Por: Héctor Vera
El jueves 24 de octubre, en el ex Congreso Nacional, un centenar de periodistas se reunieron bajo el titulo de “Periodistas con Michelle Bachelet”. La idea era presentarle a Alvaro Elizalde, vocero de la candidata, sus propuestas de políticas públicas en materia de derechos a la información y a la comunicación con la intención que se implementen en el eventual nuevo gobierno de la abanderada de la Nueva Mayoría. El Colegio de Periodistas había elaborado anteriormente, para todos los candidatos presidenciales, un documento conteniendo las mismas ideas (junio 2013).
Ante la observación del periodista Jorge Andrés Richards, quien dijo que esperaba que esta vez, en elquinto gobierno de la Concertación, los dirigentes políticos de la centro izquierda se tomaran en serio el tema de garantizar una información pluralista y a la altura de las exigencias democráticas de la sociedad chilena, Elizalde respondió con una nueva promesa.. “El Gobierno de Michelle BACHELET que se viene no es el quinto gobierno de la Concertación ni el séptimo de la transición democrática, es el primero de una nueva etapa de desarrollo social para Chile… es algo distinto a lo que hemos visto porque Chile ha cambiado profundamente…”.
Tales palabras ponen en evidencia la ambiciosa visión de importantes dirigentes del Comando de Bachelet, que piensan estar a la altura del desarrollo de una ciudadanía cada vez más exigente y participativa. Pero,¿es esperable un cambio sustantivo del nuevo gobierno de Bachelet, transformándolo en un verdadero compromiso político para transformar la atmósfera cultural y medial del país, dominada por cuatro décadas por un grupo de empresarios inspirados por el lucro?.
La presentación del Programa de Gobierno hecha el domingo 27 de octubre, debiera despejar parte de esta incertidumbre en materia de políticas públicas sobre medios, derecho a la información, a la comunicación y a la cultura.
Sumido en el rubro de la cultura, el Programa hace una breve alusión a la televisión y a la televisión digital en el sentido de ampliar la función pública de ésta y hacer más aportes desde el Estado al fomento de la cultura. Nada sobre la propiedad y acceso a los medios, nada sobre la concentración de la propiedad de los medios y de la tremenda ausencia de pluralismo, nada que anuncie un cambio serio en las políticas públicas sobre el derecho a la información y a la comunicación que asegure participación democrática activa en el campo medial.
“Implementaremos políticas públicas que permitan asegurar una adecuada protección y circulación de la producción audiovisual, musical, así como del libro”, dice.
Agrega: “Introduciremos modificaciones al Consejo Nacional de Televisión, incorporándolo al Ministerio de Cultura y Patrimonio, ampliando sus atribuciones, manteniendo su rol de regulador de la TV, enfatizando su rol de fomento de la calidad de la industria televisiva, tanto a nivel de TV abierta, pago, regional y comunitaria”.
Y afirma que “enviaremos un proyecto de ley al Congreso para realizar un conjunto de modificaciones en materia de televisión pública. Se deben ampliar las facultades de TVN para un cumplimiento efectivo de los objetivos asociados con la misión pública que la ley le entrega”.
A juzgar por estas propuestas en el campo medial, el Programa de Michelle Bachelet no tiene nada de interesante ni mucho menos contiene propuestas que puedan hacer pensar en un gobierno que esté proyectado para introducir cambios en la actual correlación empresarial que domina la representación de la sociedad chilena en los medios. Es decir, los mismos medios que nos mintieron sobre la violación a los derechos humanos en dictadura, que hoy nos dicen cómo es la democracia, podrían seguir siendo los mismos que nos digan como será la sociedad chilena en los próximo años y manteniendo las nuevas voces del cambio en la marginalidad de la industria cultural, reducidas a las redes sociales.
El programa de Michelle Bachelet, promete proteger a los consumidores del abuso de las empresas y de la concentración monopólica pero nada dice de la defensa de los ciudadanos de la información deficiente, de la televisión chatarra, de la espectacularización de la cultura, de los derechos a una información oportuna, diversa, veraz. El programa promete terminar con el lucro en la educación, pero nada dice del lucro con la información.
Cuanto me gustaría estar equivocado, pero con las señales que tenemos en la actualidad el panorama es poco alentador para quienes buscamos cambios sustantivos en los escenarios de la información y de la comunicación para la sociedad chilena en beneficio de un progreso democrático auténtico.
Por: Héctor Vera
El jueves 24 de octubre, en el ex Congreso Nacional, un centenar de periodistas se reunieron bajo el titulo de “Periodistas con Michelle Bachelet”. La idea era presentarle a Alvaro Elizalde, vocero de la candidata, sus propuestas de políticas públicas en materia de derechos a la información y a la comunicación con la intención que se implementen en el eventual nuevo gobierno de la abanderada de la Nueva Mayoría. El Colegio de Periodistas había elaborado anteriormente, para todos los candidatos presidenciales, un documento conteniendo las mismas ideas (junio 2013).
Ante la observación del periodista Jorge Andrés Richards, quien dijo que esperaba que esta vez, en elquinto gobierno de la Concertación, los dirigentes políticos de la centro izquierda se tomaran en serio el tema de garantizar una información pluralista y a la altura de las exigencias democráticas de la sociedad chilena, Elizalde respondió con una nueva promesa.. “El Gobierno de Michelle BACHELET que se viene no es el quinto gobierno de la Concertación ni el séptimo de la transición democrática, es el primero de una nueva etapa de desarrollo social para Chile… es algo distinto a lo que hemos visto porque Chile ha cambiado profundamente…”.
Tales palabras ponen en evidencia la ambiciosa visión de importantes dirigentes del Comando de Bachelet, que piensan estar a la altura del desarrollo de una ciudadanía cada vez más exigente y participativa. Pero,¿es esperable un cambio sustantivo del nuevo gobierno de Bachelet, transformándolo en un verdadero compromiso político para transformar la atmósfera cultural y medial del país, dominada por cuatro décadas por un grupo de empresarios inspirados por el lucro?.
La presentación del Programa de Gobierno hecha el domingo 27 de octubre, debiera despejar parte de esta incertidumbre en materia de políticas públicas sobre medios, derecho a la información, a la comunicación y a la cultura.
Sumido en el rubro de la cultura, el Programa hace una breve alusión a la televisión y a la televisión digital en el sentido de ampliar la función pública de ésta y hacer más aportes desde el Estado al fomento de la cultura. Nada sobre la propiedad y acceso a los medios, nada sobre la concentración de la propiedad de los medios y de la tremenda ausencia de pluralismo, nada que anuncie un cambio serio en las políticas públicas sobre el derecho a la información y a la comunicación que asegure participación democrática activa en el campo medial.
“Implementaremos políticas públicas que permitan asegurar una adecuada protección y circulación de la producción audiovisual, musical, así como del libro”, dice.
Agrega: “Introduciremos modificaciones al Consejo Nacional de Televisión, incorporándolo al Ministerio de Cultura y Patrimonio, ampliando sus atribuciones, manteniendo su rol de regulador de la TV, enfatizando su rol de fomento de la calidad de la industria televisiva, tanto a nivel de TV abierta, pago, regional y comunitaria”.
Y afirma que “enviaremos un proyecto de ley al Congreso para realizar un conjunto de modificaciones en materia de televisión pública. Se deben ampliar las facultades de TVN para un cumplimiento efectivo de los objetivos asociados con la misión pública que la ley le entrega”.
A juzgar por estas propuestas en el campo medial, el Programa de Michelle Bachelet no tiene nada de interesante ni mucho menos contiene propuestas que puedan hacer pensar en un gobierno que esté proyectado para introducir cambios en la actual correlación empresarial que domina la representación de la sociedad chilena en los medios. Es decir, los mismos medios que nos mintieron sobre la violación a los derechos humanos en dictadura, que hoy nos dicen cómo es la democracia, podrían seguir siendo los mismos que nos digan como será la sociedad chilena en los próximo años y manteniendo las nuevas voces del cambio en la marginalidad de la industria cultural, reducidas a las redes sociales.
El programa de Michelle Bachelet, promete proteger a los consumidores del abuso de las empresas y de la concentración monopólica pero nada dice de la defensa de los ciudadanos de la información deficiente, de la televisión chatarra, de la espectacularización de la cultura, de los derechos a una información oportuna, diversa, veraz. El programa promete terminar con el lucro en la educación, pero nada dice del lucro con la información.
Cuanto me gustaría estar equivocado, pero con las señales que tenemos en la actualidad el panorama es poco alentador para quienes buscamos cambios sustantivos en los escenarios de la información y de la comunicación para la sociedad chilena en beneficio de un progreso democrático auténtico.
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