El alto tribunal dejó intacta este lunes una decisión del tribunal federal de apelaciones que desestimó una demanda de los Productores Orgánicos de Semillas y la Asociación de Comercio y más de otros 80 demandantes contra Monsanto que buscaban desafiar las peticiones agresivas de la compañía de agroquímicos sobre las patentes de semillas genéticamente modificadas.
La demanda también apuntaba a frenar a Monsanto en su intento de demandar a cualquier persona cuyo campo usara sus semillas sin pagar los derechos de patente.
El grupo de demandantes, que incluye muchas familias de agricultores estadounidenses y canadienses, compañías semilleras independientes y organizaciones agrícolas, buscaba protección preventiva contra las patentes de Monsanto. El gigante biotecnológico ha presentado más de 140 demandas en contra de los agricultores por la siembra de semillas de ingeniería genética de la compañía sin permiso.
Ninguno de los demandantes es cliente de Monsanto y ninguno tiene acuerdos de licencia con la compañía. El grupo argumentó que no quieren organismos genéticamente modificados de Monsanto y quieren protección legal en caso de contacto accidental con los productos de la compañía.
La decisión del tribunal de apelaciones se basó en la supuesta promesa de Monsanto de no demandar a los agricultores cuyos cultivos –incluyendo maíz, soya, algodón, canola y otros– contengan trazas de productos de la biotecnología de la compañía.
El periodista internacional Alberto Rabilotta opina que la decisión de la justicia estadounidense de ratificar los derechos de Monsanto evidencia el poder absoluto que tiene la empresa en el país.
“La decisión de la Corte Suprema de EE.UU. continúa la política que viene siendo aplicada desde hace años, es decir, darles la razón a todos estos monopolios de agronegocio […] Es decir, el monopolio de Monsanto y otras compañías es inapelable; tienen un poder absoluto y han sometido tanto al sistema de justicia de EE.UU. como al Gobierno”, dijo Rabilotta.
En junio pasado la Corte de Apelaciones del Circuito Federal apoyó el dictamen previo que negaba a los agricultores tradicionales la inmunidad contra las demandas de Monsanto ante el compromiso de la compañía de no perseguir a aquellos cuyas cosechas contengan, sin haber sido advertido el contagio, rasgos genéticos patentados por la empresa, por ejemplo, como resultado de las semillas o polen llevado por el viento a los cultivos.
El alto tribunal dejó intacta este lunes una decisión del tribunal federal de apelaciones que desestimó una demanda de los Productores Orgánicos de Semillas y la Asociación de Comercio y más de otros 80 demandantes contra Monsanto que buscaban desafiar las peticiones agresivas de la compañía de agroquímicos sobre las patentes de semillas genéticamente modificadas.
La demanda también apuntaba a frenar a Monsanto en su intento de demandar a cualquier persona cuyo campo usara sus semillas sin pagar los derechos de patente.
El grupo de demandantes, que incluye muchas familias de agricultores estadounidenses y canadienses, compañías semilleras independientes y organizaciones agrícolas, buscaba protección preventiva contra las patentes de Monsanto. El gigante biotecnológico ha presentado más de 140 demandas en contra de los agricultores por la siembra de semillas de ingeniería genética de la compañía sin permiso.
Ninguno de los demandantes es cliente de Monsanto y ninguno tiene acuerdos de licencia con la compañía. El grupo argumentó que no quieren organismos genéticamente modificados de Monsanto y quieren protección legal en caso de contacto accidental con los productos de la compañía.
La decisión del tribunal de apelaciones se basó en la supuesta promesa de Monsanto de no demandar a los agricultores cuyos cultivos –incluyendo maíz, soya, algodón, canola y otros– contengan trazas de productos de la biotecnología de la compañía.
El periodista internacional Alberto Rabilotta opina que la decisión de la justicia estadounidense de ratificar los derechos de Monsanto evidencia el poder absoluto que tiene la empresa en el país.
“La decisión de la Corte Suprema de EE.UU. continúa la política que viene siendo aplicada desde hace años, es decir, darles la razón a todos estos monopolios de agronegocio […] Es decir, el monopolio de Monsanto y otras compañías es inapelable; tienen un poder absoluto y han sometido tanto al sistema de justicia de EE.UU. como al Gobierno”, dijo Rabilotta.
En junio pasado la Corte de Apelaciones del Circuito Federal apoyó el dictamen previo que negaba a los agricultores tradicionales la inmunidad contra las demandas de Monsanto ante el compromiso de la compañía de no perseguir a aquellos cuyas cosechas contengan, sin haber sido advertido el contagio, rasgos genéticos patentados por la empresa, por ejemplo, como resultado de las semillas o polen llevado por el viento a los cultivos.
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