De este mini-post (EN) de Bruce Schneier paso a este otro (EN) de Cory Doctorow en BoingBoing, para acabar en el de Jonathan Stray (EN), que no es más que el inicio de una interesante labor de documentación sobre algunas de las técnicas de propaganda digital que mejor están funcionando en el entorno actual.
Stray pone el foco en tres vectores (Rusia, China, y el movimiento Alt-Right de la extrema derecha americana, ejemplificado en la figura de Milo Yiannopoulos), y aunque hecho en falta la otra cara de la moneda (la propaganda del terrorismo), por aquí quería sacar algunas conclusiones al respecto:
1.- La cantidad funciona
Rusia tiene una larga historia de desinformación organizada, y sus métodos se han ido adaptando como anillo al dedo en la era de Internet.
Básicamente la estrategia seguida por Rusia pasa por bombardear sistemáticamente a sus ciudadanos con información afín a sus intereses, sin importar la veracidad de la misma, y utilizando para ello una maquinaria mediática gubernamental muy amplia (tanto medios controlados por el propio gobierno, como medios afines y medios independientes “seducidos” por propaganda encubierta bajo supuestas filtraciones).
La técnica ha sido estudiada en este paper (EN/PDF), titulada bajo el nombre “Firehose of Falsehood”, y llega a las siguientes conclusiones:
- El que una información sea recogida por distintas fuentes acaba por dotarla de mayor credibilidad.
- El ocupar cuantos más canales mejor permite consumir la atención del público y llegar a un porcentaje de audiencia mayor, minimizando así el impacto de la competencia.
- Resulta más creíble partir de una realidad manipulada: Basta con modificar una imagen para que un hecho que no ha ocurrido (como la supuesta explosión química en Luisiana (EN) de hace ya unos años) cobre vida.
- Múltiples argumentos en múltiples fuentes es más persuasivo que múltiples argumentos en una sola fuente, o que un único argumento en múltiples fuentes.
Y aquí viene lo bueno. Para combatir este escenario lo mejor que podemos hacer es ofrecer a esa audiencia una narrativa alternativa (a poder ser la verdadera, ya sabe :)).
Entrar al trapo y demostrar, incluso con argumentos claramente incontestables, la falsedad de una propaganda, no resulta efectivo. Por contra, utilizar la misma estrategia para ofrecer al consumidor una lectura alternativa de lo propuesto se plantea a priori lo más acertado.
Cosa a la que justamente habrán llegado a la conclusión Facebook, Google y compañía, con la idea de mostrar junto con los enlaces a noticias marcadas como potencialmente falsas una serie de enlaces a medios contrastados.
Repartir, a fin de cuentas, la ATENCIÓN de la audiencia entre el contenido puramente propagandístico y el contenido refutado.
2.- No argumentes, distrae
El planteamiento de China difiere en el ruso precisamente en este punto. Mientras que al gobierno de Putin no le importa tejer un discurso propagandístico que cubra todas las problemáticas (políticas, sociales, religiosas, culturales) de su ciudadanía, en China prefieren distraer con contenido banal y eminentemente positivo el discurso de sus gentes.
La gran muralla digital china, con sus más de 2.000.000 operarios, es a día de hoy el mayor acercamiento real que tenemos del mundo imaginado por Orwell en 1984. Miles de trabajadores (“animadores” los llaman en el paper estudiado (EN/PDF)) cuyo único cometido es mantener distraídos a los ciudadanos con la creación de noticias y debates alejados de los temas convulsos.
Por supuesto, esto solo es la mitad de la operación. La otra mitad se basa en un sistema de censura agresivo que ya he explicado en más de una ocasión, en el que todo aquello que se sale de “lo políticamente correcto” es silenciado.
El que el gobierno chino tenga la potestad de elegir qué empresas y servicios pueden operar en su país facilita al extremo la cosa, y atenta continuamente al derecho de expresión de los que viven allí.
Estimamos que el gobierno fabrica y publica cerca de 448 millones de comentarios de medios sociales al año. En contraste con las afirmaciones anteriores, mostramos que la estrategia del régimen chino es evitar discutir con los escépticos del partido y el gobierno, y ni siquiera discutir temas polémicos. Inferimos que el objetivo de esta masiva operación secreta es distraer regularmente al público y cambiar de tema, ya que la mayoría de estos puestos incluyen la animación para China, la historia revolucionaria del Partido Comunista u otros símbolos del régimen.
Solo comunicando mensajes positivos se consigue minimizar el impacto de cualquier eventual mensaje crítico con el régimen que haya pasado los controles de los operarios.
Como contramedida, la única opción pasa por crear el suficiente interés en la audiencia como para que no se pueda no hablar de ello. Básicamente organizándose y haciéndose con el control de las calles sin caer en el extremismo y la violencia, cuyo impacto, de hecho, reduce el apoyo a dichos movimientos por parte de la ciudadanía (EN/PDF).
3.- La psicología es tu aliada
De todo lo expuesto, y habida cuenta de mi interés personal por todo lo que compete a la ingeniería social, me han parecido profundamente interesantes los estudios de Brendan Nyhan sobre la psicología política. Y Jonathan pone foco en dos de ellos:
A los participantes en un estudio se les dice que hubo un incendio en un almacén y que había productos químicos inflamables que fueron almacenados incorrectamente. Al escuchar estas piezas de información en sucesión, las personas suelen hacer un vínculo causal entre los dos hechos e inferir que el incendio fue causado de alguna manera por los productos químicos inflamables. A algunos sujetos se les dice que no hay sustancias químicas inflamables en el almacén. Los sujetos que han recibido esta información correctiva pueden responder correctamente que no había productos químicos inflamables en el almacén y por separado responden incorrectamente que los productos químicos inflamables causaron el incendio. Esta aparente contradicción puede explicarse por el hecho de que las personas actualizan la información objetiva sobre la presencia de sustancias químicas inflamables sin actualizar las inferencias causales que siguieron a la información incorrecta que inicialmente recibieron.
De lo que podemos desprender que:
- Unir en la misma sentencia dos afirmaciones dota de una suerte de nexo causal que podría no existir: Es el propio ciudadano quien crea ese nexo, pudiendo jugar con ello con fines propagandísticos sin tener que enfrentarse a posibles represalias (realmente no estás diciendo ninguna mentira).
- Aunque las dos afirmaciones se trabajen por separado, el nexo causal seguirá vigente: La semilla propagandística ya está puesta, y aunque más tarde se acabe demostrando que era una falacia, quedará aún en el inconsciente del colectivo.
Como contramedida la historia nos ha demostrado que es mejor afirmar, no contradecir.
En el caso de Obama, que en su día tuvo que enfrentarse a la propaganda de unos supuestos lazos familiares con el mundo musulmán, habría dos posibles tratamientos de cara a desmentirla:
No soy un musulmán.
Yo soy cristiano.
La primera sentencia niega directamente la desinformación propagandística, mientras que la segunda afirma la religión de Obama desmintiendo indirectamente la tergiversación. Curiosamente, la más convincente es la segunda.
4.- Toma acción, no reacción
El artículo sigue por otros derroteros en los que la inteligencia entra en juego, y que a mi modo de ver podrían llegar a ser peligrosos.
En el momento en el que aceptamos que nuestro deber para combatir la desinformación pasa por buscar la raíz del problema (fuentes originales, redes de perfiles que lo han alimentado, monitorización en tiempo real…), podemos acabar cayendo en una caza de brujas.
Ejemplos de los efectos de un doxing, incluso cuando la sociedad se lo está haciendo a un grupo de personas que claramente son tóxicas, tenemos para un buen rato.
Sigo pensando que el mejor acercamiento es que las herramientas digitales ofrezcan un discurso alternativo a toda noticia (sea o no progapanda, por cierto). Que se minimice artificialmente (listas negras, SEO-ASO, karma…) el alcance de la propaganda sin que por ello al ciudadano le sea imposible acceder a ella (la dotaríamos entonces de mayor validez, y todos deberíamos tener derecho a consumir lo que nos diera la gana siempre y cuando seamos conscientes de lo que hacemos).
Tenemos la infraestructura y metodología necesaria para llevarlo a cabo. Incluso el conocimiento (la industria del porno y de la medicina alternativa lleva años operando bajo un universo que no tiene por qué impactar a alguien que proactivamente no está buscando esto).
Sencilla y llanamente porque es un problema que nos atañe a todos. No hay mejor sociedad que una que esté bien informada. No hay peor sociedad que una incapaz de distinguir realidad de ficción.
De este mini-post (EN) de Bruce Schneier paso a este otro (EN) de Cory Doctorow en BoingBoing, para acabar en el de Jonathan Stray (EN), que no es más que el inicio de una interesante labor de documentación sobre algunas de las técnicas de propaganda digital que mejor están funcionando en el entorno actual.
Stray pone el foco en tres vectores (Rusia, China, y el movimiento Alt-Right de la extrema derecha americana, ejemplificado en la figura de Milo Yiannopoulos), y aunque hecho en falta la otra cara de la moneda (la propaganda del terrorismo), por aquí quería sacar algunas conclusiones al respecto:
1.- La cantidad funciona
Rusia tiene una larga historia de desinformación organizada, y sus métodos se han ido adaptando como anillo al dedo en la era de Internet.
Básicamente la estrategia seguida por Rusia pasa por bombardear sistemáticamente a sus ciudadanos con información afín a sus intereses, sin importar la veracidad de la misma, y utilizando para ello una maquinaria mediática gubernamental muy amplia (tanto medios controlados por el propio gobierno, como medios afines y medios independientes “seducidos” por propaganda encubierta bajo supuestas filtraciones).
La técnica ha sido estudiada en este paper (EN/PDF), titulada bajo el nombre “Firehose of Falsehood”, y llega a las siguientes conclusiones:
Y aquí viene lo bueno. Para combatir este escenario lo mejor que podemos hacer es ofrecer a esa audiencia una narrativa alternativa (a poder ser la verdadera, ya sabe :)).
Entrar al trapo y demostrar, incluso con argumentos claramente incontestables, la falsedad de una propaganda, no resulta efectivo. Por contra, utilizar la misma estrategia para ofrecer al consumidor una lectura alternativa de lo propuesto se plantea a priori lo más acertado.
Cosa a la que justamente habrán llegado a la conclusión Facebook, Google y compañía, con la idea de mostrar junto con los enlaces a noticias marcadas como potencialmente falsas una serie de enlaces a medios contrastados.
Repartir, a fin de cuentas, la ATENCIÓN de la audiencia entre el contenido puramente propagandístico y el contenido refutado.
2.- No argumentes, distrae
El planteamiento de China difiere en el ruso precisamente en este punto. Mientras que al gobierno de Putin no le importa tejer un discurso propagandístico que cubra todas las problemáticas (políticas, sociales, religiosas, culturales) de su ciudadanía, en China prefieren distraer con contenido banal y eminentemente positivo el discurso de sus gentes.
La gran muralla digital china, con sus más de 2.000.000 operarios, es a día de hoy el mayor acercamiento real que tenemos del mundo imaginado por Orwell en 1984. Miles de trabajadores (“animadores” los llaman en el paper estudiado (EN/PDF)) cuyo único cometido es mantener distraídos a los ciudadanos con la creación de noticias y debates alejados de los temas convulsos.
Por supuesto, esto solo es la mitad de la operación. La otra mitad se basa en un sistema de censura agresivo que ya he explicado en más de una ocasión, en el que todo aquello que se sale de “lo políticamente correcto” es silenciado.
El que el gobierno chino tenga la potestad de elegir qué empresas y servicios pueden operar en su país facilita al extremo la cosa, y atenta continuamente al derecho de expresión de los que viven allí.
Solo comunicando mensajes positivos se consigue minimizar el impacto de cualquier eventual mensaje crítico con el régimen que haya pasado los controles de los operarios.
Como contramedida, la única opción pasa por crear el suficiente interés en la audiencia como para que no se pueda no hablar de ello. Básicamente organizándose y haciéndose con el control de las calles sin caer en el extremismo y la violencia, cuyo impacto, de hecho, reduce el apoyo a dichos movimientos por parte de la ciudadanía (EN/PDF).
3.- La psicología es tu aliada
De todo lo expuesto, y habida cuenta de mi interés personal por todo lo que compete a la ingeniería social, me han parecido profundamente interesantes los estudios de Brendan Nyhan sobre la psicología política. Y Jonathan pone foco en dos de ellos:
De lo que podemos desprender que:
Como contramedida la historia nos ha demostrado que es mejor afirmar, no contradecir.
En el caso de Obama, que en su día tuvo que enfrentarse a la propaganda de unos supuestos lazos familiares con el mundo musulmán, habría dos posibles tratamientos de cara a desmentirla:
La primera sentencia niega directamente la desinformación propagandística, mientras que la segunda afirma la religión de Obama desmintiendo indirectamente la tergiversación. Curiosamente, la más convincente es la segunda.
4.- Toma acción, no reacción
El artículo sigue por otros derroteros en los que la inteligencia entra en juego, y que a mi modo de ver podrían llegar a ser peligrosos.
En el momento en el que aceptamos que nuestro deber para combatir la desinformación pasa por buscar la raíz del problema (fuentes originales, redes de perfiles que lo han alimentado, monitorización en tiempo real…), podemos acabar cayendo en una caza de brujas.
Ejemplos de los efectos de un doxing, incluso cuando la sociedad se lo está haciendo a un grupo de personas que claramente son tóxicas, tenemos para un buen rato.
Sigo pensando que el mejor acercamiento es que las herramientas digitales ofrezcan un discurso alternativo a toda noticia (sea o no progapanda, por cierto). Que se minimice artificialmente (listas negras, SEO-ASO, karma…) el alcance de la propaganda sin que por ello al ciudadano le sea imposible acceder a ella (la dotaríamos entonces de mayor validez, y todos deberíamos tener derecho a consumir lo que nos diera la gana siempre y cuando seamos conscientes de lo que hacemos).
Tenemos la infraestructura y metodología necesaria para llevarlo a cabo. Incluso el conocimiento (la industria del porno y de la medicina alternativa lleva años operando bajo un universo que no tiene por qué impactar a alguien que proactivamente no está buscando esto).
Sencilla y llanamente porque es un problema que nos atañe a todos. No hay mejor sociedad que una que esté bien informada. No hay peor sociedad que una incapaz de distinguir realidad de ficción.
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