El término «tribu» resulta alarmante para la mentalidad moderna, ya que sugiere una vuelta a restricciones colectivas de nuestras libertades individuales. Pero el tribalismo que emerge dentro de este nuevo paradigma de economía colaborativa es signo de modernidad, no de regresión a tiempos más oscuros; las nuevas tribus emergentes refuerzan nuestras libertades individuales fomentando las aportaciones individuales.
Lo que tienen en común tribus nuevas y viejas estriba en que sus miembros se identifican emocionalmente con el grupo, además de compartir intereses y de organizar distintos aspectos de sus vidas personales y profesionales de manera conjunta con el fin de alcanzar un objetivo beneficioso para toda la comunidad. Sin embargo, las tribus nuevas difieren de las antiguas en siete aspectos:
Interconexión
En el pasado, debido a las comunicaciones insuficientes, las tribus mantenían escaso contacto entre ellas. Esto preservaba su singularidad. Gracias a la tecnología, ahora los miembros de una tribu nueva pueden pertenecer de manera simultánea a muchas otras. Esto crea múltiples vínculos dentro de un grupo pequeño y cómodo a la vez que posibilita estar en contacto con una multiplicidad de grupos diferentes.
Coorganización
Las tribus tradicionales eran jerárquicas y la obediencia al líder era el primer requisito de pertenencia. Los miembros de tribus nuevas crean reglas y estrategias de forma colectiva. Se asemejan a bandadas de pájaros en el sentido de que, aunque parecen seguir a un único líder, en realidad siguen a varios, dado que individuos distintos poseen distintas capacidades, recursos y fortalezas que les permiten asumir el mando en determinadas etapas, pero no durante el proceso completo.
Colaboración
Las antiguas tribus se basaban en un patrón de confrontación continua con tribus externas. En las de hoy nadie sabe a ciencia cierta quién está dentro y quién fuera, puesto que la interconexión entre los miembros hace difícil identificar quién pertenece a qué. Por lo tanto, la colaboración es una estrategia lógica entre tribus diferentes.
Permanencia breve
La pertenencia a las tribus del pasado solía ser vitalicia, e incluso podía pasar de una generación a otra. Solo un cataclismo o una invasión podían poner fin a la pertenencia a una tribu. Las nuevas tribus, en cambio, tienen una vida breve; nacen y desaparecen una vez concluido su cometido.
Pertenencia voluntaria
La pertenencia a las antiguas tribus se determinaba y basaba en el nacimiento, la familia, el color de la piel, el sexo o la clase social. En las tribus nuevas, los individuos pueden participar de forma voluntaria utilizando sus múltiples identidades.
Homogeneidad frente a intereses comunes
Quizá el rasgo que más diferencia a las viejas tribus de las nuevas es que las primeras se formaban sobre la base de la homogeneidad, mientras que las segundas las constituyen individuos diferentes unidos por un interés común. La homogeneidad es lo que nos hace iguales desde el punto de vista biológico. Todos sentimos miedo, hambre, dolor o placer. La homogeneidad nos asegura la satisfacción de nuestras necesidades individuales, que pueden ser idénticas a las de otros; esta semejanza puede unirnos en una lucha común. Lo común es algo de lo que podemos sentirnos parte, pero que no pertenece a nadie en particular. Nuestra contribución al bien común está dictada por nuestras diferencias individuales y no favorece a ningún otro miembro en particular, simplemente beneficia a la comunidad en su conjunto de manera directa o indirecta.
Descarga o sigue leyendo en el artículo “Diversidad y pensamiento tribal en organizaciones colaborativas”, por Celia de Anca y Salvador Aragón.
Fuente
El término «tribu» resulta alarmante para la mentalidad moderna, ya que sugiere una vuelta a restricciones colectivas de nuestras libertades individuales. Pero el tribalismo que emerge dentro de este nuevo paradigma de economía colaborativa es signo de modernidad, no de regresión a tiempos más oscuros; las nuevas tribus emergentes refuerzan nuestras libertades individuales fomentando las aportaciones individuales.
Lo que tienen en común tribus nuevas y viejas estriba en que sus miembros se identifican emocionalmente con el grupo, además de compartir intereses y de organizar distintos aspectos de sus vidas personales y profesionales de manera conjunta con el fin de alcanzar un objetivo beneficioso para toda la comunidad. Sin embargo, las tribus nuevas difieren de las antiguas en siete aspectos:
Interconexión
En el pasado, debido a las comunicaciones insuficientes, las tribus mantenían escaso contacto entre ellas. Esto preservaba su singularidad. Gracias a la tecnología, ahora los miembros de una tribu nueva pueden pertenecer de manera simultánea a muchas otras. Esto crea múltiples vínculos dentro de un grupo pequeño y cómodo a la vez que posibilita estar en contacto con una multiplicidad de grupos diferentes.
Coorganización
Las tribus tradicionales eran jerárquicas y la obediencia al líder era el primer requisito de pertenencia. Los miembros de tribus nuevas crean reglas y estrategias de forma colectiva. Se asemejan a bandadas de pájaros en el sentido de que, aunque parecen seguir a un único líder, en realidad siguen a varios, dado que individuos distintos poseen distintas capacidades, recursos y fortalezas que les permiten asumir el mando en determinadas etapas, pero no durante el proceso completo.
Colaboración
Las antiguas tribus se basaban en un patrón de confrontación continua con tribus externas. En las de hoy nadie sabe a ciencia cierta quién está dentro y quién fuera, puesto que la interconexión entre los miembros hace difícil identificar quién pertenece a qué. Por lo tanto, la colaboración es una estrategia lógica entre tribus diferentes.
Permanencia breve
La pertenencia a las tribus del pasado solía ser vitalicia, e incluso podía pasar de una generación a otra. Solo un cataclismo o una invasión podían poner fin a la pertenencia a una tribu. Las nuevas tribus, en cambio, tienen una vida breve; nacen y desaparecen una vez concluido su cometido.
Pertenencia voluntaria
La pertenencia a las antiguas tribus se determinaba y basaba en el nacimiento, la familia, el color de la piel, el sexo o la clase social. En las tribus nuevas, los individuos pueden participar de forma voluntaria utilizando sus múltiples identidades.
Homogeneidad frente a intereses comunes
Quizá el rasgo que más diferencia a las viejas tribus de las nuevas es que las primeras se formaban sobre la base de la homogeneidad, mientras que las segundas las constituyen individuos diferentes unidos por un interés común. La homogeneidad es lo que nos hace iguales desde el punto de vista biológico. Todos sentimos miedo, hambre, dolor o placer. La homogeneidad nos asegura la satisfacción de nuestras necesidades individuales, que pueden ser idénticas a las de otros; esta semejanza puede unirnos en una lucha común. Lo común es algo de lo que podemos sentirnos parte, pero que no pertenece a nadie en particular. Nuestra contribución al bien común está dictada por nuestras diferencias individuales y no favorece a ningún otro miembro en particular, simplemente beneficia a la comunidad en su conjunto de manera directa o indirecta.
Descarga o sigue leyendo en el artículo “Diversidad y pensamiento tribal en organizaciones colaborativas”, por Celia de Anca y Salvador Aragón.
Fuente
Compartir esto: