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Derechos equivalentes análogos (4/21): Nuestros niños han perdido la Privacidad de la Ubicación

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por Rick Falkvinge traducción David Ormeño

En el mundo analógico de nuestros padres, como ciudadanos comunes y corrientes y no vigilados por ser sospechosos de un delito, se daba por sentado que podías caminar por una ciudad sin que las autoridades te siguieran el rastro. Nuestros hijos ya no tienen este derecho en su mundo digital.

Ni siquiera las distopías de los años cincuenta, 1984, Brave New World, Colossus, etc., lograron inventar los horrores de este elemento: el hecho de que cada ciudadano lleva ahora un dispositivo de seguimiento gubernamental. No sólo llevan uno, incluso lo compraron ellos mismos. Ni siquiera Brave New World podría haber imaginado este horror.

Empezó inocentemente, por supuesto. Siempre lo hace. Con los nuevos “teléfonos portátiles” -que, en ese momento, significaban algo así como “no encadenados al suelo”- las autoridades descubrieron que la gente todavía llamaba al número de los Servicios de Emergencia (112, 911, etc.) desde sus teléfonos móviles, pero no siempre eran capaces de dar su ubicación por sí mismos, algo que la red telefónica era ahora capaz de hacer. Por lo tanto, las autoridades ordenaron que las redes telefónicas fueran técnicamente capaces de dar siempre la ubicación de un abonado, en caso de que llamaran a los servicios de emergencia. En los Estados Unidos, esto se conocía como el reglamento E911 (“Enhanced 9-1-1”).

Esto fue en 2005. Las cosas salieron mal muy rápido a partir de ahí. Imaginemos que hace tan sólo 12 años todavía teníamos derecho a vagar libremente sin que las autoridades fuesen capaces de seguir cada uno de nuestros pasos, ¡hace poco más de una década!

Antes de este punto, los gobiernos les proporcionaban servicios para que pudieran conocer su ubicación, como había sido la tradición desde el faro naval, pero no para que pudieran conocer su ubicación. Hay una diferencia crucial aquí. Y como siempre, la primera infracción fue la de prestar servicios a los ciudadanos -en este caso, servicios médicos de urgencia- a los que sólo se opondrían los distópicos más previsores.

¿Qué ha pasado desde entonces?

Ciudades enteras están utilizando el rastreo pasivo wi-fi para rastrear a las personas a nivel individual, de tiempo real y de sub-pasos en todo el centro de la ciudad.

Las estaciones de tren y los aeropuertos, que solían ser refugios seguros de anonimato en el mundo analógico de nuestros padres, tienen letreros que dicen que emplean wi-fi pasivo en tiempo real y seguimiento bluetooth de todo el mundo incluso cuando se acercan, y están conectando su seguimiento a los datos de identificación personal. Corrección: en el mejor de los casos tienen indicios de ello, pero lo hacen a pesar de todo.

La ubicación de las personas es rastreada en por lo menos tres diferentes… no de maneras, sino de categorías de maneras:

Activa: Usted lleva un sensor de su ubicación (sensor GPS, receptor Glonass, triangulador de torre celular, o incluso identificador visual a través de la cámara). Usted utiliza los sensores para encontrar su ubicación, en un punto en el tiempo o continuamente. El gobierno se reserva el derecho de leer el contenido de sus sensores activos.

Pasiva: Usted no toma ninguna acción, pero sigue transmitiendo su ubicación al gobierno continuamente a través de un tercero. En esta categoría, encontramos la triangulación de torres celulares, así como el seguimiento pasivo wi-fi y bluetooth que no requiere ninguna otra acción por parte del teléfono del usuario que la de estar encendido.

Híbrida: El gobierno encuentra su ubicación en pings ocasionales a través de redes de arrastre activas y expediciones técnicas de pesca en curso. Esto no sólo incluiría las técnicas relacionadas con el teléfono móvil, sino también el reconocimiento de cara conectado a las redes urbanas de vídeovigilancia.

La privacidad de la ubicación es uno de los Siete Privacidades, y podemos decir tranquilamente que sin contramedidas activas, se ha perdido completamente en la transición de lo analógico a lo digital. Nuestros padres tenían privacidad de ubicación, especialmente en lugares concurridos como aeropuertos y estaciones de tren. Nuestros niños no tienen privacidad de ubicación, no en general, y particularmente no en lugares como aeropuertos y estaciones de tren que fueron los refugios más seguros de nuestros padres analógicos.

¿Cómo restablecimos la Privacidad de la Ubicación hoy? Se daba por sentado hace tan sólo 12 años.