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¿Cómo saber si una foto, un viral o un perfil en Internet es requetefalso?

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A principios de julio (de 2016), los jefes de comunicación de la firma Huawei tuvieron que emplearse a fondo para parar un embolado surgido tras la presentación del estiloso P9. Una imagen sacada de su campaña de promoción iba directamente dirigida a los apasionados de la fotografía. El problema fue que compartida en sus RRSS no se explicaba eso y daba a entender que era una toma realizada con el nuevo smartphone. Cuando a alguien se le ocurrió sacar los metadatos de la imagen y se manifestaba que había sido tomada con una Canon ESO 5D Mark III, se armó el lío. Huawei tuvo que disculparse y decir que a partir de entonces estaría más atenta a la alineación de mensajes en sus RRSS con su ideario en veracidad y calidad por encima de todo.

La manipulación de fotografías no es algo precisamente reciente. Lenin borró a Trotsky de un discurso en 1917, y Stalin borró definitivamente a Trotsky en México en 1926 de un pioletazo en el cráneo. Los soviéticos no se andaban con chiquitas, en una triunfal manifestación donde solo se leía el rótulo de una tienda, “Relojes. Oro. Plata”, que quedaba demasiado burgués, se tuvo que improvisar e insertar un par de pancartas del pueblo: “Lucha por tus derechos”.

La famosa foto de la bandera con la hoz y el martillo sobre el tejado del Reichstag de Yevgueni Chaldej en 1945 tuvo que ser varias veces retocada, empezando por los dos relojes que lucía la muñeca del soldado ruso, seguramente fruto del pillaje. Otro caso de bandera al viento en entredicho fue la realizada en Iwo Jima, en el monte Suribachi (que no Colina de la Hamburguesa, esa no fue tan glamurosa en Vietnam), merecedora de todo un premio Pulitzer a su autor, Joe Rosenthal.

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Pero por aquellas fechas no existía el ‘photoshopeo’ y era una labor ciertamente “artística”, a la que no hizo ascos ni el mismísimo “Generalísimo”. Ya es mala pata que te saquen al lado del hombre más poderoso del momento (y, dicho de paso, menos mal que se quedó ahí la cosa) en la estación de Hendaya y salgas con los ojos cerrados; y claro, entonces se iba con carrete y revelado, no era una sesión de estudio ni existían las cámaras digitales para haber sacado todas las tomas del mundo y poder elegir con el cuentahílos la mejor.

Si nos remontamos a las primeras imágenes donde aparece un ser humano, seguro que en aquellos trazos ya había una sublimación idealizada del líder, pero por desgracia tenemos muy pocas posibilidades de cotejar retratos a lo largo de la historia entre versiones aprobadas y apócrifas. Sin embargo, una de las cazadas y desmontadas es el famoso retrato de Abraham Lincoln en 1860, y cuyo responsable George Eastman usó la pose y despacho de un político sudista para más inri, al que añadió el cráneo del presidente asesinado. Años más tarde su empresa se haría famosa por sus cámaras de película Kodak y la agria disputa con Polaroid en 1986 por los derechos de las Instamatic (que ya tardaban solo unos pocos minutos en entregar la imagen tomada).

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Albores de lo digital

El paso del tiempo nos ha dado otro tipo de montajes, especialmente en el caso de las portadas con celebrities o la publicidad exterior en vallas de Benetton. Pero los políticos han seguido abusando del recurso fácil, que se lo digan a los responsables de la Casa Real con el christmas de 2005 donde los nietos de SSMM fueron burdamente recortados y adjuntados, o a los puntillosos asesores de imagen dos presidentes Sarkozy con sus michelines en pleno “esfuerzo canoístico” en 2007 (confrontar las versiones de Paris-Match y de L’Express) o los veraniegos pectorales de Putin, sea montando a caballo, pescando lucios o… ¿cazando osos? Aquí no vale echarle la culpa al empedrado, ni mucho menos a los inventores del Photoshop, el programa más usado para estos fines.

Creado por los hermanos Thomas y John Knoll en 1987, Photoshop se ha convertido en un imprescindible para la edición y composición de imágenes desde entonces. “Basta con algunos clics para corregir errores de iluminación, mejorar un encuadre, pero también permite eliminar arrugas, agregar músculos donde no los hay, y hasta borrar a indeseables personajes de una fotografía”, decía la versión uruguaya de El País. “Lo que lo convierte en un arma de doble filo: la manipulación digital permite borrar la línea entre lo real y lo fantasioso”. Y como añade José Carlos Bermejo en Actually Notes: “El uso de Internet ha provocado que se difundan unos montajes muy particulares. En todos los casos no pergeñados por parte de los interesados, sino de sus enemigos o de las más vivas imaginaciones… En cualquier caso, destapándose el montaje, el montador queda muy mal parado”.

Hoy día, cualquiera con unas pocas nociones y mucho tiempo libre puede hacer cualquier ‘meme’ que con un poco de fortuna se hace viral y cruza el umbral de la fama efímera. Cada poco tiempo aparece un recopilatorio en algún blog con las imágenes más virales y falsas del año, pero sin duda una de las más espeluznante (por lo que connota) es la del turista en la azotea de una de las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, con un avión acechándoles a sus espaldas. La imagen impacta, hasta que se le presta un poco más de atención: ¿Por qué no se gira al oír el ensordecedor ruido de las turbinas? ¿Cómo sobrevivió la cámara al derrumbe del edificio? ¿No fue un aparato de la UA el secuestrado, y salen los colores de la AA?

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El interés humano es uno de los principales leitmotiv de un hecho para que sea noticia. Y al igual que un perro muerda a un hombre (u otro perro) no suele ser noticia, pero sí que un hombre muerda a un perro (u a otro hombre), con el Photoshop también se puede acentuar y distorsionar determinado aspecto de lo que es noticia y lo que trasluce una noticia sin tener que escribir nada. Ese fue el caso de la portada del jugador de color O.J. Simpson en el Time, tras su acusación por la muerte de su mujer y amante, y la misma imagen en el Newsweek en 1994; sencillamente dos formas muy distintas de hacer periodismo.

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Este mismo interés humano se complica cuando lo aplicamos a nuestra propia persona… en los perfiles públicos. ¿Qué foto debemos mostrar en LinkedIn? ¿La misma que en Twitter, Tinder o Badoo? Vale que en alguna ocasión podemos elegir la más anodina y neutra, pero cuando nuestras expectativas de felicidad dependen de ello, más de uno o una ha caído en la tentación de poner una foto falsa, amparado por el anonimato que crea una identidad virtual. Arma de doble filo, pues cuando va con nosotros la cosa, ¿qué garantías tenemos de que al otro lado haya una persona honesta y sincera? Incluso, ¿qué garantías tenemos de que sea una persona y no un bot?

“Los perfiles falsos (‘fakes’) es algo que se puso de moda hace algunos años cuando empezaron a aumentar las páginas de ligue y no había tanto control como hoy en día. También, los usuarios ya estamos más concienciados (nos han engañado alguna vez) y sabemos qué puede ser real y qué no”, señala Rubén Gutiérrez Lebrón en su blog LigandoEnLaRed.

En cualquier caso, nos pone sobre aviso y nos da una serie de recetas a tener en cuenta: la primera, el sentido común; y la segunda, sospechar de perfiles con poco texto (especialmente en sus ‘bios’) e imágenes demasiado explícitas. Si tenemos dudas, copiar el nombre de la imagen o su ruta y meterlo en la caja de búsqueda de Google, a ver qué sale. O buscar directamente por imágenes con Goggle, por si no hubiera sido tratada ni aplicada ningún filtro.

Viviendo en la era fake

Estamos en un terreno movedizo que va más deprisa de lo que se tarda en hacer las leyes reguladoras. Existen miles de perfiles falsos y miles de sujetos que ven la oportunidad de cometer delitos de usurpación o suplantación de la identidad, con el fin de beneficiarse de la imagen de esa persona o empresa o el interés de menospreciarla por algún motivo, con total impunidad. Le pasó al periodista Iñaki Gabilondo en Twitter, que en pocas horas atrajo a 25.000 seguidores, entre ellos Jordi Évole o Ana Pastor. La creación de la cuenta generó unas expectativas a los followers que en pocas horas pasó a ser una decepción que fue trending topic durante un par de días. También han sufrido suplantación de cuenta Alejandro Sanz, Teddy Bautista, Berta Collado, Mario Vargas Llosa o Mariano Rajoy y cinco de sus ministros (suplantados en este caso por un supuesto periodista freelance italiano). Más preocupante fue el sonoro pirateo de la cuenta de Burguer King y otras grandes empresas, porque aquí no se libra nadie.

El problema se incrementa cuando los perfiles falsos quedan indexados en los buscadores como Google, de modo que, al buscar el nombre del personaje en cuestión en el buscador, aparece el link que dirige a dicho perfil no autorizado, aumentando la apariencia de autenticidad del perfil falso”, señala el consultor Francisco Naranjo, socio de Comunica-Web. “Para detectar cuántos seguidores con cuentas de Twitter falsos te siguen podemos utilizar algunas herramientas como TwitterAudit o Fakers de Status People. Para estar seguro de seguir los perfiles reales de los personajes famosos, tanto en Twitter, como en Facebook u otra red social, lo recomendable es hacerlo a través de los sitios oficiales con los links de sus respectivas redes sociales”.

Muchas veces no se trata solo de desacreditar o gastar una broma, sino que se pretende directamente la extorsión y el trinque de dinero. Facebook es una red que se basa en algún conocimiento previo en la vida real, así que es muy extraño que alguien envíe solicitudes sólo por la foto de perfil. Aun así, si nos llegan solicitudes de desconocidos, podemos cotillear su perfil y comprobar si están en el grupo de personas de éxito con estudios cursados en universidades y colegios de prestigio y trabajan en multinacionales conocidas, o en el otro del que agregan fotografías bastante llamativas de personas atractivas y con poca tela.

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Twitter reaccionó creando el servicio de cuentas verificadas, aunque solo está disponible para socios y anunciantes, celebrities y personajes públicos muy notorios (se distinguen por un icono de check en color azul al lado de la foto de perfil), mientras que el resto de mortales debemos solicitarlo ‘por favor’. La política de Twitter es la de verificar la menor cantidad de cuentas posibles, y lo hace solo por razones jurídicas. Para obtener la cuenta verificada, hay que mandar un mensaje con la serie de datos requeridos. Igualmente, Twitter tiene en su centro de ayuda dos enlaces para reclamar acciones y perfiles falsos ya sea como empresa o como cuenta personal. Facebook tiene en la barra lateral del perfil en cuestión una opción de “Denunciar/bloquear a esta persona” y seleccionar “Perfil falso”.

Sin duda, los perfiles falsos y los bots son la parte más frustrante de usar una red social. Están por todas partes tratando de venderte algo, de robar tu información personal o de engañarte para que descargues un malware; incluso mendigan para que les mandes dinero o les salves de su soledad. Por eso en caso de sospecha hay que mirar si hay enlaces extraños en su “bio”. Algunos perfiles cuentan con enlaces con una URL acortada y una línea con un gancho tipo “Si quieres aprender más acerca de mí” o “Echa un vistazo a mi página web”. No toques esos enlaces. Es probable que conduzcan a lugares extraños y a menudo dañinos.

O estás en Tinder deslizando el dedo hacia la derecha porque ves algo que te gusta, haces match y al poco tiempo te envían un mensaje. Podrías pensar “¡guay, esto marcha!”, pero en realidad es una mala señal. Si responden casi instantáneamente —más rápido de lo que la gente tarda en teclear— son, probablemente, bots. Aunque algunos más listos están programados para dilatar su tiempo de respuesta hasta una hora después para no llamar tanto la atención… Después dejan mucho que desear la ortografía o los giros léxicos. Desconfía si es así o sueltan frases muy genéricas o fuera de contexto. Haz la prueba del qwerty y mandarles una respuesta sin sentido tipo “sjfbnxnjhfoph”. Si responde como si fuera algo normal y la conversación continúa como si nada, probablemente sea un bot.

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Deberías evitar a cualquier que pregunte demasiado, como tu domicilio, tu dirección de correo electrónico o cualquier cosa más personal que no se suele dar en un primer contacto, así como llevar la conversación a las primeras de cambio fuera de la red social o a un teléfono con prefijo raro. Con toda probabilidad acabarás sufriendo una interminable tormenta de SMS y llamadas telefónicas automáticas de spam.

10 maneras de pillar falsarios (‘fakers’)

Quizás estamos preparando una acción promocional, un concurso o una dinámica para estudiar hábitos en nuestro Facebook, pero queremos asegurarnos que los resultados sean válidos para nuestros propósitos, no es cuestión de tener más ‘likes’ que nunca, sino que los ‘megusta’ registrados sean “amigos” o al menos conocidos o por lo menos reales.

El promedio de amigos que un usuario tiene en Facebook puede llegar a mil, o más si es un miembro activo. Así que más o menos ese será el techo de su universo, salvo que haga una promoción llamando a la participación para que le voten a él. Un resultado muy por encima no debería ser creíble de entrada, partiendo de que no todos sus amigos van a molestarse en votar por él. Pero si tienes dudas sobre un determinado concursante, revisa a voleo 20 o 30 de los perfiles que le han votado para saber más.

  1. Revisa sus fotos. Si solo hay una foto en el perfil, eso apunta a que la cuenta es falsa.
  2. Revisa actualizaciones de status. Si no hay recientes o ninguna, sospecha.
  3. Revisa actividades y publicaciones. Si el usuario solo tiene gustos ‘random’, y las amistades se nota que no son reales y no pertenece a grupos, desconfía.
  4. Revisa su lista de amigos. Si tiene pocos o si tiene más amigos del sexo opuesto o de países muy dispares, puede que no sea trigo limpio.
  5. Revisa su info. Si no aparece su grado académico, lugar de origen, etc., sugiere que el perfil es falso.
  6. Revisa su fecha de cumpleaños. Si los cumpleaños son por ejemplo 1/1/XX o 31/12/XX puede que no sea solo por vergüenza de poner la edad real.
  7. Nadie pone su número de teléfono en su info, por lo que llamar a esos números podría ser peligroso para el que llama, y más si el perfil es femenino.
  8. Revisa comentarios de amigos en el muro. No responder y no tener algún amigo en común es muy sospechoso.
  9. La mayoría de personas usan apps en sus perfiles (FarmVille, CityVille, Words With Friends, etc.) y raramente se borran, así que si no tiene apps es para sospechar.
  10. La foto de perfil de artistas, dibujos animados o fondos de pantalla sugiere que son perfiles falsos.

(Gracias a Javier Ollie Galdámez, social media manager, por sus consejos ante la ingente cantidad de fotos trucadas, fakes virales o perfiles falsos que nos rodea.)

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