Dentro de las múltiples teorías alrededor de la sociedad actual hay
muchas que giran alrededor de la tecnología y de su relación con los
individuos. La horquilla de ideas es muy extensa y tenemos pensadores de
todo tipo de colores y tendencias. Los hay más escépticos, o los que en
cambio abrazan cualquier innovación sin pararse a pensar cuáles son sus
implicaciones y sus aplicaciones más cercanas. De entre todas estas
figuras destaca la de Mark Prensky.
Quizá su nombre no os suene pero si os hablo del concepto de nativos
digitales probablemente sí. Una de las banderas más ondeadas por los
tecnológos menos escépticos durante los últimos 13 años. Según este
planteamiento, yo soy uno de ellos. Crecí rodeado de tecnología, sí, y
he aprendido los lenguajes de esa líquida y siempre cambiante cultura
digital. Sin embargo, Mark, tu planteamiento nació obsoleto y tu teoría a día de hoy está muerta.
Nativos e inmigrantes digitales
Mark Prensky se hizo famoso allá por 2001 por su Digital Natives, Digital Inmigrants. Un artículo académico, que no científico, que nos habla de cómo en los 80 había eclosionando una nueva generación de jóvenes a los que él mismo acuñó como nativos digitales. Gente que nació en dicha década y hacia adelante que había nacido rodeada de tecnología.
No solo eso, en palabras de Prensky: “Nuestros estudiantes han cambiado radicalmente. Los estudiantes de hoy ya no son las personas a las que nuestro sistema educativo estaba diseñado para enseñar.”. Una crítica categórica a la educación y a los docentes. Es cierto, ha habido un cambio generacional.
Esta brecha produce dos categorías: por un lado los
nativos digitales, los que hemos venido a este mundo con un gadget
debajo del brazo. En el otro extremo, los inmigrantes digitales.
Aquellos que no vivieron desde pequeños la revolución tecnológicas de
finales del siglo XX y que, por extensión, no entienden (según Prensky)
nada sobre este nuevo mundo. Gente que tiene que adaptarse y aprender el
nuevo idioma que ahora impera.
Sin embargo, según leemos el texto vemos cómo Prensky empieza a desbarrar con comentarios que no se sostienen por ningún lado:
Para sostener esta afirmación, Mark empieza a soltar datos sin ningún tipo de fuente: menos de 5.000 horas leyendo, más de 10.000 jugando a videojuegos y 20.000 viendo la televisión.
A ojo, y sin estudios que lo corroboren, puede haber casos puntuales de
este tipo, pero para nada es la media ni lo suficientemente
representativo como para hablar de una generación.
En ese esfuerzo por defender su teoría, Mark invoca al determinismo biológico
para dejar a caer de forma muy vaga que nuestro cerebro es diferente
anatómicamente al de la generación anterior. Su referencia es la frase
de un experto en neurología que afirma que es posible que haya habido
cambios. No hay estudios, no hay evidencias.
La división que hace es muy radical como suele ocurrir en los
binomios. Blanco y negro. Una generación preparada para afrontar este
nuevo mundo y el resto, los que quedan al otro lado de la brecha,
intentando pelear y adaptarse a un mundo inhóspito donde además el autor
del concepto de nativos digitales da a entender que se trata de
tecnófobos que tienen que adaptarse en contra de su voluntad.
Bajo esta teoría, muchos han alabado a mi generación, a la que erróneamente se la ha denominado también como la más preparada de la historia.
Sin embargo, la época del entusiasmo ciego por la tecnología y la falta
de autocrítica ha desaparecido y el discurso obsoleto de Mark Prensky
ha pasado a ser una pieza de un museo académico.
Tecnología y adaptación
No hay dudas al respecto del papel de la tecnología en la sociedad. Una simbiosis donde resulta difícil entender a la una sin otra.
Un contexto donde la tecnología es un medio y no un fin en si mismo. Un
momento de cambio como fueron otros hitos a lo largo de la historia.
Es una realidad que gente como mi padre, que nació en los 50, no lo
hizo con los mismos recursos que como lo hice yo casi 30 años más tarde.
Crecimos y nos desarrollamos en contextos diferentes y yo he estado
usando dispositivos electrónicos tanto como él. ¿Sabéis qué? Su manejo
con Excel es sobresaliente.
No digo esto porque quiera mucho a mi padre, que también, sino porque
es un buen ejemplo, y para mí el más cercano, de por qué Prensky se
equivoca con su binomio de nativos e inmigrantes digitales. Nacer
rodeados de tecnología y usarla no hace que dominar estas herramientas
sea un juego de niños y que por el mero hecho de haber nacido en los 80
ya esté en su ADN.
Al final, se trata de un proceso de adaptación y a pesar de que
Prensky habla de “acentos” y “costumbres” analógicas de los inmigrantes
digitales, mi padre y millones de personas más que llegaron a este
mundo antes que yo tienen un manejo de la tecnología muy preciso y en muchos casos hasta mejor que el de mi generación.
Es fácil encontrar a padres que se sienten orgullosos al ver cómo su
hijo de tres o cuatro años ya es capaz de manejar un smartphone o un
tablet sin ningún problema. Sí, tu pequeño ha aprendido a manipular un
dispositivo que está hecho para tocar y para que la navegación sea más
natural y no requiera aprender lenguajes más abstractos previamente.
Subiendo de edad, cada vez es más habitual ver a chavales con
smartphones en su día a día: redes sociales, comunicación instantánea.
Han convertido en la tecnología su forma de comunicarse e incluso de
crear su propia identidad, bien a través de lo que comparten o incluso a
través de la fotografía. La imagen que ellos mismos transmiten a los demás.
¿La realidad? Muchos nativos digitales tienen acceso a la tecnología: según Pew Research el 95% de los adolescentes de entre 12-17 años
tienen acceso a internet, y el 74% tienen un dispositivo móvil, bien
sea smartphone o tablet. Sin embargo, desde hace un tiempo hay estudios
que señalan que la tecnología que usan los nativos digitales no siempre
deriva en mejores resultados.
Jacob L. Vigdor (2014) en Scaling the digital divide: home computer technology and student achievementseñala a través de un estudio
cómo la instalación de conexiones a internet en los colegios públicos
de North Carolina estaba creando a su vez una brecha entre los ricos y
los pobres.
¿La diferencia? La supervisión paterna y cómo aquellos que habían recibido más supervisión paterna
lograban retener más la atención y centrarse en las tareas que tenían
que hacer. El problema no es el acceso, es el uso que se hace de la
misma y cómo se aprovecha. Haber nacido en una época determinada no
garantiza ninguna maestría.
Gregor Kennedy en su paperImmigrants and natives: Investigating differences
between staff and students’ use of technology demuestra que la
división que plantea Prensky es demasiado simplista ya que sus estudios
demuestran que las diferencias entre edades son muy pequeñas a la hora
de realizar tareas relacionadas con la tecnología.
Hay otros estudios, en la universidad Ramon Llull,
que señalan que el uso de la tecnología es muy superficial. ¿Esto es
malo? No necesariamente, pero sirve para refutar a Mark Prensky y sus
teorías. Al final se trata de la adaptación de cada individuo en sus
circunstancias personal al entorno.
Habrá gente, inmigrantes o nativos, que saquen mucho provecho a los
recursos que tengan a mano, sean del tipo que sea. Mientras, seguirá
habiendo gente a la que la tecnología les siga pareciendo algo extraño
independientemente de su edad.
No todo son críticas feroces hacia la teoría de los nativos digitales. Hay que agradecerle a Mark que empezara el debate sobre la brecha entre dos generaciones,
a pesar de que la aproximación que hace puede llevar hacia el pánico
moral: afirmaciones demasiado tajantes sin estudios que lo respalden,
marcar una ruptura no se ha mostrado como tal…
La tecnología no entiende de edades sino de aptitud de los individuos y Mark, mucho me temo que a pesar de haber nacido en los 80 y trabajar en el mundo digital con herramientas de todo tipo, todavía hay viejos rockeros que a pesar de no haber salido del viente materno con un ordenador portátil bajo el brazo tienen muchas lecciones que darnos, y nosotros a ellos.
We use cookies on our website to give you the most relevant experience by remembering your preferences and repeat visits. By clicking “Accept All”, you consent to the use of ALL the cookies. However, you may visit "Cookie Settings" to provide a controlled consent.
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. These cookies ensure basic functionalities and security features of the website, anonymously.
Cookie
Duración
Descripción
cookielawinfo-checkbox-analytics
11 months
This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Analytics".
cookielawinfo-checkbox-functional
11 months
The cookie is set by GDPR cookie consent to record the user consent for the cookies in the category "Functional".
cookielawinfo-checkbox-necessary
11 months
This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookies is used to store the user consent for the cookies in the category "Necessary".
cookielawinfo-checkbox-others
11 months
This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Other.
cookielawinfo-checkbox-performance
11 months
This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Performance".
viewed_cookie_policy
11 months
The cookie is set by the GDPR Cookie Consent plugin and is used to store whether or not user has consented to the use of cookies. It does not store any personal data.
Functional cookies help to perform certain functionalities like sharing the content of the website on social media platforms, collect feedbacks, and other third-party features.
Performance cookies are used to understand and analyze the key performance indexes of the website which helps in delivering a better user experience for the visitors.
Analytical cookies are used to understand how visitors interact with the website. These cookies help provide information on metrics the number of visitors, bounce rate, traffic source, etc.
Advertisement cookies are used to provide visitors with relevant ads and marketing campaigns. These cookies track visitors across websites and collect information to provide customized ads.
Dentro de las múltiples teorías alrededor de la sociedad actual hay muchas que giran alrededor de la tecnología y de su relación con los individuos. La horquilla de ideas es muy extensa y tenemos pensadores de todo tipo de colores y tendencias. Los hay más escépticos, o los que en cambio abrazan cualquier innovación sin pararse a pensar cuáles son sus implicaciones y sus aplicaciones más cercanas. De entre todas estas figuras destaca la de Mark Prensky.
Quizá su nombre no os suene pero si os hablo del concepto de nativos digitales probablemente sí. Una de las banderas más ondeadas por los tecnológos menos escépticos durante los últimos 13 años. Según este planteamiento, yo soy uno de ellos. Crecí rodeado de tecnología, sí, y he aprendido los lenguajes de esa líquida y siempre cambiante cultura digital. Sin embargo, Mark, tu planteamiento nació obsoleto y tu teoría a día de hoy está muerta.
Nativos e inmigrantes digitales
Mark Prensky se hizo famoso allá por 2001 por su Digital Natives, Digital Inmigrants. Un artículo académico, que no científico, que nos habla de cómo en los 80 había eclosionando una nueva generación de jóvenes a los que él mismo acuñó como nativos digitales. Gente que nació en dicha década y hacia adelante que había nacido rodeada de tecnología.
No solo eso, en palabras de Prensky: “Nuestros estudiantes han cambiado radicalmente. Los estudiantes de hoy ya no son las personas a las que nuestro sistema educativo estaba diseñado para enseñar.”. Una crítica categórica a la educación y a los docentes. Es cierto, ha habido un cambio generacional.
Esta brecha produce dos categorías: por un lado los nativos digitales, los que hemos venido a este mundo con un gadget debajo del brazo. En el otro extremo, los inmigrantes digitales. Aquellos que no vivieron desde pequeños la revolución tecnológicas de finales del siglo XX y que, por extensión, no entienden (según Prensky) nada sobre este nuevo mundo. Gente que tiene que adaptarse y aprender el nuevo idioma que ahora impera.
Sin embargo, según leemos el texto vemos cómo Prensky empieza a desbarrar con comentarios que no se sostienen por ningún lado:
Para sostener esta afirmación, Mark empieza a soltar datos sin ningún tipo de fuente: menos de 5.000 horas leyendo, más de 10.000 jugando a videojuegos y 20.000 viendo la televisión. A ojo, y sin estudios que lo corroboren, puede haber casos puntuales de este tipo, pero para nada es la media ni lo suficientemente representativo como para hablar de una generación.
En ese esfuerzo por defender su teoría, Mark invoca al determinismo biológico para dejar a caer de forma muy vaga que nuestro cerebro es diferente anatómicamente al de la generación anterior. Su referencia es la frase de un experto en neurología que afirma que es posible que haya habido cambios. No hay estudios, no hay evidencias.
La división que hace es muy radical como suele ocurrir en los binomios. Blanco y negro. Una generación preparada para afrontar este nuevo mundo y el resto, los que quedan al otro lado de la brecha, intentando pelear y adaptarse a un mundo inhóspito donde además el autor del concepto de nativos digitales da a entender que se trata de tecnófobos que tienen que adaptarse en contra de su voluntad.
Bajo esta teoría, muchos han alabado a mi generación, a la que erróneamente se la ha denominado también como la más preparada de la historia. Sin embargo, la época del entusiasmo ciego por la tecnología y la falta de autocrítica ha desaparecido y el discurso obsoleto de Mark Prensky ha pasado a ser una pieza de un museo académico.
Tecnología y adaptación
No hay dudas al respecto del papel de la tecnología en la sociedad. Una simbiosis donde resulta difícil entender a la una sin otra. Un contexto donde la tecnología es un medio y no un fin en si mismo. Un momento de cambio como fueron otros hitos a lo largo de la historia.
Es una realidad que gente como mi padre, que nació en los 50, no lo hizo con los mismos recursos que como lo hice yo casi 30 años más tarde. Crecimos y nos desarrollamos en contextos diferentes y yo he estado usando dispositivos electrónicos tanto como él. ¿Sabéis qué? Su manejo con Excel es sobresaliente.
No digo esto porque quiera mucho a mi padre, que también, sino porque es un buen ejemplo, y para mí el más cercano, de por qué Prensky se equivoca con su binomio de nativos e inmigrantes digitales. Nacer rodeados de tecnología y usarla no hace que dominar estas herramientas sea un juego de niños y que por el mero hecho de haber nacido en los 80 ya esté en su ADN.
Al final, se trata de un proceso de adaptación y a pesar de que Prensky habla de “acentos” y “costumbres” analógicas de los inmigrantes digitales, mi padre y millones de personas más que llegaron a este mundo antes que yo tienen un manejo de la tecnología muy preciso y en muchos casos hasta mejor que el de mi generación.
Es fácil encontrar a padres que se sienten orgullosos al ver cómo su hijo de tres o cuatro años ya es capaz de manejar un smartphone o un tablet sin ningún problema. Sí, tu pequeño ha aprendido a manipular un dispositivo que está hecho para tocar y para que la navegación sea más natural y no requiera aprender lenguajes más abstractos previamente.
Subiendo de edad, cada vez es más habitual ver a chavales con smartphones en su día a día: redes sociales, comunicación instantánea. Han convertido en la tecnología su forma de comunicarse e incluso de crear su propia identidad, bien a través de lo que comparten o incluso a través de la fotografía. La imagen que ellos mismos transmiten a los demás.
¿La realidad? Muchos nativos digitales tienen acceso a la tecnología: según Pew Research el 95% de los adolescentes de entre 12-17 años tienen acceso a internet, y el 74% tienen un dispositivo móvil, bien sea smartphone o tablet. Sin embargo, desde hace un tiempo hay estudios que señalan que la tecnología que usan los nativos digitales no siempre deriva en mejores resultados.
Jacob L. Vigdor (2014) en Scaling the digital divide: home computer technology and student achievement señala a través de un estudio cómo la instalación de conexiones a internet en los colegios públicos de North Carolina estaba creando a su vez una brecha entre los ricos y los pobres.
¿La diferencia? La supervisión paterna y cómo aquellos que habían recibido más supervisión paterna lograban retener más la atención y centrarse en las tareas que tenían que hacer. El problema no es el acceso, es el uso que se hace de la misma y cómo se aprovecha. Haber nacido en una época determinada no garantiza ninguna maestría.
Gregor Kennedy en su paper Immigrants and natives: Investigating differences between staff and students’ use of technology demuestra que la división que plantea Prensky es demasiado simplista ya que sus estudios demuestran que las diferencias entre edades son muy pequeñas a la hora de realizar tareas relacionadas con la tecnología.
Hay otros estudios, en la universidad Ramon Llull, que señalan que el uso de la tecnología es muy superficial. ¿Esto es malo? No necesariamente, pero sirve para refutar a Mark Prensky y sus teorías. Al final se trata de la adaptación de cada individuo en sus circunstancias personal al entorno.
Habrá gente, inmigrantes o nativos, que saquen mucho provecho a los recursos que tengan a mano, sean del tipo que sea. Mientras, seguirá habiendo gente a la que la tecnología les siga pareciendo algo extraño independientemente de su edad.
No todo son críticas feroces hacia la teoría de los nativos digitales. Hay que agradecerle a Mark que empezara el debate sobre la brecha entre dos generaciones, a pesar de que la aproximación que hace puede llevar hacia el pánico moral: afirmaciones demasiado tajantes sin estudios que lo respalden, marcar una ruptura no se ha mostrado como tal…
La tecnología no entiende de edades sino de aptitud de los individuos y Mark, mucho me temo que a pesar de haber nacido en los 80 y trabajar en el mundo digital con herramientas de todo tipo, todavía hay viejos rockeros que a pesar de no haber salido del viente materno con un ordenador portátil bajo el brazo tienen muchas lecciones que darnos, y nosotros a ellos.
Via
Compartir esto: