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“El desafío del voto voluntario está fracasando desde todo punto de vista”

FUENTE: Diario Universidad de Chile

El académico Mauricio Morales correlaciona pobreza con participación, donde se demuestra que el mecanismo reproduce el sesgo social. A juicio de los expertos, la baja participación popular y la poca adhesión joven a las elecciones pone en entredicho la eficacia de un sistema que incluso es cuestionado por quienes en algún minuto lo apoyaran.

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El 19 de abril de 2011 se daba a conocer un documento elaborado por la División de Estudios del Ministerio Secretaría General de la Presidencia, en el que se abordaban diez mitos que existen sobre voto voluntario y voto en el extranjero.

El texto incorporaba en su cuerpo la desmitificación de que el voto voluntario disminuyera la participación ciudadana, así como que perjudicaría a los más pobres, entre otros postulados.

Elecciones municipales de 2012, primarias en junio de 2013 y los pasados comicios de este 17 de noviembre desmienten las afirmaciones hechas por el ministerio, en razón de que ha quedado confirmado por los números que la participación ha bajado y que son efectivamente los sectores acomodados quienes más van a votar, en desmedro de las zonas geográficas asociadas a sectores de menores ingresos, donde el caudal de votantes ha disminuido.

La correlación inversa entre pobreza y participación queda demostrada en un estudio elaborado por el cientista político y académico de la Universidad Diego Portales, Mauricio Morales, quien tomando los datos entregados por el Servicio Electoral, representó la geolocalización de los votantes del pasado 17 domingo, reflexionando en torno a ella.

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“Eso genera un problema para la democracia, porque a participación desigual, representación desigual. Incluso, ampliando estos datos para todo el país la relación se mantiene más o menos robusta, eso implica que no solamente se da en la Región Metropolitana, sino que también en el resto del país. En los sectores urbanos esto es particularmente visible. La Región Metropolitana es particularmente desigual, y lo que estamos observando es que cada vez que hay elecciones los pobres se van retirando de la política en vez de incluirse. El desafío del voto voluntario, que consistía en incorporar más gente, está fracasando desde todo punto de vista, está fracasando desde el punto de vista del volumen del votante, como desde la composición del votante”, explicó.

Para el investigador, lo más grave es que él ya había entregado investigaciones que anticipaban la caída de la participación y la reproducción del sesgo de clases, artículos que no sólo fueron publicados sino que además entregadas a las autoridades. A juicio del experto, el mayor problema es que el voto voluntario convive con el sistema binominal, que es “escasamente competitivo”.

“Convive un sistema electoral poco competitivo y la competencia central para la democracia, lo que hace que, como la gente no percibe competencia, no sale a votar y reduce la participación. Las dos dimensiones claves de la democracia, competencia y participación se ven deprimidas por un sistema electoral poco competitivo y por un régimen electoral que desfavorece la participación y que aumenta el sesgo de clase en el voto”, agregó Morales.

Asimismo explicó que el sesgo de clase es un factor que venía desde antes del voto voluntario, con el sistema de inscripción voluntaria y voto obligatorio: “El gran problema es que con esta reforma se está elitizando más el voto, los ricos tienen mayor capacidad en la toma de decisiones. A participación desigual, representación desigual, no hemos avanzado”, afirmó un categórico Morales.

Para el académico de la Universidad de Chile, Gustavo Rayo, la equidad es un aspecto que se ha despotenciado producto del voto voluntario: “Muy por el contrario, creo que va por el sentido inverso. En la medida en que realmente los ciudadanos todos, entiendan que el voto es un deber, no solamente es un derecho, no pueden si no sentirse parte de ello. Por lo tanto, la única opción de mayor igualdad es cuando el universo de ciudadanos, independientemente si son ricos o pobres, deciden participar del proceso electoral, de la construcción mayoritaria de un proyecto país”, insistió.

Pero no sólo los ciudadanos más pobres se han restado de votar en estas elecciones, sino también la población más joven, que no ha aumentado su participación electoral. En ese sentido, y apoyando el voto voluntario como método, el analista Cristóbal Bellolio, indica que el problema no es la fórmula sino que esta sería sólo una consecuencia de la política actual.

“La participación en Chile ha ido descendiendo, incluso con independencia del sistema electoral que se ocupe, pero si bien las cifras muestran un descenso, todavía ese no me parece que alcance ribetes dramáticos. Yo, que soy partidario del voto voluntario, creo que no podemos romper el termómetro porque no nos gustó la fiebre que marcó, muchas veces la gente dice “votó poca gente, hagámoslo obligatorio”, me parece que cuando vota poca gente uno debería preguntarse por las causas, la baja participación en un síntoma, no una causa, y las causas pueden ser variadas”, analizó Bellolio.

La adhesión al voto voluntario, en su momento apoyada casi de manera transversal, es explicada por Rayo como una concepción filosófica de las autonomías de un sujeto, lo que –a su juicio- evidencia una contradicción en nuestro diseño de sociedad: “Es una suerte paradojal de rechazo a toda suerte de intervención coercitiva del Estado sobre los individuos, lo cual no deja de ser paradójico porque estos mismos sectores de izquierda que apoyaban la medida, piden del Estado cada vez mayor intervención en el ámbito económico y social y una suerte de rechazo a que el Estado intervenga en las decisiones personales, creo que es una contradicción”, indicó el profesional.

El historiador Ricardo Nazer asegura que no es comparable la participación de los sectores populares de la actualidad con respecto de lo que pasaba treinta años atrás. Los niveles de analfabetismo y el acceso a medios de comunicación no permitirían hacer la relación histórica entre ambas situaciones.

En cuanto al voto joven, el académico de la Universidad Alberto Hurtado explicó las razones que él cree fomentan su marginación: “Tiene que ver con el tipo de sociedad que estamos viviendo, que es una sociedad individualista, de competencia, donde te dicen que tu futuro lo forjas tú mismo, que no es colectivo, que no es comunitario y, por lo tanto, un proyecto político no te va a cambiar la vida. En ese sentido, yo creo que la juventud chilena es muy neoliberal, incluso la de izquierda: el individualismo que te plantea el liberalismo ha permeado a la juventud chilena”.

La reflexión histórica de la participación política en Chile, invita a señalar que “las masas ciudadanas se activas políticamente en momentos de crisis, fundamentalmente de crisis económicas y sociales y esta votación no se dio en un momento de crisis. En Chile todos los cambios políticos importantes se han producido a raíz de estas crisis y este modelo no ha enfrentado una”, agregó el académico Nazer.

Hay quienes apoyan mantener el voto voluntario, como lo argumenta Bellolio, mientras otros apuestan por volver al sistema obligatorio, tal es el caso de Rayo. En un punto intermedio se encuentra el autor del estudio de correlación entre pobreza y participación. Para Morales es necesario alcanzar el equilibrio y, tal como pasa en otras sociedades donde se ha establecido el voto como ejercicio voluntario, se hace necesario sostener incentivos relacionados a la acción de votar, así como garantizar que, al menos, la movilización será gratis, para de esa forma promover la participación transversal de la ciudadanía.

La posición encontrada de los expertos se replica en la arena política, donde muchos se han desmarcado del voto voluntario. Quienes otrora lo defendían a ultranza, han variado su discurso, señalando que tal vez se erró el camino y que el sufragio debió seguir siendo obligatorio.

De la misma manera, hay quienes lo siguen defendiendo, marcando su argumento en que la baja participación no es producto de un sistema que por sí excluye a la gente, sino que habla de la necesidad de levantar buenas ideas para motivar a la ciudadanía, situación que al menos en esta elección no ocurrió.