Cualquier organismo público tiene la responsabilidad de trabajar y velar por el interés de todos. Esto incluye el empleo de software libre o software propietario, un debate habitual.
Desde hace unos años existe un debate con dos opciones enfrentadas: software libre y software propietario.
El debate se produce en todos los ámbitos, en el uso personal, en el profesional y, cómo no, en las Administraciones públicas. ¿Cuál es mejor? ¿Cuál deberían emplear las instituciones y trabajadores públicos?
Cada cierto tiempo aparecen muestras de apoyo al software libre pidiendo que la Administración pública emplee este tipo de programas, con código abierto, por las implicaciones que conlleva de cara a la transparencia e igualdad de oportunidades.
El más reciente, a nivel europeo, implica a 31 colectivos, que piden a las instituciones europeas que legislen en favor del uso del software libre en las Administraciones públicas europeas y de sus países miembros.
Pero para iniciar este debate, debemos conocer las diferencias entre software propietario y software libre o de código abierto (open source en inglés).
Software libre versus software propietario
Cuando descargamos un programa de ordenador o una aplicación móvil, de manera gratuita o pagando por ello, obtenemos el ejecutable, el programa en sí, que podemos manejar de acuerdo a una licencia de uso, que pocas veces solemos leer. Este software es el que conocemos como propietario o de código cerrado.
Pero en algunos casos, gratuitos o de pago, hay programas que, junto con el ejecutable en sí, se nos permite obtener su código fuente, es decir, los archivos escritos en lenguaje de programación necesarios para crear ese programa.
Para la mayoría, tener acceso al código fuente de un software libre carece de importancia. Pero si tienes conocimientos de programación, puedes leer su código y adaptar ese código a tus necesidades, bien para añadir una función que necesitas, para ampliar el soporte de hardware a tu máquina en particular, bien para deshabilitar ciertas funciones que entorpecen tu trabajo.
En resumen, el software propietario permite su uso, tal y como estás haciendo ahora delante de tu computadora, tablet o smartphone, mientras que el software libre o de código abierto te permite usarlo pero también reescribirlo y ver su interior, su código fuente. Incluso puedes crear un nuevo programa a partir del código de ese otro programa.
A nivel de funcionamiento, que sea propietario o libre no implica que sea mejor o peor. Si crees que Windows es mejor o peor que Linux, se debe a su diseño, características y funciones, no a que tengas acceso a su código fuente.
Pero poder ver el código fuente de un programa es importante para adaptarlo a necesidades concretas y para ver su funcionamiento interno, algo que adquiere especial relevancia en la Administración pública, de la que debemos exigir transparencia y buenas prácticas.
El software libre en la Administración
El manifiesto, o más bien carta abierta, que da pie a este artículo reabre el debate de si la Administración pública debería utilizar por defecto software libre en su día a día.
Sus argumentos son que si la Administración pública debe velar por el interés público y se financia con dinero público, el software que emplea para llevar a cabo sus tareas debe ser de código abierto u open source para que cualquier ciudadano pueda ver su interior y saber con qué programas trabaja la Administración de manera transparente.
Por un lado, la carta abierta habla de promover la competencia y no el monopolio de unas pocas empresas de software propietario, y por otro, al estar disponible el código fuente, evitar puertas traseras o vulnerabilidades que pongan en peligro la privacidad de nuestros datos o del trabajo de la Administración pública.
Además de estos dos, hay otros muchos motivos para usar software libre en la Administración:
Si bien no todo el software de código abierto es gratuito, en la mayoría de los casos está disponible para usar gratis, lo que implica un ahorro considerable en organismos con un gran volumen de empleados.
En caso de necesitar unas características concretas, el software libre puede reescribirse en vez de adaptar toda la Administración a cómo funciona un programa propietario. Es decir, un programa nos sirve a nosotros, no nosotros a él.
Otras razones que suelen salir a colación en el debate tienen que ver con el soporte técnico. Un software propietario está ligado a la empresa que lo ha creado y a socios habilitados por la misma (o partners en inglés), mientras que el software libre admite más flexibidad, facilitando que empresas locales den ese servicio.
En cualquier caso, si prefieres el software propietario o el software libre, siempre es bueno que haya un debate al respecto por el bien del usuario y, en este caso, de funcionarios y ciudadanos. En la página oficial de la carta abierta Public Money Public Code encontrarás más información al respecto e incluso puedes escribir a tus representantes públicos si eres ciudadano europeo.
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