Probablemente, solo en el tiempo que te llevará leer este artículo van a tener lugar en el mundo decenas de ataques destinados a robar datos personales y financieros de todo tipo. Según la web Breach Level Index, cada día se pierden o se roban más de cinco millones de perfiles personales. Eso supone unos 3.500 al minuto.
Una de las filtraciones más importantes de la historia tuvo lugar en septiembre del año pasado, cuando Equifax, proveedor de información comercial y de crédito, vio afectadas casi 148 millones de cuentas. Los delincuentes lograron hacerse con direcciones postales, números de carnets de conducir y perfiles financieros.
Sin embargo, el caso más mediático, por su trascendencia en la vida pública y por sus protagonistas, fue el de Facebook. Más de 80 millones de cuentas de la red social fueron usadas por la firma de análisis de datos Cambridge Analytica, vinculada al polémico Steve Bannon, exasesor de Donald Trump, con fines electorales en Estados Unidos. Como resultado, el propio Mark Zuckerberg tuvo que dar explicaciones a las autoridades estadounidenses y replantear toda la política de seguridad de la red social.
La mayoría apuesta por el intercambio de datos
Cabe preguntarse si estos casos están cambiando la percepción que tienen los usuarios sobre la seguridad de su información personal en internet y si, de alguna manera, van a poner en peligro el modelo de “datos por servicios” que han impuesto Google, Facebook o LinkedIn, entre otros, sabedores de que la información es el “petróleo del siglo XXI”.
A nivel político, Europa ha reaccionado con la entrada en vigor total del Reglamento General de Protección de Datos, el famoso GDPR, que endurece las penas para las compañías que no protejan debidamente la información de sus usuarios y las obliga a ser más transparentes y reaccionar antes cuando se produzca una brecha de seguridad.
Sin embargo, un estudio realizado en 10 países por la Global Alliance of Data-Driven Marketing Associations (GDMA), y que ha sido impulsado en España por ICEMD, muestra que las posiciones de los usuarios apenas se han movido y que en general anteponen los beneficios que les reportan los servicios en internet a la seguridad de sus datos personales.
A pesar de que un 74% está preocupado hasta cierto punto por su seguridad online, algo más de la mitad de los encuestados (51%) en los 10 países del estudio decide caso por caso si comparte su información personal, y siempre dependiendo de los beneficios obtenidos. En España y EEUU, los llamados “pragmáticos” llegan a casi el 60%. Es decir, a pesar de las diferencias culturales, de las diferencias de legislación que hay entre estados y de la repercusión de los últimos robos masivos de información en la web, los internautas aceptan mayoritariamente el modelo actual de “datos por servicios”. Concretamente en España, donde 1.054 usuarios de más de 18 años fueron entrevistados, el 80% de los consumidores españoles muestra predisposición a compartir sus datos personales con las marcas.
Un 26% se despreocupa de sus datos
Pero el estudio va más allá. Muestra que a mucha gente el tema de la seguridad le es bastante ajeno. Como media, uno de cada cuatro consumidores (26%) asegura estar “poco preocupado” sobre la forma en que se recopilan y utilizan sus datos. En países como Alemania y en Países Bajos los “despreocupados” llegan al 34% y 35%, respectivamente. Mientras tanto, en España, los que menos miramientos tienen, que suelen ser los más jóvenes, fueron un 19%.
En el otro lado de la balanza están los consumidores que no están dispuestos a proporcionar su información personal, incluso a cambio de mejoras en el servicio, y que representan un poco menos de una cuarta parte (23%). En países como Argentina o Singapur, los reacios se quedan claramente por debajo del 20%. En España este grupo de internautas, casi siempre integrado por los de más edad, es del 22%.
Joost van Nispen, presidente de ICEMD, dice que la aceptación del intercambio de datos como parte de una economía moderna normal es algo asumido por la mayoría. También señala que todavía hay “una brecha considerable en todo el mundo entre lo que los consumidores realmente quieren y lo que las empresas les ofrecen”.
Por su parte, Chris Combemale, miembro de la junta de GDMA, está convencido de que en general “las personas entienden el valor de compartir sus datos personales como parte de una economía moderna”. Y dice que a medida que avanzamos será “un desafío” ver cómo las empresas pueden sacar provecho de esta actitud positiva de los consumidores para que la relación de los consumidores con la economía de los datos no termine con “una reacia aceptación”.
Las empresas se benefician “desproporcionadamente”
En España, el 58% de los entrevistados coincide en considerar el intercambio de datos e información personal online como parte de la economía moderna. No obstante, esos mismos consumidores españoles consideran que las empresas se benefician “desproporcionadamente” del intercambio de datos. En concreto, el 87% de los entrevistados cree que las empresas son las que más se benefician del intercambio de datos, mientras que solo el 5% asegura que son los consumidores quienes sacan el mayor partido. Es un dato preocupante y que puede romper la relación de confianza que existe mayoritariamente hoy entre proveedores y usuarios de internet.
Y una última preocupación que señala el estudio de ICEMD, y que aborda precisamente el GDPR, es la del control sobre los datos personales cuando llegan a estar en poder de las empresas. Mientras que la mayoría de internautas del mundo y de este país no tiene problema en seguir intercambiando datos personales a cambio de servicios, sí les importa que esa información llegue finalmente a manos de terceros. Así, alrededor de la mitad de los entrevistados en España dice que tiene muy poco o ningún control para impedir que las empresas intercambien sus datos personales con otras compañías; además, una mayoría abrumadora de consumidores (89%) españoles quisiera tener mayor control sobre los intercambios de datos y la forma en que se almacenan.
Imágenes / iStock Oatawa / Filistimlyanin / ViewApart
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Probablemente, solo en el tiempo que te llevará leer este artículo van a tener lugar en el mundo decenas de ataques destinados a robar datos personales y financieros de todo tipo. Según la web Breach Level Index, cada día se pierden o se roban más de cinco millones de perfiles personales. Eso supone unos 3.500 al minuto.
Una de las filtraciones más importantes de la historia tuvo lugar en septiembre del año pasado, cuando Equifax, proveedor de información comercial y de crédito, vio afectadas casi 148 millones de cuentas. Los delincuentes lograron hacerse con direcciones postales, números de carnets de conducir y perfiles financieros.
Sin embargo, el caso más mediático, por su trascendencia en la vida pública y por sus protagonistas, fue el de Facebook. Más de 80 millones de cuentas de la red social fueron usadas por la firma de análisis de datos Cambridge Analytica, vinculada al polémico Steve Bannon, exasesor de Donald Trump, con fines electorales en Estados Unidos. Como resultado, el propio Mark Zuckerberg tuvo que dar explicaciones a las autoridades estadounidenses y replantear toda la política de seguridad de la red social.
La mayoría apuesta por el intercambio de datos
Cabe preguntarse si estos casos están cambiando la percepción que tienen los usuarios sobre la seguridad de su información personal en internet y si, de alguna manera, van a poner en peligro el modelo de “datos por servicios” que han impuesto Google, Facebook o LinkedIn, entre otros, sabedores de que la información es el “petróleo del siglo XXI”.
A nivel político, Europa ha reaccionado con la entrada en vigor total del Reglamento General de Protección de Datos, el famoso GDPR, que endurece las penas para las compañías que no protejan debidamente la información de sus usuarios y las obliga a ser más transparentes y reaccionar antes cuando se produzca una brecha de seguridad.
Sin embargo, un estudio realizado en 10 países por la Global Alliance of Data-Driven Marketing Associations (GDMA), y que ha sido impulsado en España por ICEMD, muestra que las posiciones de los usuarios apenas se han movido y que en general anteponen los beneficios que les reportan los servicios en internet a la seguridad de sus datos personales.
A pesar de que un 74% está preocupado hasta cierto punto por su seguridad online, algo más de la mitad de los encuestados (51%) en los 10 países del estudio decide caso por caso si comparte su información personal, y siempre dependiendo de los beneficios obtenidos. En España y EEUU, los llamados “pragmáticos” llegan a casi el 60%. Es decir, a pesar de las diferencias culturales, de las diferencias de legislación que hay entre estados y de la repercusión de los últimos robos masivos de información en la web, los internautas aceptan mayoritariamente el modelo actual de “datos por servicios”. Concretamente en España, donde 1.054 usuarios de más de 18 años fueron entrevistados, el 80% de los consumidores españoles muestra predisposición a compartir sus datos personales con las marcas.
Un 26% se despreocupa de sus datos
Pero el estudio va más allá. Muestra que a mucha gente el tema de la seguridad le es bastante ajeno. Como media, uno de cada cuatro consumidores (26%) asegura estar “poco preocupado” sobre la forma en que se recopilan y utilizan sus datos. En países como Alemania y en Países Bajos los “despreocupados” llegan al 34% y 35%, respectivamente. Mientras tanto, en España, los que menos miramientos tienen, que suelen ser los más jóvenes, fueron un 19%.
En el otro lado de la balanza están los consumidores que no están dispuestos a proporcionar su información personal, incluso a cambio de mejoras en el servicio, y que representan un poco menos de una cuarta parte (23%). En países como Argentina o Singapur, los reacios se quedan claramente por debajo del 20%. En España este grupo de internautas, casi siempre integrado por los de más edad, es del 22%.
Joost van Nispen, presidente de ICEMD, dice que la aceptación del intercambio de datos como parte de una economía moderna normal es algo asumido por la mayoría. También señala que todavía hay “una brecha considerable en todo el mundo entre lo que los consumidores realmente quieren y lo que las empresas les ofrecen”.
Por su parte, Chris Combemale, miembro de la junta de GDMA, está convencido de que en general “las personas entienden el valor de compartir sus datos personales como parte de una economía moderna”. Y dice que a medida que avanzamos será “un desafío” ver cómo las empresas pueden sacar provecho de esta actitud positiva de los consumidores para que la relación de los consumidores con la economía de los datos no termine con “una reacia aceptación”.
Las empresas se benefician “desproporcionadamente”
En España, el 58% de los entrevistados coincide en considerar el intercambio de datos e información personal online como parte de la economía moderna. No obstante, esos mismos consumidores españoles consideran que las empresas se benefician “desproporcionadamente” del intercambio de datos. En concreto, el 87% de los entrevistados cree que las empresas son las que más se benefician del intercambio de datos, mientras que solo el 5% asegura que son los consumidores quienes sacan el mayor partido. Es un dato preocupante y que puede romper la relación de confianza que existe mayoritariamente hoy entre proveedores y usuarios de internet.
Y una última preocupación que señala el estudio de ICEMD, y que aborda precisamente el GDPR, es la del control sobre los datos personales cuando llegan a estar en poder de las empresas. Mientras que la mayoría de internautas del mundo y de este país no tiene problema en seguir intercambiando datos personales a cambio de servicios, sí les importa que esa información llegue finalmente a manos de terceros. Así, alrededor de la mitad de los entrevistados en España dice que tiene muy poco o ningún control para impedir que las empresas intercambien sus datos personales con otras compañías; además, una mayoría abrumadora de consumidores (89%) españoles quisiera tener mayor control sobre los intercambios de datos y la forma en que se almacenan.
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