Escrito para España.
Últimamente se confunde la libertad de expresión con la participación. La participación implica corresponsabilidad, mientras opinar sin actuar no cambia la realidad. Aunque sí, cambia como la vemos y puede producir lo que el poeta* llama Alucinación Consensual. Y aquí los tenemos, todos ellos, viejos y nuevos, los partidos políticos, con su mito de la unión: son básicamente caras alucinaciones consensuales.
Libertad de expresión y participación tienen solo una cosa en común:
así como es absolutamente legítimo que digamos idioteces haciendo uso de
nuestra libertad de expresión, pueden haber formas de participación
idiotas**.
Esta confusión se debe en gran medida a que, en nombre de una
Transparencia mal entendida, los parlamentos se han convertidos en
extremo en lugares de retórica más que de acción, cuando lo deseable
sería justo lo contrario.
La Participación es pues una de las nuevas falsas promesas de la Demagogia 3.0.
Esto puede ocurrir cuando una hipótesis proyectual para un cambio
radical —como lo ha sido el #15M— es arrebatada a la gente que lucha
desde sus lugares de acción y es transformada en un lema con copyright
de marcas electorales con diseño hegemónico sobre todxs nosotrxs. La
participación ha pasado de ser una herramienta ciudadana para controlar
el poder, a propaganda de ese mismo poder para controlar a la
ciudadanía.
Si «Albert Rivera gana las primarias de Ciudadanos con un 87,3% de
los votos», o «Pablo Iglesias llega a la secretaría general de Podemos
con el 80,7% de los votos», nótese que ambos son sólo superados por el
100% de los votos que consolidaron en la presidencia de sus partidos a
Kim Jong-Un y a Sadam Hussein.
La participación se convierte en la Dictadura del Proletariado de la
post posmodernidad, de la falsa nueva política: una mentira. Sin hoja de
ruta de corresponsabilidad y liderazgo distribuido de la sociedad
civil, es tan solo una tapadera.
Para nosotras, la lucha por el reconocimiento de la sociedad civil
activa por parte de la prensa, de los gobiernos, de las instituciones y
de los partidos políticos, es parte de las luchas fundamentales para
llegar a una democracia real. Este reconocimiento es omitido por sistema
por todos ellos para mantener un Monopolio de la Verdad que excluya a
la ciudadanía.
No es importante saber exactamente quién es la/el que hace, pero
sí es importante saber que por todas partes hay personas que toman carta
en asuntos donde los partidos y las instituciones hacen dejación de
funciones. Es importante recordar que partidos e instituciones tan solo
fijan el presente y que cualquier diseño de futuro viene de la sociedad
civil activa.
Por todo ello, os proponemos desconfiar del matonismo de operaciones
que promueven el voto simple, polarizado y acrítico, que fanatizan las
bondades de las primarias obligatorias y de la participación “desde
abajo y viceversa”. Sin igualdades de medios, ámbito de acción,
información y visibilidad mediática la participación concedida, no es
más que una pieza más de la propaganda para mantenernos distraídos.
* William Gibson, El Neuromante
**La palabra idiota proviene del griego ‘idiotes’ para referirse a un ciudadano privado y egoísta que no se ocupaba de los asuntos públicos.
***Texto para presentar el espectáculo Realidades Avanzadas 2 (Festival Grec, Barcelona – 9.10.11 de julio 2018)
Via
Escrito para España.
Últimamente se confunde la libertad de expresión con la participación. La participación implica corresponsabilidad, mientras opinar sin actuar no cambia la realidad. Aunque sí, cambia como la vemos y puede producir lo que el poeta* llama Alucinación Consensual. Y aquí los tenemos, todos ellos, viejos y nuevos, los partidos políticos, con su mito de la unión: son básicamente caras alucinaciones consensuales.
Libertad de expresión y participación tienen solo una cosa en común: así como es absolutamente legítimo que digamos idioteces haciendo uso de nuestra libertad de expresión, pueden haber formas de participación idiotas**.
Esta confusión se debe en gran medida a que, en nombre de una Transparencia mal entendida, los parlamentos se han convertidos en extremo en lugares de retórica más que de acción, cuando lo deseable sería justo lo contrario.
La Participación es pues una de las nuevas falsas promesas de la Demagogia 3.0.
Esto puede ocurrir cuando una hipótesis proyectual para un cambio radical —como lo ha sido el #15M— es arrebatada a la gente que lucha desde sus lugares de acción y es transformada en un lema con copyright de marcas electorales con diseño hegemónico sobre todxs nosotrxs. La participación ha pasado de ser una herramienta ciudadana para controlar el poder, a propaganda de ese mismo poder para controlar a la ciudadanía.
Si «Albert Rivera gana las primarias de Ciudadanos con un 87,3% de los votos», o «Pablo Iglesias llega a la secretaría general de Podemos con el 80,7% de los votos», nótese que ambos son sólo superados por el 100% de los votos que consolidaron en la presidencia de sus partidos a Kim Jong-Un y a Sadam Hussein.
La participación se convierte en la Dictadura del Proletariado de la post posmodernidad, de la falsa nueva política: una mentira. Sin hoja de ruta de corresponsabilidad y liderazgo distribuido de la sociedad civil, es tan solo una tapadera.
Para nosotras, la lucha por el reconocimiento de la sociedad civil activa por parte de la prensa, de los gobiernos, de las instituciones y de los partidos políticos, es parte de las luchas fundamentales para llegar a una democracia real. Este reconocimiento es omitido por sistema por todos ellos para mantener un Monopolio de la Verdad que excluya a la ciudadanía.
No es importante saber exactamente quién es la/el que hace, pero sí es importante saber que por todas partes hay personas que toman carta en asuntos donde los partidos y las instituciones hacen dejación de funciones. Es importante recordar que partidos e instituciones tan solo fijan el presente y que cualquier diseño de futuro viene de la sociedad civil activa.
Por todo ello, os proponemos desconfiar del matonismo de operaciones que promueven el voto simple, polarizado y acrítico, que fanatizan las bondades de las primarias obligatorias y de la participación “desde abajo y viceversa”. Sin igualdades de medios, ámbito de acción, información y visibilidad mediática la participación concedida, no es más que una pieza más de la propaganda para mantenernos distraídos.
* William Gibson, El Neuromante
**La palabra idiota proviene del griego ‘idiotes’ para referirse a un ciudadano privado y egoísta que no se ocupaba de los asuntos públicos.
***Texto para presentar el espectáculo Realidades Avanzadas 2 (Festival Grec, Barcelona – 9.10.11 de julio 2018)
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