por Agustín Joel Fernandes Cabal
En los últimos años, la posverdad ha sido uno de los conceptos más analizados en los medios de comunicación de todo el mundo. Periodistas, especialistas en comunicación, filósofos y comentaristas varios han pasado por los platós discutiendo de qué va este fenómeno que está afectando la vida política y que amenaza a las democracias más firmes y respetadas, como Estados Unidos o Gran Bretaña, o democracias jóvenes como Argentina o España.
El Brexit es uno de los procesos donde se puede ver la distorsión que generan los bulos (fake news) y la posverdad. En su libro Post-truth, Lee McIntyre cuenta que en las calles londinenses se paseaban los autobuses con propaganda a favor del quiebre con la Unión Europea en la que rezaban afirmaciones como “La Unión Europea utiliza los impuestos de los británicos para financiar las corridas de toros en España”.
Con estas estrategias, los partidarios del Brexit fueron convenciendo a la población de que la mejor opción era la salida de la UE; y así se reflejó en las urnas. Un proceso tan complejo como este no se explica sólo desde la arista de la posverdad, pero su contribución fue crucial.
Diferencias entre bulos y posverdad
Para adentrarnos un poco en el concepto de posverdad en sí, es importante afirmar que los bulos, o las noticias falsas, y la posverdad, no son lo mismo. Los primeros pueden ser una noticia o un dato verosímil, y que parece o podría ser cierta, pero no lo es. El acto de producir o compartir una noticia falsa no es necesariamente doloso: puede ser simplemente un error.
Diferenciar entre verdadero y verosímil es muy importante, ya que podemos encontrar informaciones que podrían ser verdad, que son creíbles, pero que no son verdad. Esto ayuda a confundir y dejarnos llevar por la verosimilitud de la información. En muchos casos también es mal periodismo, a partir de un periodista que afirma algo que no tiene ciertamente comprobado y, como los periodistas “velan” por la verdad informativa, se pueden transformar en fáciles comunicadores de noticias falsas.
Por otro lado, la posverdad es un proceso complejo en el que coinciden distintas acciones, y su principal requerimiento es la intención de desinformar por parte del emisor del mensaje. El rumor funciona similar a la posverdad, pero con la salvedad de que en el rumor predomina el error de la información, mientras con la posverdad predomina la intención de desinformar. No hay error, hay voluntad de engañar.
Posverdad y poder
El concepto de poder es fundamental para entender la posverdad, ya que el manipulador ejerce un poder sobre los manipulados por medio de la persuasión de sus palabras. Para que esto suceda, debe esconder sus intenciones personales y verdaderas detrás de una máscara. A esta máscara la llamaremos metáfora.
La metáfora es una herramienta lingüística que utilizamos constantemente. Su fin principal es dar nuevo sentido a un concepto original que se encuentra desgastado o muerto. Así lo manifiesta el filósofo Paul Ricoeur en su obra La metáfora viva: la utilización de metáforas funciona cuando el sentido mismo se encuentra desgastado y, para reforzarlo, requerimos a esta herramienta para que el concepto en sí no muera.
Ocultar la intención
Por ejemplo: imaginemos alguna de las clásicas frases hechas que se dicen cotidianamente pero que son utilizadas como metáfora. La frase “dar gato por liebre” es una común metáfora que se utiliza para expresar que alguien nos ha engañado. Para expresar ese sentimiento con más fuerza preferimos mencionar tal frase a decir sencillamente “me han engañado”.
Así como existen las metáforas para ilustrar conceptos muertos o desgastados (como en el ejemplo anterior, “me han engañado”, cuyo desgaste ha dado lugar a la metáfora de “dar gato por liebre”), la posverdad utiliza la herramienta de la metáfora para que la intención verdadera del emisor de tal desinformación se oculte detrás de un nuevo concepto.
Volviendo al ejemplo del Brexit, la frase expuesta en los buses sobre el dinero que iría hacia la tauromaquia en España es una metáfora de la expresión “Europa nos roba”, utilizada recurrentemente por los británicos en favor del Brexit. Al mismo tiempo, esta frase funciona como una metáfora de las verdaderas intenciones de los precursores de dicho movimiento político. Podríamos decir que la posverdad funciona aquí como una meta-metáfora de las intenciones finales de quienes apoyan el Brexit.
La importancia del periodismo
Es básica la importancia que tiene el periodismo –el buen periodismo– en la lucha contra la posverdad. Al ser una institución con acceso privilegiado a la información, a los mayores estratos del poder mundial, y con una capacidad especial en el manejo de los datos que suceden en la realidad mundial, el periodismo está obligado a dar batalla contra este mal y tratar de derribar las noticias falsas que se instalan en el ideario popular a través de los datos y de la información.
Pese a ser un efecto que parece imposible frenar, la sociedad dispone de un arma extremadamente poderosa: el espíritu crítico. Si a la hora de informarnos lo hacemos con el fin de buscar nueva información, y no de reafirmar nuestros pensamientos y sentimientos preexistentes, no hay posverdad ni poder manipulador que pueda derribar el poder del verdadero espíritu crítico de quien, a partir de esa información, va moldeando su pensamiento y su espíritu crítico.
Si la sociedad está abierta a repensar sus ideas leyendo o escuchando a personas que piensan distinto que uno, es imposible que la posverdad nos manipule y nos haga el daño que busca hacer.
Aunque no podamos creerlo, la clave está en nosotros. Hagámoslo posible.
por Agustín Joel Fernandes Cabal
En los últimos años, la posverdad ha sido uno de los conceptos más analizados en los medios de comunicación de todo el mundo. Periodistas, especialistas en comunicación, filósofos y comentaristas varios han pasado por los platós discutiendo de qué va este fenómeno que está afectando la vida política y que amenaza a las democracias más firmes y respetadas, como Estados Unidos o Gran Bretaña, o democracias jóvenes como Argentina o España.
El Brexit es uno de los procesos donde se puede ver la distorsión que generan los bulos (fake news) y la posverdad. En su libro Post-truth, Lee McIntyre cuenta que en las calles londinenses se paseaban los autobuses con propaganda a favor del quiebre con la Unión Europea en la que rezaban afirmaciones como “La Unión Europea utiliza los impuestos de los británicos para financiar las corridas de toros en España”.
Con estas estrategias, los partidarios del Brexit fueron convenciendo a la población de que la mejor opción era la salida de la UE; y así se reflejó en las urnas. Un proceso tan complejo como este no se explica sólo desde la arista de la posverdad, pero su contribución fue crucial.
Diferencias entre bulos y posverdad
Para adentrarnos un poco en el concepto de posverdad en sí, es importante afirmar que los bulos, o las noticias falsas, y la posverdad, no son lo mismo. Los primeros pueden ser una noticia o un dato verosímil, y que parece o podría ser cierta, pero no lo es. El acto de producir o compartir una noticia falsa no es necesariamente doloso: puede ser simplemente un error.
Diferenciar entre verdadero y verosímil es muy importante, ya que podemos encontrar informaciones que podrían ser verdad, que son creíbles, pero que no son verdad. Esto ayuda a confundir y dejarnos llevar por la verosimilitud de la información. En muchos casos también es mal periodismo, a partir de un periodista que afirma algo que no tiene ciertamente comprobado y, como los periodistas “velan” por la verdad informativa, se pueden transformar en fáciles comunicadores de noticias falsas.
Por otro lado, la posverdad es un proceso complejo en el que coinciden distintas acciones, y su principal requerimiento es la intención de desinformar por parte del emisor del mensaje. El rumor funciona similar a la posverdad, pero con la salvedad de que en el rumor predomina el error de la información, mientras con la posverdad predomina la intención de desinformar. No hay error, hay voluntad de engañar.
Posverdad y poder
El concepto de poder es fundamental para entender la posverdad, ya que el manipulador ejerce un poder sobre los manipulados por medio de la persuasión de sus palabras. Para que esto suceda, debe esconder sus intenciones personales y verdaderas detrás de una máscara. A esta máscara la llamaremos metáfora.
La metáfora es una herramienta lingüística que utilizamos constantemente. Su fin principal es dar nuevo sentido a un concepto original que se encuentra desgastado o muerto. Así lo manifiesta el filósofo Paul Ricoeur en su obra La metáfora viva: la utilización de metáforas funciona cuando el sentido mismo se encuentra desgastado y, para reforzarlo, requerimos a esta herramienta para que el concepto en sí no muera.
Ocultar la intención
Por ejemplo: imaginemos alguna de las clásicas frases hechas que se dicen cotidianamente pero que son utilizadas como metáfora. La frase “dar gato por liebre” es una común metáfora que se utiliza para expresar que alguien nos ha engañado. Para expresar ese sentimiento con más fuerza preferimos mencionar tal frase a decir sencillamente “me han engañado”.
Así como existen las metáforas para ilustrar conceptos muertos o desgastados (como en el ejemplo anterior, “me han engañado”, cuyo desgaste ha dado lugar a la metáfora de “dar gato por liebre”), la posverdad utiliza la herramienta de la metáfora para que la intención verdadera del emisor de tal desinformación se oculte detrás de un nuevo concepto.
Volviendo al ejemplo del Brexit, la frase expuesta en los buses sobre el dinero que iría hacia la tauromaquia en España es una metáfora de la expresión “Europa nos roba”, utilizada recurrentemente por los británicos en favor del Brexit. Al mismo tiempo, esta frase funciona como una metáfora de las verdaderas intenciones de los precursores de dicho movimiento político. Podríamos decir que la posverdad funciona aquí como una meta-metáfora de las intenciones finales de quienes apoyan el Brexit.
La importancia del periodismo
Es básica la importancia que tiene el periodismo –el buen periodismo– en la lucha contra la posverdad. Al ser una institución con acceso privilegiado a la información, a los mayores estratos del poder mundial, y con una capacidad especial en el manejo de los datos que suceden en la realidad mundial, el periodismo está obligado a dar batalla contra este mal y tratar de derribar las noticias falsas que se instalan en el ideario popular a través de los datos y de la información.
Pese a ser un efecto que parece imposible frenar, la sociedad dispone de un arma extremadamente poderosa: el espíritu crítico. Si a la hora de informarnos lo hacemos con el fin de buscar nueva información, y no de reafirmar nuestros pensamientos y sentimientos preexistentes, no hay posverdad ni poder manipulador que pueda derribar el poder del verdadero espíritu crítico de quien, a partir de esa información, va moldeando su pensamiento y su espíritu crítico.
Si la sociedad está abierta a repensar sus ideas leyendo o escuchando a personas que piensan distinto que uno, es imposible que la posverdad nos manipule y nos haga el daño que busca hacer.
Aunque no podamos creerlo, la clave está en nosotros. Hagámoslo posible.
Fuente: The Conversation ES
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