Esta columna es antigua (febrero del 2014), pero interesante.
¿Cómo explicar que mientras varios países latinoamericanos han comenzado a desarticular el sistema privado de pensiones por sus efectos (Venezuela y Bolivia, por ejemplo), en Italia, España y Grecia se presenten grandes manifestaciones en contra de proyectos neoliberales que se pretenden aplicar para l@s adultos mayores trabajadores?
La respuesta tiene dos caras: de enclaves con poder que consideran que lo privado es igual a libertad y debe ser impuesto sin restricciones o quienes piensan que los derechos solo tienen base sólida si se realizan en tanto dignificación del ser humano.
En esta dirección, podemos afirmar sin equivocación alguna que el neoliberalismo es la cúspide esencial de las escuelas que basan su concepción del mundo en la privatización de la sociedad como el sistema idóneo para vivir pleno. A partir de esta ideología se ha desarrollado una estrategia internacional para implantar en diversos países lo que ha provocado una problemática álgida pues, a la vez que muestra estadísticamente supuestos altos índices de desarrollo, paradójicamente disminuye la calidad de vida de la mayor parte de la población, creando una élite con altísima riqueza y, asimismo, el empobrecimiento paulatino de inmensos sectores sociales.
Uno de los pilares económicos de este proyecto ha sido la utilización de los recursos del Estado para hacer negocios acrecentando la fortuna de particulares o permitiéndoles crearla a grupos de privilegio vinculados a los Gobiernos. Las AFP, Administradoras de Fondos de Pensiones, son uno de los más eficaces medios de ganancia presente haciendo rendir el dinero con proyectos a futuro distante, o sea, sin rendir cuentas de lo obtenido ni garantizar su responsabilidad verdadera. Su objetivo formal es garantizar pensiones dignas a todos los ciudadanos que cotizan de su trabajo para una jubilación segura. Es decir, basa toda la armadura en una necesidad obligada de todo ser humano trabajador o sin recursos propios que requiere obligatoriamente de un sustento para sobrevivir en su período de adultez mayor.
Fundamentos de las AFP, según sus gestores
El nacimiento de las AFP —modernamente a partir de los 80— se debería a las crisis que ha tenido la administración pública de pensiones o su próxima debacle por la tendencia demográfica del mundo entero, los bajos porcentajes de natalidad y el aumento de manera importante en la esperanza de vida de las personas mayores, lo que provocaría más personas jubilándose en un sistema que no preveía a largo plazo dicha situación. Por tanto, los Gobiernos donde se ha implementado han creado una legislación que permite esta figura como sociedades anónimas cuyo objeto social único y exclusivo es la administración de un fondo de pensiones, así como el otorgamiento de prestaciones por vejez, invalidez y sobrevivencia a sus afiliados.
Este sistema según sus defensores es libre aunque en el caso chileno (sostén de diversos proyectos en el mundo y similar a quienes lo han aplicado en sus países), establece la incorporación automática a este para los nuevos trabajadores y contratos: desde el 31 de diciembre de 1982 a la fecha se constituyó en el único sistema provisional para todos los trabajadores nuevos. Es decir, obligatorio.
Según los documentos que respaldan ideológicamente el negocio se trata de una modalidad de capitalización individual donde cada trabajador deposita un dinero mensual (cotización) durante su período de vida laboral para obtener su pensión de vejez o jubilación, siendo propietario de una cuenta única de ahorro protegida constitucionalmente en sus derechos de propiedad para dar fiabilidad al proceso y confianza al cliente. Estos montos se capitalizan de acuerdo al rendimiento del Fondo de Pensiones de la AFP, lo que permitiría una ganancia a cada depósito individual durante su vida de trabajo… siempre y cuando haya depositado disciplinadamente. Al finalizar su vida laboral el monto de su cuenta individual, las expectativas de vida del trabajador y sus cargas familiares, serían los elementos a tener en cuenta para calcular la pensión.
Se hace énfasis en que el monto de la pensión depende en gran medida de la responsabilidad que se posea para cotizar y acumular sistemáticamente año tras año una cantidad suficiente para dicho beneficio, es decir, cada individuo se construye su propio emolumento y únicamente depende de él. Así, el sistema de capitalización combinaría los beneficios que recibe el pensionado con su esfuerzo de ahorro, permitiendo la sustentabilidad en el tiempo y evitando las posibilidades de una quiebra en el sistema como ocurre con los sistema de reparto, soportado en el principio fundamental de la libertad individual que tendrían todos los trabajadores para mantenerse en el sistema público y, a su vez, para elegir la AFP que más les acomode y según su propios deseos, todo ello con el fin de capitalizar sus ahorros, de realizar los aportes voluntarios para mejorar su pensión, adelantarla o escoger la modalidad de pensión entre las opciones que le entrega la ley. Es tan libre que la edad de jubilación usualmente no es obligatoria y se decide si se hace a la edad legal (65 años para los hombres y 60 años para las mujeres en Chile), o si decide postergar o anticipar el momento de su jubilación.
Plantea que algo esencial es que se traspasa el poder del trabajador a él mismo y no a los Gobiernos de turno pues cada trabajador activo puede ahora transformar el impuesto a la seguridad social existente (que se pagaba al Gobierno de turno para que este lo administrara sin rendir cuenta al cotizante), en un aporte donde puede ver mes a mes lo que se deposita en su cuenta y observar como el monto ahorrado crece con los aportes que se realizan y la rentabilidad ganada durante toda su vida laboral (35, 40, 45 años). Obviamente no es posible garantizar cuánto será su pensión pues dependerá de las crisis internacionales, su ahorro, los rendimientos y, en últimas, lo que pueda acumularse acorde con tantos factores involucrados, aunque en la etapa de inserción y salida del sistema público se garantizaba hasta un 80% del salario mensual. La AFP se hace responsable de trabajar con transparencia dichas cantidades e invertirlas donde considere que, a su juicio, hay mayor confiabilidad y rentabilidad, exigiendo creer en quienes la administran pues son expertos de buena intención que desean resolver un problema a futuro apoyando al trabajador que no es disciplinado por su propia voluntad.
Cada trabajador dependiente debe depositar en su cuenta de capitalización el 10% de su renta bruta, depósito que debe ser efectuado por su empleador. Con la reforma previsional de 2008, a partir del año 2015 —en Chile— será obligatorio para todo trabajador independiente cotizar en el sistema de pensiones cuyas formas de pensión son: vejez, que se financia con los aportes hechos por el trabajador durante toda su vida laboral, pensión de invalidez y sobrevivencia. La libertad es tan alta que el cliente puede elegir en qué tipo de fondo invertirá su dinero lo que dependerá del riesgo que quiera asumir (desde A, alto riesgo; a E, bajo).
¿Por qué nace la AFP entonces? Como mecanismo del Estado, preocupado de los ciudadanos que, además de ser indisciplinados para preocuparse por su futuro, se estimaba que a largo plazo el sistema entraría en crisis debido a cambios en la estructura demográfica y su desfinanciamiento, siendo el Estado el principal proveedor del dinero. Por tanto, su papel es de regulación y supervisión de cumplimiento por parte de las AFP de las normas legales que norman el sistema a través de una Superintendencia de Pensiones, garantizando pensiones mínimas para las personas que por diversos motivos no hayan podido acumular suficientes ahorros para poder tener una pensión digna.
Las AFP, como toda empresa que presta un servicio tan importante y basado en el riesgo que asume, cobra un porcentaje de la renta bruta del trabajador como comisión de administración, la cual puede variar desde el 0,77% en la AFP que cobra menos, hasta el 2,36% en la AFP que cobra más, lo cual demuestra la amplia competencia que existe en el mercado de las AFP.
Éxito de las AFP
Según los defensores de este sistema los resultados son extraordinarios pues las pensiones en el nuevo sistema privado son ya entre 50% y 100% más altas que en el sistema estatal. En el caso chileno, sus exponentes manifiestan que su exitoso sistema privado de pensiones llevó inicialmente a siete países latinoamericanos a imitarlo (Argentina, Perú y Colombia, Uruguay, México, Bolivia y El Salvador), aunque ahora son más de treinta. Ello explicaría lo visionario de quienes lo administran.
Su eficacia se debería a que el sistema de capitalización está estructurado para que los fondos de pensiones tengan la máxima seguridad en su inversión. Por lo anterior, las AFP tienen un patrimonio y una personalidad jurídica distinta a los fondos que administran, no pudiendo utilizar recursos de sus afiliados en sus gastos, financiándose básicamente por lo que reciben por comisión de administración. Además, las AFP solo pueden realizar las inversiones en los instrumentos financieros legalmente establecidos. Junto con todo lo anterior, las AFP deben asegurar una rentabilidad mínima en relación a la rentabilidad promedio del mercado.
Establece, además, un Seguro de Invalidez y Sobrevivencia que financie las pensiones en caso de muerte o invalidez del trabajador, contratado por las AFP a una Compañía de Seguros. Es tal el éxito que un estudio reciente de SURA Asset Management señaló que los Sistemas de AFP de Chile, Colombia, México y Perú explican, en promedio, el 10% del alza del PIB de esos países y que naciones del exbloque comunista en Europa del Este (Rusia, Polonia, Hungría, Eslovaquia), han copiado el sistema chileno. Además, naciones desarrolladas como Australia, Suecia y Hong Kong habrían seguido el modelo de la capitalización individual para evitar la crisis de las pensiones.
Uno de los creadores de este sistema manifestaba que el sistema de AFP se ha transformado en un mecanismo seguro de ahorro. Al año 2013, existían alrededor de 200.000.000.000 dólares estadounidenses en ahorros previsionales entre las AFP y las compañías de seguros, sin que se hubiera perdido un solo peso en los más de 40 años de vida del sistema.
Se manifiesta que el informe del Banco Mundial en el 2004 titulado ‘Mantener la promesa de la seguridad del ingreso en la vejez en América Latina‘, que prevenía del fracaso de las AFP condicionada por el FMI, es falso pues, por ejemplo, la pensión promedio de una persona que ha cotizado 40 años o más en el sistema chileno, habría obtenido una pensión seis veces superior a la que entregaba el antiguo sistema de reparto chileno. En términos generales, el nivel de las pensiones, en comparación al antiguo sistema de reparto, ha permitido que la gente gane seis veces más que antes (!!!).
Sin embargo, cabe anotar lo que ocurre en Europa, donde la crisis parece imparable pese al ‘éxito’: en España, líder en desempleo y desperdicios en la Unión Europea, el Gobierno de ultraderecha está proponiendo la congelación de las pensiones, retraso de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, reducción del 5% en los salarios de los funcionarios, lo que ha provocado un rechazo generalizado. En Italia, cientos de miles de trabajadores han quedado privados del derecho a pensión, con más medidas punitivas que afectan a las mujeres y aquellas expulsadas del mercado laboral: esperar seis años más para cobrar pensión se ha considerado inaceptable. En Francia, el presidente François Hollande está ‘ad portas’ de lanzar la reforma al sistema nacional de pensiones, barajando las mismas alternativas que cuestionó Nicolas Sarkozy: ampliar los años de cotización, retrasar la edad de jubilación, aumentar las cotizaciones.
La realidad del negocio
La pregunta inicial es: si su éxito es probado (aunque recién en esta década se comenzarán a pagar pensiones en su medida normal), ¿por qué es tan criticado?
Una primera aproximación conduce a confirmar que, de acuerdo a los estudios de la Asociación de AFP, el 66% de los recursos que obtienen los bancos para financiarse proviene de las administradoras de pensiones. Por tanto, el análisis comienza por su primera palabra: negocio, es decir, que beneficia a quienes poseen el capital para iniciar las AFP y que lo hicieron recibiendo el dinero del Estado para comenzar, o sea, solo a algunos empresarios afectos al Gobierno ‘de turno’ que tanto es mencionado negativamente como la base del nacimiento de sistema. Es una contradicción evidente.
En esencia lo que se persigue, pese a que se muestre de modo diferente, es abrir al cliente una cuenta de ahorro que pueda tener un interés bajísimo y que esté impedido de utilizarse hasta 35 años más… aunque las AFP sí lo pueden usar libremente y sin obligación de responder realmente por ello. Del total ahorrado le darán su pensión y, si se acaba, el Estado deberá seguir con la deuda. Las ganancias inmensurables son legales para las familias que detentan las AFP y no están obligadas a devolver ningún dinero pues ya no es público. Si aproximadamente el 66% de los dineros que reciben los bancos para financiarse y luego prestar a los clientes a un 50% o más de interés real, lo reciben de estas agencias, el círculo es perfecto.
Un estudio brillante de CENDA (1) desnuda la expoliación de los dineros a l@s trabajadores en Chile, extensivo a todo el ‘sistema’. Entre las conclusiones destaca el silencio sobre dicha investigación debido a la gravedad de lo dicho allí, lo que corrobora que el espectro mediático concentrado ya dice de su importancia y denuncia. El inteligente informe expuesto en la página Piensa Chile por Francisco Herreros sobre este, demuestra que de cada tres pesos que recauda el sistema, tanto por la vía de la cotización de los afiliados como de subsidios del Estado, dos quedan para los administradores y los grandes grupos financieros (los mismos), considerado precisamente el motivo por el que se paga pensiones tan bajas.
Enseguida manifiesta que se comprueba que en 2012 las cotizaciones más que duplicaron el monto de las pensiones pagadas por las AFP y compañías de seguros, y el Estado aportó adicionalmente subsidios equivalentes a dos tercios de estas. Se complementa confirmando un sistema de ahorro forzoso concebido para extraer recursos del factor trabajo y transferirlos directamente a los propietarios del capital. Tal vez la conclusión más importante del estudio consiste en la demostración de que si se devuelve el sistema de previsión a la administración del Estado, no solo se podría duplicar el monto de las pensiones hasta igualar las pensiones que actualmente paga el sistema público, sino que incluso en ese caso habría un considerable ahorro en el gasto fiscal ya que la conclusión es que los aportes triplican las pensiones que se pagan. Al preguntársele al investigador Manuel Riesco, puntal del estudio, sobre quién se queda con el resto del dinero no invertido en pensiones manifiesta: “Bueno, a alguna parte tendrá que ir, porque esta alcancía debería estar repleta de dinero, en el símil de la bóveda de Tío Rico. Sin embargo, tú abres la alcancía y encuentras que no hay un solo peso de dinero en efectivo”.
Lo evidente es que una inmensa parte de la lógica y argumentación de las AFP es endeble y falaz. Por ejemplo, no es cierto que siempre den ganancias, lo que se demuestra con las crisis y las pérdidas que emiten durante determinados años evidenciando que la eficiencia no es tal y que no son cerebros infalibles. Lo delicado es que esas “pérdidas y riesgos de inversión” las asume el trabajador y no la empresa. Por tanto, es un sistema especulador que favorece a familias privilegiadas de la banca empresarial cuyo objetivo es no devolver ningún peso de la ganancia… razón por la cual “no se pierde ningún peso”, como decía José Piñera, uno de sus artífices. Estos negocios lograron ubicar a chilenos en la lista de los multimillonarios del mundo, lo que nunca hasta el Gobierno militar se había dado.
Las mentiras y presiones para que la gente se trasladara a lo privado porque el Estado fracasaría, como ocurrió también en Colombia, fueron demostradas como falsas pues, paradójicamente, ni Fuerzas Armadas ni la clase política se movió, demostrando que el sistema desde lo público era mucho mejor que lo ofrecido por los particulares. No se conoce ningún caso de funcionarios que hayan decidido cambiarse de esas Cajas públicas a las AFP.
Ese sistema aún no entra en crisis por varias razones: una, porque no paga lo que debe sino una tercera parte; dos, porque la gente deja de jubilarse ya que lo que recibirá no le alcanzará para mantener su estado actual y, tres, porque entra tres veces más y sale una, corroborando que el pago del 70% es absolutamente factible. Lo preocupante es que si las AFP no pudiesen pagar las pensiones, en un gobierno neoliberal como México, Colombia o Perú, estos apoyarían con fondos estatales para salvarlas al igual que los bancos en su propia debacle.
Riesco dice: “Lo que ha puesto el fisco equivale a las tres cuartas partes de las pensiones que se han pagado. Es decir, el fisco ha financiado con subsidios y con dinero contante y sonante tres cuartas partes de las pensiones que ha pagado el sistema AFP. Resulta que las AFP y compañías de seguro, que son en el fondo cinco empresas, se llevan tanto dinero como el millón de afiliados que hoy cobran pensiones”, siendo un escandaloso “sistema de ahorro forzoso, en que se saca dinero del bolsillo de los afiliados, equivalente al 13% del sueldo, y se saca, por otro lado, una parte significativa de los ingresos fiscales, es decir, del IVA y los excedentes de Codelco, y se traspasa directamente a los bolsillos de las AFP y compañías de seguros y a los grandes grupos financieros”.
Una de las precisiones más importantes del artículo expuesto es que al Estado le conviene mucho más hacerse cargo de la administración del sistema para pagar las pensiones con un sistema de reparto, lo que alcanzaría al decrecer sus gastos y lograr un ahorro del fisco, empleando las ganancias para incrementar las pensiones mismas. Establece que el Estado recibiría un 3,6% del PIB, incrementando 10% los ingresos fiscales generales.
Consideraciones finales para la acción
Un planteamiento bastante solapado argumentado mundialmente por las AFP proviene de Jean-Marc Ayrault, primer ministro francés (hipocresía que ha sido una constante del presidente Hollande durante su gobierno), según el cual para beneficiar a todos los franceses en su pensión los invita a ‘amarrarse el cinturón’ con esta frase: “Todos tendremos que hacer un esfuerzo”. Además de ser insultante pues los sectores privilegiados no requieren pensiones de jubilación ni les interesa otorgarlas por lo que ellos no hacen ‘esfuerzos’, establece que él ni ese sector de financistas harán ningún sacrificio pues sus capitales así lo permiten.
¡Cómo no se va a irritar la gente cuando en el caso de Chile —similar a todos los países donde existe el ‘sistema— las ganancias para siete familias llegan al 30% (aproximadamente 540 millones de dólares en utilidades), y para los cientos de miles de ‘clientes’ no pasa del 4% para ser repartida supuestamente entre todos! (2).
Si un Estado se posee a sí mismo en representación de la ciudadanía con dignidad y derechos, tendrá que exigir desde ya que las AFP entreguen lo que prometieron, es decir, el 70% de los sueldos o salarios imponibles, o en su defecto, devuelva los capitales que poseen indebidamente. Se deberá hacer una estimación de lo ganado estableciendo un porcentaje para estas administradoras y el resto para pensiones con lo cual se aumentará hasta un 80% o más con toda seguridad puesto que parte importante de lo ganado tendrá que ser devuelto a la sociedad entera.
En las predicciones 2014 se establece que Chile tendrá un año de ‘desorden’, el cual es necesario para un pueblo tan adormecido por el consumo y la celuadicción. Hay que recordar que en 2016 jubila la primera cohorte de los trabajadores que se cambiaron al sistema de AFP, en 1981, lo que hará una explosión social pues las AFP no se responsabilizarán y allí el Estado deberá poner mano dura a quienes estafen ‘legalmente’ al pueblo. Por ello la insistencia en aumentar la edad de jubilación pues es un tiempo inmenso para inverosímiles ganancias.
Es decisivo tener clara la fórmula empleada: un Gobierno neoliberal se asocia con las grandes familias y les ayuda —obviamente con una recompensa económica para funcionarios gubernamentales, no para el país— entregándoles una cantidad inmensurable de recursos que no tienen que ser devueltos (y si es del caso en una parte mínima), sino después de treinta o cuarenta años en ‘cómodas cuotas mensuales devaluadas’. Tomar conciencia llevará a que amplios sectores consideren que los Gobiernos deberán hacer efectivo los principios de la dignidad y soberanía para impulsar una modificación estructural al sistema y aportar estrategias que permitan a los trabajadores y familias tener asegurada su vida futura. Tal vez una medida estatal será obligar a devolver los capitales mal ganados o quitados al trabajador, casi las dos terceras partes, dejándoles una ganancia del 20% del total adeudado, lo que es inmenso de todos modos y les permite vivir diez mil años o más con esa cantidad a dichos grupos financieros. Las familias dominantes deben saber que no todo será igual y que, si cambia la situación política y hay una nueva Constitución, finalizará su imperio como ocurrió ya en Polonia, Hungría, Argentina y Bolivia.
En términos de la defensa a la mujer no se podrá aceptar que se discrimine de modo brutal, se haga pagar mayores cantidades de dinero y le carguen un pesado fardo por tener un sexo determinado. Es uno de los principios más denigrantes de lo humano en las AFP.
Finalmente una frase de Manuel Riesco resume el truculento negocio: “Las cifras reales muestran que una jueza que gana tres millones de pesos, a pesar de haber cotizado toda su vida por el tope, sin fallar un solo mes, saca una pensión de 330.000 pesos, menos de la décima parte de lo que ganaba como activa. Esa es la realidad”.
(1) http://piensachile.com/2013/11/la-increible-estafa-de-las-afp-estudio-de-cenda-desnuda-la-verdadera-madre-del-cordero/
(2) http://www.lanacion.cl/la-brecha-que-indigna-ganancias-de-afp-llegan-a-30-y-de-afiliados-a-4/noticias/2013-11-08/173739.html
Esta columna es antigua (febrero del 2014), pero interesante.
Carlos Santa María
¿Cómo explicar que mientras varios países latinoamericanos han comenzado a desarticular el sistema privado de pensiones por sus efectos (Venezuela y Bolivia, por ejemplo), en Italia, España y Grecia se presenten grandes manifestaciones en contra de proyectos neoliberales que se pretenden aplicar para l@s adultos mayores trabajadores?
La respuesta tiene dos caras: de enclaves con poder que consideran que lo privado es igual a libertad y debe ser impuesto sin restricciones o quienes piensan que los derechos solo tienen base sólida si se realizan en tanto dignificación del ser humano.
En esta dirección, podemos afirmar sin equivocación alguna que el neoliberalismo es la cúspide esencial de las escuelas que basan su concepción del mundo en la privatización de la sociedad como el sistema idóneo para vivir pleno. A partir de esta ideología se ha desarrollado una estrategia internacional para implantar en diversos países lo que ha provocado una problemática álgida pues, a la vez que muestra estadísticamente supuestos altos índices de desarrollo, paradójicamente disminuye la calidad de vida de la mayor parte de la población, creando una élite con altísima riqueza y, asimismo, el empobrecimiento paulatino de inmensos sectores sociales.
Uno de los pilares económicos de este proyecto ha sido la utilización de los recursos del Estado para hacer negocios acrecentando la fortuna de particulares o permitiéndoles crearla a grupos de privilegio vinculados a los Gobiernos. Las AFP, Administradoras de Fondos de Pensiones, son uno de los más eficaces medios de ganancia presente haciendo rendir el dinero con proyectos a futuro distante, o sea, sin rendir cuentas de lo obtenido ni garantizar su responsabilidad verdadera. Su objetivo formal es garantizar pensiones dignas a todos los ciudadanos que cotizan de su trabajo para una jubilación segura. Es decir, basa toda la armadura en una necesidad obligada de todo ser humano trabajador o sin recursos propios que requiere obligatoriamente de un sustento para sobrevivir en su período de adultez mayor.
Fundamentos de las AFP, según sus gestores
El nacimiento de las AFP —modernamente a partir de los 80— se debería a las crisis que ha tenido la administración pública de pensiones o su próxima debacle por la tendencia demográfica del mundo entero, los bajos porcentajes de natalidad y el aumento de manera importante en la esperanza de vida de las personas mayores, lo que provocaría más personas jubilándose en un sistema que no preveía a largo plazo dicha situación. Por tanto, los Gobiernos donde se ha implementado han creado una legislación que permite esta figura como sociedades anónimas cuyo objeto social único y exclusivo es la administración de un fondo de pensiones, así como el otorgamiento de prestaciones por vejez, invalidez y sobrevivencia a sus afiliados.
Este sistema según sus defensores es libre aunque en el caso chileno (sostén de diversos proyectos en el mundo y similar a quienes lo han aplicado en sus países), establece la incorporación automática a este para los nuevos trabajadores y contratos: desde el 31 de diciembre de 1982 a la fecha se constituyó en el único sistema provisional para todos los trabajadores nuevos. Es decir, obligatorio.
Según los documentos que respaldan ideológicamente el negocio se trata de una modalidad de capitalización individual donde cada trabajador deposita un dinero mensual (cotización) durante su período de vida laboral para obtener su pensión de vejez o jubilación, siendo propietario de una cuenta única de ahorro protegida constitucionalmente en sus derechos de propiedad para dar fiabilidad al proceso y confianza al cliente. Estos montos se capitalizan de acuerdo al rendimiento del Fondo de Pensiones de la AFP, lo que permitiría una ganancia a cada depósito individual durante su vida de trabajo… siempre y cuando haya depositado disciplinadamente. Al finalizar su vida laboral el monto de su cuenta individual, las expectativas de vida del trabajador y sus cargas familiares, serían los elementos a tener en cuenta para calcular la pensión.
Se hace énfasis en que el monto de la pensión depende en gran medida de la responsabilidad que se posea para cotizar y acumular sistemáticamente año tras año una cantidad suficiente para dicho beneficio, es decir, cada individuo se construye su propio emolumento y únicamente depende de él. Así, el sistema de capitalización combinaría los beneficios que recibe el pensionado con su esfuerzo de ahorro, permitiendo la sustentabilidad en el tiempo y evitando las posibilidades de una quiebra en el sistema como ocurre con los sistema de reparto, soportado en el principio fundamental de la libertad individual que tendrían todos los trabajadores para mantenerse en el sistema público y, a su vez, para elegir la AFP que más les acomode y según su propios deseos, todo ello con el fin de capitalizar sus ahorros, de realizar los aportes voluntarios para mejorar su pensión, adelantarla o escoger la modalidad de pensión entre las opciones que le entrega la ley. Es tan libre que la edad de jubilación usualmente no es obligatoria y se decide si se hace a la edad legal (65 años para los hombres y 60 años para las mujeres en Chile), o si decide postergar o anticipar el momento de su jubilación.
Plantea que algo esencial es que se traspasa el poder del trabajador a él mismo y no a los Gobiernos de turno pues cada trabajador activo puede ahora transformar el impuesto a la seguridad social existente (que se pagaba al Gobierno de turno para que este lo administrara sin rendir cuenta al cotizante), en un aporte donde puede ver mes a mes lo que se deposita en su cuenta y observar como el monto ahorrado crece con los aportes que se realizan y la rentabilidad ganada durante toda su vida laboral (35, 40, 45 años). Obviamente no es posible garantizar cuánto será su pensión pues dependerá de las crisis internacionales, su ahorro, los rendimientos y, en últimas, lo que pueda acumularse acorde con tantos factores involucrados, aunque en la etapa de inserción y salida del sistema público se garantizaba hasta un 80% del salario mensual. La AFP se hace responsable de trabajar con transparencia dichas cantidades e invertirlas donde considere que, a su juicio, hay mayor confiabilidad y rentabilidad, exigiendo creer en quienes la administran pues son expertos de buena intención que desean resolver un problema a futuro apoyando al trabajador que no es disciplinado por su propia voluntad.
Cada trabajador dependiente debe depositar en su cuenta de capitalización el 10% de su renta bruta, depósito que debe ser efectuado por su empleador. Con la reforma previsional de 2008, a partir del año 2015 —en Chile— será obligatorio para todo trabajador independiente cotizar en el sistema de pensiones cuyas formas de pensión son: vejez, que se financia con los aportes hechos por el trabajador durante toda su vida laboral, pensión de invalidez y sobrevivencia. La libertad es tan alta que el cliente puede elegir en qué tipo de fondo invertirá su dinero lo que dependerá del riesgo que quiera asumir (desde A, alto riesgo; a E, bajo).
¿Por qué nace la AFP entonces? Como mecanismo del Estado, preocupado de los ciudadanos que, además de ser indisciplinados para preocuparse por su futuro, se estimaba que a largo plazo el sistema entraría en crisis debido a cambios en la estructura demográfica y su desfinanciamiento, siendo el Estado el principal proveedor del dinero. Por tanto, su papel es de regulación y supervisión de cumplimiento por parte de las AFP de las normas legales que norman el sistema a través de una Superintendencia de Pensiones, garantizando pensiones mínimas para las personas que por diversos motivos no hayan podido acumular suficientes ahorros para poder tener una pensión digna.
Las AFP, como toda empresa que presta un servicio tan importante y basado en el riesgo que asume, cobra un porcentaje de la renta bruta del trabajador como comisión de administración, la cual puede variar desde el 0,77% en la AFP que cobra menos, hasta el 2,36% en la AFP que cobra más, lo cual demuestra la amplia competencia que existe en el mercado de las AFP.
Éxito de las AFP
Según los defensores de este sistema los resultados son extraordinarios pues las pensiones en el nuevo sistema privado son ya entre 50% y 100% más altas que en el sistema estatal. En el caso chileno, sus exponentes manifiestan que su exitoso sistema privado de pensiones llevó inicialmente a siete países latinoamericanos a imitarlo (Argentina, Perú y Colombia, Uruguay, México, Bolivia y El Salvador), aunque ahora son más de treinta. Ello explicaría lo visionario de quienes lo administran.
Su eficacia se debería a que el sistema de capitalización está estructurado para que los fondos de pensiones tengan la máxima seguridad en su inversión. Por lo anterior, las AFP tienen un patrimonio y una personalidad jurídica distinta a los fondos que administran, no pudiendo utilizar recursos de sus afiliados en sus gastos, financiándose básicamente por lo que reciben por comisión de administración. Además, las AFP solo pueden realizar las inversiones en los instrumentos financieros legalmente establecidos. Junto con todo lo anterior, las AFP deben asegurar una rentabilidad mínima en relación a la rentabilidad promedio del mercado.
Establece, además, un Seguro de Invalidez y Sobrevivencia que financie las pensiones en caso de muerte o invalidez del trabajador, contratado por las AFP a una Compañía de Seguros. Es tal el éxito que un estudio reciente de SURA Asset Management señaló que los Sistemas de AFP de Chile, Colombia, México y Perú explican, en promedio, el 10% del alza del PIB de esos países y que naciones del exbloque comunista en Europa del Este (Rusia, Polonia, Hungría, Eslovaquia), han copiado el sistema chileno. Además, naciones desarrolladas como Australia, Suecia y Hong Kong habrían seguido el modelo de la capitalización individual para evitar la crisis de las pensiones.
Uno de los creadores de este sistema manifestaba que el sistema de AFP se ha transformado en un mecanismo seguro de ahorro. Al año 2013, existían alrededor de 200.000.000.000 dólares estadounidenses en ahorros previsionales entre las AFP y las compañías de seguros, sin que se hubiera perdido un solo peso en los más de 40 años de vida del sistema.
Se manifiesta que el informe del Banco Mundial en el 2004 titulado ‘Mantener la promesa de la seguridad del ingreso en la vejez en América Latina‘, que prevenía del fracaso de las AFP condicionada por el FMI, es falso pues, por ejemplo, la pensión promedio de una persona que ha cotizado 40 años o más en el sistema chileno, habría obtenido una pensión seis veces superior a la que entregaba el antiguo sistema de reparto chileno. En términos generales, el nivel de las pensiones, en comparación al antiguo sistema de reparto, ha permitido que la gente gane seis veces más que antes (!!!).
Sin embargo, cabe anotar lo que ocurre en Europa, donde la crisis parece imparable pese al ‘éxito’: en España, líder en desempleo y desperdicios en la Unión Europea, el Gobierno de ultraderecha está proponiendo la congelación de las pensiones, retraso de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, reducción del 5% en los salarios de los funcionarios, lo que ha provocado un rechazo generalizado. En Italia, cientos de miles de trabajadores han quedado privados del derecho a pensión, con más medidas punitivas que afectan a las mujeres y aquellas expulsadas del mercado laboral: esperar seis años más para cobrar pensión se ha considerado inaceptable. En Francia, el presidente François Hollande está ‘ad portas’ de lanzar la reforma al sistema nacional de pensiones, barajando las mismas alternativas que cuestionó Nicolas Sarkozy: ampliar los años de cotización, retrasar la edad de jubilación, aumentar las cotizaciones.
La realidad del negocio
La pregunta inicial es: si su éxito es probado (aunque recién en esta década se comenzarán a pagar pensiones en su medida normal), ¿por qué es tan criticado?
Una primera aproximación conduce a confirmar que, de acuerdo a los estudios de la Asociación de AFP, el 66% de los recursos que obtienen los bancos para financiarse proviene de las administradoras de pensiones. Por tanto, el análisis comienza por su primera palabra: negocio, es decir, que beneficia a quienes poseen el capital para iniciar las AFP y que lo hicieron recibiendo el dinero del Estado para comenzar, o sea, solo a algunos empresarios afectos al Gobierno ‘de turno’ que tanto es mencionado negativamente como la base del nacimiento de sistema. Es una contradicción evidente.
En esencia lo que se persigue, pese a que se muestre de modo diferente, es abrir al cliente una cuenta de ahorro que pueda tener un interés bajísimo y que esté impedido de utilizarse hasta 35 años más… aunque las AFP sí lo pueden usar libremente y sin obligación de responder realmente por ello. Del total ahorrado le darán su pensión y, si se acaba, el Estado deberá seguir con la deuda. Las ganancias inmensurables son legales para las familias que detentan las AFP y no están obligadas a devolver ningún dinero pues ya no es público. Si aproximadamente el 66% de los dineros que reciben los bancos para financiarse y luego prestar a los clientes a un 50% o más de interés real, lo reciben de estas agencias, el círculo es perfecto.
Un estudio brillante de CENDA (1) desnuda la expoliación de los dineros a l@s trabajadores en Chile, extensivo a todo el ‘sistema’. Entre las conclusiones destaca el silencio sobre dicha investigación debido a la gravedad de lo dicho allí, lo que corrobora que el espectro mediático concentrado ya dice de su importancia y denuncia. El inteligente informe expuesto en la página Piensa Chile por Francisco Herreros sobre este, demuestra que de cada tres pesos que recauda el sistema, tanto por la vía de la cotización de los afiliados como de subsidios del Estado, dos quedan para los administradores y los grandes grupos financieros (los mismos), considerado precisamente el motivo por el que se paga pensiones tan bajas.
Enseguida manifiesta que se comprueba que en 2012 las cotizaciones más que duplicaron el monto de las pensiones pagadas por las AFP y compañías de seguros, y el Estado aportó adicionalmente subsidios equivalentes a dos tercios de estas. Se complementa confirmando un sistema de ahorro forzoso concebido para extraer recursos del factor trabajo y transferirlos directamente a los propietarios del capital. Tal vez la conclusión más importante del estudio consiste en la demostración de que si se devuelve el sistema de previsión a la administración del Estado, no solo se podría duplicar el monto de las pensiones hasta igualar las pensiones que actualmente paga el sistema público, sino que incluso en ese caso habría un considerable ahorro en el gasto fiscal ya que la conclusión es que los aportes triplican las pensiones que se pagan. Al preguntársele al investigador Manuel Riesco, puntal del estudio, sobre quién se queda con el resto del dinero no invertido en pensiones manifiesta: “Bueno, a alguna parte tendrá que ir, porque esta alcancía debería estar repleta de dinero, en el símil de la bóveda de Tío Rico. Sin embargo, tú abres la alcancía y encuentras que no hay un solo peso de dinero en efectivo”.
Lo evidente es que una inmensa parte de la lógica y argumentación de las AFP es endeble y falaz. Por ejemplo, no es cierto que siempre den ganancias, lo que se demuestra con las crisis y las pérdidas que emiten durante determinados años evidenciando que la eficiencia no es tal y que no son cerebros infalibles. Lo delicado es que esas “pérdidas y riesgos de inversión” las asume el trabajador y no la empresa. Por tanto, es un sistema especulador que favorece a familias privilegiadas de la banca empresarial cuyo objetivo es no devolver ningún peso de la ganancia… razón por la cual “no se pierde ningún peso”, como decía José Piñera, uno de sus artífices. Estos negocios lograron ubicar a chilenos en la lista de los multimillonarios del mundo, lo que nunca hasta el Gobierno militar se había dado.
Las mentiras y presiones para que la gente se trasladara a lo privado porque el Estado fracasaría, como ocurrió también en Colombia, fueron demostradas como falsas pues, paradójicamente, ni Fuerzas Armadas ni la clase política se movió, demostrando que el sistema desde lo público era mucho mejor que lo ofrecido por los particulares. No se conoce ningún caso de funcionarios que hayan decidido cambiarse de esas Cajas públicas a las AFP.
Ese sistema aún no entra en crisis por varias razones: una, porque no paga lo que debe sino una tercera parte; dos, porque la gente deja de jubilarse ya que lo que recibirá no le alcanzará para mantener su estado actual y, tres, porque entra tres veces más y sale una, corroborando que el pago del 70% es absolutamente factible. Lo preocupante es que si las AFP no pudiesen pagar las pensiones, en un gobierno neoliberal como México, Colombia o Perú, estos apoyarían con fondos estatales para salvarlas al igual que los bancos en su propia debacle.
Riesco dice: “Lo que ha puesto el fisco equivale a las tres cuartas partes de las pensiones que se han pagado. Es decir, el fisco ha financiado con subsidios y con dinero contante y sonante tres cuartas partes de las pensiones que ha pagado el sistema AFP. Resulta que las AFP y compañías de seguro, que son en el fondo cinco empresas, se llevan tanto dinero como el millón de afiliados que hoy cobran pensiones”, siendo un escandaloso “sistema de ahorro forzoso, en que se saca dinero del bolsillo de los afiliados, equivalente al 13% del sueldo, y se saca, por otro lado, una parte significativa de los ingresos fiscales, es decir, del IVA y los excedentes de Codelco, y se traspasa directamente a los bolsillos de las AFP y compañías de seguros y a los grandes grupos financieros”.
Una de las precisiones más importantes del artículo expuesto es que al Estado le conviene mucho más hacerse cargo de la administración del sistema para pagar las pensiones con un sistema de reparto, lo que alcanzaría al decrecer sus gastos y lograr un ahorro del fisco, empleando las ganancias para incrementar las pensiones mismas. Establece que el Estado recibiría un 3,6% del PIB, incrementando 10% los ingresos fiscales generales.
Consideraciones finales para la acción
Un planteamiento bastante solapado argumentado mundialmente por las AFP proviene de Jean-Marc Ayrault, primer ministro francés (hipocresía que ha sido una constante del presidente Hollande durante su gobierno), según el cual para beneficiar a todos los franceses en su pensión los invita a ‘amarrarse el cinturón’ con esta frase: “Todos tendremos que hacer un esfuerzo”. Además de ser insultante pues los sectores privilegiados no requieren pensiones de jubilación ni les interesa otorgarlas por lo que ellos no hacen ‘esfuerzos’, establece que él ni ese sector de financistas harán ningún sacrificio pues sus capitales así lo permiten.
¡Cómo no se va a irritar la gente cuando en el caso de Chile —similar a todos los países donde existe el ‘sistema— las ganancias para siete familias llegan al 30% (aproximadamente 540 millones de dólares en utilidades), y para los cientos de miles de ‘clientes’ no pasa del 4% para ser repartida supuestamente entre todos! (2).
Si un Estado se posee a sí mismo en representación de la ciudadanía con dignidad y derechos, tendrá que exigir desde ya que las AFP entreguen lo que prometieron, es decir, el 70% de los sueldos o salarios imponibles, o en su defecto, devuelva los capitales que poseen indebidamente. Se deberá hacer una estimación de lo ganado estableciendo un porcentaje para estas administradoras y el resto para pensiones con lo cual se aumentará hasta un 80% o más con toda seguridad puesto que parte importante de lo ganado tendrá que ser devuelto a la sociedad entera.
En las predicciones 2014 se establece que Chile tendrá un año de ‘desorden’, el cual es necesario para un pueblo tan adormecido por el consumo y la celuadicción. Hay que recordar que en 2016 jubila la primera cohorte de los trabajadores que se cambiaron al sistema de AFP, en 1981, lo que hará una explosión social pues las AFP no se responsabilizarán y allí el Estado deberá poner mano dura a quienes estafen ‘legalmente’ al pueblo. Por ello la insistencia en aumentar la edad de jubilación pues es un tiempo inmenso para inverosímiles ganancias.
Es decisivo tener clara la fórmula empleada: un Gobierno neoliberal se asocia con las grandes familias y les ayuda —obviamente con una recompensa económica para funcionarios gubernamentales, no para el país— entregándoles una cantidad inmensurable de recursos que no tienen que ser devueltos (y si es del caso en una parte mínima), sino después de treinta o cuarenta años en ‘cómodas cuotas mensuales devaluadas’. Tomar conciencia llevará a que amplios sectores consideren que los Gobiernos deberán hacer efectivo los principios de la dignidad y soberanía para impulsar una modificación estructural al sistema y aportar estrategias que permitan a los trabajadores y familias tener asegurada su vida futura. Tal vez una medida estatal será obligar a devolver los capitales mal ganados o quitados al trabajador, casi las dos terceras partes, dejándoles una ganancia del 20% del total adeudado, lo que es inmenso de todos modos y les permite vivir diez mil años o más con esa cantidad a dichos grupos financieros. Las familias dominantes deben saber que no todo será igual y que, si cambia la situación política y hay una nueva Constitución, finalizará su imperio como ocurrió ya en Polonia, Hungría, Argentina y Bolivia.
En términos de la defensa a la mujer no se podrá aceptar que se discrimine de modo brutal, se haga pagar mayores cantidades de dinero y le carguen un pesado fardo por tener un sexo determinado. Es uno de los principios más denigrantes de lo humano en las AFP.
Finalmente una frase de Manuel Riesco resume el truculento negocio: “Las cifras reales muestran que una jueza que gana tres millones de pesos, a pesar de haber cotizado toda su vida por el tope, sin fallar un solo mes, saca una pensión de 330.000 pesos, menos de la décima parte de lo que ganaba como activa. Esa es la realidad”.
(1) http://piensachile.com/2013/11/la-increible-estafa-de-las-afp-estudio-de-cenda-desnuda-la-verdadera-madre-del-cordero/
(2) http://www.lanacion.cl/la-brecha-que-indigna-ganancias-de-afp-llegan-a-30-y-de-afiliados-a-4/noticias/2013-11-08/173739.html
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