Un estudio dado a conocer por la Universidad de Hawai ha fijado, por primera vez, para el año 2047 el plazo para la materialización de los efectos del cambio climático; además se ha detallado la fecha de desembarco del fenómeno para más de 200 ciudades incluyendo nuestra capital. La primera urbe afectada será Manokwari (Indonesia) en 2020 y en la otra cara de la moneda, la última será Anchorage (EE.UU.), en 2071.
De cara a nuestro Santiago, se indicó que el clima cambiará en 2043 mediante una desviación, punto que puede considerarse de no retorno y que se registra cuando los límites de temperaturas mínimas y máximas superan las medidas en los últimos 150 años, detalla La Tercera.
En el trabajo publicado en la revista Nature, se detalla que el equipo analizó diversas variables climáticas, como las precipitaciones por ciudad, temperaturas, evaporación del agua y temperatura y acidificación del océano. A continuación se elaboraron dos proyecciones basadas en escenarios posibles de niveles de CO2 propuestas por el último informe del Panel de Cambio Climático: uno moderado y el más catastrófico, que señala que para el 2100 habrá 936 ppm de CO2 en la atmósfera. En agosto pasado había 395 ppm de CO2, según el NOAA.
Una mirada al Chile de 30 años más
Según el estudio, los países tropicales serán los primeros en vivir estas variaciones climáticas, a principios de la próxima década. “Principalmente porque no poseen gran variabilidad climática. Por lo mismo, su vegetación y anima- les no están acostumbrados a cambios bruscos”, señala Camilo Mora, líder del estudio.
Consultado por santiago, Mora apunta un ejemplo: “Imagínense algún episodio de sequía grande que hayan tenido. Eso ocurrirá cada año”. Lo mismo, dice, con las olas de calor.
Estos datos también han sido evidenciados por estudios realizados en Chile. Un informe de este año señala respecto de la Región Metropolitana que, entre 2045 y 2065, habrá un 20% menos de precipitaciones totales anuales y un aumento de temperatura aproximado de 1 °C o 2 °C, tanto pa-ra máximas como mínimas.
En tanto, otra investigación de la UC apunta que temperaturas sobre 32 grados en verano, que pasaron de 11 días (entre 1961 y 1990) a 16 días en la actualidad, podría llegar a un mes.
La coautora del último informe de IPCC, Maisa Rojas indicó que los cálculos realizados por la Universidad de Hawai son importantes para la adaptación de sistemas sociales y de los ecosistemas. De ahí que si los estudios señalan que para entonces lloverá mucho menos que el promedio, hay que cambiar de hábitos, como no tener tantas zonas con pasto que regar o no hacerlo con agua que sirva para beber.
Laura Gallardo, directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia coincide al subrayar la importancia de un indicador que ponga énfasis en la necesidad de acelerar las medidas de mitigación respecto de biodiversidad y la vida en las ciudades. Pero a renglón seguido agrega que aunque el ejercicio de poner una fecha exacta puede ser adecuado para países tropicales, no es igual para lugares como Santiago. Esto se debe a la variabilidad climática natural e interdecadal (una década marcada por la sequía y otra por las lluvias). De ahí que señala que la fecha ahí estimada debe ser tomada sólo como un referente. “Los registros instrumentales que tenemos son insuficientes para determinar con claridad un patrón y proyectar qué pasará para los próximos 20 o 30 años”, sentencia.
Revisa acá en mapa de la Universidad de Hawai y las estimaciones por ciudades:
Un estudio dado a conocer por la Universidad de Hawai ha fijado, por primera vez, para el año 2047 el plazo para la materialización de los efectos del cambio climático; además se ha detallado la fecha de desembarco del fenómeno para más de 200 ciudades incluyendo nuestra capital. La primera urbe afectada será Manokwari (Indonesia) en 2020 y en la otra cara de la moneda, la última será Anchorage (EE.UU.), en 2071.
De cara a nuestro Santiago, se indicó que el clima cambiará en 2043 mediante una desviación, punto que puede considerarse de no retorno y que se registra cuando los límites de temperaturas mínimas y máximas superan las medidas en los últimos 150 años, detalla La Tercera.
En el trabajo publicado en la revista Nature, se detalla que el equipo analizó diversas variables climáticas, como las precipitaciones por ciudad, temperaturas, evaporación del agua y temperatura y acidificación del océano. A continuación se elaboraron dos proyecciones basadas en escenarios posibles de niveles de CO2 propuestas por el último informe del Panel de Cambio Climático: uno moderado y el más catastrófico, que señala que para el 2100 habrá 936 ppm de CO2 en la atmósfera. En agosto pasado había 395 ppm de CO2, según el NOAA.
Una mirada al Chile de 30 años más
Según el estudio, los países tropicales serán los primeros en vivir estas variaciones climáticas, a principios de la próxima década. “Principalmente porque no poseen gran variabilidad climática. Por lo mismo, su vegetación y anima- les no están acostumbrados a cambios bruscos”, señala Camilo Mora, líder del estudio.
Consultado por santiago, Mora apunta un ejemplo: “Imagínense algún episodio de sequía grande que hayan tenido. Eso ocurrirá cada año”. Lo mismo, dice, con las olas de calor.
Estos datos también han sido evidenciados por estudios realizados en Chile. Un informe de este año señala respecto de la Región Metropolitana que, entre 2045 y 2065, habrá un 20% menos de precipitaciones totales anuales y un aumento de temperatura aproximado de 1 °C o 2 °C, tanto pa-ra máximas como mínimas.
En tanto, otra investigación de la UC apunta que temperaturas sobre 32 grados en verano, que pasaron de 11 días (entre 1961 y 1990) a 16 días en la actualidad, podría llegar a un mes.
La coautora del último informe de IPCC, Maisa Rojas indicó que los cálculos realizados por la Universidad de Hawai son importantes para la adaptación de sistemas sociales y de los ecosistemas. De ahí que si los estudios señalan que para entonces lloverá mucho menos que el promedio, hay que cambiar de hábitos, como no tener tantas zonas con pasto que regar o no hacerlo con agua que sirva para beber.
Laura Gallardo, directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia coincide al subrayar la importancia de un indicador que ponga énfasis en la necesidad de acelerar las medidas de mitigación respecto de biodiversidad y la vida en las ciudades. Pero a renglón seguido agrega que aunque el ejercicio de poner una fecha exacta puede ser adecuado para países tropicales, no es igual para lugares como Santiago. Esto se debe a la variabilidad climática natural e interdecadal (una década marcada por la sequía y otra por las lluvias). De ahí que señala que la fecha ahí estimada debe ser tomada sólo como un referente. “Los registros instrumentales que tenemos son insuficientes para determinar con claridad un patrón y proyectar qué pasará para los próximos 20 o 30 años”, sentencia.
Revisa acá en mapa de la Universidad de Hawai y las estimaciones por ciudades:
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