A casi una década de su creación y lanzamiento, el Bitcoin se ha convertido en la punta de lanza de las monedas virtuales o criptomonedas, dando paso a una serie de eventos y especulaciones en torno a sus posibilidades de masificación y de reemplazo del dinero físico. Lo cierto es que aunque su presencia es aún difusa para la mayoría de las personas, las criptomonedas y, en especial, las tecnologías asociadas a ellas, podrían terminar cambiando el mundo que conocemos hoy.
El bitcoin se caracteriza por operar directamente entre los usuarios a través de transacciones entre pares, es decir, que no están mediadas por un tercero, como una entidad reguladora o una institución financiera o bancaria, ni pertenece tampoco a un Estado o país. Es este último aspecto, la desregulación, que para muchos es central, lo que da, paradójicamente, argumentos a los escépticos respecto del futuro del bitcoin y otras monedas virtuales en general, en tanto afirman que se prestarían, por ejemplo, para financiar actividades ilegales o realizar lavado de dinero.
Hay algo, sin embargo, que escapa a la discusión sobre su potencial e impacto para el futuro: el extraordinario poder de la tecnología de fondo usada por el bitcoin, denominada Blockchain o “cadenas de bloques”, cuya característica fundamental es ofrecer un altísimo nivel de seguridad, que no ha sido nunca quebrantado por los ciberdelincuentes. En términos simples, Blockchain es una especie de “libro” -en el caso de las monedas virtuales, de contabilidad- que permite validar y registrar las transacciones electrónicas entre pares o nodos, sin que haya necesidad de otros intermediarios que sean “garantes”. Gracias a las cadenas de bloques toda transacción queda así no sólo registrada, sino también “sellada”, ya que no puede ser cambiada con posterioridad. Esto, en el ámbito de transacciones financieras no sólo es relevante sino fundamental.
¿Permite eso afirmar que el futuro de las cadenas de bloques es mucho más promisorio de lo que se cree? Todo parece indicar que sí. Por algo, Gartner pone al Blockchain, nada menos que al lado de la Inteligencia Artificial (IA), el Big Data y la Internet de las Cosas (IoT), como parte de las tecnologías clave que impulsarán el 45% de crecimiento que este año tendrá el gasto en TI en todo el mundo.
Asimismo, es el propio Blockchain el que permite, precisamente, responder a las aprensiones sobre el mal uso de las criptomonedas. En efecto, esta tecnología permite, como decíamos, que exista un registro transparente, y prácticamente indeleble, de las transacciones, lo cual ayudaría a combatir los delitos o el mal uso de las monedas virtuales.
Pero hay mucho más, porque esta tecnología está siendo aplicada también en temas que exigen altos grados de seguridad y confiabilidad, como la gestión de identidades de personas o el acceso, consultas e intercambio de información o datos confidenciales entre empresas. De hecho, ofrece un nivel tan fiable que algunos ya la exploran para utilizarla en los sistemas de votaciones electrónicas y aplicaciones militares o de seguridad nacional.
Las características reseñadas, es decir, la seguridad y el carácter indeleble de las transacciones y registros, sumada a la trazabilidad que posee la cadena de bloques hacen que esta tecnología base de las monedas virtuales tenga, entonces, un fuerte potencial para evitar delitos asociados al lavado de dinero o corrupción, ya que sería posible rastrear e identificar a quienes están detrás de las transacciones de la moneda virtual.
Si esas características se traspasan a otras aplicaciones esta tecnología no sólo abre expectativas innovadoras para las empresas y los gobiernos, sino que también calza como anillo al dedo con la era de la IoT y las ciudades inteligentes, en donde gran parte de nuestras actividades cotidianas, incluyendo los pagos, estarán reducidos a transacciones electrónicas. De esto ha tomado nota la propia industria bancaria y financiera, quienes han encontrado en el Blockchain una tecnología que permite hacer más eficiente sus transacciones y que podría incluso ser usada para gestionar la identificación de sus clientes.
De hecho, puede decirse que esta tecnología abre paso a lo que algunos visualizan como una especie de “Internet paralela” en donde los usuarios podrán validarse en muchos lugares virtuales, manteniendo el control de sus datos personales. Este aspecto no es menor en estos días, ya que hemos sido testigos de cómo los datos y las identidades de las personas han sido utilizadas por terceros para hacer crear perfiles y hacer campañas sin que esas personas tuvieran la menor sospecha.
Las monedas virtuales en un mundo digitalizado serán una realidad cotidiana tarde o temprano y su tecnología, sin exagerar, puede contribuir a cambiar el mundo –o la Internet, si así lo prefiere decir– tal como lo conocemos hoy, aportando más seguridad a los datos, las transacciones y la gestión de la identidad.
Fuente
A casi una década de su creación y lanzamiento, el Bitcoin se ha convertido en la punta de lanza de las monedas virtuales o criptomonedas, dando paso a una serie de eventos y especulaciones en torno a sus posibilidades de masificación y de reemplazo del dinero físico. Lo cierto es que aunque su presencia es aún difusa para la mayoría de las personas, las criptomonedas y, en especial, las tecnologías asociadas a ellas, podrían terminar cambiando el mundo que conocemos hoy.
El bitcoin se caracteriza por operar directamente entre los usuarios a través de transacciones entre pares, es decir, que no están mediadas por un tercero, como una entidad reguladora o una institución financiera o bancaria, ni pertenece tampoco a un Estado o país. Es este último aspecto, la desregulación, que para muchos es central, lo que da, paradójicamente, argumentos a los escépticos respecto del futuro del bitcoin y otras monedas virtuales en general, en tanto afirman que se prestarían, por ejemplo, para financiar actividades ilegales o realizar lavado de dinero.
Hay algo, sin embargo, que escapa a la discusión sobre su potencial e impacto para el futuro: el extraordinario poder de la tecnología de fondo usada por el bitcoin, denominada Blockchain o “cadenas de bloques”, cuya característica fundamental es ofrecer un altísimo nivel de seguridad, que no ha sido nunca quebrantado por los ciberdelincuentes. En términos simples, Blockchain es una especie de “libro” -en el caso de las monedas virtuales, de contabilidad- que permite validar y registrar las transacciones electrónicas entre pares o nodos, sin que haya necesidad de otros intermediarios que sean “garantes”. Gracias a las cadenas de bloques toda transacción queda así no sólo registrada, sino también “sellada”, ya que no puede ser cambiada con posterioridad. Esto, en el ámbito de transacciones financieras no sólo es relevante sino fundamental.
¿Permite eso afirmar que el futuro de las cadenas de bloques es mucho más promisorio de lo que se cree? Todo parece indicar que sí. Por algo, Gartner pone al Blockchain, nada menos que al lado de la Inteligencia Artificial (IA), el Big Data y la Internet de las Cosas (IoT), como parte de las tecnologías clave que impulsarán el 45% de crecimiento que este año tendrá el gasto en TI en todo el mundo.
Asimismo, es el propio Blockchain el que permite, precisamente, responder a las aprensiones sobre el mal uso de las criptomonedas. En efecto, esta tecnología permite, como decíamos, que exista un registro transparente, y prácticamente indeleble, de las transacciones, lo cual ayudaría a combatir los delitos o el mal uso de las monedas virtuales.
Pero hay mucho más, porque esta tecnología está siendo aplicada también en temas que exigen altos grados de seguridad y confiabilidad, como la gestión de identidades de personas o el acceso, consultas e intercambio de información o datos confidenciales entre empresas. De hecho, ofrece un nivel tan fiable que algunos ya la exploran para utilizarla en los sistemas de votaciones electrónicas y aplicaciones militares o de seguridad nacional.
Las características reseñadas, es decir, la seguridad y el carácter indeleble de las transacciones y registros, sumada a la trazabilidad que posee la cadena de bloques hacen que esta tecnología base de las monedas virtuales tenga, entonces, un fuerte potencial para evitar delitos asociados al lavado de dinero o corrupción, ya que sería posible rastrear e identificar a quienes están detrás de las transacciones de la moneda virtual.
Si esas características se traspasan a otras aplicaciones esta tecnología no sólo abre expectativas innovadoras para las empresas y los gobiernos, sino que también calza como anillo al dedo con la era de la IoT y las ciudades inteligentes, en donde gran parte de nuestras actividades cotidianas, incluyendo los pagos, estarán reducidos a transacciones electrónicas. De esto ha tomado nota la propia industria bancaria y financiera, quienes han encontrado en el Blockchain una tecnología que permite hacer más eficiente sus transacciones y que podría incluso ser usada para gestionar la identificación de sus clientes.
De hecho, puede decirse que esta tecnología abre paso a lo que algunos visualizan como una especie de “Internet paralela” en donde los usuarios podrán validarse en muchos lugares virtuales, manteniendo el control de sus datos personales. Este aspecto no es menor en estos días, ya que hemos sido testigos de cómo los datos y las identidades de las personas han sido utilizadas por terceros para hacer crear perfiles y hacer campañas sin que esas personas tuvieran la menor sospecha.
Las monedas virtuales en un mundo digitalizado serán una realidad cotidiana tarde o temprano y su tecnología, sin exagerar, puede contribuir a cambiar el mundo –o la Internet, si así lo prefiere decir– tal como lo conocemos hoy, aportando más seguridad a los datos, las transacciones y la gestión de la identidad.
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