Aunque esta tendencia es más débil en las democracias, las naciones cuyas distintas razas tienen distintas ideologías tienden a impedir que la oposición se organice y difunda su mensaje por la red
Si el grupo étnico al que pertenece un individuo tiene algún tipo de poder político en el país donde reside es un factor determinante para su acceso a internet, según un nuevo análisis.
El efecto varía entre países, y es mucho menos pronunciado en naciones democráticas. Pero el estudio, publicado en la revista Science, sugiere que además de la censura, otra manera en la que gobiernos nacionales impiden a los grupos de la oposición organizarse en internet es denegarles el acceso a la red, según el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Konstanz (Alemania) Nils Weidmann.
El acceso a internet está claramente vinculado al estatus socioeconómico de un individuo y al nivel de desarrollo de su país. Estos factores contribuyen a las “brechas digitales” observadas en todo el mundo. En el nuevo análisis, Weidmann y sus coautores intentaron arrojar luz sobre un factor que no se entiende tan bien: las divisiones políticas entre grupos étnicos.
Crédito: Niels B. Weidmann (fondo: Natural Earth).
Para lograrlo, primero el grupo tuvo que generar un nuevo mapamundi que reflejara cómo varía el acceso a internet por regiones dentro de países individuales. Para muchos países, especialmente las autocracias, tales “datos subnacionales” son difíciles de encontrar o sencillamente no están disponibles, según Weidman. Así que junto a sus compañeros, empleó datos de un proveedor de servicios de internet suizo que lidia con enormes cantidades de tráfico global, y una base de datos que rastrea el sistema de enrutamiento del tráfico global de internet, para crear una base de datos de “subredes”, o pequeñas unidades de internet que corresponden con tan solo un par de cientos de direcciones IP. Utilizaron una base de datos de geolocalización para mapear esas subredes. El mapa de arriba señala todas las subredes activas del mundo en 2012.
Entonces los investigadores se apoyaron en la llamada lista de Relaciones de Poder Étnicas, una base de datos que categoriza los grupos étnicos del mundo en función de su relevancia política en sus países de origen, y que diferencia entre grupos políticamente “incluidos” y “excluidos”. Con esta distinción y la información geográfica que ubica las regiones de asentamiento de grupos individuales, Weidmann y sus compañerosdeterminaron la relación entre las tasas de penetración de internet y el poder político. (Alrededor de un tercio de los grupos de la lista eran demasiado dispersos como para ser incluidos en el análisis).
Concluyeron que el acceso de los grupos excluidos era significativamente menor en comparación con los grupos en el poder, y que esto no puede ser explicado por otros factores económicos ni geográficos (como vivir en zonas rurales o urbanas). Weidmann afirma que los resultados añaden una nueva capa a nuestro entendimiento de cómo los gobiernos nacionales controlan el uso de internet. “No hace falta censurar si la oposición carece de acceso”. Advierte de que las organizaciones que busquen aumentar el acceso a internet por motivos humanitarios deberían tenerlo en cuenta, y cuidarse mucho de no perpetuar tales sesgos políticos.
Aunque esta tendencia es más débil en las democracias, las naciones cuyas distintas razas tienen distintas ideologías tienden a impedir que la oposición se organice y difunda su mensaje por la red
Si el grupo étnico al que pertenece un individuo tiene algún tipo de poder político en el país donde reside es un factor determinante para su acceso a internet, según un nuevo análisis.
El efecto varía entre países, y es mucho menos pronunciado en naciones democráticas. Pero el estudio, publicado en la revista Science, sugiere que además de la censura, otra manera en la que gobiernos nacionales impiden a los grupos de la oposición organizarse en internet es denegarles el acceso a la red, según el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Konstanz (Alemania) Nils Weidmann.
El acceso a internet está claramente vinculado al estatus socioeconómico de un individuo y al nivel de desarrollo de su país. Estos factores contribuyen a las “brechas digitales” observadas en todo el mundo. En el nuevo análisis, Weidmann y sus coautores intentaron arrojar luz sobre un factor que no se entiende tan bien: las divisiones políticas entre grupos étnicos.
Crédito: Niels B. Weidmann (fondo: Natural Earth).
Para lograrlo, primero el grupo tuvo que generar un nuevo mapamundi que reflejara cómo varía el acceso a internet por regiones dentro de países individuales. Para muchos países, especialmente las autocracias, tales “datos subnacionales” son difíciles de encontrar o sencillamente no están disponibles, según Weidman. Así que junto a sus compañeros, empleó datos de un proveedor de servicios de internet suizo que lidia con enormes cantidades de tráfico global, y una base de datos que rastrea el sistema de enrutamiento del tráfico global de internet, para crear una base de datos de “subredes”, o pequeñas unidades de internet que corresponden con tan solo un par de cientos de direcciones IP. Utilizaron una base de datos de geolocalización para mapear esas subredes. El mapa de arriba señala todas las subredes activas del mundo en 2012.
Entonces los investigadores se apoyaron en la llamada lista de Relaciones de Poder Étnicas, una base de datos que categoriza los grupos étnicos del mundo en función de su relevancia política en sus países de origen, y que diferencia entre grupos políticamente “incluidos” y “excluidos”. Con esta distinción y la información geográfica que ubica las regiones de asentamiento de grupos individuales, Weidmann y sus compañerosdeterminaron la relación entre las tasas de penetración de internet y el poder político. (Alrededor de un tercio de los grupos de la lista eran demasiado dispersos como para ser incluidos en el análisis).
Concluyeron que el acceso de los grupos excluidos era significativamente menor en comparación con los grupos en el poder, y que esto no puede ser explicado por otros factores económicos ni geográficos (como vivir en zonas rurales o urbanas). Weidmann afirma que los resultados añaden una nueva capa a nuestro entendimiento de cómo los gobiernos nacionales controlan el uso de internet. “No hace falta censurar si la oposición carece de acceso”. Advierte de que las organizaciones que busquen aumentar el acceso a internet por motivos humanitarios deberían tenerlo en cuenta, y cuidarse mucho de no perpetuar tales sesgos políticos.
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