Estoy cabreado. Sí, cabreado al ver como las multinacionales se aprovechan de los docentes para que los mismos vendan sus maravillosas creaciones. Harto al ver decenas de jornadas que hablan sobre iPads. Decepcionado con aquellos docentes que se están plegando a los designios de determinados vendedores de aparatos, soluciones todo en uno o, almacenamiento/gestión de datos de los alumnos bajo supuesta innovación educativa
Ha costado mucho ir incorporando el software libre en las aulas (sigue siendo una lucha sin cuartel contra determinados sectores políticos y económicos) para que ahora volvamos a caer en el entramado que supone el uso de elementos privativos. Ya no es sólo Windows, ahora el desembarco lo están produciendo los iPads y las plataformas, supuestamente dedicadas para la gestión de aula, que nos está vendiendo, entre otros, Telefónica.
Los docentes no podemos jugar a favor de las multinacionales. Ya no es sólo cuestión de decencia, es una cuestión de fondo educativo. De intentar defender unos determinados valores. De intentar enseñar a los chavales a vivir de otra manera.
No es una crítica al docente que usa esos aparatos. Cada uno en su vida privada puede usar lo que le dé la gana amparado en su libertad de elección. Se trata de no manipular a los alumnos metiéndoles en el aula determinados elementos tecnológicos que supeditan su aprendizaje a determinadas multinacionales. Multinacionales no son sólo las que nos suministran elementos tecnológicos (en forma de hardware o software). Multinacionales son todas aquellas empresas que nos obligan a seguir un determinado tipo de docencia (léase libros de texto entre otros). No podemos plegarnos a ellas. No podemos pretender que el uso de esos elementos no están perjudicando el aprendizaje de los alumnos. No podemos seguir usando elementos de los que disponemos de alternativas, basadas en otra filosofía, que nos sirven para cubrir las mismas necesidades.
Ya sé que algunos me comentaréis que es complicado hacer una migración hacia elementos que no dependan de empresas privadas. Que hay determinados programas, especialmente en Formación Profesional, que sólo funcionan bajo entornos privativos. Quizás en ese caso sea más complicada la migración pero, como mínimo, intentar incorporar software libre en otros aspectos de la docencia, para que los alumnos vean que hay otra manera de trabajar, es imprescindible.
Me cansa el discurso de la falsa creatividad que nos están vendiendo algunas empresas con sus aplicaciones. Creatividad dirigida. Creatividad que tiene poco que ver con pintar en colores en un folio en blanco en la calle. La creatividad nunca puede verse potenciada por elementos tecnológicos. Menos aún si dichos elementos deciden cómo y qué debe ser la creatividad.
Las aulas deberían ser declaradas libres de las garras de las multinacionales. Reconozco que es algo utópico pero, lo que no es razonable en el contexto actual, es dejar aterrizar determinados productos en las mismas sin pararse, ni un solo momento, a cruzar las miradas con esas familias que lo están pasando mal. Familias que necesitan que les vendas esperanza. Familias que tienen problemas económicos importantes. Familias que necesitan comprar algo muy diferente a lo que les estamos vendiendo falsamente como mejora educativa. Mejora que pasa más por la filosofía de fondo que por el uso de elementos tecnológicos de la empresa X, cuadernos de trabajo de la empresa Y o, plataformas de la empresa Z.
Pensemos en nuestros alumnos. Dejémonos de vendernos a aquellos que quieren controlar el sistema educativo y empecemos, mediante un pequeño granito de arena, a cambiar las cosas. No tiene sentido quejarse de la privatización educativa y, de forma indirecta, potenciarla como docentes.
Este es un artículo para España escrito por Jordi Marti, pero aplicable a Chile.
Estoy cabreado. Sí, cabreado al ver como las multinacionales se aprovechan de los docentes para que los mismos vendan sus maravillosas creaciones. Harto al ver decenas de jornadas que hablan sobre iPads. Decepcionado con aquellos docentes que se están plegando a los designios de determinados vendedores de aparatos, soluciones todo en uno o, almacenamiento/gestión de datos de los alumnos bajo supuesta innovación educativa
Ha costado mucho ir incorporando el software libre en las aulas (sigue siendo una lucha sin cuartel contra determinados sectores políticos y económicos) para que ahora volvamos a caer en el entramado que supone el uso de elementos privativos. Ya no es sólo Windows, ahora el desembarco lo están produciendo los iPads y las plataformas, supuestamente dedicadas para la gestión de aula, que nos está vendiendo, entre otros, Telefónica.
Los docentes no podemos jugar a favor de las multinacionales. Ya no es sólo cuestión de decencia, es una cuestión de fondo educativo. De intentar defender unos determinados valores. De intentar enseñar a los chavales a vivir de otra manera.
No es una crítica al docente que usa esos aparatos. Cada uno en su vida privada puede usar lo que le dé la gana amparado en su libertad de elección. Se trata de no manipular a los alumnos metiéndoles en el aula determinados elementos tecnológicos que supeditan su aprendizaje a determinadas multinacionales. Multinacionales no son sólo las que nos suministran elementos tecnológicos (en forma de hardware o software). Multinacionales son todas aquellas empresas que nos obligan a seguir un determinado tipo de docencia (léase libros de texto entre otros). No podemos plegarnos a ellas. No podemos pretender que el uso de esos elementos no están perjudicando el aprendizaje de los alumnos. No podemos seguir usando elementos de los que disponemos de alternativas, basadas en otra filosofía, que nos sirven para cubrir las mismas necesidades.
Ya sé que algunos me comentaréis que es complicado hacer una migración hacia elementos que no dependan de empresas privadas. Que hay determinados programas, especialmente en Formación Profesional, que sólo funcionan bajo entornos privativos. Quizás en ese caso sea más complicada la migración pero, como mínimo, intentar incorporar software libre en otros aspectos de la docencia, para que los alumnos vean que hay otra manera de trabajar, es imprescindible.
Me cansa el discurso de la falsa creatividad que nos están vendiendo algunas empresas con sus aplicaciones. Creatividad dirigida. Creatividad que tiene poco que ver con pintar en colores en un folio en blanco en la calle. La creatividad nunca puede verse potenciada por elementos tecnológicos. Menos aún si dichos elementos deciden cómo y qué debe ser la creatividad.
Las aulas deberían ser declaradas libres de las garras de las multinacionales. Reconozco que es algo utópico pero, lo que no es razonable en el contexto actual, es dejar aterrizar determinados productos en las mismas sin pararse, ni un solo momento, a cruzar las miradas con esas familias que lo están pasando mal. Familias que necesitan que les vendas esperanza. Familias que tienen problemas económicos importantes. Familias que necesitan comprar algo muy diferente a lo que les estamos vendiendo falsamente como mejora educativa. Mejora que pasa más por la filosofía de fondo que por el uso de elementos tecnológicos de la empresa X, cuadernos de trabajo de la empresa Y o, plataformas de la empresa Z.
Pensemos en nuestros alumnos. Dejémonos de vendernos a aquellos que quieren controlar el sistema educativo y empecemos, mediante un pequeño granito de arena, a cambiar las cosas. No tiene sentido quejarse de la privatización educativa y, de forma indirecta, potenciarla como docentes.
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