Durante la década que pasó desde su aparición, las redes sociales se han vuelto la mayor plataforma para la distribución de la información no solamente personal, sino también política. A diferencia de los medios tradicionales, las redes sociales proporcionan un diálogo con los lectores y retrocomunicación inmediata. Considerando la cantidad de páginas de los políticos y organizaciones sociales y públicas, hasta ahora las plataformas más importantes para la diplomacia electrónica han sido Facebook y Twitter, seguidos por YouTube, afirma el experto Maxim Kórnev.
Usando las redes sociales la diplomacia electrónica puede impactar directamente en los acontecimientos y en los residentes de países extranjeros, evadiendo los filtros mediáticos y en algunas ocasiones incluso las leyes nacionales e internacionales, algo que la diplomacia “tradicional” no puede. Cabe destacar que el país que más ha aprendido a usar la diplomacia electrónica es EE.UU., que ocupa el primer lugar de un índice al respecto de la agencia AFP, ganando por un amplio margen a los demás países.
A partir de la nominación de Hillary Clinton como secretaria de Estado en el año 2009, los EE.UU. han desarrollado un cúmulo de programas, tanto abiertos como otros más secretos, de preparación de ‘activistas en línea’ y creación de comunidades y plataformas web que no pueden ser controladas por las autoridades de otros países.
En general más de 150 funcionarios del Departamento de Estado de EE.UU. y unos 900 especialistas más afuera del país son responsables de un sistema de varios blogs y cuentas en las redes sociales asociadas con dicha institución, atraendo casi 90 millones de seguidores, según la información de AFP.
Mientras los propios EE.UU. explican dichos programas con ideales de justicia y democracia y la lucha contra la censura, otros condenan sus acciones como la invasión en los asuntos internos de otros países. Es por ello que varios países, incluyendo Rusia, han empezado a desarrollar sus propios programas de ciberdefensa y de diplomacia electrónica.
Durante la década que pasó desde su aparición, las redes sociales se han vuelto la mayor plataforma para la distribución de la información no solamente personal, sino también política. A diferencia de los medios tradicionales, las redes sociales proporcionan un diálogo con los lectores y retrocomunicación inmediata. Considerando la cantidad de páginas de los políticos y organizaciones sociales y públicas, hasta ahora las plataformas más importantes para la diplomacia electrónica han sido Facebook y Twitter, seguidos por YouTube, afirma el experto Maxim Kórnev.
Usando las redes sociales la diplomacia electrónica puede impactar directamente en los acontecimientos y en los residentes de países extranjeros, evadiendo los filtros mediáticos y en algunas ocasiones incluso las leyes nacionales e internacionales, algo que la diplomacia “tradicional” no puede. Cabe destacar que el país que más ha aprendido a usar la diplomacia electrónica es EE.UU., que ocupa el primer lugar de un índice al respecto de la agencia AFP, ganando por un amplio margen a los demás países.
A partir de la nominación de Hillary Clinton como secretaria de Estado en el año 2009, los EE.UU. han desarrollado un cúmulo de programas, tanto abiertos como otros más secretos, de preparación de ‘activistas en línea’ y creación de comunidades y plataformas web que no pueden ser controladas por las autoridades de otros países.
En general más de 150 funcionarios del Departamento de Estado de EE.UU. y unos 900 especialistas más afuera del país son responsables de un sistema de varios blogs y cuentas en las redes sociales asociadas con dicha institución, atraendo casi 90 millones de seguidores, según la información de AFP.
Mientras los propios EE.UU. explican dichos programas con ideales de justicia y democracia y la lucha contra la censura, otros condenan sus acciones como la invasión en los asuntos internos de otros países. Es por ello que varios países, incluyendo Rusia, han empezado a desarrollar sus propios programas de ciberdefensa y de diplomacia electrónica.
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