos y las consecuencias del bullying y
así no se logra ningún cambio”, explica Emanuel Pacheco, padre de Kathy.
Los padres de Kathy fueron contactados por la Fundación Espacio
Mejor, una fundación que quería escuchar su experiencia y observaciones
sobre lo ocurrido con su hija y el cyberbullying. Esta instancia fue la
primera charla que dieron los padres de Katy. Luego percibieron lo
importante de dialogar en torno a Internet y las consecuencias de su uso
y levantaron la Fundación Summer,
un proyecto en honor a su hija que busca abrir diálogos en torno a la
violencia en Internet y que pretende invitar a los padres y a la
comunidad escolar a sumarse como agentes de cambio e impulsores de
buenas prácticas de convivencia, tanto en los colegios como en lo
virtual relacionado a ellos.
Para Emanuel, uno de los problemas con la tecnología y la violencia
en Internet radica en que no está mapeado el riesgo y que aún es un
mundo por conocer para los adultos. Por ello, decidieron realizar una
serie de charlas educativas en torno al uso de Internet para generar una
concientización sobre el tema.
Cada uno de los conversatorios de”No más Ciberbullying”
fue pensado para abordar las temáticas más relevantes dentro del
ciberacoso para identificar el impacto social en la vida de los jóvenes,
niños y niñas, cómo se relacionan por redes sociales, el poder de la
aprobación en Internet y la importancia de denunciar actos de este tipo
si es que eres testigo en la vida real o en línea.
Sobre la iniciativa, Emanuel comenta: “Nuestra campaña ha sido muy
empoderada en términos de elegir ser testigos activos, positivos y
salvadores, para que los jóvenes sean reporten tratos que son
denigrantes entre ellos y que ellos mismos también tengan las
herramientas para que se cuiden. Yo creo que la misma solución viene de
la misma tecnología. Tenemos que aprender a usarla de una forma
responsable”.
Por su parte, la madre de Katy, Evanyely Zamorano, explica que “acá
todos somos responsables, todos tenemos que actuar solidariamente. Creo
que la solidaridad y la unión es la solución, porque donde hay
ignorancia, hay manipulación. Cuando ya salimos un poco de la ignorancia, nos empezamos a dar cuenta que la unión es la solución”.
Otra de las iniciativas levantadas por la Fundación Summer y
distintas organizaciones vinculadas a la prevención fue el video “No más
Ciberbullying”, en donde diversos rostros públicos hicieron un llamado a
los padres a informarse respecto a los usos de Internet.
Huérfanos digitales
Otra iniciativa que destaca por su impacto y relevancia en los
establecimientos educacionales es Brave UP. Esta organización tiene como
propósito educar, prevenir, medir y facilitar la detección de casos de
acoso escolar y ciberacoso mediante charlas, talleres y tecnología,
según detallan en su sitio web.
Estas acciones se levantan con el objetivo de promover y facilitar la
comunicación entre padres, estudiantes y profesores sobre la violencia
en línea y el uso de la tecnología. Una de sus innovadoras iniciativas
es el “Diagnóstico Digital”, una escala de convivencia escolar en donde
se mide la percepción de los y las estudiantes sobre la institución a la
que pertenecen para integrarse a la plataforma digital App Brave UP,
donde se identifican y previenen situaciones de riesgo con el objetivo
de generar estrategias útiles para mejorar la convivencia escolar y
digital de los establecimientos educacionales.
Esta propuesta es un importante apoyo en materia educacional, ya que actualmente la ley general de Educación 20.370no
es específica respecto a las formas de acoso virtual, generando vacíos
legales que no permiten generar medidas efectivas para solucionar y
sancionar estas acciones.
Para el ingeniero comercial, Alvaro Carrasco, creador de esta
instancia educativa, uno de los primeros pasos para combatir el
ciberacoso es que los padres sean mentores digitales capaces de
enseñarles a sus hijos e hijas a qué se exponen en Internet y por otro
lado, que los colegios logren mostrarle a sus estudiantes que la
tecnología fue creada para aprender y fomentar la creación y la investigación y no sólo para el ocio.
“Cuando logremos que la familia use la tecnología de manera
responsable y que en paralelo tengamos un colegio que demuestre que el
mismo tablet que usan para subir memes puede ser también para crear una
App, así van a empezar a alfabetizar digitalmente a niños y niñas que en
el futuro se volverán ciudadanos digitales responsables y que por lo
tanto, se van a cuidar, no van agredir, serán empáticos y les permitirá
relacionarse de una manera más sana y segura en Internet”, argumenta.
Para Alvaro, el uso de la tecnología por parte de niños y niñas se
sitúa como el principal canal de comunicación que tienen con el mundo,
pero le resulta preocupante que no sepan a dónde van a parar sus
fotografías, la información que comparten y que estén desinformados
sobre las aplicaciones que utilizan y cómo estas extraen sus datos. “Veo
a huérfanos digitales, niños y niñas que están muy solos en Internet y
que buscan un espacio de validación, cariño y respeto mediante espacios
virtuales pero lamentablemente están solos en este descubrimiento”, precisa.
Educar para cuidar, compartir para aprender
En agosto de 2018, el diputado Sebastián Keitel (Evópoli) presentó un proyecto que busca modificar la ley,
con el objetivo de tipificar las formas de ciberacoso e incluir medidas
efectivas para que los colegios cuenten con protocolos de acción y con
sanciones para toda persona que incurra en estas malas prácticas (desde
estudiantes hasta directivos y docentes).
Otra iniciativa que marcó la apertura del diálogo en torno a la violencia en Internet durante el 2018 fue la campaña “Hay palabras que matan”
en la que el Ministerio de Educación, en conjunto con cinco fundaciones
relacionadas a esta temática, elaboraron un diccionario llamado “Ciberacoso en 100 palabras“,
el cual reúne los principales términos utilizados por los jóvenes en
Internet y definiciones sobre los tipos de acoso virtuales, además de
otro anexo en donde se hace una revisión nacional e internacional sobre
los estudios publicados sobre este tema. Puedes encontrar todo este
material en el sitio web de la campaña.
Si vives algún tipo de acoso por Internet hay organizaciones que están dispuestas a ayudarte. Una de ellas es Todo Mejora,
donde podrás encontrar un chat on-line que te contactará con
especialistas que pueden acompañarte en este proceso y te ayudarán a
encontrar una salida o a responder tus dudas de manera gratuita y
confidencial. También puedes descargar la aplicación en tu celular.
A la vez, puedes solicitar ayuda de manera segura y confidencial al fono Salud Responde,
una instancia del Ministerio de Salud en donde encontrarás a
profesionales dispuestos a ayudarte, entregandote información, apoyo y
educación. Para contactarte debes marcar al 600 360 7777 .
Es importante que si vives algún tipo de violencia virtual no borres nada y saques pantallazos de las agresiones. Si decides realizar una denuncia este material es igual de importante que contar con testigos. Si necesitas asesoría puedes consultar la página Acoso.Online. Su principal labor es denunciar la difusión de pornografía no consentida, pero cuenta con las herramientas para poder acompañarte en el proceso de denuncia.
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Cuando los niños y niñas empiezan a hacer el trayecto hacia la escuela solos, los adultos a cargo les entregan consejos y les advierten sobre precauciones e inquietudes. Además de pasarle las llaves de la casa, les sugieren cuidados para que nada malo les pase, teniendo en cuenta la infinidad de cosas que ocurren en el lugar que habitan: desde personas desconocidas y lugares atiborrados de gente, hasta espacios más peligrosos que otros.
En cambio, cuando les entregan un teléfono celular con conexión a Internet, el proceso no siempre va acompañado de consejos para resguardarse utilizando una herramienta que les permite recorrer otros lugares, interactuar con personas desconocidas, visitar foros con miles de usuarios activos e ingresar a sitios web que poseen un contenido amplio y diverso.
Internet es más que un lugar en donde se intercambia información al instante: es una puerta que permite descubrir de manera virtual el mundo así como las opiniones de los demás y por ello, es un lugar en donde es posible relacionarse con un montón de gente que puede resguardarse en el anonimato.
Con el aporte de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC’s) han surgido múltiples formas de mantener vínculos en Internet, permitiendo que las acciones en la virtualidad crucen la pantalla y se manifiesten en el cotidiano y viceversa. Es por esto que no resulta una coincidencia que el acoso y hostigamiento que experimentan algunas personas en su cotidiano real se despliegue también en la red.
Las agresiones on-line son una extensión de los actos violentos de la vida real, pero la justicia no siempre lo entiende así. Actualmente no hay una ley que cumpla con las perspectivas necesarias para abordar este tipo de ataques y tampoco hay programas gubernamentales que insistan con la protección de víctimas que viven algún episodio de violencia digital.
Esto es un problema si tenemos en consideración el nivel de exposición y uso frecuente al que están expuestos jóvenes, niños y niñas en Internet. Los adolescentes entre 15 y 16 años afirman haber comenzado a usar dispositivos digitales por primera vez a los 7 años (73% según la prueba PISA 2015) y según la encuesta SIMCE 2015, un 92% tiene Internet en su hogar.
Según un estudio de Ipsos publicado en mayo de 2018 (con una muestra de 214 personas con hijos menores de 18 años), 4 de cada 10 chilenos tiene un hijo o conoce a un niño o niña que ha vivido alguna situación de violencia cibernética. De estos casos, un 34% de las ocasiones el agresor resultó ser un compañero de curso del afectado.
Del total de agresiones, un 84% se realizan por redes sociales, seguido de un 59% vía teléfonos celulares, 52% por mensajería instantánea on-line, 50% sala de chat on-line, 31% email, 35% por otros sitios web y un 28% mediante otras formas de tecnología.
El surgimiento de nuevas plataformas y redes sociales, el anonimato que entrega la virtualidad, la falta de comunicación por el ensimismamiento tecnológico y los nuevos dispositivos tecnológicos que permiten tener un acceso a Internet en cualquier momento han dado lugar para el desarrollo de otro tipo de violencia: el ciberacoso.
Desde la experiencia real a las acciones por lo virtual
Hoy en día, el ciberacoso es una problemática que está asociada a consecuencias sociales, físicas y mentales en la vida de los jóvenes, niños y niñas que son violentados mediante alguna plataforma virtual. Es igual de grave que una agresión física o psicológica presencial. Múltiples estudios afirman que su ocurrencia puede implicar un desajuste social y psicológico, baja autoestima, aislamiento, depresión, ansiedad, bajo rendimiento académico y suicidio, entre otras complicaciones.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente un millón de personas se suicidan en el mundo cada año, y en muchos países, el suicidio es una de las cinco primeras causas de mortalidad en la franja de edad entre 15 a 19 años. En Chile, el suicidio es la segunda causa de muerte en población adolescente. Según datos del Ministerio de Salud, el 2015 en la Región Metropolitana fallecieron cerca de 700 personas por lesiones autoinflingidas, con 47 casos correspondientes a niños o jóvenes entre 10 a 19 años.
Durante el 2018 se registraron 13 suicidios por ciberacoso sólo en la Región Metropolitana. Uno de ellos fue el de la joven Katherine Winter (16) estudiante del colegio Nido de Águilas, quien se suicidó luego de sufrir constante hostigamiento por parte de sus compañeros vía redes sociales. “En el colegio en que pusimos a Katy no estaban las herramientas suficientes para que el colegio y los compañeros entendieran los efectos del bullying. Conversando con fundaciones nos dimos cuenta que había muy poca sensibilidad en la comunidad con respecto a los efectos y las consecuencias del bullying y así no se logra ningún cambio”, explica Emanuel Pacheco, padre de Kathy.
Los padres de Kathy fueron contactados por la Fundación Espacio Mejor, una fundación que quería escuchar su experiencia y observaciones sobre lo ocurrido con su hija y el cyberbullying. Esta instancia fue la primera charla que dieron los padres de Katy. Luego percibieron lo importante de dialogar en torno a Internet y las consecuencias de su uso y levantaron la Fundación Summer, un proyecto en honor a su hija que busca abrir diálogos en torno a la violencia en Internet y que pretende invitar a los padres y a la comunidad escolar a sumarse como agentes de cambio e impulsores de buenas prácticas de convivencia, tanto en los colegios como en lo virtual relacionado a ellos.
Para Emanuel, uno de los problemas con la tecnología y la violencia en Internet radica en que no está mapeado el riesgo y que aún es un mundo por conocer para los adultos. Por ello, decidieron realizar una serie de charlas educativas en torno al uso de Internet para generar una concientización sobre el tema.
Cada uno de los conversatorios de”No más Ciberbullying” fue pensado para abordar las temáticas más relevantes dentro del ciberacoso para identificar el impacto social en la vida de los jóvenes, niños y niñas, cómo se relacionan por redes sociales, el poder de la aprobación en Internet y la importancia de denunciar actos de este tipo si es que eres testigo en la vida real o en línea.
Sobre la iniciativa, Emanuel comenta: “Nuestra campaña ha sido muy empoderada en términos de elegir ser testigos activos, positivos y salvadores, para que los jóvenes sean reporten tratos que son denigrantes entre ellos y que ellos mismos también tengan las herramientas para que se cuiden. Yo creo que la misma solución viene de la misma tecnología. Tenemos que aprender a usarla de una forma responsable”.
Por su parte, la madre de Katy, Evanyely Zamorano, explica que “acá todos somos responsables, todos tenemos que actuar solidariamente. Creo que la solidaridad y la unión es la solución, porque donde hay ignorancia, hay manipulación. Cuando ya salimos un poco de la ignorancia, nos empezamos a dar cuenta que la unión es la solución”.
Otra de las iniciativas levantadas por la Fundación Summer y distintas organizaciones vinculadas a la prevención fue el video “No más Ciberbullying”, en donde diversos rostros públicos hicieron un llamado a los padres a informarse respecto a los usos de Internet.
Huérfanos digitales
Otra iniciativa que destaca por su impacto y relevancia en los establecimientos educacionales es Brave UP. Esta organización tiene como propósito educar, prevenir, medir y facilitar la detección de casos de acoso escolar y ciberacoso mediante charlas, talleres y tecnología, según detallan en su sitio web.
Estas acciones se levantan con el objetivo de promover y facilitar la comunicación entre padres, estudiantes y profesores sobre la violencia en línea y el uso de la tecnología. Una de sus innovadoras iniciativas es el “Diagnóstico Digital”, una escala de convivencia escolar en donde se mide la percepción de los y las estudiantes sobre la institución a la que pertenecen para integrarse a la plataforma digital App Brave UP, donde se identifican y previenen situaciones de riesgo con el objetivo de generar estrategias útiles para mejorar la convivencia escolar y digital de los establecimientos educacionales.
Esta propuesta es un importante apoyo en materia educacional, ya que actualmente la ley general de Educación 20.370 no es específica respecto a las formas de acoso virtual, generando vacíos legales que no permiten generar medidas efectivas para solucionar y sancionar estas acciones.
Para el ingeniero comercial, Alvaro Carrasco, creador de esta instancia educativa, uno de los primeros pasos para combatir el ciberacoso es que los padres sean mentores digitales capaces de enseñarles a sus hijos e hijas a qué se exponen en Internet y por otro lado, que los colegios logren mostrarle a sus estudiantes que la tecnología fue creada para aprender y fomentar la creación y la investigación y no sólo para el ocio.
“Cuando logremos que la familia use la tecnología de manera responsable y que en paralelo tengamos un colegio que demuestre que el mismo tablet que usan para subir memes puede ser también para crear una App, así van a empezar a alfabetizar digitalmente a niños y niñas que en el futuro se volverán ciudadanos digitales responsables y que por lo tanto, se van a cuidar, no van agredir, serán empáticos y les permitirá relacionarse de una manera más sana y segura en Internet”, argumenta.
Para Alvaro, el uso de la tecnología por parte de niños y niñas se sitúa como el principal canal de comunicación que tienen con el mundo, pero le resulta preocupante que no sepan a dónde van a parar sus fotografías, la información que comparten y que estén desinformados sobre las aplicaciones que utilizan y cómo estas extraen sus datos. “Veo a huérfanos digitales, niños y niñas que están muy solos en Internet y que buscan un espacio de validación, cariño y respeto mediante espacios virtuales pero lamentablemente están solos en este descubrimiento”, precisa.
Educar para cuidar, compartir para aprender
En agosto de 2018, el diputado Sebastián Keitel (Evópoli) presentó un proyecto que busca modificar la ley, con el objetivo de tipificar las formas de ciberacoso e incluir medidas efectivas para que los colegios cuenten con protocolos de acción y con sanciones para toda persona que incurra en estas malas prácticas (desde estudiantes hasta directivos y docentes).
Otra iniciativa que marcó la apertura del diálogo en torno a la violencia en Internet durante el 2018 fue la campaña “Hay palabras que matan” en la que el Ministerio de Educación, en conjunto con cinco fundaciones relacionadas a esta temática, elaboraron un diccionario llamado “Ciberacoso en 100 palabras“, el cual reúne los principales términos utilizados por los jóvenes en Internet y definiciones sobre los tipos de acoso virtuales, además de otro anexo en donde se hace una revisión nacional e internacional sobre los estudios publicados sobre este tema. Puedes encontrar todo este material en el sitio web de la campaña.
Si vives algún tipo de acoso por Internet hay organizaciones que están dispuestas a ayudarte. Una de ellas es Todo Mejora, donde podrás encontrar un chat on-line que te contactará con especialistas que pueden acompañarte en este proceso y te ayudarán a encontrar una salida o a responder tus dudas de manera gratuita y confidencial. También puedes descargar la aplicación en tu celular.
A la vez, puedes solicitar ayuda de manera segura y confidencial al fono Salud Responde, una instancia del Ministerio de Salud en donde encontrarás a profesionales dispuestos a ayudarte, entregandote información, apoyo y educación. Para contactarte debes marcar al 600 360 7777 .
Es importante que si vives algún tipo de violencia virtual no borres nada y saques pantallazos de las agresiones. Si decides realizar una denuncia este material es igual de importante que contar con testigos. Si necesitas asesoría puedes consultar la página Acoso.Online. Su principal labor es denunciar la difusión de pornografía no consentida, pero cuenta con las herramientas para poder acompañarte en el proceso de denuncia.
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