Todas las instituciones sociales segregan en mayor o menor grado, incluidas las escuelas. Desde ejemplos extremos, como Estados Unidos, hasta sociedades más igualitarias, como Finlandia,
la procedencia social, la renta y la educación paterna determina la
procedencia de tus compañeros de clase. Un niño hijo de padres pobres,
con probabilidad, irá a la escuela con otros hijos de padres pobres. Y
viceversa.
¿Hay que combatirlo? Según un reciente estudio (PDF), sí.
El ejemplo indio. El trabajo, realizado por el investigador Gautam Rao, analiza las relaciones sociales y los resultados académicos de diecisiete escuelas en Delhi, la India. En 2007
una ley del gobierno obligó a la mayoría de centros privados (y
elitistas) a incluir cuotas de estudiantes pobres. Sin embargo, un
porcentaje (el 4%) de los colegios quedó exento, y otro (6%) aplicó la
norma un año más tarde.
Rao tenía dos grupos de controles para verificar sus resultados en función de las escuelas segregadas y por cohortes de edad.
Segregar, mala idea. ¿Qué resultados obtuvo? Por un
lado, que la desegregación no tenía efectos en el rendimiento académico
de los alumnos de clase alta. Sus notas bajaron algo en inglés, pero se
mantuvieron en Lengua y Matemáticas. Por otro, que la mezcolanza de
clases incentivó actitudes más “prosociales” entre los estudiantes
ricos. Se mostraron más generosos en actividades de voluntariado social,
entre otras.
No discriminación. Rao incluye una tercera lectura
clave: los alumnos que compartieron aula con niños más pobres mostraron
actitudes menos discriminatorias (les elegían en los equipos del recreo,
pasaban más tiempo juntos y, como resultado, mantenían la relación
fuera del colegio). Como resultado, había un intercambio social de
arriba a abajo (y viceversa). El célebre networking que se labra desde pequeños, sólo que ahora transversal.
“La mezcla en los colegios tuvo efectos positivos en el comportamiento social de los estudiantes ricos” a un bajo coste académico, expone.
La tendencia. El estudio es un canto a la
integración. Las tendencias en muchos países van a la contra, no
obstante. En España la segregación escolar ha aumentado desde la crisis
económica (un 13%, según Save The Children), colocándola a la cabeza de Europa (el sexto en la materia). En gran medida, su peso lo soportan los centros privados y concertados. La dinámica supone un freno a la movilidad social, y reduce las oportunidades de los alumnos pobres.
Muchos padres de clase acomodada temen que la mezcolanza social perjudique a las perspectivas académicas de sus hijos. El ejemplo de Delhi lo pone en cuestión.
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Todas las instituciones sociales segregan en mayor o menor grado, incluidas las escuelas. Desde ejemplos extremos, como Estados Unidos, hasta sociedades más igualitarias, como Finlandia, la procedencia social, la renta y la educación paterna determina la procedencia de tus compañeros de clase. Un niño hijo de padres pobres, con probabilidad, irá a la escuela con otros hijos de padres pobres. Y viceversa.
¿Hay que combatirlo? Según un reciente estudio (PDF), sí.
El ejemplo indio. El trabajo, realizado por el investigador Gautam Rao, analiza las relaciones sociales y los resultados académicos de diecisiete escuelas en Delhi, la India. En 2007 una ley del gobierno obligó a la mayoría de centros privados (y elitistas) a incluir cuotas de estudiantes pobres. Sin embargo, un porcentaje (el 4%) de los colegios quedó exento, y otro (6%) aplicó la norma un año más tarde.
Rao tenía dos grupos de controles para verificar sus resultados en función de las escuelas segregadas y por cohortes de edad.
Segregar, mala idea. ¿Qué resultados obtuvo? Por un lado, que la desegregación no tenía efectos en el rendimiento académico de los alumnos de clase alta. Sus notas bajaron algo en inglés, pero se mantuvieron en Lengua y Matemáticas. Por otro, que la mezcolanza de clases incentivó actitudes más “prosociales” entre los estudiantes ricos. Se mostraron más generosos en actividades de voluntariado social, entre otras.
No discriminación. Rao incluye una tercera lectura clave: los alumnos que compartieron aula con niños más pobres mostraron actitudes menos discriminatorias (les elegían en los equipos del recreo, pasaban más tiempo juntos y, como resultado, mantenían la relación fuera del colegio). Como resultado, había un intercambio social de arriba a abajo (y viceversa). El célebre networking que se labra desde pequeños, sólo que ahora transversal.
“La mezcla en los colegios tuvo efectos positivos en el comportamiento social de los estudiantes ricos” a un bajo coste académico, expone.
La tendencia. El estudio es un canto a la integración. Las tendencias en muchos países van a la contra, no obstante. En España la segregación escolar ha aumentado desde la crisis económica (un 13%, según Save The Children), colocándola a la cabeza de Europa (el sexto en la materia). En gran medida, su peso lo soportan los centros privados y concertados. La dinámica supone un freno a la movilidad social, y reduce las oportunidades de los alumnos pobres.
Muchos padres de clase acomodada temen que la mezcolanza social perjudique a las perspectivas académicas de sus hijos. El ejemplo de Delhi lo pone en cuestión.
Imagen: DFID/Flickr
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