por Miguel Ángel Pérez Álvarez
En México hay 45 millones de usuarios de Internet, lo que en un país de 120 millones representa una penetración de Internet de 38%. Chile lidera la región con 61% mientras que en Paraguay el 27% de la población tiene acceso al Internet. En Honduras y El Salvador, no supera el 20%, según el International Telecommunication Union de Ginebra. Si el tema del acceso a la red es un elemento de inequidad, Latinoamérica aún está sufriendo de un “apartheid digital”. Para comparar: El 81% de los Estados Unidos está conectado y el 93% de los holandéses.
¿Por qué es el acceso a Internet un elemento para garantizar la equidad? La red constituye hoy en día acceso a formas masivas de acumulación de información y también un vehículo para la comunicación instantánea. Es de algún modo la vía al conocimiento sobre el que una sociedad autónoma puede basar sus decisiones cotidianas, realizar sus trámites gubernamentales, pagar impuestos o recibir educación. El acceso a estas mediaciones de la toma de decisiones cuesta mucho a los estados nacionales al construir la infraestructura para el acceso universal, pero el beneficio que tiene para el desarrollo de una nación no se aquilata debidamente por quienes deciden el uso de los recursos públicos en los diversos niveles y poderes del Estado.
Ejemplos concretos tienen que ver con el comercio, la salud y la educación que representan formas de inversión de mediano plazo que redundan en crecimiento económico. ¿Cómo se beneficiarían estos sectores con una adecuada penetración digital? El tema de la inequidad tiene una componente social y política muy importante que impacta en el respeto a los derechos humanos de los ciudadanos.
Aunque Latinoamérica presume de una penetración alta de teléfonos móviles, el uso de smartphones y computadores con Internet se mantiene bajo. Superar la brecha digital o el “apartheid digital” en México, al igual que en otros países de la región, enfrenta tres desafíos: la relativa a la infraestructura, la que tiene base financiera y la de orden cultural.
Conectando las provincias
En el caso de México el problema de la infraestructura se relaciona con la dispersión de la población, lo que hace que las empresas que ofrecen el acceso se concentren en las zonas habitadas con mayor potencial de mercado y de recuperación de la inversión. El tema es si las empresas y el Estado Mexicano han explorado creativamente otras formas técnicas más creativas para llevar el acceso a la red a zonas aisladas o poco pobladas. Un ejemplo puede ser el uso de “gateways” y “traspondedores” subempleados en satélites.
Sostenibilidad financiera
En lo relativo al desafío financiero que se deriva de los problemas de difícil acceso para la instalación de infraestructura, está claro que si el grupo poblacional es pequeño la economía de escala no permite su sostenibilidad. A no ser que se analice si estos mercados tan pequeños que representan nuevas formas de generar recursos que aún no se han explorado, como puede ser el caso del acceso de los productores a mercados agropecuarios (la producción de café o la ganadería en el caso de algunos países de África).
El valor cívico del Internet
En lo referente al orden cultural es necesario emprender campañas en todos los órdenes de la vida social que permitan a los ciudadanos conocer los beneficios de contar con el acceso a Internet. Se trata de contribuir a la construcción social del conocimiento bien fundado de manera tal que los ciudadanos puedan demandar de manera informada el acceso (a precios razonables y con tecnologías modernas) a la educación, la salud, a lo mejor de la cultura, la comunicación expedita, la organización de la vida social y la realización de operaciones financieras y trámites gubernamentales.
El valor cívico del Internet deriva de su elemento como mediador de la construcción del actor social. Ethan Zuckerman del MIT dice:
“No es suficiente para un ciudadano ser informado; no es suficiente votar.
El ciudadano tiene que averiguar cómo hacer estos argumentos en un espacio público digital.
Necesitas encontrar la manera de abogar por algo…
Un serio compromiso profundo es el verdadero reto
para nosotros como ciudadanos.”
El desafío que representa recuperar el valor cívico de Internet es quizá el de mayor relevancia humana. No es una cuestión de acceso a las nuevas formas de la modernidad en abstracto sino de recuperar el elemento que nos distingue e identifica como sujetos sociales: la acción reflexiva, ética, en busca de la empatía con el otro. Contar con elementos para la abogacía.
Hay casos representativos de esta fuerza social del sujeto informado que participa en la vida social, en la acción comunitaria.Poderopedia ha construido un proyecto que permite a los ciudadanos organizarse para obtener de los gobernantes rendición de cuentas. Aunque por el momento existe sólo en tres países Latinoamericanos, su poder se ampliará sin duda en el corto plazo al resto de la región. Casos como estos documentan el poder cívico de Internet.
La superación de estos tres desafíos
Enfrentar estos tres desafíos puede llevar mucho tiempo si no hay la voluntad política y la acción de la sociedad y las empresas. Pero no superarla implica perder uno de los factores de impulso más importante para el desarrollo de una nación y de nuestra región.
En un estudio del BID que ha desmenuzado el especialista Marco Paz Pellat se establece que el sólo aumento de un 10% en el acceso a la banda ancha podría representar en México, por citar un ejemplo, un aumento del 3.2% del PIB (más que lo que se obtiene con una Reforma Fiscal reciente).
Sólo en la medida que se logren reformas en el área de las telecomunicaciones como ha señalado Paz Pellat que hagan accesible el uso del ancho de banda, y sólo en la medida que descubramos y aprovechemos el poder de la acción colectiva, será factible la superación del “apartheid digital” que vivimos en Latinoamérica.
Miguel Ángel Pérez Álvarez es coordinador en el sistema educación a distancia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en México. En la UNAM es profesor de asignatura en el Colegio de Pedagogía desde 1990.
Mapa y reporte adicional por Aleszu Bajak.
Proyectos como One Laptop per Child combaten la discriminación digital. Foto via Flickr.
por Miguel Ángel Pérez Álvarez
En México hay 45 millones de usuarios de Internet, lo que en un país de 120 millones representa una penetración de Internet de 38%. Chile lidera la región con 61% mientras que en Paraguay el 27% de la población tiene acceso al Internet. En Honduras y El Salvador, no supera el 20%, según el International Telecommunication Union de Ginebra. Si el tema del acceso a la red es un elemento de inequidad, Latinoamérica aún está sufriendo de un “apartheid digital”. Para comparar: El 81% de los Estados Unidos está conectado y el 93% de los holandéses.
¿Por qué es el acceso a Internet un elemento para garantizar la equidad? La red constituye hoy en día acceso a formas masivas de acumulación de información y también un vehículo para la comunicación instantánea. Es de algún modo la vía al conocimiento sobre el que una sociedad autónoma puede basar sus decisiones cotidianas, realizar sus trámites gubernamentales, pagar impuestos o recibir educación. El acceso a estas mediaciones de la toma de decisiones cuesta mucho a los estados nacionales al construir la infraestructura para el acceso universal, pero el beneficio que tiene para el desarrollo de una nación no se aquilata debidamente por quienes deciden el uso de los recursos públicos en los diversos niveles y poderes del Estado.
Ejemplos concretos tienen que ver con el comercio, la salud y la educación que representan formas de inversión de mediano plazo que redundan en crecimiento económico. ¿Cómo se beneficiarían estos sectores con una adecuada penetración digital? El tema de la inequidad tiene una componente social y política muy importante que impacta en el respeto a los derechos humanos de los ciudadanos.
Aunque Latinoamérica presume de una penetración alta de teléfonos móviles, el uso de smartphones y computadores con Internet se mantiene bajo. Superar la brecha digital o el “apartheid digital” en México, al igual que en otros países de la región, enfrenta tres desafíos: la relativa a la infraestructura, la que tiene base financiera y la de orden cultural.
Conectando las provincias
En el caso de México el problema de la infraestructura se relaciona con la dispersión de la población, lo que hace que las empresas que ofrecen el acceso se concentren en las zonas habitadas con mayor potencial de mercado y de recuperación de la inversión. El tema es si las empresas y el Estado Mexicano han explorado creativamente otras formas técnicas más creativas para llevar el acceso a la red a zonas aisladas o poco pobladas. Un ejemplo puede ser el uso de “gateways” y “traspondedores” subempleados en satélites.
Sostenibilidad financiera
En lo relativo al desafío financiero que se deriva de los problemas de difícil acceso para la instalación de infraestructura, está claro que si el grupo poblacional es pequeño la economía de escala no permite su sostenibilidad. A no ser que se analice si estos mercados tan pequeños que representan nuevas formas de generar recursos que aún no se han explorado, como puede ser el caso del acceso de los productores a mercados agropecuarios (la producción de café o la ganadería en el caso de algunos países de África).
El valor cívico del Internet
En lo referente al orden cultural es necesario emprender campañas en todos los órdenes de la vida social que permitan a los ciudadanos conocer los beneficios de contar con el acceso a Internet. Se trata de contribuir a la construcción social del conocimiento bien fundado de manera tal que los ciudadanos puedan demandar de manera informada el acceso (a precios razonables y con tecnologías modernas) a la educación, la salud, a lo mejor de la cultura, la comunicación expedita, la organización de la vida social y la realización de operaciones financieras y trámites gubernamentales.
El valor cívico del Internet deriva de su elemento como mediador de la construcción del actor social. Ethan Zuckerman del MIT dice:
“No es suficiente para un ciudadano ser informado; no es suficiente votar.
El ciudadano tiene que averiguar cómo hacer estos argumentos en un espacio público digital.
Necesitas encontrar la manera de abogar por algo…
Un serio compromiso profundo es el verdadero reto
para nosotros como ciudadanos.”
El desafío que representa recuperar el valor cívico de Internet es quizá el de mayor relevancia humana. No es una cuestión de acceso a las nuevas formas de la modernidad en abstracto sino de recuperar el elemento que nos distingue e identifica como sujetos sociales: la acción reflexiva, ética, en busca de la empatía con el otro. Contar con elementos para la abogacía.
Hay casos representativos de esta fuerza social del sujeto informado que participa en la vida social, en la acción comunitaria.Poderopedia ha construido un proyecto que permite a los ciudadanos organizarse para obtener de los gobernantes rendición de cuentas. Aunque por el momento existe sólo en tres países Latinoamericanos, su poder se ampliará sin duda en el corto plazo al resto de la región. Casos como estos documentan el poder cívico de Internet.
La superación de estos tres desafíos
Enfrentar estos tres desafíos puede llevar mucho tiempo si no hay la voluntad política y la acción de la sociedad y las empresas. Pero no superarla implica perder uno de los factores de impulso más importante para el desarrollo de una nación y de nuestra región.
En un estudio del BID que ha desmenuzado el especialista Marco Paz Pellat se establece que el sólo aumento de un 10% en el acceso a la banda ancha podría representar en México, por citar un ejemplo, un aumento del 3.2% del PIB (más que lo que se obtiene con una Reforma Fiscal reciente).
Sólo en la medida que se logren reformas en el área de las telecomunicaciones como ha señalado Paz Pellat que hagan accesible el uso del ancho de banda, y sólo en la medida que descubramos y aprovechemos el poder de la acción colectiva, será factible la superación del “apartheid digital” que vivimos en Latinoamérica.
Miguel Ángel Pérez Álvarez es coordinador en el sistema educación a distancia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en México. En la UNAM es profesor de asignatura en el Colegio de Pedagogía desde 1990.
Mapa y reporte adicional por Aleszu Bajak.
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