Definiremos Soberanía Tecnológica como el derecho de los pueblos para “desarrollar su propia tecnología con origen y destino en la sociedad civil” (Haché, 2014).
La idea de la soberanía en la tecnológica tiene gran influencia en el planteamiento de la soberanía alimentaria (Candón-Mena, 2012; Haché, 2014), la cuál se define como la capacidad autónoma de una comunidad, estado o individuo para no solamente decidir sobre el tipo de consumo, sino también para determinar su forma, tamaño y calidad de la producción fuera de los mercados de consumo hegemónico.
Pensemos la soberanía tecnológica como un proceso constituido en tres etapas de la historia de la cultura digital. Una primera, en la idea de libertad innata en los comienzos de la era del Internet, en la cuál los grupos de difusión cultural han estado directamente ligados a los de desarrollo tecnológico, representados en tanto universidades y los primeros grupos de hackers en el mundo. El segundo periodo ligado a la comercialización de Internet, en el cuál la información pasó a convertirse en un gran modelo de negocio (Mounier, 2002), y finalmente una etapa de conciencia sobre la necesidad de autonomía e independencia del Internet y los recursos tecnológicos digitales del espectro comercial hacia el activismo cívico más dinámico, caracterizada por el surgimiento de emprendimientos y actores que se involucran en la producción y difusión de herramientas en cultura libre (la historia del movimiento hacker también puede ser explicada por esta categorización).
En este sentido, una clasificación de lo que puede significar “soberanía tecnológica” puede ser pensada desde diferentes campos de acción; la libertad de elección, la seguridad y la gestión del estado, la producción industrial y desde el campo común de disputa simbólica, de lo que significa el desarrollo tecnológico.
La forma de libertad de elección representa la capacidad individual o colectiva, de hacer uso de la tecnología que mejor nos convenga, y esté en consonancia con la dignidad humana, y en sentido de que no atente contra nuestra propia naturaleza de curiosidad, los movimientos de software libre y de cultura libre son ejemplos de esta forma.
Como seguridad se plantea que las comunicaciones y tecnologías estén libre de ser intervenidas por agentes externos a nuestra propia voluntad (individual y/o socialmente constituida), garantizando la privacidad, pero al mismo tiempo generando un soporte para que los poderes sociales pueda ser constantemente auditados civicamente. La idea de la seguridad no da carta blanca a los gobierno y corporaciones a ocultar información, sino por lo contrario, les obliga en su papel de sujetos con poder y privilegios a ser vigilados constantemente, al mismo tiempo que defiende a los ciudadanos o grupos constituidos en desventaja de poder a ser respetada su privacidad como derecho. En este caso se puede pensar en ejemplos como los movimientos de defensa de derechos digitales, grupos activistas contra la vigilancia estatal y corporativa, como también a aquellos que promueven la eficiencia del estado en función de los derechos civiles.
La soberanía desde la industria y la maquinaria, proviene de la promesa de industrialización del siglo XX, al mismo tiempo que debate con la innovación, incorporando una relación entre la conservación y sinergias con el medio ambiente, donde el ser humano no corresponde una figura central y única de la historia del desarrollo tecnológico. Esto es interesante, ya que desde la perspectiva más clásica, la concepción de soberanía pasaba por la transformación de la naturaleza a cualquier tipo de costo, en un planteamiento soberano actual, la búsqueda de relaciones armónicas entre los trabajadores, minorías y medio ambiente es fundamental para pensar en la industria y la producción de maquinaria. Esta forma puede estar representada por los movimientos de economía creativa, emprendimientos verdes, y de hardware abierto.
En el campo de lucha simbólica, se busca definir lo que es entendido como tecnología, desde los puntos de vista enfocados, el sujeto y el objeto de su utilidad, en el cuál no todo proceso corresponderá a promesas de innovación capitalista o de entendimiento occidentalizado. Este es un punto de observación que nos permite cuestionar el carácter de colonialidad tecnológica y operativizar en acciones concretas para la descolonización, bajo un constante cuestionamiento de lo que significa la soberanía. Cabe recalcar que lo que podría haberse entendido por soberanía tecnológica hace 50 años, no significaría lo mismo en este momento. Ejemplificar a esta forma puede ser más confusa, podemos señalar dentro a los movimientos de reivindicación histórica tecnológica, o de cuestionamiento del papel transformador u opresor de la tecnología.
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por Ivan Terceros
Definiremos Soberanía Tecnológica como el derecho de los pueblos para “desarrollar su propia tecnología con origen y destino en la sociedad civil” (Haché, 2014).
La idea de la soberanía en la tecnológica tiene gran influencia en el planteamiento de la soberanía alimentaria (Candón-Mena, 2012; Haché, 2014), la cuál se define como la capacidad autónoma de una comunidad, estado o individuo para no solamente decidir sobre el tipo de consumo, sino también para determinar su forma, tamaño y calidad de la producción fuera de los mercados de consumo hegemónico.
Pensemos la soberanía tecnológica como un proceso constituido en tres etapas de la historia de la cultura digital. Una primera, en la idea de libertad innata en los comienzos de la era del Internet, en la cuál los grupos de difusión cultural han estado directamente ligados a los de desarrollo tecnológico, representados en tanto universidades y los primeros grupos de hackers en el mundo. El segundo periodo ligado a la comercialización de Internet, en el cuál la información pasó a convertirse en un gran modelo de negocio (Mounier, 2002), y finalmente una etapa de conciencia sobre la necesidad de autonomía e independencia del Internet y los recursos tecnológicos digitales del espectro comercial hacia el activismo cívico más dinámico, caracterizada por el surgimiento de emprendimientos y actores que se involucran en la producción y difusión de herramientas en cultura libre (la historia del movimiento hacker también puede ser explicada por esta categorización).
En este sentido, una clasificación de lo que puede significar “soberanía tecnológica” puede ser pensada desde diferentes campos de acción; la libertad de elección, la seguridad y la gestión del estado, la producción industrial y desde el campo común de disputa simbólica, de lo que significa el desarrollo tecnológico.
La forma de libertad de elección representa la capacidad individual o colectiva, de hacer uso de la tecnología que mejor nos convenga, y esté en consonancia con la dignidad humana, y en sentido de que no atente contra nuestra propia naturaleza de curiosidad, los movimientos de software libre y de cultura libre son ejemplos de esta forma.
Como seguridad se plantea que las comunicaciones y tecnologías estén libre de ser intervenidas por agentes externos a nuestra propia voluntad (individual y/o socialmente constituida), garantizando la privacidad, pero al mismo tiempo generando un soporte para que los poderes sociales pueda ser constantemente auditados civicamente. La idea de la seguridad no da carta blanca a los gobierno y corporaciones a ocultar información, sino por lo contrario, les obliga en su papel de sujetos con poder y privilegios a ser vigilados constantemente, al mismo tiempo que defiende a los ciudadanos o grupos constituidos en desventaja de poder a ser respetada su privacidad como derecho. En este caso se puede pensar en ejemplos como los movimientos de defensa de derechos digitales, grupos activistas contra la vigilancia estatal y corporativa, como también a aquellos que promueven la eficiencia del estado en función de los derechos civiles.
La soberanía desde la industria y la maquinaria, proviene de la promesa de industrialización del siglo XX, al mismo tiempo que debate con la innovación, incorporando una relación entre la conservación y sinergias con el medio ambiente, donde el ser humano no corresponde una figura central y única de la historia del desarrollo tecnológico. Esto es interesante, ya que desde la perspectiva más clásica, la concepción de soberanía pasaba por la transformación de la naturaleza a cualquier tipo de costo, en un planteamiento soberano actual, la búsqueda de relaciones armónicas entre los trabajadores, minorías y medio ambiente es fundamental para pensar en la industria y la producción de maquinaria. Esta forma puede estar representada por los movimientos de economía creativa, emprendimientos verdes, y de hardware abierto.
En el campo de lucha simbólica, se busca definir lo que es entendido como tecnología, desde los puntos de vista enfocados, el sujeto y el objeto de su utilidad, en el cuál no todo proceso corresponderá a promesas de innovación capitalista o de entendimiento occidentalizado. Este es un punto de observación que nos permite cuestionar el carácter de colonialidad tecnológica y operativizar en acciones concretas para la descolonización, bajo un constante cuestionamiento de lo que significa la soberanía. Cabe recalcar que lo que podría haberse entendido por soberanía tecnológica hace 50 años, no significaría lo mismo en este momento. Ejemplificar a esta forma puede ser más confusa, podemos señalar dentro a los movimientos de reivindicación histórica tecnológica, o de cuestionamiento del papel transformador u opresor de la tecnología.
Fuente: MediaLab
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