El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mantuvo el domingo una conversación telefónica con Michelle Bachelet, con quien discutió la necesidad de avanzar en el acuerdo comercial transpacífico, informó la Casa Blanca. El canciller Heraldo Muñoz puntualizó que el acuerdo “no está zanjado” y adelantó que se desarrollará “una reunión próximamente en Atlanta a nivel ministerial” para acercar posiciones que permitan cerrarlo.
¿QUE ES EL TPP?
Como bien explica Radio U de Chile, mientras parte del país se espanta por la minúscula soberanía que se cedería a Bolivia en caso de un nuevo traspié del Gobierno en La Haya, la ciudadanía empieza a conocer un tratado que las autoridades de la Cancillería negocia desde el gobierno anterior, confidencialmente, y que en la práctica supondría cesiones de soberanía y enclaves constitucionales de alcances significativos: el TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica).
Liderado por Estados Unidos, el tratado involucra también a otros 11 países: Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los latinoamericanos México, Perú y Chile. Dado el secretismo, ninguna autoridad ha sido llamada a explicar cuáles son los beneficios para el país de un tratado como éste, teniendo en consideración que Chile ya cuenta con acuerdos comerciales con todos los países miembros de este nuevo pacto. Por lo tanto, a priori, es razonable suponer que el TPP generaría nulos o mínimos beneficios comerciales, a cambio de imponer nuevas normas y regulaciones que restringirían la posibilidad de decidir soberanamente las políticas que se implementen en el país.
Por razones que solo las filtraciones de Wikileaks han dejado entrever, el acuerdo contiene cláusulas de confidencialidad que obligan a las partes a negociar ajenas al escrutinio público, incluidos los parlamentos, a pesar de que debe ser ahí donde cada país ratifiquen lo pactado. De este modo, en una inaceptable opacidad, nuestros gobiernos negocian aspectos que, cuando se trata de favorecer a los débiles y se hacen de cara al sol, son inmediatamente vetados porque “el país no está preparado”.
En efecto, de los 30 capítulos que tiene el Acuerdo, solo tres se han conocido y ello a través de filtraciones realizadas por Wikileaks en noviembre del 2013. Son diversas las materias que busca regular este tratado en sus 30 capítulos, tales como la propiedad intelectual, medicamentos, regulación de internet, mercados financieros, empresas estatales y medio ambiente, por mencionar solo algunos.
De ellos, uno de los aspectos más preocupantes es el establecimiento de reglas más estrictas en la propiedad industrial farmacéutica, lo que, afirman organizaciones como Médicos Sin Marca, incidirá directamente en el alza de precio de los medicamentos, afectando de este modo el derecho de acceso y precarizará aún más la estructura pública de la salud.
El motor de este nuevo empuje es Estados Unidos. Luego de que su presidente, Barack Obama, declarara la semana pasada ante líderes empresariales en Washington que el TPP, que representa un 40 por ciento del PIB mundial, puede alcanzarse “este año”, han aumentado las presiones para acelerar la firma del tratado. Así, en las últimas horas Obama ha hecho sendas llamadas a los presidentes Bachelet, Humala y Peña Nieto, buscando una señal conjunta de beneplácito a cerrar el proceso de una vez, cuestión que debería asombrar en un país que se precie de democrático, puesto que aquí recién se empieza a saber lo que ya está casi firmado.
El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mantuvo el domingo una conversación telefónica con Michelle Bachelet, con quien discutió la necesidad de avanzar en el acuerdo comercial transpacífico, informó la Casa Blanca. El canciller Heraldo Muñoz puntualizó que el acuerdo “no está zanjado” y adelantó que se desarrollará “una reunión próximamente en Atlanta a nivel ministerial” para acercar posiciones que permitan cerrarlo.
¿QUE ES EL TPP?
Como bien explica Radio U de Chile, mientras parte del país se espanta por la minúscula soberanía que se cedería a Bolivia en caso de un nuevo traspié del Gobierno en La Haya, la ciudadanía empieza a conocer un tratado que las autoridades de la Cancillería negocia desde el gobierno anterior, confidencialmente, y que en la práctica supondría cesiones de soberanía y enclaves constitucionales de alcances significativos: el TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica).
Liderado por Estados Unidos, el tratado involucra también a otros 11 países: Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los latinoamericanos México, Perú y Chile. Dado el secretismo, ninguna autoridad ha sido llamada a explicar cuáles son los beneficios para el país de un tratado como éste, teniendo en consideración que Chile ya cuenta con acuerdos comerciales con todos los países miembros de este nuevo pacto. Por lo tanto, a priori, es razonable suponer que el TPP generaría nulos o mínimos beneficios comerciales, a cambio de imponer nuevas normas y regulaciones que restringirían la posibilidad de decidir soberanamente las políticas que se implementen en el país.
Por razones que solo las filtraciones de Wikileaks han dejado entrever, el acuerdo contiene cláusulas de confidencialidad que obligan a las partes a negociar ajenas al escrutinio público, incluidos los parlamentos, a pesar de que debe ser ahí donde cada país ratifiquen lo pactado. De este modo, en una inaceptable opacidad, nuestros gobiernos negocian aspectos que, cuando se trata de favorecer a los débiles y se hacen de cara al sol, son inmediatamente vetados porque “el país no está preparado”.
En efecto, de los 30 capítulos que tiene el Acuerdo, solo tres se han conocido y ello a través de filtraciones realizadas por Wikileaks en noviembre del 2013. Son diversas las materias que busca regular este tratado en sus 30 capítulos, tales como la propiedad intelectual, medicamentos, regulación de internet, mercados financieros, empresas estatales y medio ambiente, por mencionar solo algunos.
De ellos, uno de los aspectos más preocupantes es el establecimiento de reglas más estrictas en la propiedad industrial farmacéutica, lo que, afirman organizaciones como Médicos Sin Marca, incidirá directamente en el alza de precio de los medicamentos, afectando de este modo el derecho de acceso y precarizará aún más la estructura pública de la salud.
El motor de este nuevo empuje es Estados Unidos. Luego de que su presidente, Barack Obama, declarara la semana pasada ante líderes empresariales en Washington que el TPP, que representa un 40 por ciento del PIB mundial, puede alcanzarse “este año”, han aumentado las presiones para acelerar la firma del tratado. Así, en las últimas horas Obama ha hecho sendas llamadas a los presidentes Bachelet, Humala y Peña Nieto, buscando una señal conjunta de beneplácito a cerrar el proceso de una vez, cuestión que debería asombrar en un país que se precie de democrático, puesto que aquí recién se empieza a saber lo que ya está casi firmado.
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